Titulo: Los hilos del destino
Fanwork: Fanfic
Autora:
michan_kitamuraTeam: Canon
Beta:
kyra_theurge (team canon) y
mirita23 (team canon)
Rate: PG-13 (por menciones a la guerra)
Disclaimer: Harry Potter es propiedad de J. K. Rowling, Bloomsbury Publishing, Scholastic Inc. y AOL/Time Warner Inc. Nadie gana ningún beneficio económico con esta historia
Notas de Autor: Este fanfic fue escrito para el MB del Drarrython a pesar de que la idea estaba en mi cabeza hace mucho tiempo, espero que disfruten de él tanto como yo lo hice. Este fic va acompañado de
este art realizado por
sra_danvers , muchas gracias a ella, a mis betas y a toda la gente que me animo a terminarlo. Las participantes en el drarrython (en especial si son de mi team :P) recuerden que deben postear en
la entrada de esa comunidad para que sus puntos valgan ;)
Firma:
Obertura.
Cuando Draco conoció a Harry estaba solo y aburrido; no se fijó en la ropa, ni en la cicatriz, ni en la cara de perdido de este. Sólo vio a un chico comprando una túnica solo, probablemente igual de aburrido que él.
La verdad es que no es tan hablador como aparenta ese día, pero supone que alguien tiene que llevar la conversación, quizás el chico sea tímido o no tenga mucho dinero; sabe que eso debería importarle pero en realidad no sucede, hay algo en la mirada del niño que lo hace querer ser su amigo. Draco quiere ir a Slytherin, tener muchos amigos en Hogwarts y destacar. Quiere que su padre este orgulloso de él.
Lo siguiente que Draco sabe de ese chico delgado, de pelo desordenado y medio canijo es que es Harry Potter, y al principio no se la cree, porque como todos los niños magos ha nacido escuchando hablar del poderoso niño que venció al Señor Tenebroso y ese flacucho parecía muchas cosas menos un mago poderoso, por eso tiene que verlo con sus propios ojos y lo busca en el tren. Su sorpresa es palpable cuando ve a Weasley con él, Draco no conoce a ningún Weasley pero su padre se los ha descrito un montón de veces y sabe que es gente con la que no hay que juntarse, gente que no conviene porque no tienen ni clase, ni estatus, ni nada. Por eso le dice a Harry que no son juntas apropiadas, supone que el mago más poderoso del mundo quiere hacer conexiones, estrategias y esas cosas que su padre le ha enseñado que todo el mundo quiere. Pero se equivoca, y Harry lo humilla y no devuelve su saludo, elige por sobre él al chico pelirrojo y el rubio por primera vez siente lo que es que alguien lo desprecie, y no le gusta nada la sensación.
Desde ahí la enemistad que nace es de esas que serían épicas si todo lo que pasó después permitiese que se recordaran cosas como estas, una enemistad que se vio patentada en dos gritos de un sombrero viejo y raido: no fue una sorpresa que a la cabeza rubia le gritara ¡Slytherin!; y a pesar de que podría no haber sido una sorpresa fue un giro del destino que a la cabeza morena le gritara ¡Gryffindor! (el sombrero podría haber gritado otra cosa, el sombrero quería gritar otra cosa, pero el destino funciona de maneras inexplicables).
Ese año pasaron un montón de cosas importantes en el mundo de los magos, pero también pasaron otras, no tan relevantes para el mundo, pero sí para Draco (y para Harry). Hubo una recordadora que los marcó para siempre, un duelo a media noche que nunca ocurrió pero que abrió puertas que debían permanecer cerradas, hubo una pelea en la que Potter no participó pero todo el odio de ser reemplazado por otro fue más que palpable. Hubo un bosque prohibido, y miedo, y altanería, y criaturas mágicas (amigas y enemigas). Mirándolo en retrospectiva, puede que algunos detalles sí hayan sido lo suficientemente importantes para el mundo aunque no lo parecieran en su momento, pero así es cómo se mueven los hilos del destino.
Segundo año es oscuro y quizás es el único momento en que realmente tienen un vistazo del futuro, de cómo los débiles estarán en riesgo, de cómo todo se puede derrumbar, de cómo no vas a poder confiar en nadie. Draco no llega a vislumbrar todo, todavía juega a ser el chico malo, todavía quiere ser el orgullo de su padre y se sonroja de furia al saberse superado por una sangre sucia. Draco todavía es ese chico que la guerra destruyo después.
Hay un gesto de altanería cuando se habla del heredero de Slytherin, porque en realidad son leyendas, y las leyendas no dan miedo. Harry y Draco son contraparte hasta el día del club de duelo, y es el primer día en que el rubio siente el verdadero poder que late al interior del moreno y le asusta, le asusta que sisee, le asusta que sea capaz de hacer cosas que nadie más puede y que no debería, le asusta más que sea suficientemente impulsivo como para hacer este tipo de cosas sin darse cuenta (y no sabe lo bien que hace en temer exactamente eso), pero lo disfraza de altanería. No se entera de que Harry lo ha engañado con la multijugos, ni de la verdadera historia de lo que ocurrió en la cámara de los secretos, sí se entera de lo que paso con Dobby (bueno, se medio entera, tampoco es que Lucius le haya dicho toda la verdad), el año se va, la aversión crece y las piezas siguen ordenándose, sin que ninguno se dé cuenta.
El tercer año Draco es pieza vital, todavía es el inicio, todavía no se ha dado cuenta, pero aquí es definitivamente donde de una manera u otra, el destino ata el triunfo de Harry a las acciones de Draco (aunque ni se sospeche, aunque en realidad él único que sepa algo es un viejo manipulador con mucho tiempo libre). Y todo por un hipogrifo.
La verdad es que el rubio no es herido realmente pero quiere la venganza, quiere ver a Harry humillado y fingir lo mucho que le duele con el cabestrillo puesto y ver como Potter tiene que pelarle los higos en clase de pociones sin protestar. Todo tiene su precio y Draco lo paga siendo asustado en la casa de los gritos y siendo golpeado por una niña con mucho valor, aún no son grandes precios, aún son niños, aún están jugando. Pero luego de este punto, del inicio, de la presentación de piezas, de acomodar el tablero, y de dar por empezada la partida, luego de eso ya no es un juego más.
Interludio
Entre el juego de una amenaza latente pero contralada y la guerra siempre hay un periodo de tiempo que es blanco y vacio, un periodo de tiempo que es la nada, sólo que no, porque es el tiempo en que el destino aprovecha de poner las cosas en orden, las piezas en su sitio, ajusta todo para que funcione exactamente como quiere.
El cuarto año empieza así, con la emoción del mundial de quidditch, el olor del pasto y la adrenalina. Empieza también un secreto de que algo emocionante va a pasar en Hogwarts. Draco disfruta de ambas, es parte de los privilegios de que tu padre sea amigo del ministro.
Él y Harry se encuentran en las gradas, no intercambian más que un par de miradas de odio, podrían haber ignorado su presencia, pero no, porque ninguno de los dos puede ignorar nunca la presencia del otro, el subconsciente de Draco lo sabe, y el destino también. Ese día también es el primero en que Draco ve la verdadera naturaleza de ser un mortífago, sabe que su padre está ahí, y trata de convencerse todo el tiempo de que son simples muggles, de que en realidad no importa (sólo que en el fondo sabe que sí importan, lo que no sabe es que el hecho de que lo sepa en un momento le salvará la vida).
Ese año Harry es escogido en el torneo de los tres magos y Draco arde de rabia porque no entiende cómo pudo entrar, cómo lo logro (en el fondo Malfoy no es tonto y sospecha, pero aún le faltan lecciones que aprender y aún el rencor le come un poco las entrañas). Le hace la vida imposible, literalmente. Termina apoyando a un Hufflepuff sólo para amargarle la vida a Potter. Luego Cedric muere. Y no es que Draco sea un insensible pero no te crías entre mortífagos por nada (y por primera vez siente el peso de esas palabras), así que sabe lo que esto significa, no lo entiende, pero lo sabe (entenderlo le costará más sangres y lágrimas de las que pensó que podría llegar a sobrevivir).
Quinto es donde todo se desmorona, Umbridge es una hija de puta, nadie le cree a Harry (y como se aprovecha de eso Draco), y es hora de definir bandos (nadie lo dice así pero es lo que pasa), ninguno es una sorpresa en realidad y Draco y Harry vuelven a ser antagonistas en su vida, némesis del otro (aunque ahora el rubio no está tan seguro de nada, pero todavía no lo dice, todavía no se quiebra a ese punto). Luego pasa lo del ministerio, Lucius es encarcelado y todo se derrumba, todo cae por su propio peso y Malfoy por primera vez sabe las consecuencias de ser parte de una guerra (aunque aún nadie haya declarado una). Todo se vuelve oscuro, todo está listo para el acto final.
Desenlace
El sexto año es el peor año de la vida de Draco, irónicamente es el año en el que el universo decide que debe darse cuenta que tiene sentimientos por Harry Potter, no sabe que son, no los etiqueta, porque no puede, no sabe y tiene un montón de otras cosas en la cabeza. Pero sabe que están ahí, presentes y que no son nada parecidos al rencor, al odio ni a nada por el estilo. Pero el rubio no puede darse el lujo de pensar en eso porque su padre está en la cárcel, su familia esta deshonrada, y porque si él no hace lo que tiene que hacer los van a matar a todos, sólo que importan y como no puede evitarlos y duelen no puede medir más sus emociones, menos cuando se le agota el tiempo, y se le agotan las esperanzas y se le agota la vida. El Sectumsempra es el límite, porque Harry lo ha visto roto y quebrado y lleno de dolor y él no ha hecho otra cosa más que defenderse por qué quién quiere que su enemigo lo vea así, pero Harry es impulsivo y tiene trucos y cuando grita el hechizo es como si siseara, igual como lo hizo hace tantos años cuando Draco le lanzo la serpiente, y tiene miedo y luego ya no tiene miedo porque todo es dolor y sangre y luego es nada. Y cuando se recupera de esa nada hace los últimos esfuerzos pero ya son desesperados y locos e imposibles. Nunca ha estado más frustrado en la vida pero lo logra. Y cuando lo logra Dumbledore le ofrece lo que quiere escuchar desde principio de año, pero ya es demasiado tarde y su familia está primero y cuando huye, ruega a dioses en que no cree que al final de todo gane Harry, aunque no sea su bando, porque él ya no quiere ganar, sólo quiere descansar.
La guerra es el final, el miedo las torturas, la sangre, las lágrimas. Draco no está en Hogwarts. Harry tampoco. Tienen batallas personales que librar que no están dentro de los muros del colegio. Sólo que son esos muros los que los reencuentran. Y Harry le salva la vida a Draco y Narcissa le salva la vida a Harry y al final todo es un juego del destino porque si no hubiese sido por esa enemistad quizás Harry jamás habría desarmado a Draco y si ese enfrentamiento no se hubiese producido ¿Qué sería en este momento de todos ellos?.
Algunos héroes han nacido para las condecoraciones, otros quizás nunca sean héroes pero sin ellos el triunfo nunca hubiese sido posible, aunque ellos no se enteraran de lo que estaban haciendo. El punto es que no muchos se dan el tiempo de aprender su historia. Los hilos del destino funcionan de maneras extrañas, y este podría ser un final, el punto es qué no lo es.
Epílogo
Después del juicio Draco y Harry no se ven por mucho tiempo, el suficiente al menos para que ambos se casaran y siguieran sus vidas, esas vidas llenas de cosas no dichas, de gestos no interpretados, de momentos mal aprovechados, de cosas intensas dormidas en el subconsciente entre Hogwarts y la guerra. Podría haber quedado ahí, podría haber sido como una de esas tantas historias no escritas que nunca llegan a nada, que son botellas con la palabra socorro dentro, pérdidas en un mar de posibilidades, podría haber sido así de no ser por Albus y Scorpius.
La primera vez que se ven desde el nacimiento de los chicos es un día cualquiera en una calle muggle que no es lo suficientemente importante para ser nombrada, porque podría haber sido cualquier parte. Albus acaba de cumplir cinco años, no se despega de su escoba de juguete y tiene el cabello aun más imposible que su padre, Scorpius tiene cuatro y ya es un pequeño Draco a ojos de aquellos que no miran tras las capas. El pequeño Potter tropieza sin querer y termina tumbando al menor de los Malfoy; Harry se ha disculpado tres veces antes de darse cuenta de quién es la persona que tiene en frente, levantándole la ceja en un gesto que hace algunos años hubiera sido altanero y que ahora no es más que divertido. Ninguno sabe muy bien cómo pero terminan tomando un café recordando aquellos momentos en que se odiaban y estar en el bando contrario todavía era un juego (antes del encarcelamiento de Lucius, de la muerte de Dumbledore, del regreso de Voldemort), mientras sus hijos se divierten en un parque. Los ven reírse y disfrutar arriba de esos juegos que el rubio hubiera mirado con asco y el moreno con anhelo sólo hace un tiempo atrás. Los ven moverse cada vez más alto en el balancín, alinear los columpios ir de atrás hacia adelante al mismo tiempo e intentar construir el castillo de Hogwarts en el arenero. Cuando se despiden Scorpius le tiende la mano a Albus y este no teme estrecharla. No tienen idea de lo que el gesto significa para sus padres.
Podría haber quedado ahí, después de eso Harry no manda lechuzas por navidad y Draco lleva una vida normal, todavía están casados y aún creen que son felices (porque aún piensan que la felicidad es conformarse con lo que la vida les da, aún se aferran a lo que tienen porque aún tienen el peso de haber perdido demasiado sobre sus hombros), pero el destino se empeña en que las cosas sean diferentes (y el moreno ya debería saber a estas alturas que no puede hacer nada en contra del destino). La segunda vez tropiezan en una tienda de quidditch, Scorpius está admirando las escobas de carrera, Albus quiere conseguir un nuevo set de pelotas, los chicos se ven y a pesar de que no recuerdan de dónde pueden reconocerse comienzan a hablar sobre el deporte mientras sus padres no saben bien que hacer.
-Pensé que el chico sería de los Chudley Cannos como su padre.
-Nunca fui de los Cannons, ese era Ron.
Terminan en un pub tranquilo y poco concurrido en el Londres muggle tomándose una cerveza mientras los niños hablan de la excelente temporada que están llevando el Puddlemere United esa temporada.
Ninguno de los dos entiende que se supone que son, no son amigos, pero ese odio, esa incomodidad al verse de sus tiempos adolescentes ha desaparecido por completo y a ninguno de los dos le hace daño tener estos encuentros una vez cada tres años y recordar Hogwarts como si la guerra no hubiera existido. No es algo que puedan hacer a menudo, en los círculos de ambos hablar de la guerra es hablar de muerte, de perdida y de cambios. A su alrededor nadie puede olvidarse de lo que pasó por media hora para recordar lo que Hogwarts fue, pero ellos pueden.
Se divisan en el tren durante el primer año de los chicos pero no hay nada más que un leve reconocimiento y un movimiento de cabeza, algo más significaría dar explicaciones, y ellos no son amigos así que prefieren ahorrarse el mal rato. Ninguno contaba con que Scorpius y Albus se hicieran amigos, lo que en retrospectiva es bastante tonto porque ambos siempre tuvieron una conexión especial, con que el sombrero gritara Ravenclaw para ambos (Para Harry con absoluta sorpresa, para Draco con absoluto orgullo), que los hiciera compañeros de cuarto y no tardaran en ser inseparables. Empezar a verse más seguido fue inevitable, los chicos querían visitarse y juntarse en Hogsmeade para ir a las Tres Escobas y reunirse los días antes de clase para hacer sus compras juntos en el Callejón Diagón y pasar un par de semanas de las vacaciones juntos y en resumen hacer todas esas cosas que tanto Harry como Draco hicieron con su grupo de amigos y que obviamente querían que sus hijos vivieran.
Los divorcios de ambos ocurrieron casi al mismo tiempo y ninguno fue tan escandaloso como podría haberlo sido, Scorpius y Albus iban en su tercer año cuando el hecho de ser hijos de padres separados pasó a ser una cosa más de las que tenían en común. Ginny estaba cansada de quedarse en casa y ver como la vida se le iba sin hacer nada de lo que verdaderamente quería (y fueron las cartas de Luna hablándole de lugares desconocidos, de animales que probablemente no existieran y del mundo el empujón suficiente). Harry se sorprendió mucho menos dolido de lo que esperaba y los niños se quedaron con él mientras su madre se iba a conquistar el universo (Ginny siguió mandándoles lechuzas, llevándoselos por algunas semanas en las vacaciones y asegurándose de estar presente en navidades, cumpleaños y años nuevos. La Madriguera siguió siendo su punto de encuentro y los niños de la familia Potter-Weasley tuvieron que reconocer que en realidad, la separación de sus padres fue lo mejor que les pudo haber pasado). Scorpius vivió un poco más de drama cuando su padre se enteró de que Astoria lo engañaba. Draco se dio cuenta de que la situación dolía más por orgullo que por otra cosa y a pesar de que la humillación picaba, tampoco terminaron horriblemente y los Greengrass siguieron siendo una familia unida a la que Scorpius iba a visitar a pesar de que nunca logró llevarse bien con el novio de su madre.
Quizás fue ese el punto de quiebre, porque ahora no había ninguna Astoria mirando de reojo con suspicacia y ni una Ginny suspirando derrotada cuando Harry y Draco se reunían con los niños. El quinto año llego rápido para ambos y el tiempo no sólo había acercado a los pequeños si no también a sus padres que ahora mismo celebraban que el pequeño rubio hubiese sido nombrado prefecto (y las palabras de Albus eran de una alegría absoluta porque “¿te imaginas papá, todas las bromas que me iba a perder de haber sido yo?”). Los chicos se fueron a Hogwarts pero eso no impidió que Draco y Harry se juntaran porque su relación había dejado de ser hace tiempo sólo una causa de la relación de sus hijos. Ambos se encontraban divirtiéndose bastante a menudo y ya nadie los miraba raro como los primeros días de su amistad. Todo estaba por fin en su sitio, por eso cuando Draco sintió los labios de Harry sobre los suyos después de un par de Whiskys de fuego no se sorprendió cuando se encontró respondiéndole con gusto.