De la realidad y otros demonios

Dec 10, 2008 01:59


So... fic.

Esto es algo que escribí hace como un mes para el heroes_fest, y llevo traduciendo al castellano desde entonces. Vida real, que le dicen. Y manía de reescribirlo todo. La buena noticia es que la "traducción" ha resultado bastante mejor que el fic original. La mala noticia es que igual no lleva nada de porno.

Lo lamento. Es que la idea del fic va por otro lado. Es una de esas historias en las que me da por plantear teorías y todo el rollo (hay chocolate para quien se anima a leerla *intenta sobornar a la f-list ante la falta de porno*).

No es exactamente una secuela de "Escamas", pero se mueve en la misma línea temporal (el futuro alternativo de "I Am Become Death"), un par de meses después de lo que se ve en el cap. Tampoco es exactamente Matt/Mohinder, pero es definitivamente un fic de la Casa de M.

Anímense, damas y caballeros, que me gusta este universo y quiero compartirlo.

Título: Realidad y Otros Demonios
Fandom: Heroes
Advertencias: Spoilers del 3x04 "I Am Become Death"
Resumen: Los poderes de Molly están cambiando, y los viajeros del tiempo se engañan a sí mismos. Una discusión sobre la realidad, nuestra percepción de la realidad y las vidas que pudieron ser (pero no son).

Pensó que no recordaría el camino, después de tanto tiempo.

Tal vez no lo recuerda. Tal vez es sólo pensar en él y dejar que el instinto guíe sus pasos. Después de todo, hace mucho sospecha que los nombres de las calles, los números de las casas, las referencias comunes (al lado de la farmacia, frente al parque), son sólo detalles de la visualización para que otros puedan entenderla. Ella solo necesita el recuerdo de una risa clara durante la cena, de una melodía de palabras desconocidas junto a la cabecera de su cama, y la presencia se vuelve un imán.

Recuerda la puerta de vidrio. La cerradura no funciona (cómo lo sabe, ella misma no lo comprende), así que gira la manija, empuja y avanza sin miedo.

- Hola Mohinder,- dice, la mirada clavada en el estante del fondo, a través de la oscuridad.

Silencio.

- Soy Molly, -dice, acercándose. A lo mejor es que no la reconoce. Han pasado cuatro años, después de todo. Ya no es la niña que era.

Silencio.

- Mohinder… Sé dónde estás.

Un suspiro entre las sombras.

- Lo sé. Molly… Por favor, no te acerques. No quiero que me veas así.

Rueda los ojos. Protejamos a la niña del monstruo. Típico. Pero una mirada rápida al laboratorio (sucio, abandonado, los instrumentos ahogándose en polvo, las esquinas cubiertas de telas de araña), la pone a pensar que tal vez ella tampoco quiere quedarse allí.

- Está bien. Solo… Solo quería que me ayudes con algo.- Deja algunos papeles junto a la escalera.- Revisa esto si tienes tiempo.

Antes de cerrar la puerta, habla sin voltear.

- Solo para quede claro, te “veo así” todos los días. Clarividencia, ¿recuerdas?

***

- ¿Te sientes bien, princesa?

- Sí.

- Estuviste muy callada hoy.

- No es nada, estoy bien.

- ¿Segura?

- Segura. ¿Puedo dormir ya?

Matt la observa un segundo.

- Claro. Sabes que estoy aquí si necesitas hablar, ¿verdad?

- Si me pasara algo malo, ¿no crees que serías el primero en saberlo? -dice Molly, tocándose la frente con un dedo.

- ¡Hey! Tengo mucho cuidado con tu privacidad.

- Sí, claro… -dice ella, rodando los ojos. Es una expresión a la que Matt se ha acostumbrado desde el intempestivo ataque de la pubertad.

- Lo tengo.

- De acuerdo, de acuerdo. Te creo. Y si pasara algo malo te lo contaría. ¿Puedo dormir ya?

- Puedes. Buenas noches, princesa.

- Buenas noches, Matt.

Un beso en la frente y las luces se apagan. Molly espera en la cama con los ojos abiertos, hasta que Matt y Daniella se han dormido. Luego se levanta sin hacer ruido y abre la ventana.

- Hola, - susurra en la brisa nocturna.

- Hola, -responde Mohinder.

No es lo mismo.

Verlo así, frente a frente. No es lo mismo. Impresiona mucho, incluso cubierto por la capucha gris. Y al mismo tiempo… es Mohinder. Incluso así, pegado a la pared como un bicho, con la cabeza ladeada en posición de atención. Sigue siendo Mohinder.

- No podemos hablar aquí, -le dice.

Sigue siendo Mohinder, sigue siendo Mohinder, se dice a sí misma.

Mohinder asiente y se sienta en la ventana, dándole la espalda.

- Sostente bien, -dice, con esa voz que raspa.

Es surreal. Molly no recuerda haberse montado “a caballito” de nadie desde los cinco años (y definitivamente, nunca en Matt o Mohinder), pero de alguna manera, la escena se siente como un recuerdo. Al mismo tiempo, se siente como trepar una pared montada en un bicho gigante. Como estar atrapada en una película de ciencia ficción de serie B.

Surreal no llega a definirlo.

Mohinder la baja con cuidado en el techo.

- ¿Estás bien? ¿Tienes frío?

- Un poco. -Bastante.

La extraña figura desaparece por la pared con movimientos no humanos, y reaparece segundos después, llevando una manta con la que envuelve a Molly.

Sigue siendo Mohinder. Sigue siendo Mohinder.

- ¿Mejor?

- Sí, gracias.

Se sientan en silencio, uno frente al otro. Mohinder lleva uno de esos maletines de mensajero que cargaba siempre (de la casa al laboratorio, de Nueva York al Cairo), lleno de papeles y libros. Sentado así, quieto y en silencio, cubierto por la noche y la capucha gris, la ilusión es casi satisfactoria.

Se miran un largo momento.

- Me gustabas, -dice Molly de pronto.

- ¿Qué?

- Cuando nos conocimos, en el laboratorio. Me gustabas. Nada grave, claro. Un rollo de niña.

- ¿Un rollo de niña? -pregunta Mohinder con tono divertido (¿y qué se supone que eres ahora?). Es bueno saber que ese tono sigue allí.

- De niña, -responde ella, desafiante (¿no ves cuánto he crecido?).- Ya se me había pasado cuando me mudé contigo. Luego pensé que Matt sería mejor.

- ¿Te gustaba Matt? -El tono divertido sigue allí, y es casi como si el dolor de los últimos años pudiera disolverse en esa fuerza primaria que son losdosjuntosdenuevo.

- No para mí, tonto. Para ti.

- ¿Para mí? ¿Matt?

- Hey, todos podemos soñar…

Hay muchas más emociones retorciéndose en el pecho de Mohinder de las que recordaba tener. Nostalgia. Culpa. Esperanza. Una tristeza insondable. Una alegría eufórica. Orgullo, porque su pequeña siempre fue más lista que él. Agradecimiento, porque incluso si no vuelve a tener un momento como éste, lo tiene ahora (lo tiene, y sabe que no lo merece). Matt. Molly. Mohinder.

- ¿Cómo está él?

- Bien… -Molly duda un segundo. -¿Supiste lo de Daphne?

- Sí, oí algo sobre eso.

- Sí.

- ¿Cómo estás tú?

- Bien… Daphne… era genial… -Pero no eras tú.

Quisiera decir más. Muchas cosas más. ¿Extrañar a Daphne… es traicionar a Mohinder? ¿No decirlo en voz alta, es traicionar a Daphne?

- La extraño…- dice finalmente. La verdad es la verdad.- Pero Matt la extraña más. Quiere ser fuerte para mí, pero… no sé.

Está allí. Frente a él. Temblando. Su niña pequeña. Quisiera hacer algo por ella. Abrazarla. Sostenerla. Consolarla. Arroparla y cantar una canción de cuna.

Pero ya no puede hacer ninguna de esas cosas, ¿verdad? Ha perdido el derecho (¿la capacidad?) de hacerlas.

Así que en lugar de eso, se aclara la garganta y saca los papeles del maletín. Los papeles que Molly dejó en el laboratorio.

- ¿Quieres hablar de esto?

- ¿Hace falta?

A primera vista, la conexión no es clara. Algunas separatas de física y teoría de probabilidades. Un recorte de periódico sobre un estudiante universitario que nunca pierde en el casino (sospechan que podría estar usando poderes, y las nuevas regulaciones no son claras respecto a la pena aplicable). Un panfleto de los cienciólogos, acerca de la realidad y lo que asumimos como realidad. Un par de artículos de internet sobre nanotecnología, supercomputadoras y teoría de cuerdas. Un impreso de Wikipedia:

“El demonio de Laplace es un ‘demonio’ hipotético imaginado por Pierre-Simon Laplace en 1814, que al ser capaz de conocer la ubicación y momento exactos de cada átomo en el universo, podría usar las Leyes de Newton para revelar todo el curso de los eventos cósmicos, pasados y futuros.”

Fueron éstas las primeras palabras que llamaron la atención de Mohinder.

- ¿Cada átomo en el universo?

- Todavía no.

Todavía no.

- Pensé que sólo podías encontrar personas vivas.

- Es porque solo podía encontrar personas vivas.

- ¿Cuándo…?

- No sé… hace un par de años…

- Cuando Matt se casó,- murmura Mohinder, más para sí mismo que para Molly.

- Sí… por esa época.

Mohinder asiente. Tiene sentido. Momentos emocionalmente intensos. Adrenalina, o algún otro neurotransmisor importante. Los elementos que catalizan la manifestación de un poder pueden también producir grandes saltos en su evolución.

- Pero no era igual,- dice Molly de pronto.- Al comienzo, eran solo cosas.

- ¿Cosas?

- Cosas. Como… tu laptop.- Cierra los ojos.- Está en un basurero. ¿La rompiste?

- Hace como un año. ¿Puedes verla? ¿Sentirla?

- No estoy segura. La diferencia no es tan clara....

- Mmhm…- Mohinder asiente. Las sinapsis se aceleran, los engranes giran, y esa vieja emoción le pica en la venas. Aún siente curiosidad científica, después de todo. Es bueno saberlo.- Dices que ése fue el comienzo. ¿Qué pasó después?

- Hace un par de meses…- Cuando Daphne murió, piensa Mohinder.- Pues… ¿Has oído hablar de los electrones y eso de que nadie puede verlos?

- Porque no son materia, sino ondas, como la luz. Sí.

- Leí…- coge el panfleto sobre cienciología (por dios, no ése, piensa Mohinder).- Leí que algunos científicos piensan que no puedes verlos porque gran parte del tiempo no están allí.

- Sí… he oído esa hipótesis… pero…

- Tienen razón.

- ¿Qué?

- Tienen razón. No entiendo el resto de su rollo, pero tienen razón en eso.

Está a punto de iniciar una discusión sobre física teórica con una niña de 13 años. Su niña de 13 años. Molly. No puede evitar la ola de (tan inmerecido) orgullo. Y es que, además, está bastante seguro de que ese tono de “escúchame bien, porque sé mucho más de este tema que tú” no lo aprendió de Matt. Ni de Daphne.

- ¿Por qué estás tan segura?

- Puedo sentirlos. Cuando están aquí, y cuando están en otro lugar.

En otro…

Sus ojos pasan un momento sobre el panfleto, recordando los planteamientos.

- ¿Me estás hablando de dimensiones paralelas?

Molly suspira.

- ¿Sabes qué es el “multiverso”? -dice, como quien le habla a un niño.

- ¿Qué?

- El multiverso. No sé si es el término científico, yo lo saqué de Marvel.

- ¿De quién? -Marvel… qué nombre tan extraño… ¿físico?

- De Marvel. El Hombre Araña, los Cuatro Fantásticos… Por dios, Mohinder, ¿dónde creciste? Sé que pasan X-Men en la India.

Y de nuevo esa mirada en los ojos azules (entre desafiante y “no puedo creer que no sepas esto”). Ésa que Mohinder sólo ha visto antes en el espejo. ¿Es siquiera posible? Han sido cuatro años. Han estado separados 8 veces más tiempo del que pasaron juntos.

Te “veo así” todos los días.

¿Realmente lo ha estado observando? ¿Todos los días? ¿Lo ha visto en el laboratorio? ¿Ha visto las cosas que…? No. No es momento para la culpa. Está aquí por Molly, no por él mismo.

- Como sea,- continúa ella,- lo que dicen es que cada vez que algo pasa, cualquier cosa, la línea temporal se divide, creando dimensiones paralelas. Una en la que las cosas sucedieron de una manera. Y otra en la que no sucedieron de esa manera.

- Conozco esa teoría, sí.- Es un poco más complicado que eso, la verdad. Pero no es una interpretación terriblemente inexacta.

- Al final… no hay una línea temporal, sino una especie de red temporal, que contiene todas las líneas y sus puntos de encuentro. Todos los universos posibles.

- El multiverso.

- Exacto.

- Y todo esto lo aprendiste leyendo comics.

Molly se sonroja, pero no agacha la cabeza. A Mohinder le gusta cómo está creciendo. Matt está haciendo un buen trabajo.

- Entonces, si entiendo lo que dices, los electrones no pueden verse porque…

- No siempre están aquí.

Mohinder asiente, deslumbrado.

- Y cuando no están aquí...

- Es porque están en otro universo.

- Y esto lo sabes porque...

- Puedo percibirlos, aquí y allá.

Le toma algunos momentos procesarlo. Ha visto tanto en estos últimos años… Tantas cosas increíbles, impensables… Y sin embargo, esto es…

- No sólo sé dónde estás, aquí, ahora, conmigo,- su voz es distinta de pronto. Pequeña, casi un susurro.- Sé todos los lugares en los que estarías si la vida fuera distinta.

Los ojos negros se clavan intensamente en Molly, pero ella no devuelve la mirada. En cambio, cierra los ojos y se concentra.

- Estás en el laboratorio, trabajando. Pero estás sano. Miras seguido el reloj. Creo que estás llegando tarde a algún lado.- Abre los ojos y respira hondo, antes de cerrarlos de nuevo.- Estás en la India, cenando con tus padres. Hay una mujer que te hace bromas… ya la he visto antes. Creo que es Shanti.- Y otra vez.- Estás dormido en la cama de Matt. Supongo que también es tu cama. Los dos están desnudos bajo la manta…

- Molly…

- … pero mi habitación no está. Creo que no vivo allí.

Abre los ojos lentamente.

- Molly, es suficiente.

Y los cierra de nuevo.

- Estás encerrado en una habitación de cemento, gritas y golpeas la ventana. Tu rostro…- se le quiebra la voz un segundo, y una lágrima solitaria rueda por su mejilla. Respira hondo y continúa.- Hay un 5 pintado en la pared… ya he visto antes este lugar.

- Molly,- la coge por los hombros.- Basta.

Pero Molly respira y se pierde de nuevo.

- Estamos en la sala. Matt, tú y yo. Es una maratón de ¿películas de vampiros?- Sonríe despacio.- Matt juega a atacarme. Tiene colmillos falsos.- La sonrisa se hace un poco más fuerte.- Te estás riendo y casi tiras las palomitas. Es una cantidad absurda de palomitas.

Abre los ojos por fin e intenta enfocarlos en Mohinder, que es y no es el hombre que ríe en el sofá, que trabaja incansablemente contra el reloj, que se lanza contra las paredes de una celda en el Nivel 5 (el rostro cubierto de escamas deformado por la rabia), que duerme como un niño junto a Matt, que la observa preocupado bajo la capucha gris.

- Nunca paro hasta que encuentro una en la que seamos felices. Es una manía que tengo. Lo siento.

- Molly…- se le quiebra la voz. ¿Qué puede decir, de todos modos?

- Sólo puedo ver un instante. Algunos segundos, si me concentro mucho. Entiendo lo que está pasando, pero no tengo idea de cómo sucedió o qué va a pasar luego. Como pasarme diapositivas, solo que en movimiento… cómo en Harry Potter, ¿recuerdas Harry Potter?

Mohinder asiente, todavía sin palabras.

- Diapositivas de vacaciones en las que no estuve.- Molly respira hondo.- O eso era, hasta que descubrí al “Demonio de Laplace”.

Mohinder la observa en silencio un momento. Esto es demasiado.

- ¿Pasado, presente y futuro del universo?

- Del multiverso, de hecho. Lo que dicen, es que… hay millones de universos posibles, y todos son reales… pero si consigo ver todos los átomos de uno de ellos en un momento… con las ecuaciones y las matemáticas y todo eso… ¿podría predecir qué va a pasar luego? ¿saber cómo se llegó a ese punto?

- Pues… en teoría sí, podrías. Claro, es demasiada información para que la manejes sola… pero ahora existen computadoras que…- sus ojos vagan sobre los papeles esparcidos en el techo. Molly ya sabe todo esto.- Es posible, supongo.

Molly asiente, pero parece ausente.

- Matt y Daphne a veces hablaban de Peter Petrelli y cómo jugaba con el tiempo, y lo peligroso que era… y entonces empecé a pensar…

- Que si pudieras dibujar los planos del tiempo y espacio, sabrías exactamente dónde enviar a un viajero y qué cambiar.

Tiene que admitir que no suena mal. No suena nada mal. Hay tantas cosas que cambiaría si pudiera, si supiera cómo. Y sin embargo…

- Jugar con el tiempo es peligroso, Molly. Podría salir muy, muy mal.

- No sé si sea tan importante.

Hay un fondo triste en su voz, cierta resignación. Es una voz demasiado adulta, de pronto. ¿Cuánto ha sufrido Molly? se pregunta Mohinder. Tan joven para estar allí, cargando la responsabilidad del presente sobre sus hombros. Tan joven para ser consciente de la vida que pudieron tener, si hubiesen tomado decisiones diferentes (si yo hubiese tomado decisiones diferentes).

- Por supuesto que es importante...

- No... Quiero decir que realmente no lo sé. Todos estos “universos” que veo… todos son reales. Todos existen.- Hay una nota de urgencia en su voz de pronto, cierta euforia desesperada, y Mohinder se da cuenta de que ésta es probablemente la primera vez que Molly habla de esto con alguien, la primera vez en meses que no se muerde la lengua. Las palabras fluyen, incontrolables, como vómito de dudas, como una tormenta.- Todo ha pasado. Va a pasar, está pasando, lo que sea. Todo es real. Estás encerrado en una celda, y me estás arropando en la cama, y Sylar me mató,- Sylar. ¿Demasiado grande para “el cuco”?- y me enfermé y no estuviste allí para salvarme. Todo es real. Si regreso en el tiempo, si cambio el pasado… nada “cambia” realmente. Solo salto de un universo a otro. Podría construir el mapa de la vida perfecta, encontrar a alguien que controle el tiempo, irme de este maldito lugar.- Nunca ha oído a Molly maldecir, pero tiene cuidado de no mostrar sorpresa.- Pero tú seguirías aquí, y Matt seguiría aquí, y Dani seguiría aquí, y yo lo sabría, en mi vida nueva. Sabría que los dejé aquí. Que los dejé solos. ¿Es verdad? ¿Tengo razón? ¿Es imposible “cambiar” el futuro?

De pronto se ve exactamente como la niña que recuerda. La que salvó y rescató de la Compañía. Frágil. Vulnerable. Rota.

- ¿Eso era lo que querías preguntarme?

Molly asiente.

- Supongo…- Es demasiado. Demasiada responsabilidad para una niña. Demasiada realidad.- Supongo que sí.- Duele decirlo. Un poco por ella, un poco por él. Podría mentirle, claro. Pero ¿qué bien le haría eso? Molly ya sabe más de lo que nadie debería.- Si todas las líneas temporales existen, es imposible cambiar la realidad. Es posible saltar de una línea a otra, pero la primera línea no deja de existir. La red sigue intacta.

Pone una mano (deforme, escamosa) sobre las de ella (suaves y pequeñas). Ya no importa. Cómo se ve, las cosas que ha hecho… Molly lo ha visto todo. Su mejor y peor momento. Facetas de sí que él mismo no conoce.

- En algunos universos, vivo con mis padres.- Su voz es pequeña de nuevo. Desprovista de todo desafío.- Supongo que Sylar nunca nos encontró. En otros, estoy muerta.- Mohinder la observa en silencio.- Pero hay muchísimas combinaciones de nosotros, ¿sabes? Muchísimas. Y pienso… ¿no será eso “el destino”? ¿No algo que necesariamente sucede, o lo que “debería” suceder… sino la tendencia natural de las cosas?

- ¿Cómo un imán hacia determinados puntos de la red? Podría ser.

- ¿Qué tal si nuestro destino era ser una familia?

- Molly...

- ¿El destino expira? ¿Deja de funcionar después de un tiempo?

Por dios, Molly.

- Sabes que no puedo responder eso.

¿Existe siquiera un destino? (¿Alguien como él puede merecerlo, después de todo?)

Todo es real. Todo ha sucedido. Peter voló Nueva York. El virus Shanti diezmó el mundo. Sylar lo mató en su propio apartamento. Él mató a Sylar. Su sangre no pudo salvar a Molly. No se inyectó veneno en las venas. Los que viajan por el tiempo se engañan a sí mismos. El presente no puede ser cambiado. Tiene que admitir que también lo ha soñado. Volver atrás, a ese segundo, tomar una sola decisión distinta y arreglarlo todo. Salvar su alma a tiempo.

(En algún lugar, en alguna de esas diapositivas de vacaciones ajenas, lo hizo. Vive con una niña maravillosa y un hombre increíble, y hacen maratones de películas de vampiros, hartándose de palomitas toda la noche.)

- A lo mejor puedo ayudarte de todos modos.- La voz de Molly, pequeña pero segura, lo saca del trance.

- ¿Qué?

- Tiene que haber universos en lo que encontraste la cura. Si puedo ver más allá, podría saber cómo. Podría…

Demasiado. Demasiada esperanza para él. Demasiada responsabilidad para ella. Demasiado egoísmo de su parte. ¿No fue exactamente ése el camino que lo convirtió en esto?

- Molly... cariño… esto no es tu responsabilidad. Yo hice esto. Yo soy el que tiene que lidiar con las consecuencias.

Los ojos azules se endurecen. Desafían de nuevo.

- Eso es mentira. Yo también tengo que lidiar con las consecuencias. Matt tiene que lidiar con las consecuencias. Te aseguro que tu familia en India también lidia con las consecuencias. Este también es nuestro problema.

Se queda allí, mirándola, sin saber qué decir. Es un argumento que no esperaba. “Familia” se ha convertido en un término tan ajeno en estos años…

- Y no me metas el cuento de que “tú tienes que lidiar con esto” si no vas a hacerlo. ¿No quieres que me meta? Genial. Haz algo al respecto. No me sueltes el rollo barato de que no puedes controlarlo. No me mires así, te he visto hacerlo. Y te he visto controlarlo. Sé que puedes controlarlo.

¿Puede?

Molly lo ha visto. Pero ése que vio, ¿era él? ¿Son realmente él todos esos hombres? ¿Son simples versiones de lo mismo? ¿Ese hombre que ve películas con su familia, es tan parte de él mismo como ese otro, que cruzó medio mundo para descubrir la verdad acerca de la muerte de su padre? ¿Hasta qué punto sigue siendo él mismo ese segundo hombre?

- Hay universos en los que somos más felices,- dice Molly, después de un rato.- Pero hay otros en los que… Digamos que de todos los escenarios posibles, éste no es el peor. Dependiendo de lo que vea cada vez, esto- mueve las manos, señalando alrededor- se siente distinto. Claro, no tengo todo lo que quisiera…- levanta la vista y se arrepiente a medio camino.- Pero aprecio lo que tengo. He visto cómo sería no tenerlo.

Termina de levantar la vista entonces, lo mira directo a los ojos, y aprieta la mano deforme.

- Por dios. ¿Cuándo creciste tanto?

Molly sonríe despacio.

- He visto mucho.

Mohinder va a decir algo más cuando Molly salta.

- Matt está despierto.

La levanta con una mano, la acomoda en su espalda y baja por la pared hasta la ventana abierta. Son exactamente las mismas acciones, los mismos movimientos, pero se sienten completamente distintos.

Sigue siendo Mohinder, piensa Molly, sonriendo y cogiéndose fuerte.

- Molly...- la voz de Matt se cuela en la habitación mientras desciende de la ventana.- ¿Estás despierta?

- Sí… tenía frío,- dice Molly, cerrando la ventana.

Matt asiente y vuelve a dar las buenas noches. Afuera del edificio, junto a la ventana, Mohinder es sorprendido por una voz familiar en su cabeza.

Gracias por venir. Está más relajada de lo que ha estado en semanas. Le hizo bien verte.

Por supuesto.

¿Cómo podría no haberlo sabido?

***

(Por alguna razón, encuentra el laboratorio más sucio de lo normal. Más oscuro. Más triste.

Ésta es su vida. Hay otras, pero ésta es la suya. No puede cambiarse. Siempre lo supo, pero nunca con tanta claridad como esta noche. Cuando Peter y Hiro se hayan cansado de jugar con el pasado, él seguirá aquí. Ellos pueden irse. Pero sólo ellos.

Se mira en la puerta de vidrio. Éste es quien es. Pero hay millones de personas que podría haber sido. Y todas viven de alguna manera en esa cáscara rota.)

¿Son todas las realidades posibles? ¿Somos todas las personas que pudimos haber sido? Nos paramos en nuestros pequeños puntos de la red del espacio y el tiempo y nos preguntamos ¿cómo sería mi vida si hubiera tomado decisiones diferentes, si hubiera aceptado ese empleo, si hubiera buscado a esa chica, si me hubiera quedado en casa esa noche?

Pero es inútil. Las decisiones han sido tomadas, los caminos han sido andados, hemos llegado al punto en que nos encontramos.

Cada segundo de nuestras vidas ha definido este segundo.

(Frente a la posibilidad de una vida perfecta, Molly elegiría quedarse porque otros dependen de ella. ¿Hay otros que dependan de él? ¿Los está decepcionando? Esa misma mañana se hubiera respondido que no.

En otra realidad, Molly no vino a verlo. Él no fue a buscarla. No hablaron esa noche. No descubrió que en algún lugar del multiverso eligió caminos distintos, antes y después de equivocar la fórmula.)

En otra realidad, este día sucedió de manera distinta. Y debido a los sucesos significativos e insignificantes de este día, el universo ha cambiado, irreversiblemente.

¿Cómo cambiará en el próximo segundo?

(No es posible cambiar el presente, y por lo tanto no tiene sentido pensar en cambiar el pasado.

Ésta es su vida. Y sería bueno que empiece a hacerse cargo de ella.)

Las líneas infinitas de la red se expanden, y cada una lleva a un lugar distinto. Ésta es la posición que ocupamos en el multiverso. Pero no es la posición que ocuparemos mañana.

i need a hiro

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