El caballero
another_pilgrim fue valiente y me dejó introducirlo en el mundo de las musas. Y la señora
mordaz ya estaba de antes, así que a ella no le pedí permiso expreso…
Como sea, resulta que en el Olimpo, no todo el mundo hace lo que debe. O, dicho de otra manera, ¡ni los dioses quieren documentar!
La Saga de las Musas: "Yo no tengo tiempo para semejantes idioteces"
por Enia
- ¡Pero yo no tengo tiempo para semejantes idioteces! - bramó Ares y uno de sus buitres se enderezó, como si estuviera preparándose para desplegar sus alas y lanzas sus plumas como saetas.
- Pues deberás ver el modo de encontrarlo - respondió Apolo con todo su aplomo.
Ares avanzó por el piso de mármol del gran salón de juntas del Olimpo y se paró frente a su hermanastro, señalándolo con su lanza al hablarle.
- Escúchame, idiota estructurado, si tú quieres andar por allí escribiendo cada cosa que vas haciendo, como si alguno de nosotros le importara saber sobre obras musicales o cuándo los rayos del sol lucen mejor, si a través de hojas de árboles o de nubes, adelante. Pero si piensas que yo ocuparé tiempo que podría estar utilizando en algo más productivo…
- ¿Productivo? - Apolo se puso de pie a su vez, golpeando su citara, lo que le arrancó al instrumento un sonido lastimero - ¿Y qué tiene de productivo andar azuzando a los humanos para que se hagan pedazos unos a otros?
Apoyándose en su lanza, Ares le lanzó al jefe de las musas una mirada torcida.
- Si yo no los azuzara, tú no tendrías a nadie a quien salir a curar como fanático y no habría entonces montones de idiotas que te idolatran porque “los curaste”. Y entonces, ¿en qué ocuparías tu tiempo? ¿En tratar de seducir a todas esas vírgenes que la frígida de tu hermana ama tener a su alrededor?
- ¡Yo hago mucho más que curar las heridas de aquellos que tú empujas a luchar por imbecilidades! - se defendió Apolo.
- ¡Yo no soy una frígida! - exclamó al mismo tiempo Artemisa.
- No sé… yo creo que Ares tiene un buen punto ahí - comentó Dioniso, que estaba cómodamente despatarrado en su sillón, con una copa en la mano.
- ¡Oh, cállate! - le espetó la diosa con desdén - Tú no podrías saber si una mujer es frígida o no… si escasamente logras estarte en pie, de tanto que tomas, dudo mucho que logres que algo mas se mantenga erguido el tiempo suficiente como para comprobar si una mujer es frígida o no.
La sonrisa de Dioniso se amplió y se inclinó hacia delante para arrebatarle a uno de los pequeños querubines que deambulaban por la sala con bandejas llenas de comida, un sandwich.
- ¿Quieres poner tu teoría a prueba, querida? Elige a una de tus chicas… ¡hasta puedes mirar si quieres! A mí no me molesta que me miren y quizás descubras lo que te estás perdiendo - afirmó el dios, engulléndose el sándwich en dos bocados.
- ¡Ah, me encantaría ver eso! - afirmó Afrodita. Los dioses la miraron con cejas levantadas, con lo que se apresuró a agregar - Me refiero a que ella cambie de opinión, no a mirarte a ti en una sesión de sexo salvaje - aclaró, con el rostro incendiando ante la carcajada de Dioniso.
- Podemos traer a un par de chicos y armamos algo más divertido - ofreció éste, saludándola con su copa.
Más risas estallaron, varios de los asistentes se sirvieron otra ronda de bebidas y canapés, y se formaron algunos corros de comentarios, hasta que Zeus hizo estallar un trueno para llamar la sala al orden.
- Ya basta - tronó, con lo que entre murmullos varios todos volvieron a sus lugares y se acomodaron, excepto Ares que lo miró ceñudo.
- Yo no andaré "haciendo un registro de los saberes adquiridos" o como mierda quieran llamarlo - afirmó.
Zeus miró a Apolo desde su sillón de oro, sobre la plataforma de madera de teca que le permitía dominar la sala llena de almohadones, sillones, cortinados y tapetes.
- ¿Cuán importante es realizar estos registros?
- Padre, estamos intentando que el Olimpo funcione utilizando criterios de calidad. La calidad exige que las cosas se midan, se analicen contra lo que suponía que debía ser y luego, se mejoren. ¡No podemos mejorar si no tenemos historia! Si Ares no escribe lo que sabe, nadie más puede utilizar lo aprendido a lo largo de sus experiencias cuando surjan situaciones semejante - Apolo levantó las manos, exasperado, y se volvió hacia Ares -. La calidad dice que nadie debe ser dueño del conocimiento. ¡No podemos depender de nadie para poder hacer las cosas bien! Si no escribes lo que sabes, ¡sólo tú tienes ese conocimiento! Y si no lo compartes, ¡nadie más puede utilizarlo! ¿Qué pasará si no estás ahí para contar o usar ese saber?
Ares no se molestó en mirarlo y mantuvo los ojos fijos en su padre.
- El punto es que soy INMORTAL. Si vuelve a surgir algo parecido a lo que ya viví, ¡estaré ahí! ¡PORQUE SOY INMORTAL!
Harto, Apolo miró a su padre.
- No se puede hablar con este individuo. Él no ENTIENDE lo que estamos intentando hacer con los servicios del Olimpo. Peor, le importa un comino lo que con tanto esfuerzo tratamos de armar. Así no se puede trabajar, padre.
Suspirando, Zeus contó hasta cien al tiempo que jugaba con un rayo que no se decidía a lanzarle a sus dos obtusos hijos. No se atrevió a mirar a Hera, sabía que ella apoyaría a Ares. Y obviamente que mirar a Leto estaba fuera de discusión. No sólo porque ella apoyaría lo que fuere que Apolo dijera, sino porque no podía arriesgarse a que las dos mujeres estallaran en un trifulca.
Decididamente, tenía que terminar con esa reunión de una buena vez. Él tenía cosas importantes que hacer… había recibido una notita de Sémele y no tenía ganas de perder el tiempo con los egos divinos.
- Ares, consigue a alguien que vaya contigo todo el tiempo y registre cada cosa que va sucediendo - fue su orden.
- Pero… - comenzó a quejarse Ares.
- He dicho que consigas a alguien y es mi última palabra al respecto - tronó Zeus, perdiendo la paciencia -. La calidad nos atañe a todos y es un emprendimiento necesario para nuestro progreso y, más importante aún, para mantenernos en el mercado. No queremos que vengan otros dioses de morondanga e intenten ocupar nuestros puestos, así que deberás alinearte a las directivas - se inclinó hacia delante y un trueno comenzó a reverberar en la sala -. ¿Estamos claros?
Ares se cruzó de brazos y por un largo momento miró a su padre con enfado. Uno de sus buitres, con disimulo, le lanzó a Apolo una pluma que se enredó entre las cuerdas de la citara del dios, rompiéndola. Afuera, en el patio, los corceles de su carruaje chamuscaron las flores que Artemisa había encargado plantar porque quería verlas al llegar a la reunión.
- ¿Y a quién se supone que vaya a conseguir? ¡No es como si yo anduviera por allí, caminando por campos de trigo y tomando té en elegantes salones! ¡Mi vida transcurre en sitios complicados! No puedo cargar con alguien que no soporte los rigores de la batalla o que no aguante la sangre, el dolor, la peste y esas cosas.
- Nosotras tenemos algunas sugerencias - anunció Polimnia y se volvió hacia Calíope -. Podríamos aconsejarle sobre algunos buenos escritores con los que hemos trabajado últimamente, ¿no?
- Se me ocurren varios - asintió su hermana.
- ¿Hombres o mujeres? - quiso saber Erato, mirando a Ares.
- Mujeres está bien - el dios levantó un hombro, simulando desinterés.
- Mujeres NO ESTA BIEN - interrumpió Apolo -. Se trata de que registre lo que sucede, no de que la asaltes y te la lleves a la cama.
- Apuesto a que
Mordaz podría patearle el trasero si intenta asaltarla - comentó Urania.
- Por lo que Erótica nos contó, hasta puede que ella lo asalte a él - dijo Dioniso.
- Por lo que yo escuché, la que tiene la tendencia a acosar es Erótica - replicó Melpómene.
- Es verdad - afirmó Clío -. Creo que
Another_Pilgrim estuvo en serio riesgo de tener que hacer malabares para zafar de esa ninfómana.
- ¡Vamos! ¡Ella no es una ninfómana! - exclamó Dioniso -. Sólo es… altamente sexual.
- ¿Erótica acosó a
Another_Pilgrim? - preguntó Apolo, alarmado -. ¿Hubo demandas o quejas?
- Ella no lo acosó, sólo comentó con entusiasmo cuánto le gustaba y… bueno, algunas otras cosas que le gustaría hacer… - aclaró Calíope. Talía la codeó, interrumpiéndola, por lo que luego de carraspear, se apresuró a agregar -… Y no tenemos demandas ni quejas. Bueno, no por ese tema al menos.
Apolo anotó buscar con más cuidado entre las quejas y tener una charla con Erótica. Ares se volvió hacia Zeus.
- Me quedo con Erótica - afirmó.
Apolo lo miró y se cruzó de brazos, con su mejor expresión de tozudez pintada en el rostro.
- Erótica no puede ser.
- ¿Por qué no?
- Porque ella es una musa, idiota. No es una escritora.
- No he leído ninguna regla que diga que una musa no puede ser quien registre mis… logros - dijo Ares con petulancia.
- Ah, ¿cómo? ¿Sabes leer? - preguntó Apolo.
- De todos modos, si Erótica estuvo tentada de acosar a
another_Pilgrim, no vamos a culparla, ¿no? - dijo Euterpe con una sonrisita.
- Euterpe, ¿hay algo que debamos saber? - preguntó Clío, levantando sus cejas.
- Pensé que tú y ese hado… ¿qué pasó con él? ¿No que era fabuloso? - preguntó Erato por lo bajo, interesada.
- Syrigh y yo estamos perfectamente bien, muchas gracias - replicó Euterpe.
- Te recuerdo, Euterpe, la existencia de una cláusula en el contrato del sr. Pilgrim, que dice que no está permitido establecer relaciones fuera de la estrictamente laboral - dijo Apolo, amonestador.
- Y yo te recuerdo, Apolo, que una puede respetar esas cláusulas y aún así, tener ojos en la cara - replicó la aludida.
- Yo digo que quiero a Erótica - afirmó Ares y su buitre graznó.
- Y yo te repito que ella no está disponible - respondió Apolo.
- Entonces quiero a esa otra chica,
Mordaz.
- Claro, porque tratar de atacar a una mortal es mejor que atacar a una musa - replicó Artemisa.
- ¿Podrías concentrarte en que lo que se requiere no es que tú lo pases bien, sino que alguien haga lo que te has negado a hacer? - apuntó Apolo.
- Podría ser
Another_Pilgrim - sugirió Melpómene.
- Sí, él podría ser perfecto - agregó Polimnia.
- ¿Soportará las vistas de los campos ensangrentados, el ruido de las batallas, el barboteo de los moribundos? - preguntó Ares, desafiante.
Las musas sonrieron, con suficiencia.
- Cariño, confía en nosotras… él es el hombre que necesitas - afirmó Terpsícore.
Ares frunció el ceño por un segundo y finalmente asintió.
- Concierten una reunión y veremos - dijo.
- ¿Concertarte una reunión? ¿Quién crees que somos? ¿Tus secretarias? - preguntó Clío, molesta.
- De seguro no están tan ocupadas como yo…
- ¡Nosotras trabajamos como locas! - exclamó furiosa Calíope.
- Y conocen el tipo. ¿Qué se supone que yo deba hacer? ¿Aterrizar mi carro frente a su casa, golpearle la puerta y, cuando atienda, decir "Hola. Las musas me dicen que te puedes bancar registrar lo que hago a diario"?
- ¡Por favor! - suspiró Apolo -. Si hubieras leído el último boletín sabrías que se ha establecido un nuevo procedimiento para realizar este tipo de requerimientos -. Lo miró con suspicacia -. ¿Estás seguro que sabes leer?
Otro trueno resonó y Zeus se puso de pie, estirándose.
- Bien, Apolo, tú contacta a este escritor y ve si está interesado. Por supuesto, será un servicio pago así que encárgate de negociarlo, en caso de que acepte. Ares, harás lo que establece el procedimiento para que quede registrado este pedido. Y ustedes nueve - aclaró, mirando a las musas, que interrumpieron su cuchicheo lleno de risitas -, como comiencen a llegar demandas por acoso, tendremos una charla muy seria, ¿entendido?
Las nueve asintieron y Zeus se apresuró a irse entre truenos ensordecedores. Llevaba cinco minutos de retraso en su cita y estaba impaciente.
Los dioses comenzaron a dispersarse, en un revuelo de telas, yelmos, armas y animales, discutiendo y riendo.
Apolo se apresuró a desaparecer, con la clara intención de buscar a Erótica y tener una charla severa con ella. Ares desapareció, con la firme decisión de encontrar a esa tal Erótica y tener con ella algo que distaba largamente de una charla.
Uno de los últimos en irse fue Dioniso, que se tomó su tiempo para vaciar su copa de vino y una bandeja de canapés. Sonriendo, hizo una nota mental de contarle a Erótica, en algún momento de esa tarde, todo lo que se había dicho en la reunión. Apostaba que ella encontraría el tema altamente inspirador. ¡Y quién era él para rechazar la inspiración de Erótica!
Besos
Enia