Dec 06, 2010 09:29
Este fin de semana tuve una tarde Fringe.
Estaba al cuete, tenía un tejido por terminar, un elíptico por utilizar, planes cancelados para una Winchester Afternoon, una selección de tés de todo tipo por degustar, gelatina al rollete y galletas de arroz (porque esto de estar a dieta tiene sus bemoles). Y me dije: "¿Por qué no ver un par de capítulos de Fringe?"
Así que conecté la notebook al televisor (mejor un LCD de 32" que uno de 15"), encendí el equipo de sonido y arranqué por el capítulo 1 de la Tercera Temporada.
El par de capítulos se transformó en una sentada para ver los 8 capítulos emitidos hasta el momento (terminé tarde, acurrucada en el sillón, comiendo gelatina, con el clima de apenas una lamparita encendida en el departamento). Y aunque tengo mucho para decir y opinar acerca de lo increíble que sigue siendo esta serie, lo bien pensados que están los personajes, lo fabuloso que es John Noble, lo fantástica que está resultando ser Anna Torv y lo patéticamente enamorada que estoy de Joshua Jackson, hago esta entrada porque creo, honestamente, que la respuesta que recibió hoy una compañera de trabajo cuando llamó a la guardia del dentista, sin lugar a dudas, debe ser culpa de Fringe.
"-Mi hijo tiene una muela que lo está matando. ¿Estará la doctora "pepita" que es su dentista atendiendo en la guardia, para que lo vea?
-Por supuesto. Usted puede venir las 28 horas del día y lo único que necesita es traer el carnet"
Las 28 horas del días. VEINTIOCHO.
Sólo en el mundo de Walter-"abran sus mentes a aquello que nuestras propias limitaciones no nos permiten llegar"-Bishop podría existir la posibilidad de que ahora, los días, tengan 28 horas de manera repentina... ¿Será que esta persona que atendió el teléfono también estuvo en un maratón de Fringe y se sintió afectada por la charla motivacional que Walter le dio a la gente de Massive Dinamyc?
¡Besos!
Enia
nada que aumente la cultura general