Imagine a man (8/11)

Jun 07, 2011 00:21


Masterpost

***

You’d think that people would have had enough of silly love songs
Silly love songs. Wings, 1976.



Entre una y otra cosa, terminan retrasando el regreso hasta el sábado 18 de febrero. Lo que significa que pasan el 14 en 1978.

Las lechuzas del desayuno de San Valentín son probablemente las más esperadas del año. Clarisse recibe dos tarjetas (una es de Marcia por el día de la amistad) y una caja de chocolates del capitán del equipo de Ravenclaw que le dispara la sonrisa más grande y más honesta que Hermione ha visto en su rostro hasta ahora. Lily recibe tres cajas de chocolates, cinco tarjetas y un vinilo de los Beatles (Clarisse la señala con un gesto y murmura “te lo dije” al oído de Hermione).

El vinilo viene con una nota sin firma.

Se me ocurrió que cuando le cantes “Hey, Jude” a nuestros hijos para dormir, sería una bonita anécdota que la canción haya estado en el primer disco que te regalé.

Cómo si la necesitara.

James y Sirius son un espectáculo aparte. Remus ya le había contado que hacían competencias, apilándolo todo y contando quién recibía más tarjetas (los regalos cuentan como dos tarjetas, hasta tres si es un buen regalo). “Los reyes de la escuela,” dijo Lily una vez, burlándose de ellos. Los reyes de la escuela, sin duda.

James mira a Lily (que mira el vinilo) con una sonrisa, mientras Peter cuenta.

- … y dos chocolates son cuatro, más quince…- apunta en un pedazo de pergamino.- Gana James por dos puntos.

- El desayuno no ha terminado,- dice Sirius con gesto arrogante, y se estira. Finalmente vuelve a estar de buen humor. Como dándole la razón, una lechuza deja caer una tarjeta en su vaso de jugo. Alza una ceja y mira a Peter.

- Gana James por un punto,- dice Peter.

Hermione está tan distraída por el espectáculo que no ve la tarjeta hasta que Lily le toca el hombro y se la muestra.

- ¿Para mí?- pregunta, a pesar de que las letras brillantes sobre el corazón rojo deletrean “Hermione” claramente.

Gracias, dice el corazón cuando lo abre, porque cuando estoy contigo me parezco más a la persona que me gustaría ser.

Su primer instinto es buscar a Ron, pero Ron está tan distraído con los chicos que no le devuelve la mirada. Hermione guarda la tarjeta en la mochila, con el corazón latiéndole fuerte y las mejillas rosadas.

Al final, gana Sirius por dos puntos.

- Y la pregunta que todos nos hacemos,- dice Clarisse acercándose al grupo con Marcia,- es cuál de las bellas damas que hoy te han entregado su corazón tan apasionadamente, será correspondida. Ya es hora de que sientes cabeza, Black.

- Ya hemos tenido esta conversación,- responde Sirius sin inmutarse.- No, no me gustas.

- No te emociones, Black. Mis gustos han mejorado desde tercero.

Sirius mira a Marcia, que está roja como un tomate.

- Hacemos esto por diversión,- dice,- todos lo saben. No creo que ninguna de estas chicas tenga un verdadero interés en nosotros. Es más como un concurso de popularidad. Que yo gané,- agrega, apuntando a James. James se ríe.- Ahora, si nos disculpas, tenemos clases que saltarnos y slytherins que maldecir.

Es como si el último mes no hubiera existido. Como si la lluvia de tarjetas en forma de corazón le hubiera devuelto de pronto todos sus poderes. Mira a Remus (que no ha dicho una palabra en todo el desayuno) como si esperara algo.

- Te toca,- dice.

Remus lo mira sin comprender.

- Clases que saltarnos, slytherins que maldecir… Lunático, si no reaccionas pronto, voy a pensar que no te importa lo que haga en los pasillos.

La temperatura del comedor sube varios grados.

*

Harry no cree que haya recibido tantas tarjetas de San Valentín en su vida. Aunque por el color, más que San Valentín, parece que celebraran San Patricio.

- No te emociones,- dice Severus, y señala la mesa de Gryffindor, donde lechuza tras lechuza deja caer paquetes sobre Sirius y James.- No todo es por ti.

Tiene sentido. Slytherin tiene de pronto una estrella propia y quiere mostrársela al mundo. Aunque hayan perdido el último partido (o tal vez, precisamente por eso). Harry se siente un poco utilizado, pero no puede negar que ha empezado a entender de dónde viene la rivalidad. Gryffindor parece conseguirlo todo sin esforzarse. Harry sabe que es solo una actitud, una apariencia, que las cosas en Gryffindor cuestan tanto como en Slytherin. Pero es difícil verlo desde el otro lado de la cerca.

Tienen DCAO esa mañana y Prewett habla de hechizos de amor que rozan la línea de las artes oscuras. Son historias de miedo más que enseñanzas prácticas, pero las chicas se ven lo suficientemente asustadas como para que la clase haya valido la pena. A la salida, Hermione invita a Ron a la fiesta de Slughorn.

- Yo… no pensé que fuéramos a quedarnos hasta hoy… pero ya que estamos aquí…

- Sí… sí, claro… yo…

Harry dobla discretamente hacia el aula de transfiguración.

La fiesta de Slughorn. Ni siquiera se acordaba, pero si lo piensa, no es una mala ocasión para despedirse.

*

La habitación es un caos. Es posible que todo el contenido del baúl de James esté desperdigado por el piso, y no puede ser que no tenga una maldita túnica que le quede bien.

- Cornamenta… ¡Cornamenta! Me estás volviendo loco,- dice Sirius.- Estás bien cómo estás. Aprende de Zanahoria que tiene una cita con el amor de su vida y va con cualquier cosa.

Es obvio que lo dice por poner nervioso a Ron. Y lo consigue, claro. Se le encienden las orejas de rojo intenso y se mira al espejo por décima vez en la tarde con expresión de derrota. Ni siquiera responde el ataque y ésa sí es mala señal.

James mira a Sirius con gesto de reproche. Sirius rueda los ojos.

- Estás bien,- dice.- A Granger le gustas como eres.

Y por un segundo James se siente orgulloso de la madurez de su amigo. Luego vuelve a abrir la boca.

- Si quisiera alguien guapo, elegante y que se vista bien, ya hubiera salido conmigo.

- Estás bien,- dice Remus de pronto.- Y Sirius tiene razón. En la primera parte,- aclara, mirando a Sirius.- A Hermione le gustas como eres.

Ron nunca ha aceptado abiertamente que le guste Granger, pero tampoco lo niega y es bastante obvio de todos modos. Un poco como… sí, un poco como eso.

- ¿Y tú a qué hora piensas cambiarte?- le pregunta a Sirius.

- Yo no voy a ir,- contesta desde la cama.

- ¿Qué? ¿Desde cuándo rechazas una fiesta?

Sirius suspira.

- Zanahoria va a ir con Granger, tú vas a pasarte la noche detrás de Evans… y la verdad, yo no estoy humor para correrme de Marcia. Ya las viste en el desayuno.

James asiente. Marcia siempre busca a Sirius en fiestas como ésta. A Sirius nunca pareció molestarle, por otro lado. Y ésa es la entrada que estaba esperando para soltar lo que lleva todo el día queriendo decir.

- Entonces no vayas solo. Llévate a Lunático.

Suena como una sugerencia perfectamente normal, dos amigos sin pareja llegando juntos a una fiesta. Pero Sirius lo mira sin saber qué decir y el aire en la habitación cambia inmediatamente. Remus, predeciblemente, se pone como un tomate. Ron, para sorpresa de James, gira hacia el espejo y evita mirar a nadie.

En conclusión, hacer de Celestina no es el talento oculto de James.

- O no,- dice, sintiéndose incómodo él mismo. Sirius lo mira un momento más, la pregunta clara en sus ojos (¿qué tanto sabes?). Pero para tranquilidad de todos, no abre la boca.

*

Hay una escultura de hielo de Cupido flotando en mitad de la habitación y si le preguntan a Lily, es un poco demasiado.

- Ah, queridas niñas, qué gusto verlas. Dos mentes brillantes como pocas,- dice Slughorn, saludándolas.- Pasen, por favor, disfruten de la fiesta.

Ni siquiera saluda a Ron, que va con Hermione. Y eso se le hace a Lily bastante más grosero que la decoración.

Harry está hablando con James junto a la mesa de las bebidas, mientras Sirius mira el ponche con una expresión que no vaticina nada bueno (nada de ponche, entonces). Y no es que no se haya dado cuenta del parecido antes, pero ver a Harry y James juntos con túnicas formales casi idénticas es bastante impresionante. Lily ha oído a la gente decir que todos tenemos un doble en algún lugar del mundo. Si eso es cierto, Harry es sin duda el doble de James.

A veces se pregunta por qué nunca… por qué con Harry no…

Pero no se parecen tanto, si lo piensa bien. No en las cosas que cuentan. Son buenos chicos, los dos. Pero donde Harry es callado, James es ruidoso. Donde Harry se esconde, James se muestra. Donde Harry parece haberse visto forzado a madurar, James apenas empieza a forzarse a sí mismo.



Desde un punto de vista racional, Harry tiene muchas más cualidades que Lily apreciaría en una pareja. Pero por lo visto, estas cosas no funcionan desde un punto de vista racional.

Genial. Ahora está admitiendo que le gusta Potter. Como si le hicieran falta más problemas.

Todavía no sabe si debe agradecerle o reclamarle a Remus esto de forzarla a mirarse al espejo. O si debería sacudirlo y forzarlo a mirarse él mismo. Tanto miedo al ridículo, tanto miedo a caer, tanto miedo a arriesgarse. James se arriesga y se arriesga y se arriesga, y no parece que los golpes hayan hecho más que fortalecerlo.

A lo mejor es a James a quien debería reclamarle.

- ¿Bailas?- pregunta el susodicho.

Lily mira alrededor.

- Nadie está bailando.

- Es porque nadie más vino a esta fiesta solo por la posibilidad de bailar contigo.

No es una frase hecha. A Lily le ha tomado años llegar a entenderlo, pero incluso cuando habla con ese tono de superestrella, James es ridículamente honesto. Va por la vida con el corazón en la mano, como retando a la gente a apuñalarlo. Lily debe reconocer que lo admira un poco por eso.

No lo bastante como para bailar en una fiesta en la que nadie más lo está haciendo, por otro lado.

- Me cambié de ropa cinco veces, Evans. Y no solo te niegas a bailar conmigo, sino que ni siquiera me has dicho lo guapo que estoy.

- Menos mal que no tienes problemas con decírtelo tú mismo, entonces.

Es divertido este ir y venir, dar y devolver, este juego que llevan tantos años jugando. James se desarregla el cabello y la verdad es que está guapísimo, pero es más que eso. Es esa honestidad cruda, esa confianza, esa cercanía que han ido construyendo no sabe ni cómo.

- Baila conmigo, Evans.

Lily no baila, pero se ríe. Se siente contenta, burbujeante, como si tuviera un secreto maravilloso. James la mira con curiosidad.

- Hoy estás distinta.

- Debe ser la luz.

A Lily se le ocurre que James conoce el secreto. Que lo ha conocido siempre. Que lleva años tratando de contárselo. Se le ocurre también que eso que pasó años negándose a sí misma, nunca ha sabido esconderlo de James.

Se acerca de pronto y (casi) no duda antes de besarlo.

O medio besarlo. Porque para besar hacen falta dos.

Tiene un segundo de pánico y luego recuerda que James conoce el secreto.

- James,- susurra a medio centímetro de sus labios,- si no me besas pronto voy a contarle a nuestros hijos que arruinaste nuestro primer beso.

James parpadea, como si despertara.

Entonces la besa. Y con toda la confianza que irradia, cuando le coge la cintura le tiemblan las manos.

*

- No es posible.- Sirius parpadea, mira de nuevo y suelta una risa como un ladrido.- Hay que meter a todos bajo las mesas. En cualquier momento empieza a caerse el cielo.

Harry ríe. Tal vez para él no es una sorpresa que James y Lily estén juntos, pero definitivamente es una sorpresa tener asientos de primera fila para el acontecimiento.

Brinda con Sirius a la salud de la nueva pareja y se pasan el resto de la noche huyendo de Marcia Pinewater, una gryffindor de armas tomar que tiene a Sirius metido entre ceja y ceja.

- A veces ser tan guapo es un problema,- dice Sirius mientras enciende un cigarrillo en el balcón, donde han terminado por esconderse.

- ¿Fumas?- pregunta Harry extrañado. Sirius asiente.

-¿Quieres uno?

- No, gracias. Nunca te había visto fumar,- insiste Harry. Ha descubierto que de todos, es de Sirius de quien más le gusta aprender cosas nuevas.

- Sí, bueno, está prohibido,- dice Sirius, soltando un hilo de humo que se convierte en una sirena.

- Exhibicionista,- dice Harry con una sonrisa.

- Hey, si lo tienes, ¿por qué no mostrarlo?

Y ése es Sirius, pintado de cuerpo entero.

- ¿Qué hay con esa chica?- pregunta Harry.- ¿Pinewater?

- ¿Marcia? Tuvimos algo hace tiempo. Nada serio.

- Sí, he oído que “nada serio” es tu segundo nombre.

Sirius se ríe.

- Ojalá. Mi segundo nombre es Orión y me trae malos recuerdos.- Aspira. Deja salir el humo lentamente y esta vez se convierte en un perro.- Las chicas… no sé. Es divertido por un rato, pero siempre hay algo que falta. Llego a la habitación y tengo que oír a Cornamenta hablar de Evans durante horas… y es inevitable darte cuenta de que no es lo mismo, de que algo falta. Perdona,- dice, mirando a Harry,- supongo que no quieres oír mis problemas románticos. Debe ser alguna maldición lanzada por esa estatua diabólica.

- No hay problema,- dice Harry con media sonrisa. Le gusta esta cercanía, su padrino confesándose en la noche.

- ¿Qué hay de ti?- pregunta Sirius.- James dijo que tenías novia en América.

- Algo así. La verdad no sé qué somos a estas alturas.

Desde que descubrió que sus sueños no son verdaderos sueños, se ha preguntado más de una vez si realmente extraña a Ginny. Ginny siempre ha sido parte de su vida. Siempre ha estado allí, aunque Harry haya demorado tanto en verla. Pero lo cierto es que estuvieron juntos, realmente juntos, tan poco tiempo, que Harry empieza a olvidar cómo se sentía besarla, cómo era tenerla cerca.

- ¿Y no hay nadie especial?- pregunta, recordando las palabras de Hermione al regreso de la salida a Hogsmeade. A Sirius le gusta Remus. Sigue sin procesar la idea del todo.

Sirius mira el paisaje un largo rato antes de responder.

- Podría haberlo. No sé. Es complicado.

- ¿Sus familias son rivales ancestrales en Verona o qué?

- ¿Qué?- pregunta Sirius, y suelta una risa.

- No sé… ¿Tiene una maldición que hace que se convierta en animal cada vez que abraza a alguien? ¿Vive veinte años en el futuro y solo puedes verla en sueños? ¿Cómo de complicado?

- Estás más loco que tu primo,- responde sacudiendo la cabeza con una sonrisa,- que ya es decir. No tan complicado, supongo. Hay gente a la que no le va a gustar que estemos juntos. Mucha gente.- Lo piensa un momento.- Y tampoco estoy totalmente seguro de ser correspondido.

- Ése sí es un problema.

Sirius hace otro perro de humo.

- No lo sé. Hay cosas, muchísimas cosas que me dicen que sí. Pero él…- Se queda inmóvil un segundo. Como congelado.- Ella, quise decir ella. Ella no habla mucho de sus sentimientos.

Si así es como miente, Harry no entiende cómo consigue engañar a los profesores.

- Ya. ¿Y esta persona, es alguien que realmente te importa? ¿Como cuando James habla de Lily?

Sirius se toma un segundo. Aspira y deja salir el humo, que esta vez se difumina sin convertirse en nada.

- Sí... Sí, definitivamente es alguien que me importa.

- Entonces tampoco es tan relevante, ¿no? Si es él o ella, digo.

Sirius lo mira como si acabara de anunciar que viene del futuro a traer la paz al mundo.

- Creo que debería considerar mudarme a América,- dice finalmente.

*

Han pasado una noche preciosa. Lily y James por fin están juntos y la carta les dará la posibilidad de estarlo por mucho tiempo. Y mañana volverán a casa. Tienen tantas cosas en qué pensar en este momento que Hermione realmente no debería sentirse emocionada por algo tan tonto como una tarjeta de San Valentín, pero no puede evitarlo.

- Gracias,- dice, y el susurro se amplifica en el silencio del pasillo.- Pasé una noche preciosa.

- Gracias a ti,- dice Ron.

Han elegido el camino largo sin ponerse de acuerdo, con ganas de pasar unos minutos más juntos. Caminan sin mirarse, diciendo alguna tontería de vez en cuando como para aligerar el ambiente, a pesar de que llevan años compartiendo secretos en pasillos desiertos. Avanzan hacia la torre, uno al lado del otro, lo bastante cerca como para sentir el calor de la piel que no se toca, que podría tocarse si no fuera por ese centímetro cargado de energía que se acumula en el ambiente.

El centímetro se cruza de rato en rato. Las manos se rozan, la electricidad se libera como una descarga. Siguen avanzando.

- Gracias por la tarjeta,- dice Hermione, sonrojada,- me gustó mucho.

Ron se detiene de pronto.

- ¿Qué tarjeta?

- La tarjeta. ¿En el desayuno? ¿”Cuando estoy contigo me parezco más a la persona que me gustaría ser”?

Incluso en la luz débil del pasillo puede ver las orejas de Ron encenderse.

- Yo no te mandé ninguna tarjeta.

Hermione frunce el ceño.

- ¿Entonces quién…?

- No sé,- la corta Ron.- ¿A quién estás ayudando a “parecerse más a la persona que quisiera ser”?

- No sé.- Es clásico de Ron. Molestarse porque alguien más le envió una tarjeta cuando él ni siquiera tuvo la delicadeza de enviar una propia… Clásico.- A nadie, por lo visto.

Dobla la esquina, avanza hacia el retrato y pronuncia la contraseña. No espera a que Ron haya cruzado la puerta antes de subir a su habitación.

Ya debería estar acostumbrada a estas alturas.

*

Lo encuentra todavía despierto, leyendo a Hitler. Y ni siquiera duda antes de tumbarse a su lado en la cama, la espalda contra la pared y los pies colgando.

- ¿Qué tal? ¿Te recuerda a alguien?

Severus alza una ceja y cierra el libro, marcando la página con un dedo.

- ¿Qué tal la fiesta?

- Divertida. Buena comida, buena conversación… una decoración que nunca olvidaré, sin duda.

- Suena como a Slughorn.

- Definitivamente Slughorn.- Harry se apoya en la pared y cierra los ojos. Quiere decir “deberías haber venido”, pero lo que dice es- James y Lily están juntos.

Por algún motivo es importante que Severus lo sepa de boca de un amigo en la seguridad de su habitación y no mañana, cuando los vea llegar de la mano al Gran Comedor. Harry abre los ojos despacio. Severus parece un niño, vulnerable y perdido, por un segundo. Luego endurece los ojos y se esconde tras una expresión de desprecio (una expresión que Harry ha visto hasta el cansancio en clase de pociones).

- Te gusta Lily, ¿verdad?- susurra. No es la primera vez que lo piensa, desde ese sueño tan raro.

Severus respira pesadamente y se apoya en la pared. Harry sabe que es lo más cercano a una admisión que va a obtener.

- Éramos amigos de niños- dice. Harry piensa en Ginny.

- ¿Qué pasó?

- Potter,- dice con rabia. Harry sabe que se refiere a James, pero el tono es tan conocido que lo hace dudar por un segundo. Luego Severus se pasa las manos por la cara y la rabia se diluye.- Y yo,- dice bajito.- Yo dije cosas que no debía. La insulté.

Harry recuerda lo que dijo, aquella tarde bajo el roble. Es solo una palabra, dice Zabini. Obviamente no lo era para Lily. No lo es para Hermione. Harry sospecha que desde ese día, ha dejado de serlo para Severus. Aún así, para la mayoría de slytherins (para la mayoría de sangrepuras, sospecha) es solo una palabra.

- ¿Has intentado disculparte?

Severus se ríe sin gracia.

- ¿He intentado disculparme?- No lo mira cuando habla.- Me pasé todo sexto intentando disculparme. Creo que ya me he humillado suficiente.

Harry piensa en las cosas que tendrían que pasar para que dejara de ser amigo de Ron y Hermione, en la cantidad de peleas que han superado sin más que una disculpa, los meses de silencio que se han olvidado con una broma, los gritos y acusaciones que son parte de una vida juntos, y no entiende a su madre.

A lo mejor se daba cuenta de que él la quería de otra manera y ella no podía corresponderle. A lo mejor pensó que era más justo dejarlo ir. Se le ocurre que Severus también ha pensado en esa explicación y que no lo ayuda a sentirse mejor.

- Tal vez no tiene que ver contigo, sino con ellos,- dice Harry. Porque no hay nada malo en Severus, una vez que lo conoces. Es divertido (si bien su humor puede ser un poco ácido), siempre tiene cosas interesantes que decir y aunque no es el chico más guapo del mundo, tiene esas manos largas y esos ojos intensos, y sobretodo, tiene presencia. Consigue sobresalir en una casa como Slytherin sin intentar sobresalir (y no se da ni cuenta). Harry no entendería el motivo por el que Lily nunca se fijó en él si no la hubiera visto todos esos meses con James. Hay cosas que simplemente “encajan”. Cosas que tienen que ser.- Tal vez hay cosas que están destinadas a pasar.

Severus lo mira con ojos endurecidos.

- Solo los gryffindors creen en el destino,- dice.

Y recordando el viaje que hará en pocos días, las personas que dependen de su retorno, la profecía, los caminos que ruega que pueda deshacer la carta, Harry desea con todas sus fuerzas pertenecer a Slytherin por primera vez desde que el sombrero volvió a dictar su destino.

Es entonces cuando Lestrange abre la puerta y le recuerda por qué nunca lo deseó antes.

- Ah, los tórtolos ya están en su escondite. Deberías vigilar mejor a tu novio, Snape. Black lo tuvo secuestrado toda la noche. En San Valentín ni más ni menos.

Rosier es un matón con un problema de celos. Avery es un cachorro que sigue a Rosier por los pasillos. Todavía no entiende cómo terminó Severus con los mortífagos. Pero Harry no puede negar que a veces le da gusto saber que Lestrange se va pudrir 15 años en Azkaban.

*

The dreams of the night time will have vanished by dawn
Time waits for no one. The Rolling Stones, 1974.



No se despiden de nadie. Ni siquiera de Dumbledore. Dejan la carta en el baúl de Hermione, donde hay menos posibilidades de que la encuentre la persona equivocada.

- ¿Sala de Menesteres?

- No,- dice Harry.- Tenemos que salir del castillo.

El castillo está tomado por mortífagos. Aunque por lo que Harry puede ver en sus sueños, todo Gran Bretaña lo está.

- ¿Hogsmeade?

Harry niega con la cabeza. Ron y Hermione se miran preocupados.

- Podríamos ir a la cueva de Hocicos,- dice Ron.

Y no es mala idea, así que abren el mapa, toman el pasaje de la Bruja Tuerta hasta Honeydukes y caminan hasta la cueva en el frío de febrero.

Se miran un momento, preparándose para el viaje. Hermione tira la cadena sobre sus cuellos. Se toman de las manos. Dicen el encantamiento.

Y nada pasa.

Lo intentan de nuevo.

Lo intentan tres veces más.

- ¿Por qué no funciona?

Hermione se muerde el labio inferior y no responde.

- Hermione, ¿por qué no funciona?- pregunta Ron de nuevo.

- No lo sé.- Respira hondo para tranquilizarse.- Podrían… podrían ser muchas cosas. Podría ser que el encantamiento de regreso tenga alguna diferencia que no conocemos. Debe ser eso,-murmura, pero no suena convencida.

- Vamos con Dumbledore,- dice Harry.

Salieron después del desayuno y regresan al castillo al caer la tarde. Se salvan por los pelos de que Filch los atrape saliendo de la estatua de la Bruja Tuerta. Corren más que caminan a la oficina de Dumbledore.

- Alfajor. Dulce de leche. Mazapán. Manzana de caramelo…- recita Hermione sin respirar. Está empezando a poner a Harry más nervioso todavía, cuando la puerta se abre. Del otro lado, Dumbledore los mira preocupado. Se les tiene que notar la desesperación, supone Harry.

- ¿Está todo bien?

Hermione niega con la cabeza.

- Pasen, por favor.

Se lo explican en detalle. Cada palabra del encantamiento, cada movimiento de la cadena, cada hipótesis que se les ha ocurrido desde que salieron de la cueva.

- La piedra se ve bien,- dice Dumbledore, examinándola.- Y el encantamiento parece correcto.

- ¿Entonces por qué no funciona, profesor?- pregunta Hermione.

Harry tiene una idea de por qué. Una idea que le da vueltas en la boca del estómago. Es claro en la mirada de Dumbledore que él tiene la misma idea. Pero es Ron quien finalmente lo dice.

- ¿Es por la carta?

- ¿Qué carta?- pregunta Dumbledore.

- Escribimos una carta contándolo todo,- dice Hermione.- Pero nadie la ha leído,- se apresura a agregar.- Tiene un hechizo de invisibilidad sobre el texto que no va a desaparecer hasta mañana. Y tampoco le entregamos el sobre a nadie, está escondido, nadie sabe que existe.

Dumbledore frunce el ceño.

- Profesor… Nadie la ha leído.- Hermione se pone más y más pálida a cada segundo.

- Pero a lo mejor no hace falta, ¿verdad?- dice Ron.- A lo mejor el simple hecho de que exista ya lo cambió todo. Tú misma lo dijiste en la biblioteca,- agrega, con tono acusador.- Tú sabías que esto podía pasar, ¿verdad?

Hermione mira al piso.

- ¡Lo sabías!- grita Ron de pronto.

- Señor Weasley,- dice Dumbledore. Y Ron baja la voz, pero no se calla.

- Dijiste que era un plan seguro.

Hermione traga saliva. Se le humedecen los ojos.

- Ron…- intenta Harry.

- Pero lo planeamos con cuidado,- dice Hermione bajito.- Nadie sabe que la carta existe.

- Dime que no estamos atrapados aquí solo porque pensaste que eras infalible,- dice Ron. Hermione deja caer la primera lágrima.-Dime que no estamos atrapados aquí porque preferiste arriesgar a mi hermana antes que a la madre de Neville.

- No creo que buscar culpas ayude en este momento,- dice Dumbledore.

Pero la primera lágrima ha abierto camino a la segunda, la segunda a la tercera, y Hermione sale de la oficina cubriéndose el rostro.

Parece que Ron va a seguirla, pero no lo hace. Se queda mirando Harry un largo rato.

- Tú también lo sabías, ¿verdad?- dice, desinflado.- ¿Soy el único idiota que pensó que esto iba a funcionar?

- Todos pensamos que iba a funcionar, Ron. Si no, no lo hubiéramos hecho.

Ron suspira y se apoya en el marco de la puerta.

- Creo que debería ir a buscarla,- dice. Y sale de la oficina sin esperar respuesta.

*

- No lo entiendo.

Es obvio que lo dice por decir algo. Que “no lo entiendo” no empieza siquiera a describir lo que está pasando en su cabeza. Albus quisiera poder darle una repuesta. Pero ¿a cuál de sus preguntas? Parecen ser muchas y estar entrelazadas, y Albus no está seguro de tener una respuesta para ninguna.

- No hicimos nada,- sigue el muchacho.- Nadie leyó la carta. Nadie sabía que existía.

Tanta culpa. Tanta culpa inmerecida, y sin embargo imposible de evitar. Albus también tiene preguntas. Qué estaba pensando cuando envió a tres niños de 17 años en esta misión, es la primera (pero ésa ya tendrá oportunidad de responderla). Suspira.

- La discusión acerca del poder de la intención es una de las más complejas en el terreno de la cronomancia. Es posible que el simple hecho de haber decidido dejar esa carta…

- ¿Y si…?- El muchacho traga saliva.- ¿Y si no la dejáramos?

Quién puso el mundo sobre los hombros de Harry Potter, es otra. (Preguntaría. Pero teme un poco la respuesta.)

- ¿Quieres decir si la destruyen antes de que alguien pueda leerla?

El muchacho asiente y el mundo sobre sus hombros se hace más sombrío, más sangrante. Lo que sea que están intentando evitar con esa carta, lo ha afectado a él más que a ninguno. ¿Tal vez sus padres? No, no debe pensar en eso. No puede cambiarlo.

A menos que haya cambiado ya.

- Puede funcionar,- responde. Pero teme que no. Era algo que su madre solía decirle cuando era pequeño. Todo lo que hacemos tiene un impacto en el mundo, Albus. Son las pequeñas cosas las que construyen el mañana. No es imposible. Albus ha visto abrazos que salvan vidas, discusiones que inician revoluciones, sonrisas que marcan el rumbo de una persona. Y los ha visto en los pasillos. Ha oído las historias. Un slytherin que se bate a duelo defendiendo su herencia mestiza. Palabras de solidaridad para los hombres-lobo frente a toda la clase. Gryffindors y slytherins compartiendo la mesa.

No sabe cómo explicárselo a Harry. Ni por qué no se los advirtió antes. ¿Por qué dejó que se quedaran en Hogwarts?

Pero no. Ésa no es la pregunta.

- ¿Por qué nos envió aquí, profesor?- pregunta Harry cabizbajo. ¿Por qué nos envió a un pasado en el que era imposible no intervenir?

Y ésa es la pregunta, por supuesto. La pregunta cuya respuesta tiene el potencial de resolver todas las demás interrogantes.

Albus no está seguro de querer conocerla.

*

The night is long, but you are here
Follow you, follow me. Genesis, 1978.



Hermione parece un poco perdida en esa sábana blanca que son los terrenos del castillo en invierno. Casi como esa sabelotodo que Ron no soportaba en primero, llorando escondida en el baño de niñas, sola en un castillo lleno de gente. Al mismo tiempo, el cansancio en sus hombros delata el camino que ha recorrido desde entonces, las batallas y los sacrificios que la han convertido en una mujer a la que no puede evitar querer todavía más de lo que quería a esa niña.

- Lo siento,- dice. Pero ella no responde, la mirada perdida en el horizonte.- No… no pensé que esto pasaría. Es decir, sabía que podía pasar… pero nunca pensé que pasaría. Reaccioné mal. Lo siento.

Hermione no responde en un buen rato. Casi parece que no va a responder, cuando habla bajito, mirándose las manos.

- Mis padres se conocieron el 14 de febrero de 1978,- dice, y Ron se siente todavía más idiota, si es posible.- El sábado siguiente, salieron a comer y a mi padre se le malogró el auto del otro lado de la ciudad.- Sonríe un poco.- Perdieron el último autobús a la universidad. Mi madre dice que si no se congeló en los primeros 15 minutos fue porque estaba echando chispas. Al final se metieron a un café y se quedaron conversando toda la noche.

- Hermione…

- Eso es hoy, ¿sabes?- Ron asiente despacio.- Mi madre debe estar pensando qué ponerse.- Los ojos se le humedecen un poco.- Y yo estoy aquí, pero no puedo verla. Nunca más,- dice, y se le quiebra voz, - nunca más voy a poder verla.

Ron le pasa un brazo sobre los hombros y Hermione colapsa contra su pecho, frágil como una niña enfrentándose a un mundo desconocido.

- Les dejé una carta,- dice entre sollozos,- explicándoles todo. Se la di a Ginny. Yo sé que estaba prohibido, pero no sabía qué hacer. No podía irme sin decir nada. Si alguien la encuentra y descubren que Harry…

- Shh… está bien. Está bien,- Ron le frota la espalda en círculos. Se siente de pronto mucho mayor de lo que se ha sentido nunca. Responsable de aquellos que siempre fueron responsables de él.- Ginny va a tener cuidado. No va a pasar nada.

- No podemos volver, Ron. Harry tiene que enfrentar a Voldemort y no podemos…- las lágrimas siguen cayendo.- Es mi culpa. Pensé que podíamos arreglarlo todo… siempre pienso que puedo… y es mi culpa…

- Shh… tranquila. Tranquila. Esto no es tu culpa. Todo va estar bien.

Hermione levanta el rostro hinchado y lo mira incrédula.

- ¿Cómo va a estar bien, Ron? Estamos atrapados en una dimensión paralela y Harry no puede cumplir la profecía, y no tenemos cómo volver.

Es curioso eso de crecer. Tendría que sentirse atrapado, morirse de miedo, morirse de rabia como hace apenas unos minutos. Pero Hermione está llorando y de pronto todo es muy claro.

- Todo va a estar bien,- dice,- porque estamos juntos. Y siempre que hemos estado juntos, todo ha estado bien.- Le seca las lágrimas con el borde de la túnica.- Yo también extraño a mi familia. Y a los chicos de la clase. Pero si puedo escoger, siempre voy a estar donde estén Harry y tú. Y solo por eso, todo va a estar bien.- Hermione sonríe despacio con los ojos hinchados y Ron tiene de pronto una epifanía.- Pero si un día, Merlín no lo quiera, tengo que escoger…- Hace una pausa. Traga saliva. Con una mano temblorosa, le quita un mechón del rostro a Hermione.- Yo siempre voy a estar a tu lado,- dice.- Quiero que lo entiendas bien. Pase lo que pase. Y…

- Y por eso,- dice Hermione, casi susurrando,- todo va estar bien.

Puede ver la confianza en sus ojos (puede ver todo lo demás, por un segundo). Y cuando cruza ese centímetro (finalmente) es casi como si no lo decidiera. Como si su cuerpo supiera qué hacer (y si lo hubiera sabido, lo hubiera dejado tomar el control hace mucho).

El mundo se desarma a su alrededor y lo sabe. Harry y la profecía, sus amigos, su familia… Están metidos en un problema gordo. Pero maldita sea si le importa cuando Hermione abre los labios y se aprieta contra su cuerpo.

*

Las lechuzas sobrevuelan el Gran Comedor. En la mesa de Gryffindor, Neville y Seamus leen El Profeta. Ginny se sienta a su lado, pero no lee, no come, no participa. Tiene la vista clavada en la silla vacía al centro de la mesa de profesores.

Harry busca a Luna con la mirada, pero no la encuentra.

Neville mira a Ginny, sigue su mirada hasta la mesa de profesores y suspira.

- Luna no querría que dejes de comer.

Ginny lo mira, asiente y se sirve una salchicha.

- ¿Qué dice El Profeta?

- Que el Registro de Hijos de Muggles está “haciendo una labor excelente”, que el Ministerio sigue buscando a Harry, que Umbridge está planeando acabar con la educación mágica… nada nuevo.

- ¿Desaparecidos?- pregunta Ginny.

- Nadie conocido.

Ginny asiente y no pregunta más.

- No te caigas,- le dice Neville bajito, como pidiendo un favor muy grande.- Si tú te caes nos caemos todos, pelirroja.

*

Se saltan el desayuno al día siguiente para hablar del problema. Han vuelto al inicio, a la encrucijada entre el sufrimiento de una generación y el sufrimiento de otra. Hermione no puede evitar recordar las palabras de Clarisse (de Clarisse, por Merlín) que la llevaron a tomar la decisión de correr el riesgo de escribir la carta.

¿Estás segura de que ninguno sabe nadar?

La verdad es que no está segura. Sabe lo que sucederá con esta generación si todo sigue el rumbo trazado, pero no tiene idea de lo que sucederá en su propio tiempo. Los sueños de Harry no parecen indicar que vaya a ser nada bueno, pero tampoco indican que ellos vayan a poder cambiarlo al volver. Ha analizado mil veces el texto de la profecía en su mente y no termina de entenderlo. Tal vez regresen y no puedan hacer nada por mejorar las cosas. Por otro lado, también podría ser que se queden y solo consigan empeorarlo todo para esta generación.

Es demasiada incertidumbre para tomar una decisión.

Harry está demasiado involucrado emocionalmente. Ron, por otro lado, lo tiene muy claro.

- Hay que destruir la carta,- dice. Luego los mira.- Hey, a mí también me cuesta, también son mis amigos. Pero tenemos que volver.

- No son tus padres,- dice Harry, y a Ron se le encienden las orejas.

Pero tiene razón. No vinieron a cambiar las cosas. Tienen una responsabilidad con la gente que los está esperando. ¿Cómo es que nadie lo pensó? No es la primera vez que se lo pregunta. ¿Cómo es que a nadie se le ocurrió que esto era inevitable?

Ron tiene razón. Lo primero que deberían hacer es destruir la carta. Tendrían que haberlo hecho inmediatamente. Pero no lo hicieron. Esperaron toda la noche y lo siguen discutiendo, y a Hermione le parece que ése es indicativo suficiente de la decisión que les gustaría tomar. Solo que no la toman, no pueden tomarla.

Y en esa indecisión, van terminar con dos generaciones ahogadas.

- Tenemos que destruir la carta,- dice Hermione.

Harry suspira y asiente, apretando los dientes. Es la decisión más difícil que han tenido que tomar hasta ahora. Pero la toman juntos.

*

Dear lord, I sincerely hope you’re coming (cause you really started something)
Waiting for the end of the world. Elvis Costello, 1976.



Profesor:

Si recibe esta carta, es porque hemos regresado a casa. Gracias por todo lo que hizo por nosotros durante nuestra estadía, y por todo lo que hará en el futuro. No pudimos decírselo en su momento, pero ha sido usted una enorme influencia en nuestras vidas. Si bien nunca nos dictó una clase, fue el maestro de quien aprendimos la lección más importante: que solo el amor puede vencer a la oscuridad.

Es esa lección la que nos obliga a escribir esta carta. No podemos cambiar el futuro. Hay gente en nuestro tiempo que necesita que volvamos. Pero para que ese tiempo exista, van a suceder muchas injusticias. Y usted nos enseñó a luchar siempre contra la injusticia. No podemos permitir que las cosas que sucedieron vuelvan a suceder, pero no podemos evitarlo. Tal vez usted pueda, con la información que contiene esta carta.

Tal vez la historia empieza con James Potter y Lily Evans...

*

Peter no estaba espiando. De verdad que no. Solo quería dejarle un regalo a Hermione porque vio cómo le brillaron los ojos cuando recibió la tarjeta y anda peleada con Ron desde esa noche, y eso debe ser buena señal, ¿verdad?

No estaba planeando abrir el baúl. Es solo que Hermione siempre está leyendo y Peter quería saber qué libros tenía escondidos, qué temas le gustaban. Esperaba tener nuevos temas de conversación cuando le pida ayuda con alguna tarea, unirse a esas discusiones sobre literatura muggle que tiene con Remus y Lily en la sala común.

Pero hay algo en un pergamino en blanco cuyo texto se vuelve visible frente a tus ojos que es irresistible para un merodeador. No atina a esconderse cuando oye la puerta y allí está Hermione, pálida como la nieve.

Suelta la carta como si le quemara las manos. (Las cosas que dice queman mucho más adentro.)

Se miran un largo rato sin que nadie diga nada y de pronto Hermione se ríe, intenta parecer desenfadada. No le sale muy bien.

- ¿Encontraste la carta?- dice.- Es una broma que estoy preparando con Harry y Ron.

Y Peter duda. Porque las cosas que dice la carta son bastante increíbles, pero si es una broma, es la broma más elaborada que haya visto en sus siete años como merodeador.

- ¿Una broma para Dumbledore?

- Dumbledore tiene mucho sentido del humor.

No hay nada divertido en esa carta.

- ¿La leíste?- pregunta, como si no fuera importante. Espera nunca tener que pedirle a Hermione que lo cubra, porque finge muy mal.

Peter asiente.

Una broma. Si lo piensa, eso tendría más sentido. No puede ser cierto lo que dice la carta. Que va a vender a sus amigos, que va a inculpar a Sirius, que va a matar a sangre fría… Se da cuenta de pronto de algo importante.

- No me has preguntado cómo conseguí subir a tu habitación.

Hermione parpadea.

La carta lo explica claramente. Que es un animago, que puede convertirse una rata. Así es como va a fingir su muerte en el futuro, para inculpar a Sirius de su traición. El encuentro con Lestrange tiene sentido de pronto. Está intentando reclutarlo. Está intentando reclutarlo y va a tener éxito.

- Peter…- dice Hermione con tristeza. Levanta la varita.

Peter se transforma, pero no es lo bastante rápido para huir del Obliviate.

*

Han vuelto a la cueva. La carta convertida en cenizas yace en un rincón. Ron camina en círculos y la imagen es un poco ridícula, con lo alto que es y lo bajo del techo de piedra.

-Hay que intentarlo de nuevo.

- Lo hemos intentado tres veces, Ron.

- ¿Estás segura de que hiciste bien el Obliviate?

- Estoy segura.

- ¡¿Entonces por qué no funciona?!- grita, lanzando las manos hacia arriba y golpeando el techo.

- ¡No lo sé!- grita Hermione, que está empezando a desesperarse también.

- No ganamos nada peleando,- dice Harry. Es lo primero que dice desde que Hermione llegó con la carta, contando lo que había pasado con Peter.

Ron suspira y se desarma, con los hombros caídos y la expresión cansada. Se acerca a Hermione y la abraza.

- Lo siento. No es tu culpa, no debería gritarte.

- Pero a lo mejor es mi culpa,- dice Hermione.- El Obliviate no es un hechizo perfecto. Deja cicatrices. Peter no va a recordar lo que pasó, pero tampoco es como si nunca hubiera sucedido… hay una parte del recuerdo que queda...

Ron la besa en la frente.

- No es tu culpa,- dice, mirándola a los ojos.

- La idea de la carta fue mía.

- Y todos aceptamos el riesgo,- dice Harry.- Además, Dumbledore dijo que a lo mejor ni siquiera era la carta.

- ¿A qué te refieres?- pregunta Hermione.

- Dice que podría ser algo que hayamos hecho sin darnos cuenta.

- ¿Como qué?- pregunta Ron.

A Hermione se le ocurren algunas cosas. Discusiones sobre licantropía, conversaciones con Peter. La mirada de Harry deja claro que a él se le ocurren varias más.

- ¿Cómo qué?- insiste Ron.

- Como que la estrella del equipo de Slytherin sea un mestizo, por ejemplo,- dice Hermione.- Eso tiene que haber hecho que más de uno se cuestione cosas.

- Pero…- dice Ron confundido,- eso no podemos deshacerlo.

Hermione le acaricia el rostro, lo mira con ojos humedecidos.

No,- dice.- No podemos.

***

Parte 9

big bang, imagine a man

Previous post Next post
Up