Siente su frustración. Es una sensación tan vívida que parece que es él mismo quien la sufre.
No lo muestra, claro que no. Mello es así de orgulloso. En lugar de cerrar las manos en puños, gritar, insultarle y hacer todo aquello que realmente querría, debe limitarse a cruzarse de brazos y otearle con una mirada peligrosa, llena de advertencia.
Near no hace nada, tan solo devolverle una expresión carente de emociones. Aunque se lo propusiera, tampoco podría hacer otra cosa.
Sabe qué es lo que le ronda por la cabeza a su compañero, lo sabe demasiado bien. Algo llamado ira.
Mello es así de inconformista. El segundo lugar jamás será suficiente para que pueda siquiera respirar.
Abre esos labios finos y contraídos unos instantes, como si fuera a decir algo, pero las palabras mueren sin ser pronunciadas. Cierra los ojos con fuerza. Ahora Near ya no sabe si está furioso o sí simplemente se ha llevado tanto al límite que va a llorar de pura frustración.
Eso sería extraño. Inimaginable. No iría con él.
Lo sabe. Ambos lo saben.
De modo que Mello se ve obligado a interpretar su papel de chico luchador y avanza en cuatro zancadas hacia dónde está sentado el menor. La distancia se desvanece en un parpadeo y, sin saber como, Near de pronto se encuentra con el rostro de su compañero a escasos centímetros del suyo; sus manos cerradas, sosteniendo los hombros del pequeño cuando en realidad parece Mello, el que está a punto de caerse.
La ira ya es una realidad. La furia ya ha cobrado vida y sonido.
─¿Es que no vas a decir nada? Adelante, búrlate si quieres, alardea de ser el primero en todo ─los ojos verdes de Mello se entornan ligeramente─. Sé que es eso lo que quieres.
Near no dice nada, sólo le mira -le mira, le mira, le mira-. Empieza a sentir cierto dolor en los hombros cuando el mayor cierra un poco más su agarre, hundiendo las uñas en la tela del pijama.
No mostrará nada. Simplemente no puede mostrar nada. Ya no sabe como explicárselo al otro.
─No -se limita a contestar─. No lo quiero.
Quizás espera que Mello le grite cualquier cosa, le zanjee o incluso le golpee. No le extrañaría, teniendo en cuenta lo alterado que está.
No hace nada de eso.
Contra todo pronostico, el tenue sollozo ya es una realidad. Sus pies desnudos resbalan sobre la madera del parquet, las rodillas topan contra el suelo cuando se deja caer sentado lentamente, aún con las manos sobre los hombros de Near. Tiene la cabeza agachada, exasperado, derrotado.
Y por primera vez Near siente algo parecido al desconcierto.
Lentamente, casi demasiado cansado ya de luchar, Mello desliza las manos de los hombros del otro hasta su nuca para atarlos alrededor de su cuello, acercándose, acercándose sin importarle nada. Y se queda en esa posición, sentado maldejadamente sobre el suelo, hundiendo la nariz en el hueco entre el cuello y el hombro de Near.
No llora, eso nunca. Pero los sollozos que le sacuden la espalda indican que lo haría si no fuera contra sus principios.
Near no entiende nada, pero de algún modo sabe que es mejor callar. Jamás había visto al prepotente y orgulloso Mello derrumbarse de aquel modo.
No estaba previsto. No estaba en los planes de nadie.
─Idiota… ─murmura en con voz ronca, apegándose con más fuerza al otro─… te detesto…
Sólo en ese momento Near lo comprende: ya no le importa siquiera mantener a flote su dignidad.
Por eso no le queda más que abrazarse a él, a su mayor rival. Abrazar a la derrota.
+ + +
Título: palabras.
Claim: Near (¿Algo de Mello/Near?)
Prompt: "en cualquier momento todo el dolor se detendrá", y "licor" en
30vicios Al principio las palabras no tienen sentido, son meros sonidos que vagan por el espacio y el silencio. Al principio no hay nada, sólo ese hielo que parece tan bien incrustado dentro de su pecho que no puede desvanecerse.
Al principio le mira sin verle realmente. Luego siente la sacudida de la incredulidad.
Near no es alguien que se emocione fácilmente; en su interior, los sentimientos están congelados y moribundos, reservados para emerger siempre en el preciso y calculado instante en que se les necesita.
No en ese momento. ¿Por qué, entonces…?
Las paredes de su pecho de pronto se contraen, le oprimen el corazón. A su vez casi le parece sentir como algo muy dentro de sí sangra, derrama desesperación líquida que se desliza por su garganta como licor ardiente para terminar condensándose en su vientre en forma de plomo.
¿Culpabilidad? ¿Tristeza? ¿Negación? Creía que esas palabras no tenían significado para él.
Se equivocaba.
Cierra los ojos unos instantes, tratando en vano de barrarle el paso a esa extraña nebulosa que flota al otro lado de los párpados. Al hablar quiere que su voz suene neutra, insensible. Es un especialista en ello; lleva toda la vida sin vivir.
Abre los labios de hielo y sólo es capaz de susurrar una estúpida frase que marcará un antes y un después.
─Así que Mello ha muerto…
+ + +
Título: Pieza a pieza.
Claim: Near/Matt.
Prompt: "Sé que quieres ser mi salvación" y "inicio".
Metódicamente sigue las mismas reglas cada día, los mismos idénticos movimientos. Es nuevo, y si esa ya es razón para que despierte curiosidad en los demás de por sí, su comportamiento no ayuda mucho.
Pieza a pieza construye puzzles sin nombre que ha nadie le interesan. Pieza a pieza recompone el pequeño hueco que habita en su pecho; algo que muchos llamarían “corazón”.
Matt no sabe que pensar de él. A veces levanta un poco la mirada de su videojuego y lo otea de reojo, preguntándose cosas, muchas cosas. Si tuviera que citarlas todas no terminaría.
¿Por qué el chico nuevo no habla con nadie?
¿Por qué siempre tiene la misma expresión de indiferencia?
Entonces viene cuando el niño frunce los labios en un puchero de preocupación y abaja la mirada.
¿Y si está enfadado con los demás niños del orfanato porque le han hecho algo malo? ¿Es por eso, que no les dirige la palabra?
¿Y si está enfadado con él?
En principio, esa duda inocente le dura un par de minutos, los justos para que el sonido característico del videojuego indicando que ha perdido la partida le devuelva a la realidad. A veces dura horas. En esas ocasiones, no puede apartar su indiscreta mirada de la mata de cabello blanco que sobresale un poco al otro lado de la cama del dormitorio.
Entonces es cuando decide hablar con él. Si más no, al menos intentarlo.
Se acerca con indecisión, con timidez, con la duda reluciendo en sus pequeños ojos marrones. Manos tomadas detrás de la espalda, a la atura de los riñones, y mirada clavada en el suelo. Tiene que acordarse de cómo se pronuncian las palabras.
─Ho… Hola…
El chico nuevo levanta la mirada levemente. Ni siquiera se molesta en corresponde la diminuta sonrisa que su compañero le dirige. Sigue a lo suyo, pieza tras pieza.
Matt se sienta a su lado hecho un ovillo, sin dejar de mirarle. Sobra decir que la inseguridad sigue patente en todos y cada uno de sus gestos.
Pieza a pieza, pieza a pieza.
─¿Cómo te llamas?
Se muerde el labio inferior al instante; es un alto reflejo. Por unos instantes piensa que el menor no contestará, pero entonces murmura:
─Near.
Una reacción. Esa es una buena señal; le da valor al chico. La sonrisa se ensancha un poco -sólo un poco- más.
─Yo Matt ─se presenta alegremente. Sospecha que no recibirá respuesta.
Sospecha bien.
Por unos instantes ambos se quedan en silencio. Matt observa el batir del viento contra la ventana del dormitorio, pensando en que la tormenta es muy ilusa de creer que puede llegar hasta allí.
Near sólo sigue a lo suyo.
Pieza a pieza.
Nadie habla. Nadie lo necesita. Y en esa ocasión, el silencio es el mejor aliado de los niños.
Entonces, contra todo pronóstico, la pequeña mano con que Near estaba a punto de colocar una pieza en su sitio del puzzle se detiene en seco, en mitad de la trayectoria. Duda. Entonces la deja en el suelo, al lado del montón que aún están sin hogar.
─¿Por qué sigues aquí?
Su voz no suena ofendida ni de advertencia. Es inexpresiva, quizás ─sólo quizás─, un poco desconcertada.
Matt observa esos ojos llenos de incomprensión con los labios curvados dulcemente.
─¿Por qué tendría que irme? No me has hecho nada malo…
─No te hablo ─responde al instante, como si fuera una evidencia─. Eso es malo.
─No ─replica el otro─. Tendrás tus motivos.
Y entonces la pequeña brizna de incomprensión que brillaba en los ojos negros de Near se evapora como humo al viento.
─¿Por qué no haces como los demás y me ignoras?
Matt se rasca la cabeza, pensativo, y las palabras emergen sin antes haberse parado a pensarlas.
─Por qué estás muy sólo. Y porque quiero ayudarte.
Al instante de decirlo esboza una expresión de sorpresa y abaja el rostro, azorado. Vuelve a ser un pequeño ovillo al lado de un chico albino silencioso.
Near se encoge de hombros.
─Eso es imposible.
Matt vuelve el rostro en su dirección, extrañado.
─¿Eh?
─No puedes ayudarme porque no hay nada ─explica monótonamente Near─. Cuando no hay nada que salvar, no hay nadie que se empeñe en ayudar a los demás… ¿no lo sabías?
El chico se queda callado mirando a su compañero, sólo mirándole. Pieza a pieza empieza a comprender la curiosa metodología de Near, el porque de sus acciones, sus pensamientos.
Pieza a pieza empieza a construir algo invisible entre ellos.
─Claro ─sonríe.
Pieza a pieza…
+ + +
Título: Humanidad
Claim: Near!céntrico.
Prompt: "mi corazón está entumido, no siente nada" e "Ira" en
30vicios .
El arma en alto, odio en sus ojos. Como siempre. Casi te parece percibir el galope de su corazón encerrado entre las paredes de su pecho, el sonido de su respiración profunda por la rabia.
Sus ojos te demuestran que te odia, pero no lo suficiente como para atreverse a matarte.
Abre los labios y las palabras sacuden la habitación como latigazos de ira.
─¡Yo no soy ninguna herramienta que puedas usar para montar tus estúpidos puzzles!
No le respondes, no haces nada. Quizás él cree que estás jugando con él, con sus acciones, con sus emociones a flor de piel. Es demasiado inquieto. Demasiado iracundo.
Demasiado humano.
Casi suspiras. Casi. Aún no recuerdas exactamente que se debía hacer para mostrar los resquicios de un sentimiento llamado resignación.
Sólo te queda tratar de revelarle la verdad sobre sí mismo.
─Mello, si quieres disparar, dispara.
No hará nada. Lo sabes. Ambos lo sabéis. A pesar de que el fuego de su rencor poco a poco vaya inundando la habitación en un vaho espectral e invisible.
Tratas de recordar cuál era exactamente la sensación de tensión que la gente normalmente experimentaría en una situación así. Vuelves a fracasar.
De todos modos, no importa. Estás perdiendo el tiempo.
Mello debe irse ya. Aún hay gente muriendo al otro lado de esas cuatro paredes a manos de Kira.