May 04, 2008 00:23
Se miran por casualidad, pura coincidencia. Ojos dorados que topan contra ojos grises una fracción de segundo y con eso tienen suficiente. Da igual dónde se encuentren: en el pasillo de los casilleros, en el aula, en el recreo… no importa realmente, siempre terminan del mismo modo: Arín abalanzándose contra los labios del chico, con prisa, con violencia, como si el tiempo jugara en su contra. De alguna forma se las apaña para encontrar un lugar más intimo -un rincón del patio detrás de algún árbol, los baños, una aula desierta…- y se regodea al ver con satisfacción como él se limita a seguir el ritmo de los labios de ella con pereza, con calma y buena letra.
Una metodología completamente opuesta a la de Arín.
Arín muerde, devora. Es un gato rabioso e impaciente que no se está por sutilezas ni romanticismos propios del otro. En cuanto tiene ocasión aparta de un manotazo las dulces manos que se posan sobre sus mejillas y sigue a lo suyo tan pronto como se ha asegurado que Darío no dará a la mezcla más azúcar del debido.
Porque ya se lo ha dicho otras veces, con una media sonrisa pícara: lo suyo es pura necesidad y ya está. Y si Darío espera encontrar algún resquicio de cariño en los gestos de Arín, ya puede irse a buscar a la tímida Naike Sato de la clase B o al inocentón de Mike Taylor de cursos inferiores. Total, poco debe importar que sea otro chico.
Necesidad seca y sin reparos, que les domina una fracción de segundo y al otro ya están devorándose como si la vida se les fuera en ello.
A ninguno de los dos parece importarle. A Darío quizás, cuando tiene largas conferencias con Sam y tiene que hacer un esfuerzo inmenso para no confesar: “ah, oh por cierto, Sam, sé que eres mi mejor amiga, pero me estoy liando cada dos por tres con tu hermana gemela. Espero que no te importe.”
¿Y a Arín? Ah, sí, ella también lo esconde, a pesar de que no reconozca esa debilidad frente a Darío. Vamos, cree ella que a su novio Ethan no le haría mucha gracia enterarse, ¿no?
De acuerdo, lo que hacen está mal, pero tampoco taaan mal. Total, no se aman. No hay más que necesidad entre ellos…
… ¿verdad?
Eso piensa Arín. O más bien eso quiere pensar cuando oye unos pasos que se acercan a esa zona oscura del patio donde está siendo besada -¿besada? Oh, no, por dios; aquello no es un beso, es una mordida- por su compañero de clase.
No están haciendo nada malo. No se aman. Pero…
… parece ser que Sam no piensa así. Carraspea ruidosamente, apoyada contra un muro cercano y con los brazos cruzados sobre el pecho.
Sus ojos dorados, idénticos a los de su hermana, dan mucho miedo.
Ningún “perdón, perdón” ni “no es lo que parece” consiguen aplacar esa ira fría que desprende. Pasos deliberadamente lentos, una fingida expresión de calma, y un puñetazo con la potencia de un globo que impacta contra la mejilla de Darío -sí, hay Dios, lo que hay que aguantar; Sam tiene la misma fuerza física que un mosquito-.
Pero es lo que hay. La mayor de las hermanas Twinlight se aleja de allí no sin antes haber soltado cuatro maldiciones, pegado dos puñetazos más -uno a la menor y otro a la otra mejilla de Darío-. Y, evidentemente, arrastra a Arín consigo.
Pero ambos chicos sonríen, es inevitable. Porque saben que ese sólo es un percance pasajero que Sam, aunque es el ser más borde y aguafiestas de la tierra, no irá a decirle a nadie de sus encuentros fortuitos.
Y la historia se repetirá. Una y otra vez. Pero todo está bien porque no se aman, sólo es necesidad.
Así que todo el mundo es feliz.
fandom: vidas paralelas,
comu: fanfic100,
tabla: 100prompts,
comu: crack and roll,
claim: darío/arín,
tema: het