Autor:
niamh_corrPersonaje: Isis y Neftis (mitología egipcia). Dos hermanas tan distintas se unen con un objetivo común: encontrar y recomponer los catorce pedazos del cuerpo de Osiris, que el malvado Seth ha repartido por todo el reino de Egipto. Sin embargo, Isis guarda mucho dolor en su interior. Neftis le ha hecho mucho daño en el pasado.
Palabras Elegidas: Hermana y dolor
Palabras: 1350
Rating: PG14 por temas adultos
Las lágrimas caían por su bronceado rostro. Isis no se lo podía creer. Jamás llegó a pensar que la maldad de su envidioso hermano iba a llegar tan lejos. ¡Matar a Osiris! ¡Y cortarlo en catorce pedazos! Ella nunca había sentido tanto dolor. Osiris era tan bueno, tan sabio, tan pacífico… Todos sus súbditos le querían; nunca faltaban las cosechas.
Isis no pensaba perdonar a Seth, y desde luego las cosas no iban a quedar así. Su odioso hermano había cortado a Osiris en catorce pedazos y los había esparcido por todo el reino. Bien, pues ella aceptaba el reto: los encontraría todos y recompondría el cuerpo de su hermano y marido.
Se apoyó en la columna que tenía a su lado para ponerse en pie y comenzar la búsqueda. Se obligó a dejar de llorar. No podía buscar a Osiris en ese estado tan lamentable. Tenía que estar fuerte para encontrarlo.
-Lamento mucho lo ocurrido -dijo una fría voz femenina a sus espaldas.
Isis se dio media vuelta y se encontró cara a cara con una mujer vestida de negro que se parecía mucho a ella: su hermana Neftis. Sólo que Neftis tenía una forma de ser opuesta a la suya. Isis era luz, orden y vida; Neftis, oscuridad, caos y muerte. Isis amaba el agua; Neftis, el desierto.
-¿Tú lo lamentas? -preguntó Isis, escéptica. La diosa de la maternidad sabía de sobra todo el caos y el dolor que Neftis había sembrado junto a Seth, su hermano y marido.
Isis sí que lamentaba algo: que sus hermanos estuvieran divididos. Osiris y ella por un lado, y Neftis y Seth por otro. Los cuatro podrían haberse llevado bien, pero tenían formas muy distintas de pensar y se dividieron en dos bandos. Esta división se acentuó aún más cuando Isis se casó con Osiris, y Neftis con Seth.
-Así es -respondió Neftis, aún manteniéndose fría-. Yo también quería a Osiris. Era nuestro hermano, ¿lo recuerdas?
Claro que lo recordaba. Y lo que mejor recordaba era aquella noche en que la encontró haciendo el amor con Osiris. Isis estaba segura de que Anubis era hijo de Osiris, y no de Seth, por mucho que Neftis insistiera que no. Corrían rumores de que Seth no podía tener hijos. Y cuando el río suena…
Isis no les había dicho nada ni a Neftis ni a Osiris. A Osiris le había perdonado, por todas las virtudes que tenía y porque casi siempre estaba de su lado. Se llevaban muy bien. En cambio, a Neftis la consideraba una traidora. Neftis siempre había causado dolor, por lo que no podía verla con buenos ojos ni confiar en ella. Por eso dudaba que se lamentase por la pérdida de Osiris. Neftis nunca lamentaba nada. Aunque habiéndose acostado con Osiris, era lógico que sufriera la pérdida de su amante y padre de su hijo Anubis.
-No puedo perder el tiempo hablando contigo -contestó Isis bruscamente-. Tengo que irme a buscar los pedazos de Osiris.
-Te acompaño.
Isis entrecerró los ojos, mirando a su hermana con desconfianza.
-¿Para qué?
-¡Oh, vamos! ¡No seas boba, Isis! ¡Yo también quiero recomponer el cuerpo de Osiris! -exclamó, enfadada-. Y aunque no lo creas, quiero ayudarte. Me siento muy mal por lo que ha hecho Seth -reconoció, avergonzada.
Isis dudó un momento. Estuvo a punto de decirle que encontrar y recomponer a Osiris era cosa suya, y que se marchara. Isis estaba segura que lo que Neftis pretendía era ver a su amante una vez más, y quitarse de encima el sentimiento de culpabilidad por lo que había hecho su marido.
-Creía que a ti te gustaba la destrucción, no la recomposición.
Neftis abrió mucho los ojos, como si no se pudiera creer lo que oía.
-¡Venga, Isis! ¿Todavía sigues con eso? -Neftis parecía indignada-. ¡Es cierto que sembré el caos con Seth! ¡Pero eso fue hace mucho tiempo, cuando se creó el mundo! ¡Ahora me dedico a guiar a los viajeros perdidos por el desierto!
-Y a acostarte con Osiris. -Isis no pudo guardar más tiempo lo que hacía tanto había querido soltar. La diosa de la maternidad tenía contorsionada la cara, que mostraba cuánto dolor sentía por dentro.
Neftis se quedó helada.
-¿De qué estás hablando? -gruñó, cruzándose de brazos, poniéndose a la defensiva. Lanzaba miradas asesinas a su hermana.
-No te hagas la tonta. ¡Te acostaste con Osiris! ¡Os vi! ¡No lo niegues! ¡No insultes a mi inteligencia! -gritó Isis, furiosa. Sus ojos negros relampagueaban.
Neftis hundió los hombros, derrotista.
-Es cierto -reconoció la acusada con voz sombría-. Pero déjame que te lo explique.
-No hay nada que explicar -replicó Isis, dándole la espalda.
-¡Escúchame! -suplicó Neftis, obligando a Isis a mirarla a la cara-. Me acosté con Osiris, lo reconozco, ¡pero en ningún momento lo hice para causarte daño! ¡Lo hice por una causa mayor!
Isis soltó una risa irónica.
-¿Tan malo es Seth en la cama? -se burló.
-Isis, por favor -le dijo Neftis muy seria; parecía muy afectada-. Estoy hablando en serio. Si me acosté con Osiris fue porque Seth no puede tener hijos. Pero desde que me quedé embarazada no he vuelto a acostarme con Osiris.
-Entonces es cierto -dijo Isis, confirmando sus suposiciones-. Anubis es hijo de Osiris.
Neftis asintió con la cabeza, sin mirar a su hermana.
-Pero ante todo era nuestro hermano -dijo Neftis con tristeza y con los ojos llenos de lágrimas, todavía sin atreverse a mirar a Isis-. Por mucho que sea tu marido o haya sido mi amante, lo principal es que es nuestro hermano. Y tú eres mi hermana -añadió, cogiéndole suavemente la muñeca-, y no quiero ver cómo sufres por culpa de la envidia y la maldad de Seth. Quiero ayudarte. Déjame acompañarte, por favor.
Isis volvió a dudar. Clavó sus ojos negros en los de Neftis. Parecía realmente dolida y arrepentida. Y también parecía que de verdad quería ayudar, y no sólo porque Osiris fue su amante y padre de Anubis, sino porque a pesar de estar tan divididas, seguía considerándola su hermana a ella, a Isis, algo que la conmovió porque creía que eran sentimientos que no existían en su caótica hermana.
Isis empezó a considerar a Neftis menos malvada de lo que siempre había pensado. Seth no podía tener hijos porque era malo de verdad. Pero si Neftis había deseado de todo corazón tener uno a costa de lo que fuera, aunque eso implicara acostarse con su hermano y el marido de su hermana, entonces no podía ser tan mala. La maternidad siempre conmovía a Isis; ella pensaba que nadie que deseara tener hijos podía ser malo, y por eso perdonó a su hermana.
-Está bien, acompáñame, hermana -le dijo Isis con suavidad, cogiéndola de la mano.
-Gracias, Isis. -Neftis parecía muy sincera-. Y ahora vamos a reconstruir a Osiris.
***
Durante toda la travesía las dos hermanas se apoyaron mutuamente, y se conocieron mejor de lo que lo habían hecho nunca. Isis empezó a ver a Neftis como una amiga, no como una enemiga.
Entre las dos consiguieron encontrar trece de los catorce trozos del cuerpo de Osiris. Sólo les faltaba el pene, que no apareció por ningún sitio. Con los trece restantes, y ayudadas por Anubis, reconstruyeron el cuerpo de Osiris. Neftis y su hijo Anubis la habían ayudado mucho. Sí, sin duda Neftis era una amiga.
Las dos lloraron desconsoladamente sobre el que había sido un justo soberano para el reino del Antiguo Egipto.
***
Isis, con su magia, logró resucitar a Osiris, que pasó a gobernar en el país de los muertos, la Duat. Y también con su magia, Isis pudo tener un hijo de Osiris: Horus. Sabía que en parte se lo debía a su hermana Neftis: ella encontró muchos de los pedazos de su cuerpo. Meciendo al niño con sus brazos, susurró:
-Gracias, hermana. Gracias por todo, amiga.