Desde que ví
esta manta en el
knitty del otoño de 2006 sentí curiosidad por cómo estaba tejido cada cuadrito. Como no era cuestión de empezar otra manta, ya que tengo
una a medias y
la colaborativa pendiente de coser, se me ocurrió hacer este cojín. Está tejido en lana Katia Mexico y cumple una de mis premisas a la hora de empezar a tejer: aprender cada vez algo nuevo. En este caso, el cuadrito está tejido con pasadas cortas que es lo que hace el efecto de burbuja en la lana.
Empecé a tejerlo el año pasado por estas fecha. La idea era regalarlo, pero después me pareció que un cojín no era un regalo adecuado. Así que lo dejé aparcado, también porque me daba pereza coser la funda. En el verano pasé por una tienda de retales a comprar cualquier cosa y encontré esta loneta verde y también ánimos para coser a mano la funda y el cierre con velcro. Los sofás de casa son de color azul, así que este cojín no pegaba para nada con ellos. Y siguió aparcado otra temporada. A finales del verano mi suegro terminó de restaurarme dos mecedoras que eran de mi abuela y de su hermana y les puso la tela que se ve en la foto. Pero no fue hasta hace poco que me dí cuenta de que el cojín quedaba genial sobre las mecedoras. Aún así ha estado otros cuantos meses descansando por ahí, en espera de tener un ratito para ponerle el relleno.
Este es el último de los proyectos del año pasado que me quedaba por enseñar por aquí. A pesar de todo, ha sido un año productivo. El hecho de estar enganchada a tantas series hace que teja más. Al final del día, si no tejo un ratito, me quedo dormida con los créditos de inicio. Desde que nació Sara, tengo poquísimo tiempo para tejer, aún así, algunas noches me quedo hasta las tantas para tejer un par de vueltas. Me relaja mucho y me conecta con la persona que hay dentro de mí después de interminables jornadas de intensiva maternidad.