Entre las hojas de un libro polvoriento,
con el aroma del pasado,
intacto a pesar del tiempo,
y sin miedo a ser descubierto.
Espera, bella flor, a que te encuentren,
unas manos que no saben que están buscando,
que sonrían conocedores al verte,
y no me culpen por haberte ocultado.
El carmín de tus labios ya no es tan rojo,
ni tu tacto tan feroz,
y
(
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