May 25, 2007 02:21
La cuestión con la espontaneidad es que no te da tiempo de pensar en las consecuencias.
Una vez, en cuarto año, Sirius se paró en mitad de la clase, le declaró su amor a McGonagall y le plantó un beso en la boca. Se pasó un mes limpiando los azulejos de la enfermería (sin magia, señor Black), pero valió la pena por verle la cara.
*
Se despierta de golpe.
Las cortinas de la cama están abiertas, y puede distinguir todas las formas y algunos colores, bajo esa luz azul imposible que anuncia el alba.
Escucha a Cornamenta moverse bajo las sábanas. A Colagusano roncar como un tren. No se oye ni la respiración de Lunático tras las cortinas cerradas, pero eso también es normal.
Todo parece normal.
¿De dónde sale entonces esa sensación de 'desastre inminente' que no lo deja respirar?
Para siempre.
Los Black están acostumbrados a compromisos de ese tipo. Matrimonios arreglados. Producción de herederos. Promesas formalizadas por Votos Inquebrantables. Lealtad jurada al Señor de turno.
Para siempre.
Sirius nunca ha sabido qué va a hacer el próximo viernes, o con quién. Qué electivos quiere mantener el próximo año. Si volverá a presentarse al equipo de Quidditch. No sabía adonde ir cuando armó la mochila y dejó la Casa Black. Nunca en su vida le ha prometido nada a una chica...
Hasta ahora.
Sirius no asume compromisos. No hace promesas. No se enamora. Sirius es una tormenta que lo pone todo de cabeza. Que electriza el ambiente. Que desaparece, dejando aire limpio y desastre a su paso.
Para siempre no es una opción. Para siempre le oprime el pecho y hace que la habitación parezca cerrarse sobre él de pronto.
Respira hondo y se levanta sin hacer ruido. Se viste sin hacer ruido. Sale del cuarto sin hacer ruido.
Necesita aire.
*
James abre los ojos y se estira. Se estira ocupando toda la cama, relajado. Más relajado que el primer día de verano en casa. Más relajado que el primer día de regreso en Hogwarts. Más relajado que la mañana después de ganar un partido sin romperse un solo hueso.
Y es que Lily lo quiere. Lily Evans realmente lo quiere.
La sonrisa le parte la cara en dos, y parece un niño de seis años pateando las sábanas y saltando de la cama porque ¡Merlín, ya es de día! y ¿qué hacen todos dormidos en lugar de empezar a divertirse?
El primer sonido se oye detrás de las cortinas de Remus. Cuando las abre, lo saluda una sonrisa adormilada y un cuerpo delgado que se estira con pereza. Relajado. De hecho, más relajado que el primer día después de exámenes. Más relajado que en noche de luna nueva. Más relajado que cuando hizo prometer a James y Sirius que no hechizarían a nadie durante 24 horas, como regalo de cumpleaños.
No quiero saber, piensa James... pero, contra todas las leyes de la física, la sonrisa se estira en su rostro.
El segundo sonido de la mañana proviene de la cama de Peter. Es un quejido apagado, seguido de una maldición incomprensible. Las cortinas se abren para revelar un monstruo terrible de ojos gigantes. Remus se sienta, horrorizado, y James intenta contener la risa, mientras dice entre dientes "no te preocupes, Colagusano, te vengaremos."
- Nmm ms umna mamnmion,- responde Peter mirando al piso.
- ¿Qué dices?
- Que no es una maldición,- aclara Remus, con el oído aguzado del Lobo.
- ¿Y entonces, qué te pasó?
- Mmndmstigas mmnahnro mnres.
Remus parece preocupado.
- Msíams msnar nmohnos mn mnilnh mnwns,- dice Peter, y Remus empieza a morderse los labios para contener la risa.
Entonces James clava los ojos en Peter, y su mirada dice claramente 'ni se te ocurra pensar en dejarme fuera de algo capaz de hacer que Remus Lupin se ría de la desgracia ajena'. Pero Peter no es Sirius, y a veces James se cansa un poco de tener que traducir sus miradas en palabras.
- Habla,- dice.
Y Peter habla.
De cómo llevó a su cita a pasear por los invernaderos para tener 'privacidad'. De cómo Filch los descubrió en los terrenos fuera de hora, y tuvieron que esconderse en el Invernadero Tres. De cómo, en el preciso momento en que iba a besarla, ella empezó a hincharse como un globo y resultó que estaban sentados sobre las ortigas peruanas. De cómo Pomfrey les dio una poción, pero les advirtió que demoraría en hacer efecto en ojos y testículos.
- Lo dijo, James. Testículos. Lo dijo delante de ella,- y la carita de Peter daría pena, si no fuera tan divertido imaginar qué más estaba tan hinchado como esos ojos de sapo. Trágico, sin duda.
¿Y para qué están los amigos, sino para burlarse de tus desgracias (y no dejar que nadie más lo haga)?
- ¡Canuto! ¡Despégate las sábanas, tienes que oír esto!
Pero cuando abren las cortinas, Canuto no está.
*
En realidad, no es tan extraño que Sirius no esté en su cama por la mañana.
De vez en cuando sucede que lo despierta una idea maravillosa, y se va a preparar la broma del día. Pero en esos casos, salta sobre la cama de James, le hace cosquillas, le susurra obscenidades al oído... incordia hasta despertarlo. Sirius no hace bromas solo.
A veces sucede que se despierta con hambre y no le da la gana esperar al desayuno, así que coge la capa y se va a la cocina. En esos casos, hace tanto ruido buscando la capa, que no sólo despierta a James, sino también a los demás.
Otras veces sucede que directamente no llega a dormir. En esos casos, la cama amanece tendida, y Sirius perdido en algún rincón con dos piernas largas y un par de tetas.
- Debe estar en la cocina,- dice James en voz alta, sin saber bien a quién le da explicaciones.
Pero cuando va por ropa limpia, encuentra la capa debajo de los pantalones. Cierra el baúl con disimulo y voltea a mirar a Remus, que parece un poco ausente y lanza miradas ansiosas hacia la cama de Sirius. Claro. Le da explicaciones a Remus. Que es lo mínimo que esperaría de Sirius si Lily descubriera su cama vacía la mañana después de San Valentín. Se da cuenta de que acaba de reconocer, de forma completamente instintiva, a Remus como 'novio' de Sirius. Y ni siquiera sabe si pasó algo entre ellos la noche anterior. Y no quiero saber. No quiero saber. Respira hondo y expira lentamente, antes de que el pánico lo invada y Lunático se convierta para siempre en una persona nueva ante sus ojos (a la que nunca más será capaz de mirar de frente).
- ¿Qué pasó? ¿Sirius quiso propasarse y lo mandaste al sofá?
Peter.
Si supiera cómo lo envidia el Capitán del equipo de Quidditch cuando no se entera de nada...
Es una broma simple. Que requiere una respuesta simple. Ni siquiera una respuesta. Un gesto rudo bastaría. Remus se pone como un tomate y por un segundo James teme que sea incapaz de responder. Entonces dice "no... creo que salió temprano a ver a Pomfrey... algo sobre una foto y unos testículos..." y James ríe con ganas, más aliviado que divertido, porque queda claro que (novio o no novio) un Merodeador es siempre un Merodeador.
También queda claro que no quiere saber en qué está pensando Lunático para ponerse tan rojo.
*
No puede evitar ponerse como un tomate.
Responde en automático y salva su dignidad... pero no puede evitar ponerse como un tomate. James sabe. Tiene que saber. Si no, ¿por qué lo mira como si estuviera a punto de convertirse en una mantis y arrancarle la cabeza? (Y, por cierto, James, esas son las mantis hembra, ¿parezco una hembra?... Espera, no respondas eso.) ¿Por qué le da explicaciones sobre el paradero de Sirius? ¿Y dónde está Sirius, por todos los dioses?
No es que tenga por qué saberlo, claro. No es que de pronto tenga derechos sobre Sirius, o que vaya a pretender saber dónde está las 24 horas del día sólo porque compartieron un par de besos, y algunas caricias, y... dios, esos besos...
El agua de la ducha cae con fuerza sobre su cuerpo. Lo aísla del mundo y le da el espacio para recordar esos besos.
En un principio, no supo reaccionar. Sirius se acercó como en un sueño, tirando el cigarrillo y diciendo "sé perfectamente en qué me estoy metiendo" (prometiendo el mundo), y la noche se deformó detrás de sus ojos, y el tiempo se curvó hacia arriba, y él sólo atinó a quedarse inmóvil, con los ojos abiertos y los labios casi abiertos, incapaz de respirar. Y su mente pensó que era normal, porque el tiempo se había detenido, y entonces respirar no era realmente necesario.
Y ese momento hubiera sido suficiente. Esos segundos... los labios de Sirius tan suaves sobre los suyos... Estaba condenado de por vida, y no le importaba realmente.
Pero luego los ojos grises se abrieron inseguros, y los labios retrocedieron inseguros, y su mente dejó de pensar y el Lobo gritó "¡imbécil, responde el beso!", y Remus levantó una mano sin saber cómo, y cogió a Sirius por la nuca... y cuando por fin chocaron, con dientes y lengua y (no me vuelvas a soltar nunca) tanta saliva, Sirius sabía a tabaco y whisky de fuego, a humedad y tormenta, y Remus supo a ciencia cierta que no sólo estaba condenado de por vida, sino que no sería una vida de otra manera.
- ¡Remus!
- ¿Qué?
- ¡Que si te falta mucho!
James quiere bajar a desayunar. Peter está metido en la cama, tapado hasta las orejas, sin intención de moverse. Abre la boca para decir que ya sale, pero baja la mirada y lo piensa de nuevo. No puede salir así.
- ¡Te alcanzo abajo!
Compartir habitación con otros tres adolescentes te permite corroborar fácilmente que tus necesidades fisiológico-sexuales son de lo más normal que existe. Porque si James no se la está cascando, se la está cascando Sirius. Y si no es ninguno de ellos, entonces es Peter (aunque a él sólo lo escucha Remus, y sólo en luna creciente, desde que Sirius decidió imitarlo en el Gran Comedor en tercer año). Total, que contando las noches en las que él mismo ha tenido la imperativa necesidad de hacerlo, no hay noche del año que se libre. Y sin embargo, le cuesta. Le da una cierta vergüenza que los otros (que Sirius) puedan escucharlo. Y sabe que se moriría si alguien (si Sirius) decide imitarlo en el Gran Comedor. Por eso la ducha, con el sonido del agua disfrazando la respiración entrecortada, la fricción de piel contra piel, es una salida ideal. Que a veces no le funciona, porque Sirius gime contra la almohada en mitad de la noche, y el Lobo escucha cada roce de la mano contra las sábanas, y Remus imagina los labios entreabiertos, la fricción de esas manos, de sus propias manos moviéndose bajo esas sábanas... ¿y cómo maldita sea va a justificar meterse a la ducha a las 2 de la mañana?
Las manos de Sirius le queman el cuerpo. Como si todavía las tuviera encima. Los dedos largos y elegantes de los Black (que Sirius se empeña en volver ásperos a fuerza de pulir la escoba y trabajar en la bendita moto) raspan apenas, se clavan, trazan patrones sobre su cuerpo... dejan un rastro que el Lobo puede seguir con facilidad. Y lo sigue, despacio, piel sobre piel mojada.
Sirius...
El rastro empieza en su cuello, se mueve por sus hombros, baja por su espalda... y entonces empuja, presiona, clava las yemas de los dedos hasta dejar marcas (está seguro de que hay marcas... el Lobo no permitiría que se borren tan pronto). El rastro rodea su cintura y dios en ese momento la boca de Sirius estaba en su cuello. Echa la cabeza hacia atrás y deja que el agua tibia moje la piel, allí donde mojó la saliva de Sirius. Algo oscuro navega en su sangre. Algo oscuro y caliente y demasiado intenso, y sabe que sus ojos son amarillos cuando se masturba, con el Lobo gritando bajo su piel y Sirius (Sirius...) en las manos, Sirius en todo el cuerpo, Sirius con la lengua metida en su boca, palpitante y suyo y caliente como nada más en el mundo (y demasiado para soportarlo)...
Es una batalla desesperada, que acaba demasiado pronto, en un estallido de semen, deseo y terror absoluto. Por segunda vez en la mañana, Remus tiene que morderse los labios para no delatarse.
Demasiado intenso...
Demasiado peligroso...
Uno podría perderse en esos besos, y no encontrar jamás el camino de regreso.
Piérdete conmigo, Sirius.
*
Sirius no está en el Gran Comedor. No aparece en todo el desayuno. No aparece en Transfiguración. No aparece en Pociones. No aparece a la hora del almuerzo, y eso, realmente, es demasiado.
- Lunático...
Remus se ha pasado la mañana con la cabeza metida en algún libro. En el que sea. No pregunta por Sirius, pero hace veinte minutos que no cambia de página (y James duda que sea efecto de la reciente explosión de su caldero).
- ¡Remus!
- ¿Qué?- responde sobresaltado.
- Que de qué es el libro.
- Ah. Sí.
- ...
- Remus...
- ¿Mhmm?
¿Te liaste con Sirius anoche y luego se largó como si fueras una chica más y por eso estás tan distraído?
- Que de qué es libro.
- Ah... De Herbología.
Provoca preguntarle. Aunque sea sólo por verle la cara.
Da pena verle así y no saber qué hacer. Pero es complicado hablar con Remus. Piensa demasiado. Peter es fácil. Cuestión de dar la orden correcta, y todo sale de su cabeza, plano y directo. Sirius es Sirius. Ambos (Peter y Sirius) conocen los códigos masculinos, y saben que todo en la vida se arregla con una buena broma y una botella de whisky de fuego. Remus, en cambio, lee poesía. Remus, en cambio, siente cosas intensas y profundas que sólo Lily parece entender. Remus, en cambio, opinó que el Kamasutra animado (que Peter se robó de casa de sus tíos) era 'interesante'. Pudo opinar algo así, porque lo leyó.
Es complicado hablar con Remus.
Pero da pena verlo así y saber que (otra vez) todo es culpa de alguna burrada que ya se le pasará al idiota de su mejor amigo, y no poder decirlo.
James abandona el Gran Comedor con dos panes con lechón bajo la túnica, y la férrea voluntad de partirle todos los huesos a Sirius Black. Porque esto no es posible. Que él haya tenido que pasarse los dos últimos años haciéndose a la idea de que dos amigos de sexo masculino podían gustarse, para que ahora uno de esos amigos venga a decirle que no se hace a la idea... Que no baste con haberlo aceptado, con haberlo entendido (¡con haberle dado el último empujón, por Merlín!)... Sino que encima, el maldito perro espere que lo busque por todo el castillo para darle consejos sentimentales... ¡¿En qué se estaban convirtiendo los Merodeadores?! ¡¿En niñas de tercero?!
Ni siquiera se ha llevado el Mapa, y James tarda tres segundos en encontrar la etiqueta 'Sirius Black' girando alrededor del campo de Quidditch. No llevarse el mapa es un error tan estúpido y el campo de Quidditch un lugar tan obvio, que tiene que haberlo hecho a propósito.
Más le valía al jodido perro arrodillarse todos los días y dar gracias por el segundo en que conoció a James Potter.
*
Sirius no cree en Dios ni en el Diablo. Ni en el cielo ni en el infierno. Por eso, cuando tiene dudas, no hay diablito sobre su hombro izquierdo, ni angelito sobre el derecho. Sólo está él. Y James. Y Remus. Y Peter, claro, haciéndole barra a James.
Debe ser por eso que siempre gana el lado vándalo... somos tres contra uno.
Éste es un caso complicado. Porque claro, al Remus de su hombro derecho no se atreve a mirarlo. Y el James de su hombro izquierdo lleva media hora hablando de Evans.
De modo que vuela más alto y deja que hable el viento, en ese idioma del viento que no entiende y quisiera entender. Porque lo siente en la piel, en el rostro, en la punta del cabello... un código de energía que no sabe traducir. Y si supiera, si aprendiera a traducirlo, sabe que el viento tendría la respuesta a todas sus preguntas. Que intenta hablarle, constantemente. En ese momento.
Cierra los ojos, se concentra, se deja llevar por la energía... casi puede oír las palabras del viento...
- Idiota.
Se coge de la escoba a tiempo de no romperse el cuello, y cuando abre los ojos James se está partiendo de risa volteado de cabeza.
No... un momento. El que está de cabeza es él.
- Tío... Te perdono el día de mierda sólo por la cara que has puesto...- se ríe un poco más, cogiéndose el estómago. Hay que ser James Potter para mantenerse en el aire en ese estado.
- Muy divertido, Potter. ¿Y qué es eso de 'te perdono el día de mierda'? Hoy ni siquiera me has visto, cuernitos.
- Precisamente, Black.- James se tranquiliza un poco y lo mira con esos ojos de 'no me cargues que no estoy de humor' y 'los dos sabemos perfectamente de que estoy hablando, así que obviemos las 21 preguntas'.
Sirius suspira y desciende. A veces es un problema esto de que tu mejor amigo te conozca tanto. No está seguro de querer hablar del tema. No está seguro de cuál es el tema. No está seguro de nada, excepto de que le pica la sangre, y algo más. Algo en la piel, que no sabe definir. Está nervioso. Más nervioso de lo que ha estado nunca después de besar a una chica. Más nervioso de lo que ha estado nunca antes de besar a una chica. No sabe que hacer con las manos, y daría su escoba por un...
- ¿Cigarrillo?
Lucky Strike, rojo. Del cartón que les vendió Dung de su última 'aventura' en el puerto. A veces es una bendición esto de que tu mejor amigo te conozca tanto.
Se sientan en las tribunas.
Entonces... ¿qué pasó? dice la mirada de James.
Sirius levanta una ceja. ¿Seguro que quieres saber?
James suspira. Sobreviviré.
- Supongo que no tengo que aclarar que puedes obviar los detalles,- agrega, por si las dudas.
- Pero Cornamenta...- dice Sirius, con una sonrisa peligrosa,- los detalles hacen la historia... La piel de Lunático es tan suave... y tiene una lengua que se te mete hasta...
- LalalalalaLALALALALALALA...- James se tapa los oídos. Sirius ríe. Todo está bien.
- Nos besamos, ¿qué iba a pasar?- Sirius enciende el cigarrillo con la varita.
Es la primera vez que hablan de esto, sobrios y en voz alta. Es curioso lo natural que suena.
- ¿Nada más?
- Pensé que no querías detalles,- responde con media sonrisa.
- No.- James se sacude la imagen del cuerpo.- Quiero decir...- ¿Por qué desapareciste?
Sirius parece tranquilo, mirando el cielo sin decir nada. Y esa no puede ser buena señal.
- Se ha pasado la mañana detrás de un libro,- dice James por picarle.
- Qué novedad.
- No ha cambiado de página una sola vez.- Sirius frunce el ceño.- Tampoco ha tomado notas en clase.- Sirius voltea a mirarlo. Parece preocupado... pero lo siguiente que sale de su boca no tiene nada que ver con el estado anímico de Remus Lupin.
- ¿Desde cuándo te fijas tanto en lo que Lunático haga o deje de hacer?
- Alguien tenía que hacer tu trabajo,- responde James divertido.- Por dios, Canuto... no me vas a decir que estás celoso.
Sirius sacude la cabeza. Luego la deja caer en las rodillas, riendo despacio.
- Nos besamos, James. Remus y yo. Remus y yo. Y no es que no quisiera... tú sabes que yo...- Sirius lo mira. James asiente.- Tú sabes. Es sólo que... no esperaba... Es Lunático, James. Yo no esperaba...- Respira lentamente.- Creo que le gusto. Creo que de verdad le gusto.
James lo mira intrigado.
Los momentos en que Sirius consigue sorprenderlo son cada vez más escasos. Se conocen demasiado. Cuando sucede, James no sabe si sentirse decepcionado o eufórico.
- ¿Me estás diciendo que te lanzaste a besar a uno de tus mejores amigos y no sabías cómo iba a reaccionar?- Sirius se limita a mirarlo desconcertado.- Ahora entiendo cómo terminaste en Gryffindor.- Sacude la cabeza y se acomoda los lentes.- En todo caso, si ése es el problema no tienes de qué preocuparte... hace mucho que nuestro querido Lunático sólo tiene ojos para ti. ¿Ya podemos dejar de hablar de chicos y volver a mear parados?
- Tú empezaste la conversación.
- Sí, bueno... todos cometemos errores. Ahora volvamos al castillo, maldigamos algunos Slytherin, hablemos de Quidditch, y cuando yo me vaya a buscar a Lily, tú puedes liarte con Lunático lejos de mi vista todo lo que quieras.
Se para, pero Sirius no se mueve.
Suspira.
- Mira, Canuto... Yo me imagino que no debe ser fácil. No vivimos en la sociedad más permisiva del mundo, y no tengo idea de cómo reaccionaría yo si un día empezara a fijarme en Colagusano,- los dos se sacuden el escalofrío.- Pero ya. Te gusta Lunático. Le gustas a Lunático. Tu mejor amigo lo sabe todo y te busca por todo el maldito castillo para decirte que no pasa nada. ¿Qué más quieres?
- Mentiroso.
- ¿Perdón?
- Tienes el Mapa en el bolsillo, no me buscaste en ningún lado.
- Detalles, Canuto, detalles. El punto es que todo está bien. ¿Te gusta Remus? Perfecto. Sé un hombre al respecto. Suficiente mariconada es que te líes con un tío como para que encima tengamos que soplarnos la última temporada de Brujas Enamoradas.
- ¿Perdón?
- Que suficiente mariconada es que te líes con un tío...
- ¿Tú, James Potter, te atreves a decirme a mí que no haga drama? ¿James 'moriré solo porque Lily no me quiere' Potter? ¿James 'no quiero fiesta de cumpleaños porque Lily me rechazó' Potter? ¿James 'tal vez si tengo un accidente grave...
- Suficiente. Entendí la idea.
- ... Lily se daría cuenta de que le importo' Potter?
- Entendí la idea.
- Ya sé que soy más guapo y mejor actor... pero el puesto de 'galán de telenovela barata' ya estaba ocupado cuando llegué, Potter.
- Siempre me pregunté por qué habías escogido el de 'idiota del pueblo'.
Sirius va a responder, y de pronto parece que se lo piensa mejor.
- ¿Se lo diste?- pregunta.
Podría parecer que sólo quiere cambiar de tema. Pero no. No es su tono de 'hablemos de cualquier cosa excepto chicas/mi último castigo/la familia Black/cómo me siento'.
- ¿Qué?
- El anillo que no compraste el año pasado en Hogsmeade. ¿Se lo diste?
James quisiera preguntar '¿cómo lo supiste?'... pero, claro, sería una pregunta estúpida.
- No,- responde, mirando al piso.
- Mmm...- Sirius asiente.
- Es muy pronto. Sólo tenemos dos meses saliendo y...
- ¿... tienes miedo de que te diga que no?
James suspira.
- Es muy pronto.
Sirius lo mira, sin decir nada.
- ¿Qué?
- ¿Y no tienes miedo... de que te diga que sí?
James frunce el ceño. '¿Qué?'
Sirius suspira y lo mira a los ojos. 'De que te diga que sí, Cornamenta. De casarte con tu novia de la escuela. De arrepentirte dentro de cinco años, cuando tengas tres venaditos volando alrededor. De prometer cosas que no sabes si vas a poder cumplir...'
Cuatrocientos volúmenes sobre licantropía y toda la trayectoria romántica de Sirius se atropellan de pronto en la cabeza de James. Abre los ojos como platos. '¡Dijiste que sólo se habían besado!'
*
- Entonces... no te acostaste con él.
- No.
- Tampoco te pidió nada.
- No.
- No has hablado con él al respecto.
- No.
James asiente.
- Está decidido. Te quedas con el puesto de 'reina del drama'. ¿Ya podemos volver al castillo a burlarnos de Colagusano?
Una chispa brilla en los ojos grises.
- ¿Qué le pasó a Colagusano?
Se lo cuenta. Se lo tenía que haber contado antes. Una buena broma y una botella de whisky de fuego. Pronto están de camino al castillo, escobas al hombro y risas que resuenan contra el cielo anaranjado del crepúsculo escocés.
Sirius duda un momento, mirando ese cielo de fuego. Respira. 'Para siempre' es una cantidad ridícula de tiempo.
- ¿Hace cuánto que no sales con una chica, Canuto?
- ¿Qué?
- ¿Hace cuánto que no...?
- Catorce meses.
- ¿Llevas la cuenta?- James suena divertido.
- Desde que me fui de Grimmauld Place.
James asiente.
- ¿Y por qué?
- ¿Por qué qué?
- ¿Por qué no has salido con nadie en catorce meses?
Sirius se detiene y lo mira. 'Porque sólo me gusta Remus, idiota.'
James sonríe y le brillan los ojos. 'Exacto.'
- Es más simple de lo que parece, -dice.- Avísame cuando lo entiendas. -Y se va riendo, como si fuera una broma.
James.
Tenía que ser James Potter, que compra anillos de compromiso para mujeres que nunca ha besado, y no se ha arrepentido de un paso en su puta vida.
sirius/remus,
james/lily