FIC- Encrucijadas (Capítulo 1)

Feb 10, 2016 04:23





¡Hola! Os dejo el comienzo de una nueva historia que vengo rumiando desde hace tiempo. No digo más para no adelantar nada^^. Ya me contaréis qué os parece :-)

Título: Encrucijadas
Fandom: Queer as Folk
Autora: minerva_1
Rating: +18
Advertencias: Sexo explícito entre hombres
Nota: Once años después del comienzo de la serie. La vida en Pittsburgh ha transcurrido como la conocemos…, a excepción de algún que otro detallito XD
Disclaimer: Los Cowlip dicen que son suyos.



ENCRUCIJADAS

CAPÍTULO 1

_¿Qué ha dicho de esto el psicólogo? _ preguntó con inflexión irónica al final de la frase. Burlándose sin que pareciera gracioso, porque no lo era.

_Ya sabes…, nada trascendente.

Lindsay trajinaba entre cazuelas y la pila donde lavaba las verduras para la cena. Ágil, alegre, como si nada tuviera importancia, quitando hierro al asunto que había impulsado a Brian a parar una reunión de negocios y conducir hasta Toronto, porque no había vuelos disponibles para ese mismo día. Él la observaba desde la mesa de la cocina, sin tocar el café y las pastas que ella le había servido pretendiendo disfrazar la emergencia de visita de cortesía.

_Curioso. Hasta hoy insistías en que el maldito psicólogo sería la solución.

_Estaba equivocada. He cancelado el resto de sesiones. ¡Tenías razón! _ declaró enarbolando una cuchara de madera, con la esperanza de que esa concesión amainara la tempestad.

_¡Vaya, yo tenía razón!

El sarcasmo aumentaba en reflejo de su preocupación y enfado. Enfado porque ella minimizara los hechos. Otra vez. Enfado porque intentara enredarle para que él también los minimizara. Otra vez. Enfadado, al borde de la ira, pero controlándose. Muy seguro de que la línea roja había sido cruzada y no permitiría que ella le convenciera para correr un velo sobre el tema. Otra vez.

_Admito que enviarle al psicólogo fue una tontería.

_Las cosas son tonterías o no según te convenga, Linds. Ahora el psicólogo es una tontería. ¿Por qué? Adivino: su diagnóstico coincide con lo que yo he dicho desde el principio, lo que diría cualquiera. No hace falta emitir facturas de tres ceros para ver lo obvio: que todo lo hace para llamar nuestra atención, que nos necesita. Nos necesita.

_Todos los niños necesitan a sus padres.

Fue su tono, casual y con un punto petulante, lo que hizo a Brian levantarse e interponerse entre ella y la encimera repleta de alimentos a medio preparar. Las manos en sus hombros para obligarla a permanecer frente a él.

_Escúchame, Lindsay. ¿Me estás escuchando?

_Escucho, pero por una chiquillada…

_¡¿Chiquillada?! _El gesto estupefacto de ella hizo a Brian darse cuenta de que acababa de zarandearla. Guardó las manos en los bolsillos, contó mentalmente hasta diez y se amonestó para mantener la calma._ ¿Llamas chiquillada a lanzar una piedra contra la ventanilla del coche en marcha de su profesor? Es una jodida suerte que lo único destrozado sean el vehículo y el escaparate en el que se empotró. ¡Nuestro hijo podría haber causado un accidente mortal! ¿Llega esa información a tu cerebro?

Ella parpadeó, un fugaz viento de realidad cruzó su cara, pero enseguida regresó a la negación.

_El hecho es que no hay heridos, así que...

_¿Estás ciega? Empezó con travesuras aisladas, más serias cada vez: novillos, peleas, faltas de todo tipo… Le han expulsado de tres colegios. Quería hacernos reaccionar y, al no conseguirlo, ha ido subiendo el nivel. Hasta hoy.

_Exageras.

Brian alzó ambas manos en rendición. Exasperado y culpable por haber tardado tanto en tomar la única decisión posible.

_Bien. Si prefieres mirar hacia otro lado, allá tú, pero yo no me cruzaré de brazos a esperar que la próxima llamada me comunique que está en un reformatorio. O peor.

_¡Por Dios! ¡Sólo tiene once años!

_Por eso estamos a tiempo.

_De acuerdo. Hablaré con él.

_Quizás saques cinco minutos para ello antes de largarte mañana a ¿Montana, Oklahoma, México? ¿Dónde es esta vez?

_Nuevo México.

_Nuevo México. Durante una semana, dos, lo que sea. Luego estarás otro par de días con él y tomarás otro avión.

_Discúlpame por haber encontrado, por fin, un buen trabajo.

_Un trabajo que te exige viajar muy a menudo.

_¡Merezco aprovechar esta oportunidad! No tienes derecho a pedirme que renuncie...

_¡No tergiverses lo que digo! _cortó Brian, no dispuesto a dejarse embaucar por el papel de víctima de su interlocutora._ Nadie te pide renunciar a tu trabajo. Ya lo hemos discutido.

Las palabras sobrentendidas cristalizaron en un silencio espeso. Lindsay comenzó a pelar frenéticamente zanahorias, dando a la escena un aire de humor absurdo de película de los Coen.

Brian se aproximó, fomentando la cercanía sin invadir su espacio, sin desistir de convencerla por las buenas.

_Piensa en su situación, Linds. Cuando os mudasteis de Pittsburgh, perdió gran parte de su familia y amigos. Nunca se adaptó aquí. Después, Mel y tú os separasteis y también la perdió a ella y a JR. Y ahora tú has encontrado ese empleo como pasante de arte y no paras de viajar, así que ni sus madres ni su padre son presencias permanentes. ¡Su comportamiento es una llamada de atención! ¿Imaginas lo solo, lo abandonado que debe sentirse?

_No está abandonado. Está perfectamente atendido cuando yo no estoy.

_¡Oh, sí, con la niñera! Lo sé, me encargo de pagarla, ¿recuerdas? O mejor dicho, pagarlas, porque cada mes es distinta. El angelito se ocupa de que renuncien pronto.

Lindsay se desplazó hacia la mesa para escapar del influjo físico de Brian.

_¿No te gustan estas pastas? Son de harina integral y sin mantequilla_ Cubriendo el plato con papel de aluminio, luchando por retornar a la familiaridad con la que tocaba el corazón de Brian; la familiaridad con la que, en charlas anteriores, había conseguido esquivar el asunto espinoso. Pero esta vez Brian no lo consentiría. Había caído la gota que colmaba el vaso.

_¿Prefieres que Gus se críe con desconocidas antes que conmigo? _ insistió.

_No es eso. Es que un niño no puede estar constantemente de acá para allá. Tiene clases.

_También hay solución para eso. Sabes cuál es. _De nuevo el silencio cargado de alusiones._ Podrías ir a visitarlo cuando quisieras. No habría mucha diferencia respecto al tiempo que pasas con él ahora.

_Me admitirías de visita, ¡qué considerado! ¿Debo agradecerte que pretendas llevarte a Gus a vivir a otro país y yo tenga que desplazarme 500 kilómetros para verle?

_Sin embargo, te parece un arreglo fantástico cuando el que se desplaza soy yo.

_¡No es lo mismo!

Brian amagó una sonrisa acusatoria, pero se comió su respuesta corrosiva porque aquello no debería ir sobre ellos.

_Esto no trata de mi bienestar o el tuyo, trata de lo más beneficioso para Gus.

_Sé muy bien qué es lo más beneficioso para mi hijo y, desde luego, no es ir a vivir Pittsburgh _apostilló ella, sustituido el “nuestro” por el “mi” y lanzando el énfasis en ese adjetivo. Con la arrogancia de quien cree tener la potestad última, sentenció:_ He oído tu opinión y valoro tu oferta, pero la respuesta es no. ¿Te quedas a cenar?

Brian suspiró agotado. Aunque había deseado evitarlo, no le sorprendía llegar a ese punto, irremediablemente abocados al camino difícil.

_En ese caso, reclamaré la custodia por la vía judicial.

Los ojos y la boca de ella dibujaron círculos de asombro, mirándole petrificada, el bol de la ensalada entre las manos, el grifo abierto a su espalda y su cerebro procesando. Entonces sonrió, dulce, interpretando que la determinación de Brian era un farol.

_Vamos, Peter, tú no harías eso.

Él se mantuvo impertérrito ante el apodo. La sonrisa de Lindsay se difuminó. Nada de faroles.

_No me dejas otra opción. Y a ambos nos consta que tu ex no se interpondrá.

Melanie había llegado a un acuerdo con Michael para que JR pasara temporadas en Pittsburgh. En las circunstancias actuales, Gus tendría más contacto con ella viviendo allí que en Toronto.

_Tú… no puedes… ¡Es absurdo! Renunciaste legalmente a la custodia cuando era un bebé.

_Porque entonces yo no ofrecía la estabilidad que un niño necesita y vosotras sí. Ahora sucede justo al revés.

_¿Estabilidad? ¿Tú? No me hagas reír _se mofó._ Como si no te conociera. Que últimamente juegues a las casitas, no significa nada. Estáis juntos porque Michael aguanta cualquier cosa por estar contigo. ¿Quién más en el mundo lo haría?

_Despotrica lo que quieras, pero busca un abogado.

Cogió su gabardina del perchero. Ya con ella puesta, dio un quiebro sobre sus pasos y volvió a la cocina en lugar de cruzar la puerta de salida. Ella estaba de espaldas, sus manos sobre la encimera y la cabeza gacha, temblando en sollozos quedos. Brian se acercó por detrás, abrazó su cintura y le habló con la intimidad de su amistad de años.

_Sabes que no quiero herirte. Entiendo qué te sientes sola, que Gus es tu única familia cercana y es duro dejarle marchar. _Lindsay se giró, encarándole dentro de su abrazo. Brian separó una mano y llevó el índice hasta los labios de ella, conminándole a no contestar todavía._ Pero tú eres adulta y puedes lidiar con las consecuencias de tus decisiones. Es a Gus a quien tengo que proteger primero.

El rostro de ella enrojeció y convulsionó en un sollozo mucho más ruidoso. Antes de que Brian pudiera reaccionar, una bofetada se estampó contra su mejilla.

_¡Lárgate de mi casa! ¡No quiero verte ni un segundo más!

Brian se limitó a cumplir esa petición. Entraba en su coche, cuando todavía la escuchó gritar desde la ventana de la cocina:

_¡Reclama lo que te dé la gana! ¡Ningún juez te dará la razón!

_Eso lo veremos_ rumió él mientras arrancaba.

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fic: encrucijadas, fics qaf

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