¡Feliz cumpleaños, Llu!

Mar 07, 2009 02:26

Es el cumpleaños de Cosa ( lb_syndrome) y bueno, quería darle algo. Y... ¿qué más puedo decir? Aquí está...

Título: No me quedaré
Fandom: LMF!R!OP.
Claim: Nahiara + Locos
Advertencias: Es un poco bizarro.
Notas: Primero, quería que, como esto es un regalo para ella, la capitana Cosa fuese muy importante. El problema es que me vuelo muy rápido de lo que quiero o.oUUU . Bueno, segundo, le agradezco a Miyu por betearlo. Y en fin, Llu, espero que lo disfrutes =D

No, definitivamente no habría pensado ni en un millón de años que al irse de ese condenado lugar, lo haría con gente… bueno, gente como con la que se había ido. La verdad, le parecía casi increíble que personas así existieran. Por lo que le habían contado, lo que hacían resultaba ser bastante importante y algo peligroso, pero ellos no se preocupaban, para nada. De hecho, parecían las personas más tranquilas y, sin duda alguna, las mas locas de todas. Todavía no los comprendía bien, con todas sus especies de chistes internos o lo que fuera, pero de algo estaba segura: eran personas muy especiales.
Tan especiales que la hacían sentir impresionantemente normal, ya que cuando le había explicado a ese grupo su historia, estos sólo habían dicho: “Había escuchado de gente a la que le pasaba eso, pero no estaba convencida. La gente sí que puede ser estúpida”.
Y sí, le habían contado que el sufrimiento solitario que había soportado por tantos años era el número mil y tanto en una fila, o algo así. En cierta forma, se sintió destrozada, burda e increíblemente tonta, por haberle puesto tanto énfasis a aquel dolor, siendo éste algo no tan extraño. Después de eso, recordó que no importaba que fuera algo más común de lo que pensaba, puesto que de todos modos era su vida y lo raro habría sido no sufrir.
De cualquier forma, ese no era exactamente el tipo de personas con las que quería estar, por lo que había decidido que cuando viera una posibilidad de hacerlo, se largaría del “Weeping Lamb”, como le habían dicho que se llamaba el barco, y trataría de encontrar un lugar donde no fuera discriminada. Porque, definitivamente, no iba a quedarse ahí demasiado tiempo, le asustaban.
Sí, claro, eso esperaba poder hacer, pero por algunas cosas del destino, sus planes recibieron una gran patada en el trasero y se fueron volando hacia un lugar desconocido e inhabitado.

Se quedó mirando el mar, apoyada peligrosamente en una baranda, mientras tarareaba una canción, con tono algo cansado. Todo iba bien hasta que escuchó como alguien se caía a sus espaldas. Todavía no se aprendía bien los nombres, pero le parecía que aquella era Miyu. Hizo una extraña mueca, en el vano intento de levantar una ceja y, por algún milagro de la naturaleza, fue comprendida.
-Perdón, me tropecé y te interrumpí. Es que me pareció que estabas tarareando algo y quería oír mejor.
-Eh… bueno, no es nada- respondió, jurando que el lugar donde esa chica antes estaba no era a más de unos cuantos pasos y preguntándose quién podía caerse tan sólo en ese trayecto. Un silencio algo incómodo -e innegablemente extraño-, que sólo D. parecía disfrutar, se extendió por el barco. Sin saber por qué, algo la impulso a decir:- Como sea, ¿escuchaste algo?
-Sí, Nahi, ¡cantas precioso!- fue la rápida respuesta de su interlocutora, que misteriosamente pareció cubierta por brillitos. El rostro de la aludida comenzó a arder, mientras se movía rápidamente en un desesperado intento por ocultar su rostro enrojecido, ya que, según ella creía, no era para tanto. Por suerte para ella, alguien distrajo la atención antes de que cualquiera se diera cuenta del brutal sonrojo de la “chica nueva”.
-Acuérdate de que los brillitos son de Kmi, aunque no creo que le moleste prestártelos por un rato. Más importante que eso, Nahi, necesitamos saber con qué color hacer tu pafo dibujo.
La muchacha observó a la persona que acababa de hablar o, mejor dicho, al llamativo gorro verde y con antenas que usaba, sin comprender de qué rayos hablaba.
-¿Pafo dibujo?
-Somos nosotros, pero… eh… pafos- dijo una chica atrás, al tiempo que miraba el Long Pose.
-Dudo que entienda esa explicación, Liga- comentó el único hombre de la tripulación (bueno, además del calamar parlante)-. Mejor sólo mira. No es algo que se pueda definir.
Rápidamente, una hoja pasó de mano en mano, hasta quedar frente de Nahiara, quien se quedó mirando a las pequeñas “cosas” deformes y de colores, que se encontraban dibujadas en el papel, con cara de absoluta incomprensión.
-Este… tengo que elegir un color, ¿no?- los rostros frente suyo asintieron al mismo tiempo. Se quedó callada por un momento, pero luego se sintió demasiado observada para ignorarlo-. Bueno, supongo que lila. Es un color bonito, creo.
El rostro de los revolucionarios pareció algo preocupado.
-Esto va a traernos algunos problemas- comentó la otra capitana del barco, Kmiya-. Yo soy morado, así que si tenemos una crisis de escasez de colores, no habrá forma de diferenciarnos.
Nahiara sólo encogió los hombros, pensando “Bueno, será. No es como si quisiera que me unieran a sus ideas locas”, mientras volvía a su posición original.

Pasaron horas, mientras que el grupo discutía seriamente sobre aquel “pafo”, excepto D., que estaba al borde de la desesperación, y Bans, que intentaba calmar al ya mencionado calamar o, simplemente, lo estrujaba. Rich observaba la escena, algo divertida.
La nueva tripulante dejó de preguntarse, de una vez por todas, cómo había ido a parar a ese barco de locos, ya algo harta de preguntarse a qué venían cosas como “centro chicloso” y otros comentarios curiosos que, realmente, le daban algo miedo entender. Sus ojos se dirigieron hacia las nubes del cielo, tratando de darles formas. Vio una nube en forma de gato, lo que la hizo recordar, como antes de comer la condenada fruta esa, cuando todavía era una chiquilla inocente, adoraba a esos animales y los solía imitar. Un poco nostálgica de esos tiernos días, no lo pensó siquiera antes de dejarse llevar por las ansias de revivir esos momentos. Puso su mano en un puño y hizo como si la lamiese, luego pasándola por su oreja.
-Miau- dijo, para finalizar el acto, y luego, simplemente dejándose llevar por ese extraño momento, comentó:-. Me gustaría tener cola. Sería divertido- al tiempo en que miraba el lugar donde ésta debería estar, si la tuviese. Luego levantó la vista, para encontrarse, con horror, las miradas perplejas de los revolucionarios. Poco a poco, sonrisas malvadas se fueron formando en los rostros de estos y unos sospechosos destellos aparecieron en los ojos de las capitanas.
Nahiara se quería morir. Eso sólo reforzaba su deseo de abandonar el lugar. Había hecho algo raro, demasiado y eso que no hace mucho que estaba con ellos. Lo peor de todo, había abierto una puerta escondida y ya no la lograba cerrar, lo supo cuando, en respuesta a su miedo, bufó como un gato enojado. Antes de que pudiera evitar que la viesen, estaba roja de vergüenza. ¿Qué rayos le estaba pasando? ¿Había algo en el aire que la hacía ser así?
Luego de cinco minutos de gente gritando felizmente, alguien -no alcanzó a ver quien- agitó un papel frente suyo. Ahí estaba dibujada una de esas cosas deformes, de color lila, que se distinguía por tener una cola rayada y orejas de gato.
-¡Es pafo Nahi!- gritó Ligabiss, emocionada.
-¡Es amor!- continuó Miyu. La chica miró su dibujo con atención. Tenía que admitir que era tierno, pero no era ella, para nada. Ella no era tierna.
Volvió al mundo real para darse cuenta que tanto la navegante como la tiradora se habían lanzado hacia ella. Asustada, trató de correr, pero sus reflejos no eran muy buenos, así que se encontró en el suelo, con las otras dos chicas abrazándola, hasta el punto de dejarla casi sin aire y sospechando que se le había roto algún hueso, lo que luego resultó ser pura paranoia. Con toda la fuerza que pudo, hizo el único movimiento que veía posible y mordió el brazo de alguna de ellas, mas, aparentemente, no le quedaba mucha fuerza.
Ese fue el principio del fin… de su cordura.

Habían pasado unos dos días y Nahiara sabía que si no salía de ahí rápidamente, nunca lo haría, pero claro, parecía que ninguna isla se dignaba a aparecer. Estaba comenzando a desesperarse en serio.
El día anterior, se había dado cuenta de que empezaban a hacerle gracia las conversaciones sobre pafos y que no era sólo ella la “estrujada”, si no también la estrujadora. También había notado lo divertido que era desesperar a D. Incluso estaba más feliz que antes y cada vez disfrutaba más actuando como algo parecido a un gato, jugando con ovillos y “maullando” de vez en cuando, cuando todo quedaba en un repentino silencio. Estaba bastante segura de que el calamar parlante la había tratado de detener a la fuerza cada vez que presentía que iba a romper el hielo con su “miau”, pero en fin.
Hasta se había dado cuenta de que empezaba a atacar gente y morderla por “cariño”. A veces lo notaba y decía: “¿en verdad ésta soy yo o es influencia de ellos?”. De cualquier forma, estaba más que confirmado que no era la mitad de bizarra que el resto y eso le daba algo de miedo, no sabía bien por qué.
Como fuera, tenía que salir de ahí lo antes posible, antes de que todo eso llegase a un punto sin retorno.

Y, sin embargo, nunca lo logró, porque un día se le ocurrió la genialidad de preguntar algo que siempre le rondaba por la mente.
-Creía que esto de la “revolución” era algo serio, pero ustedes siempre están demasiado felices. ¿Cómo es eso?
El resto de los revolucionarios la observaron, sonriendo cariñosamente.
-Bueno, primero, somos locos- dijo riéndose, Kmi, como ya se había acostumbrado a llamarla. Sonrió, mientras sus brillitos parecían relucir aún más fuerte. Nahiara la observó, no demasiado convencida con la explicación, cosa que no fue imperceptible.
-Segundo, la gente es estúpida, el Gobierno Mundial apesta- continuó la otra capitana-, pero si nos tomamos las cosas con mucho pesimismo, si vencemos, entonces no va a ser mucho mejor de lo que ya es. ¿Cierto, Co-Co?- preguntó, sonriendo abiertamente, mientras la aludida asentía, como si fuese lo más obvio del mundo. Y ciertamente, lo era. Las palabras golpearon a la chica que había iniciado la conversación con tal fuerza que estuvieron, literalmente, a punto de derribarla. ¿Cómo no se había dado cuenta? Ciertamente, si alguien aceptaba tener a esa pandilla de lunáticos bajo su mando, era alguien que podía hacer un gran cambio. Esa simple explicación le abrió los ojos y sintió que quería ser parte de ese cambio, quería apoyarlo lo más posible y, más que nada, quedarse con ese grupo. Aún así, había un problema, que por fin, aceptaba:
-Ustedes son demasiado raros, no hay forma de que alcance ese nivel de locura- comentó, sonriendo algo incómoda y cabizbaja.
-Eso es lo que crees- exclamó Hawk -, pero ya verás. Yo no era así antes de conocer a estas dos- agregó, indicando a las capitanas, que respondieron con una risa sarcástica y un “Sí, claro”-. Bueno, al menos no tenía que cargar a una sirena por todas partes.
Rich se disculpó, algo avergonzada.
-Como sea, Nahi. Para esos pensamientos está el rincón azul- le comentó Bans, indicándolo con un girasol, que luego le entregó.
-Entonces voy a necesitar uno portátil- bromeó, riendo. Para su sorpresa, la carpintera comenzó a sacar sus herramientas. Nahiara sólo encogió los hombros-. Será, recién comienzo a entenderme, pero creo que me será útil- pensó, para después exclamar en voz alta: -. ¿Quién quiere cantar alguna canción?
Los revolucionarios comenzaron a pedir muchas canciones que ella no conocía, algunas con títulos que la dejaban demasiado extrañada como para reaccionar por un instante. Sin duda le quedaba mucho por aprender en ese barco.
Miró a su alrededor. Rich cantaba algo que, en un principio, tenía una letra que parecía encajar sorprendentemente bien en la situación. Miyu tropezó y Liga trató de levantarla, como por enésima vez en el día. Vio un gorro verde fosforescente acercarse, para luego ser estrujada. D. estuvo al borde de un ataque de histeria, por lo que Hawk le intentaba dar un calmante siendo jocoso y Kmi observaba, completamente divertida.
Nahiara suspiró, al tiempo que pensaba internamente: “A pesar de todo lo que ha pasado, parece que aquí nadie me va a hacer a un lado. Pues sí, este es un buen lugar y creo que me quedaré aquí”.
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