Tal vez no se necesita nada de nadie para ser feliz.
Ni un abrazo. Ni un beso. Ni una palabra, regalo o promesa.
Tal vez aquello que consideramos felicidad sean tristezas maquilladas.
Buscamos llenar vacíos con más huecos.
Nos rodeamos de expectativas, máscaras y distracciones.
Nos engañamos entre nosotros, con miedo a quedarnos solos.
Sonreímos para las fotografías pero suspiramos al cerrar la puerta de nuestra habitación.
Nos convencemos que lo que perseguimos nos hace felices.
Que todo está bien, que sólo estamos cansados.
Pero en el fondo sabemos que no hay gozo en la rutina.
No hay gozo en las mentiras, las expectativas ni en las promesas vacías.
Tal vez me he equivocado todo este tiempo respecto a lo que "quiero".
Lo que quiero tener, con quién quiero estar, lo que quiero hacer...
Tal vez nada de eso sea la felicidad que he estado buscando.
Tal vez a veces pretendemos saber qué queremos cuando ni siquiera nos conocemos.