La Saga de las Musas: "'Tarde de chicas!"

Feb 27, 2015 06:44


Y es que no todo es trabajo para las Musas del Olimpo.

Ni siquiera para las que parecen nunca descansar.

La Saga de las Musas: "¡Tarde de Chicas!"
por Enia

------------------------------------------------------Nota de la Autora: A efectos orientativos mínimos, listo las musas de cada quien.

Las mías son las originales: Calíope, Polimnia, Clío, Melpómene, Euterpe, Terpsícore, Erato, Talía y Uterpe.
Las de Mordaz tambien son nueve: Feroz, Dramona, Misteria, Erótica, Coherencia, Culta, Provocadora, Epica e Irónica.
Los musos de Giovanni son tres: Inicio, Nudo y Resolución.
Las musas de __Marion__  son cuatro: Fenix, Wanda, Tormenta y Jubilee.

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Fuente de Castalia - Delfos humano



-Este lugar es medio… soso, ¿no te parece? -dijo la turista, paseando la vista por la plaza de piedra, bordeada por una canaleta por donde un hilo de agua de morondanga corría sin cesar.

-La verdad que no tiene gran encanto -replicó su compañera.

El sol caía a plomo, haciendo que ambas sudaran a raudales. Los sombreros no evitaban que la piel se les estuviera poniendo roja y ambas se sentían casi estafadas.

-Digo, siendo el lugar de las musas y del oráculo y toda esa cháchara sobre que las chicas que usaban como oráculos alucinaban con sus aguas y así obtenían sus predicciones y bla, bla, bla..., esperaba encontrarme con un sitio más bonito… más mágico.

-Sí… -concordó su amiga, defraudada.

Igual, levantó su cámara y disparó unas cuantas fotos, en ninguna de las cuales quedó retratado el lugar que la magia del Olimpo ocultaba a los ojos de los mortales.

Fuente de Castalia - Delfos Olímpico



El sol brillaba sobre las tranquilas aguas de la Fuente de Castalia. La laguna, rodeada de suave césped, frondosos árboles, piedras grandes que servían para sentarse o recostarse, y un pequeño muelle de madera, vibraba con el parloteo de las quince mujeres desparramadas en un semicírculo entre el agua, las rocas y el césped, disfrutando del sol y la sombra de los árboles añejos.

-¡Aaahhh! ¿No es éste un día perfecto? El cielo tiene un azul precioso, el sol brilla pero no achicharra, esas nubes de por allá parecen adorables conejitos de algodón de azúcar, el aire huele maravilloso, el agua está fabulosamente fresca… -sentada en una roca de la orilla, con la túnica arremangada hasta la mitad de los muslos y los pies sumergidos en el agua, Talía volteó el rostro hacia el sol con los ojos cerrados.

-Cuidado, Tali… parece que estás por tener un orgasmo-dijo Provocadora, cuya concesión a la ocasión y el clima había sido ponerse unos pantalones cuyas perneras parecían haber sido arrancadas a mordiscones y no llevar sostén debajo de su raída camiseta de tiras.

-Mmmm… ¿no sería eso fantástico? -la musa sonrió con satisfacción sin moverse, mientras Culta, que estaba sentada en la piedra contigua, observaba las cristalinas aguas con expresión concentrada.

-Estas aguas no son orgásmicas… no recuerdo haber leído o escuchado jamás algo parecido -aseveró-. Sus vapores son totalmente alucinógenos para los humanos, por supuesto, pero no provocan orgasmos.

-Me importaría un pepino si son alucinaciones o no, si el resultado son orgasmos múltiples -señaló Polimnia que junto con Erótica, flotan sobre colchonetas inflables a un par de metros de la orilla. Polimnia lleva un traje de baño de dos piezas que parecen sedas sujetas de manera precaria pero artística.

-Lo que a mí definitivamente me importaría es que sean VARIOS -dijo Erótica había decidido que “para llevar esas mierdas de telas, mejor nada. Que luego me queda marcas” y retozaba desnuda, con su largo pelo negro sujeto con un moño precario en la coronilla.

-Sí, exacto… ¡Cali! El paquete de beneficios por los servicios que prestamos al Olimpo, ¿incluye que estas aguas provoquen alucinaciones que lleven a orgasmos múltiples? -preguntó Polimina, levantando la cabeza y mirando a su hermana a través de sus anteojos de sol nuevos.

Calíope, que estaba leyendo un libro sentada sobre una manta bajo un sauce, junto con Euterpe, Dramona y Provocadora (que en otra manta habían montado un gran despliegue de comida y sobre una piedra plana y alargada, tenían alineadas botellas, hielo, fruta, jarras y vasos), levantó la vista de las páginas impresas y frunció el ceño.

-No que yo recuerde.

-Creo que deberíamos renegociar ese paquete -señaló Provocadora, que estaba lanzando sus desgastadas zapatillas negras a un costado para quedarse descalza-. ¿Quién quiere probar unos tragos que estuvimos inventando con Dioni el otro día? -preguntó a continuación, restregándose las manos.

-¡Yo, yo! -dijo Melpómene, que se balanceaba en una hamaca paraguaya atada a los tronco de dos árboles, cerca de Culta y Talía.

-¡Yo quiero un mojito! ¡Con mucha menta, mucho hielo y mucho pomelo rosado! -anunció Terpsícore, que practicaba movimientos varios dentro del agua, flotando cerca de Polimnia.

-¡Yo también quiero uno de esos mojitos! -se plegó Coherencia, que sentada en una reposera entre la hamaca de Melpómene y la tumbona de Épica, rebuscaba en su bolso.

-¡Marchando! -anunció Euterpe, pasándole hielo a Provocadora que deshojaba menta mientras Dramona pelaba pomelos.

-Mierda, me lo olvidé. ¿Alguna tiene bloqueador solar que me preste? -preguntó Coherencia, dándose por vencida con su bolso.

-¡En mi bolsa de bordado hay uno factor 30! -anunció Terpsícore desde el agua-. Clío, ¿se lo pasas?

Clío, que junto con Misteria estaban sentadas en el pasto en el medio del claro, justo donde el sol se colaba por entre las ramas de los árboles, se estiró hacia atrás para tomar el bolso de su hermana y mirar dentro.

-¿Y desde cuándo es que bordas? -preguntó Feroz, que se distraía limpiando su colección de armas blancas pequeñas sentada en un tatami que había desplegado junto a la tumbona de Épica.

Coherencia se puso de pie para ir a buscar el tubo de protector que Clío había desenterrado de entre hilos y tela (se clavó la aguja en el proceso) y Terpsícore se encogió de hombros, flotando en el agua.

-Me enganché en la casa de Enia. Es uno de sus pasatiempos. O al menos, lo era cuando veía bien.

-Que te contagie sus pasatiempos es señal de que cuando van a verla, trabajar en sus escritos no es exactamente en lo que ocupan el tiempo -dijo Erótica.

-Nuestro tiempo con ella está lleno de intereses varios, muchas gracias -señaló Euterpe.

-Y de comida -murmuró Melpómene desde su hamaca para agregar en voz alta-: Pues hablando de tiempo, ocupado o no, ya que vamos a modificar el paquete de beneficios, yo digo que pidamos más días libres. Los chicos tienes tres días más que nosotras-propuso.

Coherencia esparció protector por su rostro con meticulosidad y miró a Melpómene por entre las pestañas.

-¿Tú te estás juntando mucho con Atenea, verdad?

-¡No, ni loca! Desde que todo el mundo está como loco por la película de Cincuenta Sombras de Grey, la evitamos como a la peste. Está intratable.

-Y cuando se entere que Inicio, Nudo y Resolución tienen cuatro días libres más que nosotras, se va a armar. Mejor mantenerse lejos -dijo Talía.

-Realmente… ¿Inicio, Nudo y Resolución? ¿El cliente no pudo haber elegido nombres más obvios? -dijo Dramona cortando un limón en rodajas finitas.

-Sobre gustos… -respondió Euterpe.

-¿Por qué ellos tienen más días que nosotras? -preguntó Culta, intrigada.

Melpómene se encogió de hombros.

-Porque los habrán negociado, supongo.

-¡Qué negociación ni negociación! Es porque son hombres -dijo Clío y le pasó un esmalte de uñas violeta a Misteria-. Este me gusta.

-¿Y pintitas en lila? -preguntó la musa de los eternos anteojos oscuros.

-¡Sí! ¡Amo el lila!

-Ya que haya “musos” es raro, pero que encima tengan mejores beneficios es insultante. Quizás Atenea DEBERIA enterarse de la desigualdad en días libres-sugirió Culta, que había decidido seguir el ejemplo de Talía y tenía las piernas sumergidas en el agua hasta las pantorrillas.

-Podríamos enviarla a tratar el asunto con Apolo. Conseguir más horas libres, más días libres… ¡ ¡Y sesiones de Spa! -Polimnia se emocionó con la idea y casi da vuelta la colchoneta inflable en donde estaba tirada.

-¡No, Spa no! -protestó Épica cuya única concesión al día y el lugar había sido ponerse una remera de tirantes que dejaban los tatuajes de sus brazos (una valquiria y una princesa guerrera celta) al aire-. Que te hacen quitarte toda la ropa para quedarte únicamente con una bata de morondanga.

-Sí, Spa sí -replica Coherencia-. Que tú tengas esa fobia idiota a que la gente te vea los pies descalzos, no es nuestro problema.

-De verdad, Épica, lo tuyo es para revisar. ¿No tienes calor con esas botas y esos pantalones? -preguntó Melpómene, que usaba su pie desnudo para empujar la hamaca y llevaba una túnica extra corta cuya falda se amontonaba en sus caderas.

-No -replicó la aludida.

-¡Cali! En la modificación del paquete de beneficios, incluyamos sesiones de sexo regular que en el caso de Épica, sea fetiche. Con alguien a quien le pongan los dedos de los pies -sugirió Erótica.

-¡Ok! -respondió Calíope, pasando otra hoja de su libro.

-¡Ni se les ocurra! -exclamó Épica, enderezándose en su poltrona.

-Que además se detalle que no sólo debe querer VERLOS, sino TOCARLOS -agregó Provocadora, divertida.

-¡Y embadurnarlos en cosas y chuparlos! -aportó Erótica.

La musa de las botas de combate la miró con el ceño fruncido y con un movimiento ágil, cogió uno de los shuriken que Feroz tenía desparramados en el tatami junto a ella y lo lanzó al colchón inflable de Erótica, rajándolo.

-¡Hey! ¡Ese es uno de mis shuriken favoritos! -dijo Feroz, molesta.

-¡Epica! ¡Que me pasó rozando! -se quejó Clío, ganándose un coscorrón por parte de Misteria.

-¡No te muevas, que te pinto mal!

Un silbido estruendoso pobló el lugar, al tiempo que Erótica chapoteaba en el agua al hundirse su cama flotante y todas se carcajeaban con lo poco glamoroso del revoleo de brazos y piernas.

-¡Épica! -chilló, escupiendo algo de agua, con el pelo chorreándole por encima de los pezones erizados.

Satisfecha, Épica sonrió de lado, cerró la mano derecha en un puño y empujó sus anteojos de sol con el dedo medio a lo largo de su nariz hasta que quedaron debidamente acomodados. Cruzando los brazos tras su cabeza, se recostó en la reposera.

-Ya que estás mojada, sé buena y tráele su shuriken favorito a Feroz, cariño -dijo con los ojos cerrados.

-Volviendo al tema que nos ocupa, entonces: el objetivo es conseguir igual cantidad de días libres que los chicos, y/o reducir las horas laborales -apuntó Melpómene.

-A nosotras eso no nos afecta. Tenemos contrato de exclusividad de siete días a la semana, veinticuatro horas al día. Exceptuando los días libres -apuntó Misteria, mirando con ojo crítico (a través de sus anteojos de sol) las pequeñas pintas lilas que estaba haciendo en las uñas de Clío.

-¡Es fabuloso! ¡Todo el tiempo, todos los días! ¿Tienen una idea de cuán cansador es estar a disposición de un escritor TODO EL BENDITO TIEMPO? -preguntó Feroz, con el pelo rojo un poco alborotado.

-Sí, muchas gracias por ese contrato, por cierto -dijo Dramona, lanzándole una cáscara de naranja a Calíope.

-No sé por qué se quejan conmigo. Yo no negocié ni acordé nada con nadie. Eso fue cosa de Apolo -dijo Calíope, analizando la bebida que Provocadora le estaba pasando con ojo crítico -¿Qué tiene?

-No preguntes tanto y bébetela -dijo Euterpe, que medía cantidades de diferentes botellas en el bar que habían montado sobre una piedra larga y plana.

-Además, ¿de qué se están quejando? ¡Si Mordaz casi no ha escrito nada en MESES! -señaló Polimnia.

Un segundo shuriken cruzó el predio y rajó su colchoneta, con lo que hubo un nuevo grito, un nuevo silbido, más chapoteos poco glamorosos y más carcajadas.

-¡Me cag…! ¡Si es verdad! -Polimnia escupió agua, parándose en el fondo poco profundo con el agua llegándole a la ingle.

-Te dije que esa telita de mierda era más un estorbo que deja marcas que algo útil -señaló Erótica, que se había tendido en una roca de la orilla cuando perdió su colchoneta. Polimnia intentó cubrir lo que la tela mojada no ocultaba para nada. Suspirando derrotada, se dirigió hacia el pequeño muelle donde había dejado su toalla.

-Nosotras no somos improductivas -señaló Épica, lanzando su larga trenza hacia atrás al volver a acostarse luego de lanzar el shuriken.

-No dije que lo sean. Sólo digo que Mordaz no ha estado alcanzado las metas de productividad por bastante tiempo -dijo Polimnia.

-Apolo está planificando ir a visitarla, para ver qué problema tiene -agregó Calíope, que tras un primer sorbo tentativo, se había zampado todo el trago sin casi respirar.

-¡¿Qué?!

-¡¡¿¿Por qué??!!

-¿Cuándo?

Las exclamaciones de las musas de Mordaz hicieron que Calíope las mirara.

-¡No se preocupen! Es el procedimiento estándar. Lo hizo con Enia hace poco, que tampoco ha escrito nada en meses -aclaró.

-Por supuesto, tuvo ese problemita… -dijo Talía.

-¡Qué problemita ni problemita! ¡Vagancia es su problema! -señaló Terpsícore, que en la última sesión había intercambiado opiniones con Enia cuando ésta dijo que la protagonista de su último escrito no iba a bailar.

-Bájate de la parra, Tipi querida, que la chica estuvo enferma -sugirió Clio, sacudiendo su mano derecha delante de Misteria para que terminara con las uñas que había dejado a medio hacer cuando escuchó de la posible visita de Apolo a su clienta-. Como sea, lo importante es que ella lo distrajo con medialunas de dulce de leche -agregó.

-Sí, se las comió todas y se fue chupándose los dedos y con ganas de volver por más -señaló Euterpe, acercándole su trago a Feroz.

-La quería que volviera fue Enia -apuntó Melpómene.

-¿Y por qué cuernos querría que Apolo regresara a su casa? -preguntó Coherencia con el ceño fruncido.

-Para cepillárselo. Sus palabras -explicó Clío.

-Dice que está tan bueno que si consigue descamisarlo, tira la llave de la puerta por el balcón y se lo queda por siempre -contó Terpsícore y se hundió un poco en el agua al estremecerse por la idea.

Dramona fingió arcadas y Erótica se incorporó sobre sus codos para mirarlas con los ojos entrecerrados por encima del borde de sus gafas de sol.

-¿Le explicaron que él se “cepilla” a medio universo? -preguntó.

-Sí, quédate tranquila. Ella dice que soñar también vale y que además él jamás le daría bola. Sus palabras de nuevo -dijo Clío encogiéndose de hombro.

-Y no podemos dejar de señalar que la visita la animó bastante. Incluso ha vuelto a escribir, aún si es repasar lo ya escrito antes para continuar lo inconcluso -dijo Calíope, tendiéndole su vaso de regreso a Euterpe-. ¿Hay más de ese trago? ¡Está buenísimo!

-Ya te preparo más -dijo su hermana, cogiendo el vaso.

-Pero volviendo al punto, yo que ustedes me aseguraría de estar presente cuando él visite a Mordaz -sugirió Talía.

-Y también me aseguraría de tener medialunas de dulce de leche -agregó Terpsícore.

-No hay nada parecido a eso en Barcelona -dijo Erótica, volviendo a acostarse al sol con los ojos cerrados.

-¡Por favor! ¡Con la cantidad de argentinos que habitan España, DEBE haber dulce de leche en algún lugar! -apuntó Melpómene.

-Chicas, somos musas. ¡Llévenlas desde Argentina! Si quieren, les digo cuál es la panadería donde hacen las que le gustaron -dijo Calíope.

-Lo buscaremos. Gracias por la sugerencia -dijo Coherencia, anotando en su teléfono “Comprar dulce de leche para Mordaz”.

Talía bebió de su trago y golpeó su rodilla desnuda con la palma de la mano.

-Igual, tengan ustedes mucho o poco trabajo, yo digo que en el nuevo paquete de beneficios deberíamos incluir…

-¡Ya llegamos! -exclamó Urania, llegando al claro con Erato e Irónica.

Urania y Erato venían envueltas en pareos floridos, debajo de los cuales asomaban sus trajes de baño (dos piezas, negro, con argollas plateadas para Urania; una pieza, de un solo hombro, en suave rosa viejo, para Erato). Irónica llevaba sus sempiternas Convers amarillas, un pantalón de jean corto y desflecado y una bikini a juego con sus zapatillas.

-¿Por qué tardaron tanto? -preguntó Dramona-. ¡Casi se quedan sin tragos!

-Porque, ¿miren a quién hemos traído? -dijo Irónica, señalando con el pulgar por sobre su hombro hacia su espalda.

Cuatro musas apareciendo por detrás de ellas.

-¡No nos extrañen más! -dijeron las cuatro a la vez.

Un griterío llenó el lugar, mientras las quince musas que habían estado desparramadas en todo el claro, se abalanzaban hacia las recién llegadas.

-¡No lo puedo creer!

-¡Este es uno de esos milagros que siempre aguardan los cristianos!

-¡Han venido!

-¡Fenix, me ENCANTA tu traje! ¡No deja nada a la imaginación!

-¡Que no te encante tanto, Erotica, que enseguida me lo quito para ir a juego contigo!

-¡Clio, cuidado con las uñas, que el esmalte está fresco!

-¡Pensé que no vendrían! -exclamó Euterpe abrazando a Wanda.

-Querida, ¡ha sido un triunfo escaparnos! ¡No nos da tregua!-aclaró la mujer, devolviendo el abrazo por un momento para tomarse por los hombros con Melpómene y chillar juntas.

-¡Qué calor glorioso hace aquí! ¡Por Olimpo que necesitamos más días libres!-agregó Jubilee, la más joven de las cuatro, quitándose su abrigo amarillo.

-Por cierto, me encanta el aspecto que tienen. ¿Es por contrato?-preguntó Urania, que estaba sirviéndose un generoso vaso de la bebida que Provocadora había estado preparando cuando llegaron- Esto se ve fabuloso. ¿Qué es?

-Lo inventó Dioni la otra noche. ¡Delicioso! -aseveró Dramona, acercándose.

-Se ven como esas super heroínas de los Comics-señaló Coherencia, regresando a su tumbona y su vaso olvidado.

-Era la idea. La verdad, cuando lo vimos en el contrato no estábamos muy seguras, pero ahora no lo cambiaría ni loca -agregó Wanda.

-Bueno, pues la verdad, ¡se ven fantásticas! -exclamó Euterpe.

-Sí… ¡sexy! -agregó Polimnia, mirando el pelo blanco y corto, todo revuelto, de Tormenta.

-Me encantan los zapatos -agregó Epica mirándole las botas acordonadas a Jubilee.

-¡Y a mí me encantan los tuyos! -dijo ésta, abrazándola. Luego la soltó para quitarse el calzado y correr directo al agua y saltar dentro.

-¿Y cómo ha sido el milagro de que vinieran? -preguntó Calíope, regresando a su lugar estratégicamente elegido (cerca de la comida y la bebida).

-Ni la menor idea. Marion es como una máquina que genera historias incesantemente -replicó Tormenta, desembarazándose del abrigo, el calzado, la remera y tirándose en una tumbona.

-A-go-ta-dor -señaló Fenix, que fiel a su afirmación inicial, formaba una pila con su ropa mientras se desnudaba para meterse al agua.

-Esa chica no comprende de días libres, feriados, santos, sagrados… ¡imparable! -se quejó Wanda mientras elegía el sándwich más grande que pudo encontrar. Se volvió hacia Dramona, que le tendía un vaso- ¡Mojito! ¡Gracias, Zeus!

-¡Hey! ¡Yo también quiero mojito! -gritó Jubilee desde el agua.

-¡Yo quiero caipiroska! -pidió Tormenta.

-Y yo quiero sexo en la playa. Del real. Para tomar, un cuba libre con mucho hielo -acotó Fenix, tendiéndose cuan larga era cerca de Erótica.

Todas volvieron a ocupar sus lugares, mientras las recién llegadas se unían a los diferentes grupos.

-¿Podrías dibujarme unas flores de cerezo en las uñas? -preguntó Erato a Misteria.

Misteria examinó las uñas de Erato con aire profesional.

-¿Con fondo oscuro o claro?

-Claro.

-Sí, no hay problema.

-No sé de qué se quejan, la verdad -afirmó Talía, que había regresado a su roca provista de melón y sandía cortados en trozos, dentro de un pote-. Si vas a ser musa de dedicación exclusiva, mejor serlo con alguien que trabaje todos los días. Así no se aburren.

-Pues trabajando a tiempo completo con una sola persona, o a tiempo parcial con muchas, ¡este día de chicas es tan necesario como respirar! -señaló Tormenta, bebiendo de su caipiroska y suspirando con regocijo.

-Ni hablar… -agregó Wanda, aprovechando que Melpómene estaba concentrada en la comida para usurparle la hamaca paraguaya-. Épica, querida, ¿qué rayos haces con esas botas puestas?

-¡Que no me voy a sacar las botas! -exclamó Épica sin moverse (había vuelto a recostarse en su reposera).

-¡Yo digo que Epica debe quitarse las botas y dejar que Misteria le pinte las uñas con arcoiris! -propuso Irónica.

-¡Sí! ¡Arcoiris para Épica!-replicaron varias voces a la vez.

Mientras Epica se ponía de pie, dispuesta a huir, Dramona le preguntó a Calíope:

-¿Y el resto de las chicas no va a venir?

Calíope tomó de nuevo su libro y asintió con la cabeza.

-Dijeron que sí. ¡Hey, Wanda! ¿Y las otras chicas, qué pasó? ¿Están trabajando?

Wanda empujó la hamaca con el pie y suspiró con satisfacción.

-No lo creo… Apocrypha no ha estado muy activa últimamente. Mierdas de su vida real, como dicen todas…

-A mí me dijeron que venían -comentó Tormenta.

Talía colocó una mano sobre sus ojos y fijo la vista hacia la entrada del claro.

-¿Y dónde están entonces? ¡Se están perdiendo la diversión!

¡Gracias, mordaz y __marion__ por dejarme escribir a sus musas!!
¡Besos!
Enia

la saga de las musas, escritos

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