Soy un mercenario, lo reconozco. La semana pasada empecé a darle clases particulares a un chaval de 1º de bachillerato, concretamente de matemáticas y, concretamente solo durante diez días laborables para su global de matemáticas. A partir del segundo día me dieron ganas de decirle a su madre que se buscase otro profesor particular... claro que luego pensé en el dinero y dije "no".
Llevo siete años dando clases particulares, he tenido alumnos de unos cuantos colores, más vagos, menos vagos, más listos, menos listos... Hay que ser sinceros, salvo honrosas excepciones (siempre en alumnos de 2º de bachillerato) eran todos bastante vagos, pero la mayoría de ellos cumplía con la exigencia mínima de que querían aprobar. A mí me gusta dar clases, aunque la mayor parte las doy de matemáticas que no es mi asignatura preferida, me invento historias, chistes malos, y tengo doscientas chorradas que contar sobre todo; pero lo que no soporto es dar clases a gente que tiene un interés no nulo, sino negativo.
El peor de los casos fue un hermano de una compañera mía de colegio, un producto de la educación en España que estadísticamente entraba dentro de los "aprobados" pero que no sabía absolutamente nada: sumar fracciones, polinomios, y una ecuación de primer grado eran imposibles para él (con casi 18 años); incluso a un amigo mío, que le daba lengua, le llegó un día "fumao".
Puedo asumir que hay gente que no tiene el mínimo interés por aprender nada, me cuesta pero no puedo negar que existan. Lo que no me cabe en la cabeza es la actitud de algunos padres con hijos de entre 14 y 16 años; "quiero que mi hijo sea feliz", "si no apruebas el inglés te mandamos a Australia", "lo importante es que sean buenas personas". A otros los castigan el día de las notas, no por las seis asignaturas suspensas, sino por decirle a su madre "que lo importante es participar" pero eso sí, dos días antes le habían regalado a su hijo una bicicleta de trial.
Luego llega la eterna afirmación "esto no vale para nada", "¿para qué sirve?" de los alumnos; me lo ponen a huevo porque por fortuna hay millones de aplicaciones para las matemáticas, la física, la química y la biología. Pero al final la afirmación no es más que una excusa para justificar el no querer hacer nada.
Todo el mundo estudia por algo, podría decirse que por lo que en economía se llama "utilidad"; según esto las personas invertimos nuestra renta en adquirir productos de forma que la "utilidad" obtenida sea máxima. Cuando se habla de utilidad no se habla solamente de dinero, sino de cualquier otro tipo de beneficio objetivo o subjetivo. Yo creo que lo mismo pasa con cómo invertimos nuestro tiempo estudiando o haciendo otras cosas.
Recuerdo que cuando iba a 8º de EGB estaba harto del colegio, de que me tratasen como un idiota, de tener que hacer fila para subir a clase, de mis compañeros de clase, de las lentas horas de asignaturas, de hacer plástica (sobre todo), de memorizar nombres de escritores y fechas sin lógica. Estudiaba, poco, pero lo hacía porque sí, me gustaban las matemáticas porque era como hacer crucigramas y odiaba historia. Sacaba buenas notas simplemente porque no me hacía demasiada falta demasiado tiempo para aprender cosas.
Cuando empecé el bachillerato me encontré con buenos profesores, algunos de ellos muy buenos y una de ellas "entusiasmadora". Lo de menos era explicar física y química y aprender cosas porque sí, lo importante era que con ellas podías explicar cosas, muchas de ellas que pasaban en tu casa (como que la coca cola perdiese el gas al abrirla). Era impresionante, porque además te mostraba que detrás de eso podías aprender mucho más, que de repente podía empezar a explicarte cómo se supo que en el Sol había helio, por qúé la ropa se secaba mejor con aire y bien extendida, por qué el gas de un mechero está líquido. Lo mejor era que podías, sin ayuda, dar explicación a cosas que no sabías. Fue entonces cuando empecé a estudiar simplemente por saber, no por sacar buenas, sino por el mero hecho de saber cosas y lo que es más importante de saber por qué son así. Para mí fue un descubrimiento pensar que Marte era rojo por el óxido de hierro, o que la ley de la conservación de la masa había sido tan importante. Eso sí llenaba mi cesta de la compra.
Pero ésa no es la respuesta que les puedo dar a algunos de estos alumnos, que en el fondo lo que no quieren es esforzarse, y lo que es peor no tienen ningún interés en saber absolutamente nada y, aún mucho peor, sus padres tampoco. Lo que llena la cesta de su compra es jugar a la videoconsola, los coches o el surf.
P.D. También reparto un beso para aitnacpor añadirme a amigos, aunque me dé miedo :).