Jul 22, 2014 23:00
Hoy fui para una peluquería en contra de mi voluntad.
No he estado muy bien últimamente, debido a cosas y más cosas, y encima de todas las cosas, mi mamá intentó teñirme el cabello el domingo y las cosas fueron a peor, mi cabello terminó de tres colores diferentes y fue tan grave la situación que en cuanto dejó de estar mojado, me hice un moño y no me lo solté ya más. Decir que terminé "no muy feliz" es quedarse corto.
Mi mamá insistió en que fuera al estilista de mi tía, que estaba apenada por la catástrofe de los colores y que ella iba a darme el dinero. Yo no iba a ir (porque es caro y porque yo sé que no fue su culpa) pero tanto ella como mi tía insistieron. Así que fui hoy.
Al principio no estaba segura de haber hecho lo correcto (nunca me han gustado ese tipo de cosas), pero de todos modos necesitaba un corte de cabello y bien podía aprovechar. La cosa es que hoy fue uno de esos días en los que siento que nada de lo que hago o he hecho vale la pena, así que entré al establecimiento con mi mejor cara de "lo estoy haciendo, pero nada va a cambiar". Estaba equivocada.
Me tiñeron el cabello de un color apropiado, me lo cortaron muy bonito, y alisaron mis rizos para darle al cabello un estilo más "limpio". Cuando terminaron, alguien dijo que yo ya no era la misma muchacha que entró al salón esa tarde. Y cuando me miré en el espejo, realmente no lo era.
Me veía, me veo mejor, incluso más feliz, porque el color es un bonito tono de caoba y me gusta mucho la forma como lo cortaron y alisaron.
El punto que estoy tratando establecer (de manera no muy elocuente) es que yo pensaba que cambiar la forma como me veía por fuera no iba a ser suficiente para liberarme de mis problemas, y en verdad no lo fue. Pero sí fue suficiente para hacerme sentir que puedo llegar al final de la semana sin tener que tirarme al río más cercano. Es suficiente para hacer que me sienta bonita de nuevo, y es suficiente para darme cuenta de que no todo va mal a mi alrededor. De no haber tenido mi cabello mal teñido el domingo pasado, no tendría el bonito corte que tengo ahora.
Nunca subestimes el poder de un buen peinado, o de un bonito corte de cabello. Nunca subestimes el poder que algo tan simple puede tener sobre ti, cómo puede ayudarte a que te sientas capaz de terminar esa bendita cosa que siempre va mal y que parece no tener final. Y por sobre todas las cosas, jamás subestimes el poder que tiene el hecho de sentirte hermosa, porque yo lo hice, y de haber sabido la semana pasada esto que sé ahora, habría literalmente corrido a hacer una cita en la peluquería más cercana.
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