Jul 04, 2006 21:55
Hilos fueron movidos para que Jean y Claude consiguiesen un avión hacia Santiago de Chile. El viaje transcurrió sin incidentes en compañía de Sara, una técnica de operaciones que les fue encomendada para la misión. En Santiago de Chile los esperaba Terence (este es el nombre real del que hemos llamado Diesmar xD) que los condujo a su vieja avioneta que utilizaron para acercarse a unas montañas perdidas en los Andes. Aterrizaron a unos siete días de camino e iniciaron la marcha. Caminaban convencidos de que "algo" los espiaba tras la maleza, personas caucásicas vestidas de negro y con la cabeza afeitada. Durmieron en un claro, junto al camino, con cambio de guardia cada dos horas, y con dos hogueras. Esa noche se sumieron en un extraño sueño, una pesadilla horrible de la que apenas eran capaces de despertar. Los escenarios eran enormemente cambiantes, igual que los seres, todo era terriblemente cambiante y alterable. Las cosas se distorsionaban constantemente. Pero se resumía en la imposibilidad de volver atrás (avión destrozado) y un enorme barranco sin fondo abierto cerca, así como huellas de pies descalzos junto a las hogueras.
Al despertar al día siguiente todavía podían apreciar junto a las hogueras las huellas de los pasos, pero el barranco no estaba. Continuaron su avance hacia aquel recóndito lugar de los Andes. Caminaron de nuevo bajo aquella mirada impasible, en aquel tortuoso silencio, durante todo el día hasta caer la noche, una noche de transcurrir tranquilo, sin sobresaltos, sin pesadillas. Con el amanecer pudieron comprobar la existencia de huellas humanas descalzas junto a las hogueras.
Misma rutina durante el período regido por el Sol y mismo planteamiento de la noche. Un claro, dos hogueras, turnos de guardia cada dos horas. Claude despertó subido a un cubo de piedra en mitad de ninguna parte, sobre el abismo sin fondo. Cayó de la construcción y aterrizó un poco más abajo, junto a dos viejos egipcios ataviados como monjes. Se miró a si mismo, desnudo y desarmado. Los viejos le dieron ropa, alimento y un cuchillo y le señalaron los setecientes escalones hacia el sueño profundo y Claude los siguió. Camino que después seguirían Jean y Terence, aunque Sara se quedó arriba, expectante, sumida también en el sueño.
El mundo del Sueño Profundo, o Mundo de Oniro, era un mundo extraño en el que nada era del todo real, ni del todo mentira. Era un reino sin sentido ni continuidad, incoherente, ilógico. En este extraño lugar se encontraron con William, que como ellos, había llegado allí recientemente. Lejos, entre los árboles se veían refulgir cúpulas de oro, techos de una ciudad hacia la que los personajes se dirigieron.
cthulhu,
friki,
rol