Y seguimos por nuestro viaje por tierras centroeuropeas. Esta vez, Austria. Malditos ellos por haber aceptado el euro (lo que implica una diferencia BRUTAL respecto a lo baratas que resultaban Budapest y Praga en comparación). Aun así, bonita ciudad. Preciosa.
El calor nos persiguió hasta Viena, por suerte, en menor medida que en el caso de Budapest aunque la temperatura seguía siendo más que elevada.
Salimos de la estación para encontrarnos conque ésta estaba en el
edificio más rarérrimo del mundo y aún estoy intentando decidir si me parece original o una aberración. El hostelito en el que nos alojamos estaba muy cerca de la estación; habitación hiper mega grande pero, como en casi toda Europa Central, no tenía persianas y las cortinitas dejaban pasar la luz bien pronto. Nos amaneció nublado siempre, tanto que parecía que se iba a caer el cielo xD Nosotras tan felices, pensando que nos íbamos a librar del calor, pero nada, las nubes se iban y viva el cielo despejado.
El trayecto desde Budapest fue accidentado. Lo hicimos en tren; para empezar, casi lo perdemos (no sé cómo me las arreglo para tener SIEMPRE problemas con estas cosas), y por culpa de las crecidas que ya os comenté en el post anterior parte de la vía estaba, literalmente, bajo el agua. Así que nos bajaron en un pueblecito, nos metieron a todos los del tren en catorce autobuses, y una horita de trayecto por carretera hasta el siguiente pueblo, en el que ya pudimos subir a tren otra vez.
El primer día, dado que llegamos por la tarde y ya no teníamos mucho tiempo y estábamos cansadas, nos fuimos al
Prater.
El Prater es el parque de atracciones más antiguo del mundo, y muchísimas de sus atracciones las conservan con esa estética antigua y preciosa que tenían cuando lo abrieron, hace doscientos y pico años.
Y ahí es donde está la Noria Gigante, abierta en 1897 y reconstruida en 1945 cuando fue casi destruida por los bombardeos durante la guerra. La Noria es toda una institución, ir a Viena y no verla es como, no sé, ir a París y no subir a la Torre Eiffel.
Es altísima (carísima también) y desde ahí arriba tienes unas vistas espectaculares de la ciudad. Ah, y en algunas de las cabinas ¡hacen cenas! ¡Y reuniones de empresa! Y las tienen preparadas de forma impresionante, y con camareros con pajarita y todo. Fabuloso.
Viena es una ciudad monumental, preciosa, con muchísima luz, calles anchas. La ciudad del vals, de Goethe y de Mozart, del Museumsquartier y de la Ópera.
Qué hermoso el edificio de la Ópera, de verdad. La sala principal no la llegamos a ver, pero juzgando por el entorno, tiene que ser una maravilla.
Otra de las visitas imprescindibles (y sí, caras; es lo que tiene que en este país también utilicen el euro) es el Palacio de Schönbrunn. O como la mayoría de la gente lo conoce, el palacio de Sissi.
El interior es muy bonito, aunque si has estado en Versalles, como es mi caso, cualquier otro palacio palidece en comparación. Pero el exterior, y los jardines, y el paseíto hasta la llamada Glorieta, es FABULOSO.
Fijaos en la primera foto: cielo nublado, en la segunda ya no tanto, ¿verdad? Y cuando fuimos caminando de regreso al palacio tuvimos que sentarnos a descansar en un banco porque el calor era insoportaaaaable. Y eso que era junio, no sé qué habrá sido de los pobres vieneses en julio y agosto.
Otra de las cosas que debes hacer cuando estás en Viena, aparte de traerte de recuerdo
los riquísimos y famosos bombones con la cara de Mozart, es acudir a alguno de sus múltiples y variados cafés. Y vaya si merece la pena, vaya si la merece.
Nosotras elegimos éste. El Café Central, que es un sitio precioso y awesome donde puedes disfrutar de una repostería tan buena que te hará llorar de felicidad mientras los camareros te sirven vestidos con pajarita y escuchas música de piano (sí, en serio ♥)
Tenían una exposición de tartas (fijaos en la que os he puesto en la foto de abajo, qué cosa más divina. Y buenísima, seguro).
No pudimos resistirnos a pedir algo. Un postre de hojaldre relleno con crema y navegando en helado de vainilla, un frapuccino especialidad de la casa y un café con un licor que ni recuerdo cómo se llamaba pero que estaba exquisito (aunque fuerte como él solo).
Mirad la presentación, mirad:
Si es que se come con los ojos, ñam. ¡Y además estaba bueno! Confieso que íbamos asustadas de cuánto nos cobrarían xD Fueron en total unos 14€, que barato no es, pero tampoco es exagerado y una vez al año no hace daño. Además, ¿he dicho que era un sitio precioso? ¿Y que los camareros llevaban pajarita? ¿Y que había pianista en vivo y directo? (casi aplaudo cuando se puso a tocar la OST del musical de Cats, que ME ENCANTA)
Y seguimos pateando. Mucho, muchísimo, creo que hacía tiempo que no andaba tanto xD Pero merece la pena para descubrir los edificios de la ciudad, algunos más sencillos, otros solemnes, y para ver esos atardeceres preciosísimos en alguna de sus avenidas.
Cuando andábamos por el Museumsquartier resulta que estaba en pleno apogeo la celebración del Día del Orgullo Gay xD Así que el barrio era de todo menos tranquilo; música en directo, un montón de gente, carpas de cerveza, gente que te ponía la banderita arcoiris en la mano casi sin darte cuenta... Y también estaba quien decidía que una celebración así era motivo suficiente para andar por la calle en braga y sujetador.
No, en serio. A veces siento vergüenza de la gente.
En resumen, merece la pena. De las tres ciudades que visitamos a mí es la que menos me gusta, pero porque simplemente se me asemeja tanto a la monumentalidad de París que no le encuentro la originalidad. A mi hermana, sin embargo, le gustó muchísimo más que Budapest.
Eso sí, si repito el viaje, no tengo duda de que volvería a perderme por allí. Una y mil veces.
Pues ya me puse al día con Doctor Who. Quizá debería haber aguantado un poco porque así la espera hasta el epi del 50 aniversario habría sido más corta, pero oh well. Una es impaciente.
- Echo de menos a Ten. Adoro a Eleven, pero es que no hay NADA de Ten en él. Absolutamente nada. Parece que cuando Moffat se hizo cargo de la serie decidió hacer borrón y cuenta nueva: nuevo doctor, nuevas historias, nuevos companions, nueva intro, nueva música, nueva TARDIS, nuevo todo y cero menciones a lo anterior. CERO. Es que me cuesta hasta creerlo, ni la menor mención a todas las pasadas vivencias del Doctor. Por eso me cuesta tanto trabajo querer estas temporadas.
- Aparte creo que son objetivamente peores. Están como desubicadas, sin líneas argumentales claras, un montón de capítulos stand-alone, ideas ridículas (lo de la muerte del Doctor, toda la sexta temporada en general, el embarazo de Amy), otras a priori interesantes cuyo potencial se desaprovecha (por ejemplo, The Rings of Akhaten, aunque el discurso del Doctor... LOS PELOS DE PUNTA). Y va Moffat y reutiliza a los Weeping Angels (llegando a abusar demasiado de ellos, en mi modesta opinión) y cambia todo lo que sabemos de ellos. Porque ahora no son sólo Weeping Angels, también Weeping Estatua de la Libertad y etcétera. Ahora resulta que si miras a un ángel a los ojos el ángel se te mete en el ojo (estoy bastante segura de que en Blink TODO DIOS miró a los ángeles a los ojos). ¿Y qué es eso de que les veamos moverse? Vaya forma de cargarse tu propia invención.
- Tiene algunos aciertos importantes, como el capítulo de Van Gogh (lloré TANTO con el final. PRECIOSO) o el de The Wife's Doctor, o el de The Girl Who Waited (que reconozco, objetivamente, que es bueno, aunque a mí Amy no me gusta salvo en momentos puntuales). A mí me gusta también mucho Journey to the Center of the Tardis, aunque me dieron ganas de llorar cuando todo lo que se avanza en la relación (no hablo de romance) de Clara y el Doctor se evapora al final tras pulsar el Big Friendly Button.
- River. Llegó un punto que dejé de intentar entender su línea argumental porque me resultaba un absoluto caos. Y bueno, lo diré: no la shippeo con el Doctor. Para nada. Son adorables juntos pero en sus escenas no veo nada más que un continuo flirteo, nada que me hable de un amor épico. Creo que lo importante de su relación sucede off camera y así no hay manera. Además, WTF, ella no se casa con el Doctor, sino con el Teselecta!Doctor, lo cual es tan absurdo que bueno. Y resulta que no se entera de su nombre en la boda (que era la idea que yo creo que tenía todo el mundo después del epi de Forest of the Dead; la famosa frase de "There's only one reason I would ever tell anyone my name. There's only one time I could") sino que, básicamente, se entera a fuerza de insistirle que se lo diga O__O Con lo que la frase de Ten pierde todo su sentido y nos demuestra que Moffat se dedica a ignorar hasta el canon que él mismo escribe. Oh well.
Añado otra cosa: Eleven/River me dejó de resultar una posibilidad shippeable en el momento en el que ella dice algo como: "I live for the days when I see him". No, no y no. BIGGEST NO EVER. Esta frase es HORRIBLE. No vives para verle, no: vives por ti y, de vez en cuando, le ves. Pero no culpo a River, sino a Moffat, que sufre de un grave problema de sexismo y no sabe hacer a sus mujeres interesantes sin que orbiten alrededor de algún hombre.
- Porque eso pasa continuamente. Con Amy, que parece no existir fuera del radio de influencia del radio del Doctor y Rory. O la misma River. O Clara, que está ahí puesta sólo como enigma para que el Doctor la resuelva. No sabemos ABSOLUTAMENTE nada de ella. De sus motivaciones, de qué la mueve, de qué espera. Y que conste que la adoro mucho y que la shippeo con Eleven como no os hacéis idea, pero hay cosas que no. Moffat no se preocupa de hacer crecer a sus mujeres; River empieza siendo interesante y acaba como un plot device para todo, Amy no tiene una evolución real (en el único capítulo en la que tiene algo que se le asemeja, The Girl Who Waited, resulta que al final nada acaba pasando). Me gustaría tener esperanzas con Clara, ahora que su misterio se ha resuelto, pero es Moffat, que es un cerdo machista y prepotente, así que no llegaremos a ningún sitio.
(ni hablo de las veces que el Doctor manda callar a una de sus companions femeninas y ésta VA Y SE CALLA. Si Donna Noble lo viera...)
- Ha llegado un punto en el que ha quedado claro que el propio canon impuesto por la serie les da totalmente igual. Por ejemplo, que en vez del Doctor 'muera' el Teselecta (porque obviamente son lo mismo y el universo se da por conforme). Lo de los viajes en el tiempo y las paradojas ya me levantan dolor de cabeza y prefiero ni pensarlo (como en el capítulo de Navidad en el que Kazran Sardick abraza a su yo pasado; ¿nadie recuerda lo que pasó en el epi de la primera temporada de Father's Day? ¿No? Eso me parecía.
En fin, que tengo sensaciones encontradas. Me gusta, no me gusta, me desespera, me hace reír, pero mayormente me hace llevarme las manos a la cabeza.
Aún tengo que pensar qué me parece la elección de Capaldi como Twelve. Es que me está costando decidirme.