parte 1 >>>
En medio de la ceremonia del té, una de las bombas cayó en el patio contiguo a la habitación y todo estalló. Las puertas de papel desaparecieron y Lu Han recibió varios golpes de piedras por todo el cuerpo.
El pequeño pudo recuperar la movilidad días después. Por suerte no tenía nada roto ni heridas mayores, pero los moratones y golpes recibidos tardaron en curar.
Tras dos semanas de descontrol e inestabilidad, todo volvió a la normalidad y Lu Han continuó su reclutamiento, que aún duraría años y llenaría su vida de amargura y soledad, a veces contrastada con la compañía de Yixing, su fiel y único amigo.
Un día, un hombre llamado Reginald Johnston le visitó, recién cumplidos sus trece años. No hablaron mucho, pues era extranjero (al parecer, británico) y solo hablaba algo de chino con un acento muy gracioso, aunque Lu Han se aguantaba la risa. Decía estar al servicio de la corte y querer entrevistarle, así que él aceptó. Tras días observándole, se marchó.
Meses después, Yixing llegó a su habitación con un papel.
-¡Eh, Lu Han! ¿Recuerdas aquel hombre de ojos azules que se pasó días aquí para hacerte una entrevista?
-Cómo olvidarle...
-¡Pues ha mandado un ejemplar en chino de lo que escribió! Te lo leo.
«Parece estar físicamente robusto y bien desarrollado para su edad. Es un chico muy “humano”, con vivacidad, inteligencia y un entusiasta sentido del humor. Más aún, tiene excelentes modales y está totalmente libre de arrogancia. Aunque el emperador no parece haber sido malcriado aún, por las tonterías y futilidades que lo rodean, me temo que no hay esperanza de que resulte ileso de los peligros morales a través de los próximos años de su vida (años muy críticos necesariamente para un muchacho en su temprana adolescencia) a menos de que él pueda ser alejado de la influencia de las hordas de eunucos y otros funcionarios inútiles que actualmente son casi sus únicos acompañantes. Estoy inclinado a pensar que el mejor curso de acción a seguir en el interés del propio muchacho, sería sacarlo de la perjudicial atmósfera de la “Ciudad Prohibida” y enviarlo al Palacio de Verano. Ahí sería posible para él, vivir una vida mucho menos artificial y más feliz de la que puede bajo las presentes condiciones…»
-Tiene bastante razón... Pero no creo que pudiera ir al Palacio de Verano, la República dejó claro que debía permanecer aquí, aislado.
Aunque Lu Han lo desmintiera, aquel artículo causó un antes y un después en su vida. A partir de entonces, comenzó a alejarse del cuidado de sus sirvientes y empezó a ser más independiente y autónomo.
A los dieciseis años, comenzó un diario.
«En el tiempo cuando China era llamada una república y la humanidad había avanzado al siglo XX, yo seguía viviendo como un emperador, respirando el polvo del siglo XIX.»
Tras años que habían parecido siglos, pudo salir de la Ciudad Prohibida por primera vez. Fue a causa de la muerte de su madre, pero tampoco le resultó muy difícil de superar. Se mantuvo serio toda la ceremonia, sin mostrar pena ninguna.
A partir de entonces pudo romper con muchas de las convenciones y formalidades que regulaban su existencia y comenzó a salir más al exterior. Estaba harto de toda la represión que habían hecho en su vida.
Empezó su etapa de rebeldía al empezar a utilizar gafas y cortar su tradicional trenza manchú. Los miembros de la corte estaban escandalizados, pero no podían decirle nada al joven pues no tenía ningún tipo de repercusión en la sociedad.
Tras esto, tuvieron lugar los rituales y ceremonias correspondientes a las “Grandes Nupciales” del emperador.
La ceremonia de “Grandes Nupciales” también implicaba que había llegado a su mayoría de edad, en la que supuestamente debía convertirse en el gobernante de China, pero evidentemente no podía aspirar a ello.
Le presentaron centenares de mujercitas, a cada cual más descomplaciente. El chico no había mostrado interés por ninguna.
-Señorito, tiene que elegir alguna.
-No me gusta ninguna. No quiero casarme. No es necesario ni hace falta. Esto es una estupidez. Y he dicho que me dejen de llamar señorito -suspiró cansado, recordando que debía ser amable-. Por favor.
-No es ninguna estupidez, señor. Usted sigue siendo considerado una divinidad y las divinidades deben contraer matrimonio.
Miró al horizonte. Seguía enamorado de Byun Baekhyun, una vida después. Suspiró largamente hasta reflexionar y llegar a una conclusión.
-Está bien, déjeme mirarlas de nuevo.
Entró en la sala y fue una por una, mirándolas de arriba a abajo por cuarta vez. Esta vez se fijó en una con rasgos suaves y ojos rasgados casi gatunos, femenina, pequeñita, parecía tranquila.
-Esta -leyó el cartel que tenía en las manos-. Wen Xiu.
Su elección casi aleatoria también tuvo repercusión y protestas por parte de otra viuda de Guagxu, el antiguo emperador.
-¡Pero si ni siquiera quiero casarme con ella! -gritó Lu Han.
-Mantenga la calma, señori... Señor.
-No puedo. Es increíble que hasta la más mínima y despreocupada elección que haga sea criticada. ¡Yo no elegí ser emperador! ¡Ni casarme!
-Tranquilo. Solo tendrá que elegir a otra joven. La señorita Wen Xiu será su Consorte Secundaria.
Días después todas las jovencitas volvieron a la misma sala con los mismos cartelitos en las manos. Para Lu Han todo aquello era estúpido y le resultaba una pérdida de tiempo, pero quería quitarse ese tema de las bodas de una vez de encima.
Paseando entre las señoritas una vez más, destacó una más alta y robusta, con rasgos duros y el pelo rubio.
-Wan Rong.
Al volver tras decidir, una vez más un sirviente fue a argumentarle un nuevo problema.
-Debe tener más esposas, Señor. Así funciona.
Parecía que el chico iba a explotar en cualquier momento.
-¡Me niego! ¡Rotundamente! Dos esposas indeseadas son suficientes. Fin.
Las ceremonias fueron largas y desnervantes para un Lu Han que no quería casarse con nadie.
Tras intentos de relaciones sexuales y vida amorosa, ninguna tuvo su fruto y ambos matriminos resultaron infelices.
-Esposo, debemos engendrar hijos.
-Esa es tu función, no la mía. No soy el emperador de China y no necesito herederos. Gastaría mis fuerzas en un niño tan infeliz como yo lo fui.
Wen Xiu finalmente solicitó el divorcio en mil novecientos treinta y uno, mientras Wan Rong se refugió en el consumo de drogas.
-Qué desperdicio de tiempo -susurró Lu Han cuando se lo comunicaron.
Seis años después, Wen Xiu fue reemplazada por Tan Yulling.
En su diario Lu Han seguía escribiendo secretamente su desagrado.
«Yo me casé con un total de cuatro esposas o usando los términos empleados: una emperatriz, una consorte secundaria y dos consortes menores. Pero de hecho, no eran esposas verdaderas y sólo estaban ahí de adorno.»
Su vida diaria continuó sin alteraciones: vivía ignorando a sus mujeres y a su familia, centrado en el cultivo personal y en sus entrenimientos con Yixing. Seguía aprendiendo sobre astronomía y era cada vez más culto.
En mil novecientos veinticuatro, el republicano Feng Yuxiang tomó el control de Pekín y ordenó que Lu Han abandonase la Ciudad Prohibida con todo su séquito, dejando atrás a sus servidores y a gran parte de sus riquezas.
Sin saber muy bien qué hacer y con algo de dinero, el joven decidió mudarse a Tianjin. Su mayor tristeza fue alejarse de su buen amigo Yixing, que se quedó en la Ciudad Prohibida sin saber muy bien qué le depararía el futuro con el nuevo gobernador.
En esa época empezó a frecuentar a diplomáticos y políticos japoneses que alimentaron progresivamente las ansias de Lu Han de volver a ser monarca.
Tras intentos fallidos de gobierno en un territorio japonés, sin éxito, el ejército le colocó en la prisión de Fushun, en la que pasaría diez años de su vida bajo rejas.
Fue reeducado y condenado como traidor a su país, aunque por primera vez no era tratado con respeto y eso le resultaba reconfortante. Sí echaba de menos los cuidados de sus sirvientes, la buena comida, su cómodo futón, viajar y ver mundo, pero de la estancia en la prisión pudo sacar algo positivo, pues reflexionó y recordó prácticamente toda su vida anterior.
Cada día salía al patio, a una zona en la que nunca había nadie, y se sentaba en el suelo, mirando a un punto fijo y volviendo al pasado en sus pensamientos. Luego apuntaba en una libretita que tenía lo que había recordado cada día y pudo prácticamente reconstruir su vida pasada.
No sabía si al resto de personas les ocurriría lo que a él, si recordarían su vida pasada. Por miedo a ser mal visto o pegado nunca habló de ello con sus compañeros de celda, pero desgraciadamente sí fue obligado a hacerles mamadas o a dejarles que le violaran, pues no tenía fuerza física ni psicológica para impedírselo.
A veces, soñaba con Byun Baekhyun.
Tras una década encerrado, fue liberado en mil novecientos cincuenta y nueve. Al volver a Pekín, tuvo la oportunidad de trabajar en el Jardín Botánico de Pekín y más tarde como archivista de la Biblioteca Nacional. Ambos trabajos, tan tranquilos y normales le encantaban, había adquirido cierto gusto por todo aquello entre todos los lujos y riquezas de su vida hasta ahora.
A los pocos años, se debilitó y vivió sus últimos años de vida en cama. Posiblemente muriera de cáncer a los sesenta años.
Resumen de su vida nº4: Entre riquezas, sin familia y amor, vivió encadenado a un gobierno y a un amor.
V.
La quinta vida de Luhan fue, sin duda, la peor.
Nació bastante por debajo del tamaño y peso de un niño normal, prácticamente raquítico. Probablemente fuera prematuro, pero sus padres nunca le respondieron cuando él les preguntaba.
Estuvo ingresado durante sus primeros ciento siete días de vida en un hospital debido a sus graves problemas cardíacos. Cada día luchaba contra la muerte, que intentaba llevárselo.
Al ver fotos de su infancia, siempre estaba lleno de cables que le controlaban cada segundo. Él más mínimo fallo podía ser el final.
Siempre que quería ver sus fotos, su madre no quería. Al verlas, siempre lloraba y Luhan le decía en bajito:
-¿Por qué lloras, mami? ¿No te gustaba de pequeñito?
Y ella siempre respondía:
-Me gustas más ahora, que sé que no te vas a ir de mi lado.
Él siempre fue pequeñito. Al entrar al colegio, era igual de bajito que casi todas las niñas y al principio no importaba, pero con el paso de los años el resto de niños comenzaron a meterse con él.
-Eres tan bajito como las niñas porque eres una niña. ¿Verdad, Lulu?
Muchos días llegaba a casa llorando y corría hasta su madre a contárselo, pero ni ella misma sabía qué decirle al respecto. Según los días, le decía que les ignorara porque solo querían ser malos o que les pegara si eran muy pesados.
-Pero no pegarles fuerte sino suave, ¿vale? Para que se callen.
La primera vez que les pegó, sí se callaron, pero solo para correr hacia la profesora.
-¡Profe! ¡Luhan nos ha pegado!
Acabó castigado varias veces por ello en la silla de pensar.
«No es justo, son ellos los que se ríen de mí.... Yo solo quería que se callasen y me acabaron castigando a mí.»
Después de varios castigos, decidió dejar de pegarles. Total, siempre acababa castigado él en lugar de ellos. A partir de entonces, se empezó a hacer el sordo.
-Oídos que no oyen, corazón que no siente -le dijo a su madre.
-No es así, Lu -río ella.
-Ya lo sé, pero lo he adaptado para mi situación.
Ya en sexto de primaria, los insultos se empezaron a agravar.
-¿Sabes qué, Lulu? Eres un marica.
Esa fue la primera vez que Luhan se metió en una pelea de verdad. Les pegó hasta que le dolió la mano y les dejó amoratados y llorando. Le expulsaron tres días y le castigaron sin tele dos meses. Se volvía a repetir la misma situación de siempre.
Por aquel entonces solía estar siempre solo, pues eran casi todos los niños de su clase los que se reían de él. Algunos porque eran malos y otros solo por imitación, por miedo a quedarse sin amigos o que se metieran con ellos también.
Al entrar en la E.S.O., decidieron meterle en un instituto alejado, uno en el que no estuviera ninguno de sus antiguos compañeros, y allí conoció a Kyungsoo.
Él también era un chico pequeño y Luhan se sintió comprendido por una vez. Justo al colocarles en sus sitios, sentaron a Kyungsoo detrás de él. Después de pasarse las tres primeras horas de clase pensando cómo hablarle, en un cambio de hora le tocaron a la espalda y se giró.
-¡Hola! Me llamo Do Kyungsoo. ¿Cómo te llamas?
-Han, Lu Han.
En ese instante ambos empezaron a reírse y probablemente fuera ese momento el que les uniera para el resto del tiempo.
Por primera vez, Luhan tenía un amigo. Sus padres parecían aún más contentos que él. Al principio solo fueron compañeros de clase, pero más adelante cuando empezaron a ponerse juntos para los trabajos de clase, quedaban por las tardes para hacerlos y luego tomaban algo empezaron a ser muy íntimos.
Un día que habían quedado en un parque para dar una vuelta, Kyungsoo llegaba tarde. Luhan esperó quince minutos y cuando iba a llamarle, un grupo de siete chicos se le acercó. Al verles de cerca los reconoció, eran sus antiguos compañeros de clase.
-¡Eh, Lulu! ¿Qué tal estás?
-Se te ve muy limpio, ¿no crees? -uno de ellos, que tenía una Coca Cola en la mano, se la tiró por encima.
-¿Recuerdas cuando nos pegaste aquella vez? Nos dejaste muchas cicatrices -el más fornido de ellos le agarró de la camiseta y le levantó-. ¿No crees que es hora de devolverte el favor?
En ese momento, se oyeron unos pasos tras él y Luhan cayó al suelo.
-¡Eh! ¿¡Qué le estáis haciendo!? -gritó Kyungsoo, poniéndose delante de él.
-¡Anda mira! Su novio. Al final sí que era marica -todos empezaron a reírse al unísono-. Es tan pequeño como tú... Le elegiste por eso, ¿verdad?
-¡Dejadle en paz! -Kyungsoo intentaba defenderle mientras él intentaba levantarse del suelo.
-Ay, su amiguito se nos está poniendo violento... Vamos a enseñarles lo que es violencia de verdad, chicos.
-¡Sí! -gritaron todos mientras se iban acercando a ellos.
-¡Kyungsoo! ¿¡Qué haces!? ¡Quítate!
-¡No!
Ambos recibieron una paliza casi mortal. Por suerte, unos vecinos que escucharon los gritos llamaron a la policía y enseguida todos ellos salieron corriendo.
Luhan, tirado en el suelo, podía ver dificultosamente y vio frente a él a Kyungsoo, inconsciente. Se arrastró hasta él con los ojos llorosos y le abrazó, llenándole su pelo azabache de sangre y lágrimas.
Segundos después llegaron las ambulancias, llevando a los chicos al hospital.
Tras meses de recuperación, Luhan pudo volver a caminar. Le habían roto varias costillas y el brazo, pero por fin podía volver a casa.
Kyungsoo en cambio tuvo que reposar más tiempo, pues le habían roto el fémur de la pierna izquierda y tardó mucho más que su compañero en volver a la normalidad.
-No pasa nada, Luhan. Eres mi amigo.
No le gustaba llorar frente a nadie, pero Kyungsoo era demasiado bueno con él y no pudo evitar el llanto en una de sus visitas. Mientras, él simplemente le acariciaba la cabeza en silencio.
Por suerte en los años venideros no cabe destacar nada pues tuvo una vida bastante normal. Sus compañeros de clase terminaron todos en un reformatorio, aunque nunca supo qué delito les llevó a ello.
Terminó la E.S.O. con notas brillantes y pudo ir junto a Kyungsoo a la mejor facultad de la ciudad. Allí, conoció a su primera y única novia, Sunhi, la cual, como su nombre indica, le trajo la felicidad.
Siempre junto a Kyungsoo pudo disfrutar de una vida universitaria excelente. Estudiaba Periodismo, aunque no le apasionaba, pero era una carrera bastante satisfactoria. Nunca había sabido qué hacer, pero Periodismo le atraía.
Terminó sus estudios con muy buen expediente, se dedicó un año a un master en Periodismo Cultural y después se fue a vivir con Sunhi.
Al enterarse de la muerte de su buen amigo en un accidente de tráfico, pasó meses sin poder hablar. Quería buscar trabajo pero cuando se preparaba, se ponía el traje y, al verse al espejo, recordaba todos aquellos
Probablemente sin Kyungsoo su vida perdiera un poco el sentido. Siguió adelante, sí, pero sin esa sonrisa con forma de corazón a su lado era muy difícil.
Se casó, tuvo hijos, todo eso que hace la gente cuando se hace mayor.
Poco a poco se olvidó de vivir, aunque siguiera viviendo. Dormir era su arma infalible, pues recordaba momentos con Kyungsoo y era un poco más feliz. Al despertar, la vida volvía a perder su magia.
Lo peor es que él no sabía que le importaba tanto ni que era tan esencial para él. Nunca le había dicho que le quería ni le había dado las gracias por todo.
Por suerte Sunhi no le dejó. Temía que le pidiera el divorcio, pero no lo hizo. Sospechaba que tenía algún amante, pero no le daba importancia. Tal vez, si la descubriera, entonces sí que le dejaría. Necesitaba a alguien a su lado que le cuidara o no sobreviviría a la vida.
Murió de pena, probablemente. El alcohol le destrozó el higado.
Resumen de su vida nº5: Sufrió mucho y, cuando encontró a su alma gemela, no supo reconocerla.
VI.
La sexta vida de Luhan fue bastante rara.
Al principio era normal. Hasta que, a los cinco años, recordó su vida pasada. Todo.
Entonces empezó a contarle todo a sus padres. Ellos le escuchaban y pensaban «qué cosas tiene este niño». Pero a los quince años seguía con la misma historia.
-¿Sabéis? En mi vida pasada me hacían bullying.
-¡Una vez me dieron una paliza que casi me muero!
-Fui prematuro pero después de mucho tiempo en el hospital pude desarrollarme y crecer.
Tras años y años de escucharlo, prácticamente ellos también conocieron la historia de su hijo. Llegado un momento, parecía que vivía solo para recordar su vida anterior. Cansados, sus padres decidieron llevarlo a un psicólogo. Tras varias visitas, el psicólogo sacó conclusiones y habló con los padres.
-Creo que Luhan tiene un desbordamiento de imaginación y se inventa todo eso de su vida pasada. Tal vez deban ponerle en actividades extraescolares para que trabaje el cerebro y la imaginación y abandone esa obsesión por esa fantasía suya.
Eso hicieron. Le apuntaron en ajedrez, ballet, dibujo, baloncesto, guitarra y todo lo que se les ocurría, pero no había manera. Él, harto de que sus padres le trataran como a un loco, decidió escribir un blog. Lo tituló «Vidas anteriores».
Motivado por la causa, comenzó a informarse sobre todo el tema de las vidas y reencarnaciones. Buscó tanto en Internet como en enciclopedia, libros y bibliotecas, encontrando mucha más información de la que esperaba.
Según muchos, los humanos éramos como los gatos y teníamos siete vidas. Otros tantos decían que era por la reencarnación, porque al morir pasábamos a ser otra persona o ser dependiendo de su karma. Todo aquello le fascinaba.
Así comenzó a documentarlo todo en su blog, contando de vez en cuando alguna de las anécdotas que recordaba de su vida pasada. Al principio no le dedicaba mucho tiempo, pues estaba ocupado por sus padres con las actividades extraescolares, pero en cuanto se fue a la universidad y se independizó pudo dedicar parte de su tiempo libre al blog.
Increíblemente comenzó a recibir comentarios de gente igual que él, que recordaba su vida pasada. Pasó de dedicar treinta minutos al blog a horas y horas simplemente por el hecho de leer y responder a todos los comentarios que recibía.
Tiempo después, tras descubrir una aplicación de Blogger, pudo habilitar su blog con la opción del idioma, dando la posibilidad de que gente de todo el mundo pudiera leer lo que él escribía.
Al principio eran unos pocos pero comenzaron a ser cada vez más y más, de todos los idiomas imaginables, sintiendo que había encontrado la manera de reunir a todos los incomprendidos del mundo como él.
Sin darse cuenta, empezó a hacerse famoso. Comenzaron a mandarle e-mails con peticiones para hacer entrevistas online e incluso en radio y televisión. Le sacaban como «Luhan, el chico que ha revolucionado Internet con sus historias de vidas pasadas».
-Y cuéntanos, Luhan, ¿cómo asimilaste toda esa información de repente si eras tan pequeño?
-Bueno, para mí era como un juego de adivinanza -el público río con él-. No porque mi vida anterior fuera muy interesante sino porque el hecho de recordar cosas de cuando era mayor me parecía alucinante. Era un niño de cinco años, es lógico.
El día que una productora le dijo que le pagaría para que viajara por el mundo visitando y escuchando a los que, como él, recordaban sus vidas pasadas, fue para él el mejor día del mundo.
Terminada la carrera de Sociología, Luhan preparó su mochila y comenzó su ruta por el mundo, emocionado e ilusionado. Pensar que hablar de su problema le había llevado a poder viajar el mundo le hacía tremendamente feliz. Eso demostraba que nunca había estado loco.
País por país, se alojó en las casas de todos aquellos que le conocían y habían leído su blog. Aquella hospitalidad le hacía emocionarse.
-Gracias a tu blog me di cuenta de que no estaba loca y pude hablar sin presiones ni miedos sobre mis recuerdos. Nunca antes fui capaz de contarle nada a nadie por temor a que me tacharan de enferma.
-Yo mismo creía que todas mis memorias eran mentira, que me las había inventado, pero al leerte pude creer en mí y en mi cerebro sin pensar que me mentía.
-Mis padres me convencieron de que tenía algún problema o enfermedad y fui al psicólogo e incluso al neurólogo, pero nadie era capaz de decir qué me pasaba. Después de leer tu blog, por fin dejé de buscar excusas y vi que era parte de mí.
Todas aquellas historias eran emocionantes e incluso algunas inverosímiles, pero Luhan les creía a todos al igual que ellos creían en él.
Nunca se había sentido tan querido y aceptado hasta ese momento, en que tanta gente le confió sus secretos y abrió un poco su corazón.
Un día, empezó a sentirse un dolor muy fuerte en el abdomen y el corazón mientras estaban en Rusia a bajas temperaturas. Le llevaron al hospital y descubrieron que tenía una aneurisma en el corazón que necesitaba cirugía inmediata.
El día de su muerte, antes de ir al hospital para su dificultosa operación, escribió la última entrada en su blog, temiendo que no pudiera volver a escribir.
Simplemente escribió «Nos veremos en mi próxima vida.»
Resumen de su vida nº6: Fue capaz de convertir un"defecto" en una virtud que ayudó a miles de personas tan incomprendidas como él.
VII.
Luhan cree que su séptima vida fue la mejor.
Su infancia fue normal. Sin bullying, sin ser emperador, sino como un hijo responsable y bueno. Le encantaba el futbol y quería ser futbolista.
Mientras iba de compras con sus amigos, fue descubierto por la SM Entertainment, una agencia de talentos, productora y editora de música pop Coreana. Luego, en dos mil nueve entró como trainee a través del S.M. Casting System.
Se mudó a Corea y pasó dos años difíciles entrenando como bailarín y cantante, un sueño que también tenía. Además, le costaba expresarse porque no dominaba el coreano, pero se puso a aprenderlo con todas sus ganas y acabó hablando bastante fluido y comprendiendo prácticamente todo.
No recordaba a Baekhyun ni a Yixing ni a Kyungsoo, pero sin duda habían vuelto a su vida.
La fama continuó de una vida para otra.
Con el ya conocido flashback, revivió una tarde en la ducha toda su vida anterior y sintió una enorme necesidad por descubrir más.
Recordaba aquel blog que había escrito, pero no recordaba el link ni el título que le había puesto. Tras mucha búsqueda, lo encontró.
Todo aquello le hizo reflexionar mucho sobre el tema y pensarlo. Si el blog no estaba mal, aquella era su séptima vida y, si era como los gatos, no volvería a nacer. Cuando muriera, moriría para siempre.
Su existencia se vio afectada, pues se cuestionó hasta la más mínima gota de ella. Pero, al final, acabó llegando a la conclusión de que, viviera o no, debía disfrutar de esa vida hasta el último segundo sin excepción.
No podía ponerse a pensar y olvidarse de vivir.
Decidió que el siete sería su número clave, pues era para él un símbolo de fuerza y vida.
Siete vidas que debía recordar símbolicamente, aunque no las recordara.
En dos mil doce consiguió por fin debutar en un grupo llamado a EXO junto a sus once compañeros y cumplió uno de sus sueños, sintiéndose realizado. Aunque las fans no entendieran el significado del siete, ahí estaba.
Actualmente, sigue viviéndola.