Mi mente se rebela ante la inactividad. Denme trabajo. ¡Denme un problema!

Jan 26, 2010 16:04


Una vez, charlando con mi amiga rossanaperrone, ella me dijo que si fuera posible, le encantaría conocer a Sherlock Holmes.

Recuerdo que le respondí que en lo personal, pasaba. Porque Sherlock Holmes (tal y como lo recuerdo), es demasiado egocéntrico, demasiado imbécil, demasiado creído y demasiado inglés. Tanto como me gusta leer sus procesos mentales, probablemente me sacaría de quicio su personalidad.

Pero claro, en ese instante yo aún no había visto al Sherlock Holmes de Robert Downey Jr.

Ahora ya lo he visto.

¡Mis ojos, mis ojos!

Debo decirlo: Si para los próximos MTV Movie Awards, Robert Downey Jr y Jude Law no están nominados (y ganan) como mejor pareja, me voy a cabrear.

Y sí, lo sé.

No son como los Sherlock y Watson que alguna vez hemos leído. No son como muchas veces han sido interpretados.

Si me preguntan mi opinión, en cuanto a fidelidad del personaje escrito, debo decir que para mi gusto, quien mejor lo representó fue Rupert Everett.

Pero si me pregunta cuál moriría por cruzarme y conocer, ese es sin duda, el de Robert Downey Jr. No sólo porque tenga una suerte de debilidad espantosa por este hombre (que la tengo), sino porque su Sherlock, mordaz, ácido, imbécil, egocéntrico, inteligente, adicto, desastroso, con su mundo destartalado ante la falta de desafíos a la mente y porque su hermano del alma decide abandonarlo por una mujer… ese Sherlock, me desternilló de la risa, y de la ternura, y me maravilló con sus procesos de pensamiento, y su francés, y ese disfraz que fue armando a medida que iba encontrando cosas, y su saco de corderoy grueso, y los experimentos con el perro, y la bebida, y la sonrisa, y todo lo demás también.

Una vez, Alfonso Quaron dijo que él había hecho una versión de Harry Potter. Que NO ERA Harry Potter, y si alguien quería a Harry Potter, pues que fuera a los libros y asunto arreglado.

Creo que Guy Ritchie ha hecho exactamente eso.

Trajo a Sherlock Holmes hasta un lugar que nadie lo había llevado. Le dio habilidades que muy probablemente, en caso de que este personaje hubiera sido escrito en esta época, habría tenido. Le dio un compañero que tiene mucho más que ver con un ex soldado herido en combate, que además es médico, que con un doctor atildado y remilgado que siempre va de punta en blanco.

Un Watson que tiene su mismo sentido del humor, ingenio, que lo entiende y lo corre para el lado que debe. No lo compadece, no lo consciente, no es condescendiente ni está subyugado. Que tiene problemas con las apuestas, cojea de su herida de guerra y es capaz de blandir el sable escondido en su bastón con maestría (aunque su puntería al disparar deja bastante que desear). Lo que es más importante, Watson es un hombre inteligente. Alguien a quien los misterios que su amigo resuelve, intrigan tanto como a su amigo. Lo seducen lo suficiente como para decidir que puede llegar un poco tarde a un té importante.

Debo decirlo, el Sherlock Holmes de Guy Ritchie me encantó.

Por la fotografía, por los diálogos, por ese Londres gris y azul, porque la nota de color estaba en la ropa de Irene, porque Mary era una mujer capaz de hacerle frente a Sherlock sin pestañear, porque el inspector Lestrade ignora lo pedante de Sherlock como si lo considerara un chico caprichoso, porque el malo es lo suficientemente inteligente como para resultar un adversario peligroso, por el humor ácido en cada parte, por la introducción en dosis justa de la capacidad de Holmes para deducir cosas.

No importa si hay millones de cosas en esta película que no están (ni estarían nunca) en los libros de Sir Arthur Connan Doyle.

Igual colocaré el dvd junto a mis libros y me sentaré cada tanto a disfrutarlo. Y desearé que pudiera existir la opción de cruzarme con este tipo alguna vez.

Porque ahora que lo he visto… ¡mis ojos, mis ojos!

¡Besos!
Enia

cine, sherlock holmes

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