"A Pushkin lo mataron, porque jamás
hubiera muerto de muerte natural,
hubiera vivido eternamente"...
(De una carta escrita en 1931)
Comienza como un capítulo del libro favorito de todas nuestras abuelas y madres -Jane Eyre- "El secreto del cuarto rojo".
En el cuarto rojo había un armario secreto.
Pero anterior al armario estaba el cuadro del dormitorio de mi madre "El Duelo".
Nieve, ramas, negras de los árboles jóvenes, dos personas de negro conducen a un tercero, sosteniéndolo debajo de los brazos, hacia el trineo, y uno más, el otro, se aleja de espaldas. El conducido -es Pushkin, el que se retira- es Dantés. Dantés retó a Pushkin a duelo, quiere decir que lo atrajo a la nieve y allí, entre los negros árboles desprovistos de hojas, lo mató.
Lo primero que supe de Pushkin es que lo habían matado. Luego supe que Pushkin era un poeta, y que Dantés era un francés. Dantés odió a Pushkin porque no sabía escribir poemas, y lo retó a duelo, quiere decir, lo atrajo a la nieve y allí lo mató con un tiro en el estómago. Así yo, a los tres años, supe con certeza que el poeta tiene un estómago, y recuerdo -de todos los poetas que he encontrado alguna vez- de ese estómago del poeta que tan a menudo pasa hambre, y a través del cual a Puskin lo mataron, me preocupé no menos que de su alma. Desde el duelo de Pushkin creció en mi la hermana. Diré más -la palabra estómao tiene para mí algo sagrado-, hasta por las simples palabras "me duele el estómago" me inunda una ola de estremecida compasión que excluye todo tipo de humor. A todos nosotros nos hirieron en el estómago con este disparo.
(...)
Negro con blanco, sin ninguna mancha de color, el dormitorio de mi madre, negra con blanco la ventana: nieve y ramas de auqellos árboles, un cuadro negro y blanco- "El Duelo", donde sobre la blancura de la nieve se comete una negra acción: la eterna acción negra del asesinato del poeta -por la gentuza.
Pushkin fue mi primer poeta, y a mi primer poeta - lo mataron.
Desde aquel momento en que, ante mis ojos, a Pushkin en el cuadro de Naumov - lo mataron, diariamente, a cada hora, initerrumpidamente lo mataban toda mi niñez, infancia, adolescencia -yo dividí el mundo en poeta -y los demás, y elegí al poeta, tomar el poeta bajo mi custodia: defender al poeta - de todos, sean cuales sean sus ropas o sus nombres.