Aug 07, 2008 21:22
Fandom: Vidas Paralelas (like ever, las votaciones se mantienen u.u)
Claim: Darío/Arín
Prompt: pasando bajo escaleras y preciosura.
Advertencias: nada.
Notas: aqeorvgnqeorignv *tiene miedo de estar marysueizando a Arín. Y no quiere*
Sólo tiene cuatro años.
Cuando la ve por primera vez piensa que es una niña inquieta, puro nervio. Contempla esa corta mata de cabello pelirrojo que siempre va de un lado para otro y que siempre lleva desordenada por la mala costumbre de trepar a los árboles. Contempla esos ojos dorados, vivos, rápidos, que parecen querer devorar su entorno con demasiado poco tiempo. Y sus risas infantiles, y sus berrinches, y cada una de sus facetas de niña presumida.
Arín Twinlight
La encuentra dormida en el jardín, debajo de la escalera que da a la terraza de la residencia. Está tumbada en posición fetal, abrazándose las rodillas desnudas y manchadas de tierra por haber jugado durante casi dos horas seguidas sin descanso. Las manitas aferran suavemente el torso de un oso de peluche color chocolate y lo presionan contra la mejilla derecha. Labios entreabiertos, respiración lenta. Ojos cerrados y un tenue sonrojo probablemente producido por haber pasado demasiado tiempo al sol.
Suelen jugar al escondite. Arín siempre gana.
Se ha quedado dormida mientras se escondía. Probablemente debería despertarla, pero no lo hace. En lugar de eso, se acerca con cuidado, tratando de no emitir sonido alguno y se arrodilla frente a ella. Con la naricita ligeramente arrugada por la concentración, Darío analiza cada uno de los rasgos relajados de la niña, cada uno de los movimientos de su pequeño pecho al hincharse y deshincharse. Y, con una débil sonrisa, siempre llega a la misma conclusión: Arín es un terremoto con patas pero, de algún modo, también es la niña de cuatro años más tierna que jamás ha visto.
+ + +
Claim: Darío/Arín
Prompt: espejo roto y promesa.
Advertencias: mención de suicidio. Semi UA, ya que estos dos sólo se encuentran en plan "amistoso" durante la infancia u.u.
Notas: estoy pensando seriamente en volverlos cannon. En serio. Dejo a Ethan sin novia y listos :D (?).
Tiene los ojos sobreabiertos y teñidos de pánico. Está arrodillada sobre un mar de cristales, algunos manchados de sangre, otros manchados de lágrimas. A veces abaja la mirada y ve su rostro dividido entre cada trozo del espejo roto; se asquea de sus mejillas húmedas, de los finos cortes que sangran y de esa mirada desquiciada, asustada.
Quiere apretar un puño para contener la desesperación, pero no puede porque, en su lugar, su mano sostiene un trozo de cristal. Los dedos se crispan alrededor de él y sangran, sangran, sangran.
Quiere morir. Pero una y otra vez, alguien se lo impide.
─Arín…
Se vuelve rápidamente, como si la hubieran pinchado. No alcanza a ver la silueta en el umbral de la puerta del baño que entra con paso firme, sólo a notar el tacto cálido de unos brazos ceñirse a su alrededor desde la espalda. Su ropa huele a brisa marina. Sus cabellos blancos ─que caen derretidos sobre su hombro cuando Darío abaja la cabeza─ hacen aflorar algo de tranquilidad en su desbocado corazón. Es una sensación conocida.
Arín va emergiendo a la superficie lentamente.
─Basta, por favor ─no suplica, no ruega. Simplemente lo pide con voz pausada y serena─. Déjalo, Arín. No lo vuelvas a intentar. Nunca. Prométemelo…
No puede prometerlo. No puede.
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Claim: bastante general. Podría ser un Darío/Naike o un Darío/Sam, depende de quién lo lea. O incluso un muy lejano Sam/Naike owoU.
Prompt: Gato negro y conversación.
Advertencias: Una Sam agresiva, una Naike cursi y un Darío con el rol de padre de ambas (?). Nada.
Notas: un intento bastante patético de humor *se pone una bolsa de papel en la cabeza*
La mira alzando las cejas, sorprendido. Parpadea. Al fin, habla:
─Naike, ¿qué es eso?
La pequeña abaja la mirada, avergonzada. Está sentada en uno de los sofás desgastados del salón con las rodillas juntas y los hombros encogidos, sin apartar los ojos de un punto concreto: sobre su falda, un pequeño bulto negro se hincha y deshincha al compás de una respiración.
Desde la otra punta de la sala se oye un resoplido. Darío gira el rostro hacia allí y, de cierto modo, se encuentra con un panorama que esperaba. Mientras Naike está en un sofá de una esquina del salón, Sam está en la opuesta, sentada justo encima del alfeizar de una ventana. Sus ojos son cautelosos y desconfiados mientras mira la bolita peluda. Responde a la pregunta de Darío con tono hostil.
─¿No es evidente? Un saco de pelos, tío. Un asqueroso saco de pelos.
Naike abaja un poco más el rostro, ofendida y triste. Sus brazos se aprietan más entorno al cachorro de gato.
─E-Estaba herido…─trata de justificarse con voz débil─. N-No podía dejarlo en la calle…
Darío suspira. De modo que es eso. Naike ha vuelto a ‘adoptar’ un gato abandonado y a instalarlo en el Átic…
─¿Por qué no? ─inquiere Sam, fastidiada─. Que se joda, oye. Ese puto gato seguro que sabe vivir mejor en las calles que todos nosotros juntos…
─¡S-Sam!
Sam pone los ojos en blanco. Darío carraspea.
─Sam…
Ella le mira malhumorada.
─¿Qué? Es la verdad ─luego se dirige a Naike de nuevo─. Ya estás buscándole otra casa a ese bicho, niña. El gato se va de aquí.
Es tal la expresión de pánico que adquieren los ojos negros de Naike que Darío tiene que intervenir… otra vez.
─Sé razonable, por favor.
─Ni razonable ni hostias. ¿Acaso no sabes la cantidad de enfermedades que llevan estos sacos de pelo? En menos de una semana estamos todos con gripe, a cuarenta de fiebre y rascándonos una urticaria en el culo. Fijo.
─S-Sam…
Otro suspiro. No hay caso. Aunque no lo reconocerá nunca, Darío sabe que Sam tiene pánico a los gatos. Un pánico que sólo es capaz de mostrar con miradas desconfiadas y fingido odio.
Quizás es verdad que parte de sus genes son de lobo.
─Cualquiera diría que tu instinto canino sale a flote al tener gatos cerca ─comenta en un murmullo.
Una mirada de refilón, afilada, amenazante. Darío ni se inmuta. Mira a Sam, Naike y al gato que duerme entre los brazos de esta última y toma una decisión. Al fin y al cabo, si él no pone orden, nadie lo hará.
─El gato se queda.
El rostro de Naike se ilumina. Por lado contrario, Sam se pone en pie de un salto, preparándose para salir a la carga con protestas gritonas, pero Darío la detiene con un tranquilo ademán de la mano.
─Dejádme terminar, por favor. El gato se queda. Pero… ─fija sus ojos en los atentos de la pequeña─. Este es el último. No recojas de la calle ni uno más, ¿vale? ─añade con una sonrisa paternal.
Naike asiente, feliz. Sam mira a Darío y esta última, incrédula, con la boca abierta y las cejas arqueadas a más no poder.
─Pero…─ahora ya busca una excusa de un modo desesperado, sea cual sea. Su tono de voz la delata─. Ey, peña, que los gatos negros traen mala suerte…
Darío pone los ojos en blanco.
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Claim: Darío/Keith
Prompt: Tocar madera y duda.
Advertencias: un poquitín de limme al final :). Slash.
Notas: ugh, me siento pecadora por haber slasheado con Darío *insértese "El grito" versión Grav (?)*.
Eran amigos. Quizás no los mejores, pero sí compañeros. No compartían charlas profundas ni lloraban en el hombro del otro, pero Keith compartía de vez en cuando alguno de sus auriculares del mp3 con Darío y este insistía serenamente en recomendarle algún que otra novela que el primero rechazaba poniendo morros y marcándolas de “aburridas”.
Compartían el peso que consistía en aguantar a Sam y sus berrinches. Keith a duras penas pero, al menos, lo intentaba. Darío se sentía agradecido en ese aspecto.
Compartían enemigos, peleaban hombro con hombro para defender a los demás cada vez que algún desconocido se ensañaba con Naike o provocaba a Sam. En alguna ocasión Keith dio el gancho culminante al oponente de Darío cuando éste se estaba recuperando de un golpe grave. Otras veces Darío llegó a tiempo de interponerse en el camino de un sádico buscapeleas y un malherido Keith, alzar la mano armada con un revolver y presionar el gatillo sin remordimientos. Porque amar la violencia gratuita no es de personas, solía decir. Y él no sentía lástima de seres que no eran personas.
Keith no dejó de impresionarse nunca por esa frialdad inesperada cuando se trataba de injusticias a los ojos de su compañero.
Eran amigos. Ni de lejos los mejores, pero lo eran.
Eran.
Porque cuando Darío tiene que agarrarse al borde de la mesa y hundir las uñas en la madera para no caer porque las rodillas le flaquean, empieza a dudar que, a ratos, eso sea sólo una amistad. Y menos aún cuando unas manos inquietas se cuelan debajo de su camisa y repara en que ese suspiro ahogado que se ha oído es el suyo propio.
Vale, quizás no son sólo amigos. Pero, sean lo que sean, en eso sí que son los mejores.
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Claim: Darío-céntric.
Prompt: amarillo en la ropa y frío.
Advertencias: ¿Spoilers del pasado de Darío?
Notas: aclaro que Darío es el hijo del presidente de Apocalys (!). Ergo, es de clase alta el único de todo el Ático que lo es, porque los demás son pobres como ratas (?)
─Nunca serás lo suficientemente bueno.
No le odiaba por decir aquello. Sería injusto. Además, no estaba acostumbrado a odiar, por lo que el veneno de las palabras se limitaba a acariciarle hipócritamente la herida sin llegar a penetrarla.
─Tenía esperanzas en que fueras un hijo ejemplar. Que pudieras llevar el peso de esta ciudad sobre tus hombros como yo he hecho. Me equivoqué.
Llegados a ese punto de la cena solía sacar un pañuelo color amarillo para limpiarse la comisura de los labios con ademán tranquilo y sofisticado. Su boca era una fina y firme línea, pétreo rostro de una estatua hecha de hielo.
─Siempre serás un fracasado, Darío.
Pero él no contestaba. Agachaba la cabeza y aceptaba las críticas, cerrando los ojos con solemnidad y pidiendo con voz tranquila si podía retirarse a su habitación.
Huye una vez más…
Y allí el veneno se vertía en el interior de la herida abierta.
Darío nunca guardó rencor a su padre. Quizás su manera de educar no era la mejor, pero comprendía que no sabía hacerlo de otro modo. No le guardo rencor cuando, cumplidos los quince, hizo una maleta con las pocas pertinencias que albergaba en esa casa y los resquicios de una serenidad que amenazaban con desbordarse de sus ojos de un momento a otro. No le guardó rencor cuando anunció con voz grave que se iba y su padre ni tan solo se dignó a volverse ─soló siguió manteniendo los ojos fijos en las llamas de la chimenea y permitiendo que el humo de un cigarrillo de buena calidad le nublase la mirada.
Y se fue.
Años después regresaría a casa con una placa policial en la mano y la frialdad como fachada. Encontraría el hogar vacío y plagado de suspiros abandonados que aún flotarían en el aire lleno de polvo. Llegaría al salón, arrodillándose con cuidado, encontraría la única prueba que daba credibilidad a su infancia: un pañuelo amarillo con motas de sangre seca y petrificada en él.
Y no le guardaría rencor a su padre por abandonarle. Ni tan solo en esa situación.
tema: slash,
claim: darío,
tabla: supersticiones,
claim: darío/naike,
claim: darío/sam,
fandom: vidas paralelas,
comu: menteoriginal,
claim: darío/keith,
tabla: experta,
comu: crack and rol,
tema: femslash,
claim: darío/arín,
tema: het