Global Mpreg cap 6

Oct 17, 2009 22:46


Global Mpreg

6: Niezapomniany Skausmas (Dolor inolvidable)

Oświęcim-Brzezinka (Aushcwitz - Birkenau) Liberación del campo -1945

7600 personas. Nunca iría a olvidar esa cifra. Eran los sobrevivientes.

Quería pensar que eran muchos. Y sin embargo no eran nada comparados con los veinte mil que habían muerto en uno de sus campos. Y eso, eran muchos más contando los otros campos.

Judíos, gitanos, homosexuales, soviéticos, disidentes políticos, comunistas, testigos de Jehová, prisioneros aliados…

No… lo peor de todo era que también había niños en medio.

Caminó por el campo, en medio de las miles de personas, unos con trajes de rayas, otros del ejército soviético. No quería saber… no quería verlos… no podía verlos a los ojos y leer en ellos… que nunca le perdonarían y maldecirían su nombre.

El maldito campo de Auschwitz- Birkenau en Polonia. El mayor campo de concentración en territorio polaco. Llegaban al campo por vías de tren que los polacos habían construido. Los alemanes llegaban en tanques por las mismas vías hechas por polacos.

Quería odiar a Alemania. ¡Todo era culpa de Ludwig!

No… no lo era. Él bien lo sabía. Ludwig sólo podía atenerse a las órdenes de su excéntrico jefe, le gustara o no. Lo mismo se aplicaba en él. Sus jefes, eran todos unos inútiles.

Se tropezó en algo y cayó al piso. Sabía lo que era, había miles de esos en la entrada al campo, los rusos buscaban la forma de darles un digno final… si eso era posible.

-Está muerta...- dijo sin darse la vuelta para ver con quién se había tropezado, sólo sabía que era una mujer… si veía su rostro, sería incapaz de olvidarle. - ella también… está muerta…

-¡Feliks!- escuchó la voz que más le gustaba, mas en esos momentos ni siquiera eso lograría sobreponerlo. Lo habían dividido tantas veces, y el lograba seguir siendo Polonia. Pero ahora sí que estaba deshecho. Sintió un par de brazos rodearlo, y reconoció el suave olor de Toris al hundir su nariz en la bufanda de éste.- ¿Estás bien? He venido a verte, necesitaba ver cómo estabas, tú sabes que si necesitas algo yo…

-¡Hola Lituania! Lamento molestarlos. Pero hay algo que debo preguntarles.- la voz de Iván descompuso un poco más su cuerpo. Aún así no levantó la cabeza del hombro de Toris ni dejó de aferrarse a su abrigo. Toris por su parte no soltó su agarre. Iván traía en sus manos una lata redonda, con un hoyo grande a un costado de la parte superior.- Oye Polonia, ¿Qué era esto?

-¡Rusia! ¡No es momento de preguntarlo!- soltó Toris enfrentándose a Iván de manera inconsciente. Pero en esos momentos sólo le importaba Feliks. Iván lo ignoró, se acercó a ellos y se agachó al nivel de ambos.

-Me estoy tomando la molestia de limpiar tu casa, tengo derecho a saberlo.- dijo para luego acercar el objeto a Feliks. Éste movió la cabeza lateralmente en forma lenta, sin separarse de Toris, como si le pesara cada célula en su cuerpo, para ver por delante del cuello de su amigo y reconocer el objeto.

-Zyklon B…- soltó.

-¿Ah si? ¿Y por qué no le cuentas a papá Rusia para qué lo usaban?

Claro que sabía para qué lo usaban. En enero o febrero de 1940, no lo recordaba, habían usado Ziklon B sobre niños. ¡Niños! ¡Eran gitanos pero niños a fin de cuentas!

Los fumigaban como a insectos.

Y él sabía cómo eran llevados. Día tras día los veía, con los ojos opacos, avanzar todos; hombres, mujeres y niños. Eran llevados a las cámaras bajo la excusa de “limpiarlos” para luego…

-¡Rusia! - Lo llamó Lituania tomando la cabeza de Feliks y acercándolo aún más hacia sí.- Eso es algo que puede preguntarle luego… por favor… déjenos solos…

Iván los miró. Sonrió mientras se levantaba y se alejó. Pudieron escucharle dar instrucciones en ruso a los soldados de su ejército. Lituania entendió perfectamente lo que decía. Era hora de sepultar los cuerpos en una fosa común. Toris rogó esperando que Feliks no entendiera una palabra, o al menos no las oyera.

Se dedicó a acariciar su cabeza, jugando con los rubios cabellos.

-Están muertos Liet…

-Vas a estar bien Feliks. Ya verás.

-¡No! ¡No voy a estar bien!- Feliks se separó del abrazo protector de Toris y salió corriendo en medio de la gran cantidad de personas. Toris hizo lo propio y corrió tras él.

-¡Feliks! ¡Ven aquí! - gritaba mientras corría tras el polaco, el cuál sentía las lágrimas recorrer su rostro. La nieve en el campo no le facilitaba correr tras él, tampoco su respiración agitada que dificultaba su resistencia. Sin embargo no iba ni podía dejarlo solo.

Feliks seguía corriendo ya sin ver el camino por el que iba, sintiendo el frío sobre su piel, la adrenalina llenándolo y las ganas de llorar desbordándose por sus ojos, cayendo al suelo y congelándose… muriendo. Muriendo como tantas personas en ese campo, en su cuerpo. Era eso… un cementerio viviente.

“Están muertos…”

Sintió que lo tomaban por la muñeca.

“Es porque soy alguien débil…”

Otra vez, el abrazo protector, el calor de ese cuerpo.

-Por favor… Feliks cierra los ojos. Quédate tranquilo. Prometo cuidarte… de verdad que esto… no volverá a pasar… lo prometo… no dejaré que pase otra vez.

Feliks enterró el rostro en el pecho de Toris, llorando hasta quedar dormido. Ése era su refugio, era todo lo que necesitaba en esos momentos…

Qué bueno que no viera cómo los cuerpos de tres mil personas eran enterrados en una fosa común, justo a sus espaldas.

* * *

De todos los gustos y antojos extraños que podría haber en el mundo, nada se comparaba con los antojos de Feliks, los cuales tenían lugar a las dos con diecisiete minutos de la madrugada.

-Liet… Liet… ¿estás despierto?

-Mmmmh… si… ahora lo estoy…

-Que bueno, pensaba que estaba o sea como que tipo sonámbulo, como que me dio un antojo totalmente nuevo... O sea, tú entiendes.

-¿Qué es esta vez? Dudo que le gane al antojo del martes…- dijo Toris recordando el antojo “Pescado con Sandía” de Feliks.

-¡No tipo esto es totalmente mejor!

-¿Qué es? ¿Salmón con Piña?

-¡No nene! Quiero sandía otra vez… ¡pero con chiles picantes!

-¿¡Que!? ¡¿Qué clase de gusto es ese?!

-Uno totalmente nuevo cariño.

-¡Vas a matar a nuestro bebé con esos antojos!

-Nene, ¡será más fuerte que el resto!

-Olvídalo…- dijo Toris enterrando el rostro en la almohada.

-¡El bebé nacerá con cara de sandía con chiles si no me traes eso!

-¿Qué clase de teoría es esa?

-Una tipo totalmente convincente cariño.

-Mmmmh… Feliks estoy cansado…

-Entonces como que iré yo por ellos. - dijo dispuesto a levantarse.

-No espera… ya me levanto…- Toris se arrastró hacia el borde de la cama, cayendo de ésta y golpeándose contra el suelo.- Au…

-Y tú criticas mis antojos. Tipo como que esa forma tuya de despertarte es como que totalmente extraña. Yo preferiría el “saludo al sol”.

-No digas nada… o me golpeaba o no despertaba del todo y andaba en calidad de zombie. - se defendió mientras se levantaba y salía de ida al supermercado, aún en pijamas usando un enorme abrigo negro para disimular un poco. Abrió el cajón de la mesita de noche al lado de su cama en busca de dinero y sacó un poco. - Bueno, me voy.- dijo girando para dirigirse a la puerta. Algo lo tomó por la manga del abrigo.

-Espera… ¿no te olvidas algo?

-¿Más dinero? - contestó Toris sonriente mientras acercaba su rostro al de Feliks , sentándose a su lado y tomándolo con un brazo por la cintura y con una mano jugando con las hebras lacias y rubias de éste.

-Eres totalmente distraído Liet…- contestó Feliks mientras se abrazaba del cuello de más alto. Sus rostros se acercaron mientras cada uno sentía la sangre subírsele al rostro. Feliks, completamente impacientado, acortó la distancia rápidamente uniendo sus labios con los de Toris, quien permaneció con los ojos abiertos hasta sentir el travieso toque del otro.

* * *

-Vaya… no puedo llevarle algo tan picante como esto…- decía Toris recordando el antojo de su querido dolor de cabeza. - Buscaré algo que se le parezca y no sea tan picante…

Escuchó la voz de alguien conocido.

-Si amor… estoy llevando los diez litros de leche…-observó a Alfred en el pasillo trasero, hablando por celular.- ¡Pero cariño! ¡Él no toma tanto!... lo sé… ya vale, heredó mi enorme estómago… ¡hey pero si yo apenas aguanto dos litros! … bueno entiendo lo de estar en crecimiento… Sí, me tienes de vuelta en veinte minutos. Te amo. Eres mi cejón favorito. No espera ese es Peter… era broma cariño, luv ya honey. Bye.

-¿America-san? - llamó Toris haciendo que Alfred se diera la vuelta a mirarlo.

Alfred se giró mientras guardaba el celular en el bolsillo para saludar a Toris.

-¡Ah Lituania! ¡Tanto tiempo sin verte!

-Es verdad.- dijo éste sonriendo y estrechando su mano mientras observaba la gran cantidad de víveres en el carrito de supermercado.- ¿y eso?

-Pues verás… los mini héroes en crecimiento comen mucho… y los damiselos en peligro extorsionan a los héroes enamorados para que vayan y compren lo que falta…

--Ya veo… el pequeño Aaron tiene al señor Arthur y a usted muy ocupados ¿cierto?

-Y bastante…- Alfred suspiró cansado, y luego esbozó una sonrisa.- pero de todas formas, aunque al pequeño héroe se le dé por tomar litros y litros de leche a estas horas de la madrugada… siento que no me importaría madrugar o dejar de dormir por él. Lo mismo por cuidar a Arthur.- Alfred sintió la mirada de Toris sobre él y a éste sonriéndole. - A propósito Lituania… ¿cómo te va con Polonia?

-Ah… eso…-Toris recordó de golpe todos los antojos raros de Feliks a las dos con diecisiete cada mañana. - pues… trato de sobrellevarlo lo mejor que se pueda.

-Hey… ven mañana al hotel donde estamos Arthur y yo. Te daré algo que terminará con los antojos raros de Polonia.

-Iré… llevamos tiempo sin salir con él. Más bien… ¿qué le parece si los llevamos a conocer la tierra de Feliks?

Alfred sopesó la oferta, de verdad que a Arthur le gustaría. Aceptó.

* * *

--Hace mucho frío…- dijo Alfred temblando. - y eso que no nieva…

-Te dije que te pusieras algo además de tu abrigo.- reclamaba Arthur mientras acunaba al pequeño Aaron en sus brazos. Como pudo se deshizo de la bufanda que llevaba, envolviéndola en el cuello descubierto de Alfred.-No es mucho… pero es algo.

-Al menos tú y Aaron no parecen sentir el frío.- contestó abrazando a su retoño.

-¡America-san!

La familia se volteó para encontrarse con la pareja. Toris, sonriente, llevaba de la mano a Feliks, quien comía un pan con algo dentro.

-Tardaron mucho. - Dijo Alfred, luego reparó en el bocadillo de Feliks - ¿eh? ¿Y eso?

--Espinacas con anchoas y mermelada de cereza, o sea algo como que totalmente revolucionario.

-Iugh…

-¡Sostenlo! - dijo Feliks dándole el sándwich a Arthur mientras se acercaba al bebé y lo arrebataba de los brazos de Alfred. - ¡tipo! ¡Es como que el bebé más bonito que he visto! ¡Totalmente! ¡Y es igualito a Inglaterra! Gracias a Dios no sacó sus cejotas.

-¡Qué dijiste! - reclamó Arthur mientras Alfred lo abrazaba para calmarlo.

-Yo pienso que se parece más al señor América.

-Siempre dicen eso. Pero es bueno saber que sacó tanto de mí como de Arthur.

Feliks jugaba a hacerle caras al pequeño Aaron, el cuál lo miraba fijamente, y estiraba su pequeña mano para tocar su rostro.

-¡Liet mira! ¡Es como que totalmente lindo! ¡O sea la ternura hecha persona!

-Si…

-Seguirá siéndolo siempre y cuando no saque lo entrometido de su padre.

-¡¿Qué?! ¡Si soy muy carismático!

-Si Al… lo eres cariño…

-¿Eso que escuché fue sarcasmo? - dijo Alfred en tono infantil buscando el rostro de Arthur.

-No… ¿cómo crees? - contestó entornando los ojos y provocando la risa de los demás.

* * *

Feliks cargó al bebé durante toda la caminata, hablándole, haciendo caras y logrando que el bebé balbuceara algunas cosas.

-¡Suéltame! ¡Puedo caminar sólo! - escuchó gritar a Arthur. Giró para mirar y ver la escena. Toris los observaba al igual que él, riendo ante el hecho de ver a Arthur en brazos de Alfred.

-¡Pero yo quiero cargarte!

-¡Agh! ¡Deja de hacerlo!

-¡Es divertido!

-¡No lo…- las palabras se le cortaron al sentir un beso en su frente.

-Siempre vas a perder contra mí. Ya no lo intentes.- le susurró Alfred muy suavemente. Arthur ocultó el rostro, sonrojado por completo.

-Tonto…

El camino siguió igual. De rato en rato Feliks se volteaba, para ver a la pareja. Sentía un poco de envidia, y trataba de disimularlo volviendo a fijar su atención en el bebé.

Llegaron a una pequeña cabaña en medio del bosquecillo, justo a tiempo, pues comenzó a llover.

-Es extraño… no se había pronosticado una tormenta.- dijo Toris mirando a Alfred mientras cerraba la puerta tras ellos - creo que tendremos que dejar al excursión para mañana.

-Será lo mejor…

* * *

Frente a la gran chimenea, sentados en semicírculo, cada uno con su taza de chocolate caliente y una bolsa me malvaviscos, escuchaban la tormenta fuera de la casa. Toris se acercó, cubriendo a Feliks con una manta y ofreciéndoles dos a los invitados. Alfred tomó una, se la pasó por la espalda para luego acomodarse tras de Arthur, quien alimentaba al bebé, y lo envolvió en sus brazos pasando la manta junto a ellos.

-¿Se siente cálido?

-Si… gracias…

Feliks volvió a observar a la pareja. Sentía algo extraño molestándole. Envidia se llamaba. Se levantó y dejó atrás el cuadro, siendo Arthur el único que parecía haberlo notado.

* * *

1946 - Polonia

-Feliks… ¿puedo pasar?- Toris tocó dos veces la puerta con suavidad. No recibió respuesta, como a muchas de sus preguntas en esos días.- Voy a entrar…

Abrió la puerta siendo recibido por el vapor del cuarto de baño. Se acercó a Feliks quien tenía la cabeza en el borde de la bañera y miraba fijamente el techo. El brillo de sus ojos había desaparecido.

Toris, completamente resignado a lo que sabía podía durar meses, quitó el tapón de la bañera y el agua comenzó a bajar. Intentó secar el cabello del otro, notando cómo las rubias hebras se caían a montones. Realmente su estado depresivo lo estaba consumiendo poco a poco.

Cuando la espuma se disipó y solamente quedó el cuerpo de Feliks, Toris abrió los ojos de par en par, ahora sí iba a regañarlo.

-¡Feliks! ¡Cómo puedes hacerte daño!- dijo mientras observaba las líneas rojas sobre la piel en los brazos, piernas y tórax del polaco.- ¡Eres un tonto!

Lo hacía apropósito. Necesitaba que me regañaras, necesitaba saber que vivía para alguien… a pesar de ser un cementerio andante.

* * *

El pequeño bebé se encontraba sumido en su más profundo sueño. Nada podría despertarlo, ni siquiera el forcejeo de Arthur contra el cuerpo de Alfred.

-¡Déjame tonto!- decía Arthur mientras sentía a Alfred desvestirlo y besar su rostro.

-¡Pero si yo sé que tienes frío y quieres mi calor!

-¡Más frío sentiré sin ropa, idiota!

-No…- Alfred le besó traviesamente mientras se deshacía de la ropa de Arthur

-Tonto… vas a despertar a Aaron- le recriminó Arthur en un susurro para luego besarlo.

-A Aaron le hace falta un hermanito…

* * *

-De verdad debiste quedarte. Cuando me di cuenta te habías ido Feliks.- le reprochó Toris.

-Tipo, tardaste mucho en darte cuenta. - dijo Feliks frunciendo el labio inferior mientras se cubría con las mantas.

-Lo siento Feliks. - Se disculpó recostándose al lado de Feliks y bostezando.- ¡Al fin podré descansar!

-Tipo, ¿no te olvidas algo?

-¿Algo?

-Olvídalo…- murmuró resignado.

* * *

-¿Lo ves? ¡Te dije que no sentirías frío! - dijo Alfred besando suavemente la frente de su esposo. Arthur respiraba agitadamente, en un momento contuvo su respiración, mientras besaba los labios de Alfred y sentía a éste abandonar su cuerpo.

-Hey… ¿te diste cuenta?

-¿De qué?

-Creo que Polonia sintió algo de envidia…

-¿Por qué?

-¡Eres tan distraído!

-Despertarás al bebé, Arthur. - dijo Alfred buscando los lentes que dejara abandonados en algún lugar de la cama.- ¿Qué sucede?

-Bueno… creo que esos dos aún no tienen claro qué es lo que sienten el uno por el otro…

Alfred guardó silencio por unos segundos, mientras daba por perdida la búsqueda de sus lentes y se resignaba a buscarlos en la mañana.

-Lituania es una persona muy amable, pero a veces su amabilidad le nubla los sentimientos. - dijo Alfred

-¿A qué te refieres?

-A que Lituania podría estar confundiendo lo que siente por Polonia.

-No es bueno…

-No todos pueden tener una historia como la nuestra, en la que cada mínimo detalle es correspondido.

-Pero…

-¿Pero?

Arthur pasó una mano bajo la almohada y sacó los lentes de Alfred, acomodándolos sobre los ojos de su dueño.

-¿No creímos nosotros en algún momento que confundíamos nuestros sentimientos?

* * *

Esa mañana, tanto Alfred como Arthur fueron despertados por los gritos angustiosos de Toris, quien buscaba a Feliks completamente desesperado por toda la casa.

Se vistieron con rapidez y salieron a su encuentro.

-¡Feliks…él…desapareció sin dejar rastro! - decía Toris a la pareja que le veía preocupada, mientras lo buscaba desesperadamente.

-¡Tranquilízate Lituania! ¡Desesperándote no lograrás nada!

-Debe estar haciendo cualquier tontería extrema como es su costumbre y…- no pudo continuar. Presos de la preocupación por encontrar a Feliks no habían notado la tormenta que volvía a desatarse, dejando caer un rayo cuyo sonido cruzó el cielo, provocando el llanto del pequeño Aaron asustado.

Arthur corrió a calmar a su pequeño. Toris quiso seguir buscando a Feliks por la casa, pero fue detenido por la muñeca.

-¿Qué sucede señor América?- preguntó un tanto confundido.

-Oye Lituania… ¿qué es exactamente lo que sientes por Polonia? - preguntó Alfred.

-Es sencillo, ahora estoy preocupado porque tanto él como mi hijo están desaparecidos y no tengo la menor idea de lo que pueda haberles pasado.

-No estás captando la idea… no te preocupes por Polonia sólo porque creas que te necesita. No te preocupes por él sólo si es porque lleva a tu hijo en él. Ni siquiera por la idea de poder perder a quien ha sido tu mejor amigo.

-Entonces, ¿Por qué me preocuparía?

-Preocúpate por él porque sientas que si no lo proteges… le estás fallando a lo más maravilloso que te pasó en esta vida.

-¡Estamos hablando de Feliks!

-¡Exactamente! ¡Por eso te digo que no te das cuenta! ¡En estos momentos yo debería estar con la persona que amo y mi bebé tratando de calmarlos a ambos!

-¿Eh?

-Yo sé que Arthur no tolera la lluvia ni las tormentas. Sé que le trae malos recuerdos por mi culpa y por eso debo estar a su lado para demostrarle que siempre, no importa qué, estaré ahí con él. ¡Pero estoy aquí tratando de hacer que te des cuenta!

-¡¿Que me de cuenta de que?!

-¡Que dejes de ver a Polonia como un canguro que carga con tu hijo y tomes en cuenta los detalles que él quiere que tengas!

Otro rayo cruzó el cielo oscurecido. Alfred se giró sobre sí mismo y regresó a la habitación a calmar a su pequeño, dejando atrás a un pensativo Toris.

* * *

“Creo que lo he confundido todo”

-¡Feliks! ¡Te dije que no vinieras aquí!- regañaba Toris corriendo hacia el más pequeño, quien se encontraba parado frente al ex campo de concentración. Ya no lo cubría la nieve, más bien, ahora el clima era precioso y el pasto que lo rodeaba invitaba a quien lo mirara a tomar una siesta sobre él.

“Yo sabía lo mucho que podía perder y lo poco que podría ganar”

-Liet… esto es totalmente como un cementerio. - murmuró Feliks. Al menos ya hablaba un poco en relación a los días de la liberación del campo.

“Yo era consciente…”

Feliks sintió el peso de otro cuerpo empujándole suavemente al pasto. Cayó lentamente, como si la gravedad no influyera en él. Sintió los cálidos rayos del sol de frente sobre su rostro y luego el cuerpo de Toris interponiéndose.

-Feliks, ¡no vayas a ponerte triste o lloverá! - le dijo Toris a quien las ideas se le acababan.

“De que le fallaría tarde o temprano”

-Pero Liet… si tú te pareces totalmente a la lluvia.

-¿Eh?

-Siempre calmado… llegas para aplacar la sed de la tierra… para calmar al sol… para dar vida… en cambio yo…

-¡Feliks!

“Aun así… quise intentarlo”

Toris pasó los dedos por el cabello lacio y rubio del otro. Sabía lo destrozado que tenía el corazón, y sentía que podría sanarlo.

“Lo cuidé y quise hacer que se sintiera amado porque pensé que lo necesitaba”

-Oye Feliks… yo siempre voy a estar contigo… ya no llores…

“Pero debí amarlo y a consecuencia de eso cuidarlo.”

-Ya no te sientas muerto Feliks…

“No al revés”

* * *

-Y justo ahora recuerdo ese tipo de cosas… estoy como que totalmente distraído. Ese tonto Liet…- decía Feliks mientras caminaba por el bosquecillo. Su agudo sentido de la orientación, el cual lo llevaba a perderse cada tres metros, lo dirigía en línea recta, mientras escuchaba las ramas húmedas quebrarse bajo sus pies. Sintió una gota de agua caer a su nariz, luego unas cuantas más comenzaron a llenar su cuerpo.

-En verdad creo que fue mala idea salir a caminar con éste tiempo- se dijo. Escuchó un rayo sonando a lo lejos, se aproximaba una tormenta. Sintió algo removerse en sus entrañas. Posó su mano en el vientre que ya se notaba por encima de la ropa e inspiró profundamente.- hey, tranquilo. Papá Feliks va a cuidarte, así que no te asustes.

-¿Papá?- escuchó una vocecita cercana. Era un niño que caminaba en medio de las ramas. Extrañamente éstas no se quebraban bajo el peso de sus pies. Se mantuvo a unos tres metros de distancia de Feliks, observándolo fijamente.

-¡Hola pequeño! ¿No deberías regresar a casa? Tus padres van a preocuparse.

-¡Ulich! - otra voz. El niño se giró.

-¡Papá!

-¡Ulich! ¡Escapa! ¡Vete rápido!

El llamado de alerta hizo que Feliks prestara mayor atención. Escuchó el lejano alboroto causado por un grupo de perros que ladraban, y personas que se daban instrucciones en… ¿alemán?

-No… no…- murmuró y vio hacia el niño, quien ahora le daba la espalda y cuyo abrigo se había convertido en un traje a rayas. Observó aterrado al niño correr en dirección opuesta a la indicada, acercándose más y más a su padre, un hombre cuya figura Feliks no pudo reconocer y tras la cual empezaban a dibujarse las sombras de aquellos que los eliminaban.

Feliks gritó en vano al niño que se alejaba como si el tiempo le detuviera cada movimiento y sacara fotos cada segundo, mientras éste se acercaba cada vez más y más, a su padre.

Sabía muy bien lo que seguiría. Imitando los actos del niño, Feliks corrió en medio del bosquecillo, tropezando muchas veces, resbalando y necesitando aferrarse a los árboles, los cuales rasgaban la blanca piel con sus ásperos troncos.

Gritos, disparos, vociferaciones en alemán y crueles carcajadas. Eso fue lo único que pudo dejar atrás. No sabía cómo, pero llegó al lugar que menos quería ver en esos momentos y lo notó cuando ya se encontraba en medio de éste y sólo podía ver la alambrada a su alrededor.

Siguió corriendo en medio de las sombras de su pasado. Los espectros lo miraban, con sus ojos sombríos y señalándolo. Eso tenía que ser un mal sueño, nada más que eso, no podía ser algo más. ¿Verdad que no?

La lluvia impedía la visibilidad del campo, el barro y los charcos de agua bajo sus pies lo hicieron trastabillar un par de veces hasta que cayó, apoyándose sobre sus rodillas y manos. Ya conocía esa escena, ya sabía con qué había tropezado, la misma persona le había hecho caer en la nieve años atrás, sólo que ésta vez él olvidó que no debía mirarle, girándose… para encontrarse con la imagen más aterradora de su vida.

* * *

-¡Feliks! ¡¿Dónde estás?! ¡Regresa aquí tonto! ¡Feliks!- gritaba Toris buscándole, debía hallarle, debía hacerlo por sí mismo, no permitiría la ayuda de nadie más, ni siquiera la de Alfred que amablemente quiso ayudarle. Sentía las gotas de tormenta empaparle completamente. ¡Nunca había recordado que lloviera así en Polonia! - ¡Feliks!

La agresiva lluvia, acompañada del fuerte viento le impedían buscarle. Su campo visual estaba terriblemente limitado y ya empezaba a sentir el agotamiento en su cuerpo. Pero algo si era inagotable en él: su determinación.

Se había dado cuenta ese mismo día. Es decir, sabía que quería a Feliks, pero no estaba seguro de su papel de padre y esposo. Ya lo sabía, debía proteger a ambas vidas que tanto le necesitaban, ahora más que nunca.

No supo bien qué, pero algo le decía que Feliks se encontraba en “ese lugar”. Ya debía llegar… no debía faltarle mucho.

* * *

Se levantó rápidamente, sintiendo que las lágrimas en su rostro se congelaban. Debía escapar de todos ellos. Podía escucharlos, podía verlos… ¿o estaba alucinando? Si era así, deseaba golpearse la cabeza muy fuerte y, en lo posible, no despertar.

Abrió una gran puerta de metal, terriblemente pesada y entró a la habitación. Al cerrar la puerta notó que no tenía manija por detrás. Solamente podía abrirse desde afuera.

-Como si quisiera salir y verlos…- susurró.

Las voces se habían disipado y creyó que los espectros de su pasado lo habían dejado, al fin, en paz. Caminó un poco pasándose los dedos por el cabello y exprimiendo un poco de agua de éstos.

Recargó su espalda contra la pared y descendió suavemente hasta sentarse, flexionando las rodillas, cruzando los brazos sobre éstas y ocultando el rostro. ¿Porqué en esa habitación no habían ventanas ni nada?

-¿Porqué pienso en eso?- se preguntó a si mismo. Luego la respuesta cruzó su mente como un rayo. Abrió los ojos y pudo reconocer el entorno que le encogió el corazón…

* * *

“Arbeit Mach Frei”

Sintió cierto regocijo al encontrarse frente al gran portón del campo y poder leer las letras en la entrada de éste. Sin embargo dicha sensación no le duró mucho tiempo. Ese campo tenía la capacidad de contraer el corazón de cualquiera. Más de una vez lo había escuchado al final de la guerra, “Para entrar a Auschwitz, debes dejar fuera de éste su corazón, o sino el campo se los tragará vivos. Este campo puede oler la debilidad…”

La lluvia lo había empapado por completo, aún así entró al campo caminando lentamente mientras se abrazaba a si mismo. Sentía que si corría, rompería algo, no estaba seguro qué, pero sabía que lo rompería. Si soltaba su agarre a sí mismo, el corazón podría escapar muy lejos de ahí. Y ahora más que nunca lo necesitaba.

Llegó a las barracas vacías y polvorientas, no estaba ahí. Buscó en las oficinas, torres de control, baños y enfermerías. No estaba. Sólo quedaba…

-La cámara de gas…- murmuró dirigiéndose a ésta.

Recordó en mal momento, el testimonio de un médico sobre éstas cámaras en un interrogatorio.

Sentados como en reunión, los cinco aliados y el médico. Toris parado a un costado del ruso, ligeramente atrás.

-Ahora sabré cómo funcionaban esas cosas que Polonia no quiso decirme.- dijo Iván sonriente.

-Deja de verlo como una diversión.- recriminó cortante Alfred poniéndose serio como solía hacerlo pocas veces en su vida.

-¡Él no lo ve como una diversión-aru!

-Mejor si vamos a callarnos y dejamos que él hable.- dijo al final Arthur con su tan conocida parsimonia. Parecía ser el único capaz de igualar la tranquilidad del médico, aunque era consciente que tranquilidad y frialdad eran términos muy diferentes.

-Lo que voy a decirles podría afectar su sensibilidad.- comenzó el hombre que ya peinaba canas.- les pediré que aquellos que son sensibles abandonen la habitación.

Los cinco aliados se miraron entre sí, sin tomar en cuenta a Lituania ahí presente. Asintieron. El médico se levantó, acercándose al escritorio, sobre el cuál descansaban tres latas con un hoyo en la parte superior.

-Éste es el llamado Zyklon B, ó Cianuro de hidrógeno cristalino. Con esto eliminábamos a…

-Eso lo sabemos. - cortó Francis.

-¡Lo que queremos saber es cómo lo hacían! - dijo Iván moviéndose de forma impaciente, como un niño. El médico sonrió de forma sombría.

-Originalmente fue creado para controlar los brotes de tifus en los campos de exterminio. Pero un día lo probamos sobre 280 niños gitanos… y vimos que era efectivo para exterminarlos.

Toris pudo notar un ligero temblor en el cuerpo de Yao, y a Arthur levantando su mano para cubrirse la boca y parte de la nariz. Sabían que lo que vendría no iría a gustarles.

-Tomábamos un grupo determinado de judíos y los llevábamos a todos a “tomar un baño”

-Los engañaban entonces…

-Ellos no hubieran ido de buena gana de no ser así. Hombres, mujeres y niños. Una vez dentro, les ordenábamos quitarse la ropa para tomar un baño. El Zyklon B se vertía en las tuberías desde el tejado…

La mano de Iván bajó para encontrarse con la de Yao y sostenerlo. Había adivinado las intenciones del chino de parar y golpear al hombre.

-Los efectos son…- comenzó Francis para encausar la conversación otra vez.

- El Zyklon B reaccionaba con la humedad ambiente interna proporcionada por las personas y estas sufrían en primer lugar sofocación. Luego perdían el control de los esfínteres. Como resultado de ello, las víctimas orinaban y defecaban sin control, mientras que las mujeres en regla menstruaban desmesuradamente. Luego la inconsciencia, la muerte cerebral, el coma y la muerte, entre 20 y 25 minutos después. Y el silencio total.

Un silencio se formó por parte de los presentes. Yao temblaba notablemente mientras Iván tomaba su mano y parecía embelesado con el testimonio. Alfred se acercó a Arthur, quien no podía ya reprimir las lágrimas que corrían por su rostro, y las limpió suavemente.

-¿Algo más? - preguntó Francis quien segundos antes había reprimido una arcada. - ¿podemos pensar que la muerte fue instantánea y que no sufrieron?

-Para nada. En caso de sofocación, las victimas mueren lentamente. Sienten cómo el aire los abandona, cómo el mundo se desprende de sus almas. En la cámara de gas el sonderkommando encontraba los cadáveres en capas. Debajo los más débiles: ancianos, niños; en el medio las mujeres y encima los más jóvenes y fuertes. Peleaban hasta el último minuto, observaban a sus familias morir uno a uno en la mayor desesperación.

Suficiente. Tanto Yao como Arthur habían abandonado la habitación corriendo al baño más cercano. Los otros, a excepción de Iván, padecerían pesadillas por al menos tres meses.

Iván se acercó al hombre y posó una mano sobre su hombro.

-Han superado mis expectativas. De verdad… llegaron a los mayores extremos de crueldad a los que puede acceder el hombre.

-Muchas gracias. Me siento alagado que la madre patria del ejército soviético me diga eso.

-Te estoy llamando estúpido si no te has dado cuenta. Mira que eliminar a quienes son de tu misma especie y sólo difieren en ideas… en verdad no mereces vivir… ni tampoco morir… mereces sufrir lo que te queda de pobre vida.

Toris ignoró los gritos del hombre, quien ahora era arrastrado por dos soldados del ejército de Iván. En verdad Feliks la había pasado muy mal.

* * *

Abrió la puerta de la ex cámara de gas y en un rincón encontró a Feliks temblando, aparentemente rezando. Se acercó a éste para abrazarle con cuidado.

-Feliks… me has tenido muy preocupado.- dijo aspirando el olor suave del más pequeño mientras sus dedos se enredaban en el cabello mojado.

-Liet… los vi morir… los llevo aún en mí… aún soy un cementerio andante…

-No lo eres. - Toris tomó el rostro de Feliks, levantándolo con suavidad y besando cariñosamente los labios de éste. - ya no lo eres. ¿No lo ves? Estás llevando una vida en ti, cosa que los cementerios no hacen.

-No lo hagas por hacerme sentir mejor Liet…

-No lo hago por eso. No dejamos de ser amigos a pesar de ser… esposos… Sé que soy muy distraído y bueno… tengo derecho a ser diferente de Alfred si de demostrar afecto se trata… lo siento Feliks… creo que te he descuidado.

Feliks sintió el miedo y las sombras abandonarlo. Se aferró fuertemente a Toris mientras lo besaba. Era verdad, no tenía nada que envidiar a Alfred y Arthur. Toris era Toris, siempre estaría para él, para disipar esos malos recuerdos, para recordarle que aún estaba vivo.

-Te amo Feliks. - susurró Toris en medio de besos y caricias. - nunca vayas a dudar eso.

-No lo haré…

El sol por sí mismo no puede crear un arco iris. La lluvia no puede reflejar la alegría si no proviene del sol. Por eso ambos, a pesar de ser tan diferentes, se necesitan.

* * *

-¡Pero que linda escena!- decía Alfred mientras alcanzaba una toalla a Toris desde la puerta de la casa. - ¡Tardaron mucho!

-Gracias.- contestó Toris tomando la toalla y secando su rostro, para luego pasarla por el cabello de Feliks. La lluvia había terminado por completo y el sol se alzaba por sobre las nubes grises.

Arthur salió con Aaron en brazos, quien peleaba con el biberón entre sus diminutas manos. Feliks corrió a arrebatar al pequeño de los brazos de Arthur.

-¡Hola pequeño! ¿Extrañaste a tío Poli? Si… ¡yo se que si!- decía mientras jugaba con el niño.

-Veo que arreglaste las cosas…- le dijo Alfred a Toris tomándolo por los hombros.

-En verdad no había nada que arreglar… quizás un malentendido pero… nada que con un poco de sinceridad no pueda ser solucionado.

-Qué bueno.

-¡Liet! ¡Tipo que tengo mucha hambre!

-¡Es cierto! - Dijo Alfred y se acercó a Toris- traje lo que te dije y lo dejé en la mesa. Es infalible contra los antojos extraños.

-¿Si? ¿Qué es?

-La comida de Arthur. Si no te mata te hace más fuerte.

-¡Qué dijiste!

-Nada cariño… nada…

Arthur jalaba las mejillas de Alfred mientras éste seguía riendo, mientras tanto Toris observaba a un sonriente Feliks jugar con el bebé.

“Quiero hacerte tan feliz… que las lágrimas no tengan lugar en tu corazón”

ok ok lo siento si no les ha gustado ToT creo que me pasé y esto podría afectar sensibilidades, ¡pero! era parte del sentimiento del fic.

Moe: vos le vas al angst asi mal no?!

Jejeje, asi me riñe XD

Capítulo 7: Itsumo Syna (Por siempre juntos)[Grecia x Japón]

Heracles alzó la mano sin soltar la de Kiku y ladeó el rostro del japonés, hasta ponerlo en el ángulo que consideraba perfecto. Se acercó con suavidad, sintiendo la respiración del otro cada vez más cerca. Kiku recargó su cabeza en el hombro de Heracles, sintiendo cada vez esa sensación más y más fuerte. Ahora también podía escuchar el sonido de su corazón. Rogó porque Heracles no lo notara… pero estaba completamente descontrolado, golpeando contra el pecho del más pequeño. (Para Zoe-neesama y Eva-san ^^)

Capítulo 8: Memorias in seppia (Memorias en sepia) [España x Italia del Sur]

¿Hasta qué punto Antonio lo amaba? siempre se había preguntado eso a sí mismo. Momento de sacar las memorias de Lovino. (Cpítulo especial para mi super hiper mejor amiga Junjou Moe)

Capítulo 9: Sacra promessa meinem Geliebten (Sagrada promesa a mi amado) [Alemania x Italia del norte]

No era sólo una promesa para la guerra. Esa cruz de hierro significaba mucho para ambos. El inicio de una nueva etapa, la promesa de siempre protegerse. Y ahora le tocaba a Feliciano demostrar cuál era su verdadera fuerza.(Este para mi super neechan: kitsune-chian)

Este fic da para rato les diré... obvio, no me olvidaré de los nórdicos, solo esperen! tambien a Gilbo, Rode, Peter, Raivis...

Spot:

USA: Si piensan que la comida de Arthur debería venderse en farmacias bajo prescripción médica solamente y en caso extremo para embarazados con antojos que superan la imaginación humana, dejen review. ^^

UK: ¬¬ ¡Te estoy escuchando Al!

Nota Final/Anuncio:

Se busca persona que tenga mucho tiempo para ayudarme a pintar los bebés de hetalia (no quiero asfixiar a kitsune-chian ToT y yo no sirvo para pintar en compu...) alguien ayudeme? pliz!

hetalia, mpreg

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