Global Mpreg cap 5

Sep 26, 2009 13:06


A todas las fans Rusia x China.

Especial para mi prima Kaoru Kitazawa.

Noticia especial: 2010 - PELÍCULA DE HETALIA! *3*/ a esperarla!!!

Global m-preg

5: Odnyoka dàxióngmāo.

Su relación se basaba en una promesa: Nunca dejar sólo al otro.

Ambos sabían muy bien cómo se sentía la soledad.

De una forma muy extraña, así habían comenzado su relación.

* * *

Eso solamente tenía un nombre. Solo una palabra podía definirlo: Masacre.

Y claro, a él no podrían dañarlo. Tampoco nada podía hacer, más que ver a la gente escapar de ellos. Los invasores de su tierra, los verdugos… los japoneses.

Como si de un deporte se tratara, llevaban a un grupo de chinos a un campo donde, uno a uno, eran eliminados de las formas más crueles, siendo mutilados frente a sus familias, el padre esbozando una última sonrisa para el hijo que lo miraba aterrado y confundido, sin saber que un destino familiar le esperaba, y que además e los rasgos del padre, heredaría su muerte.

La violación de Nanking, así sería conocido ese episodio.

Yao nada podía hacer. Ellos eran excelentes en artes marciales, conocían los puntos débiles de un ser humano a la perfección. Podían matar de veinte formas distintas usando un solo dedo… pero no sucede como en las películas.

Los japoneses estaban armados, las armas de fuego eran de largo alcance y de fácil manejo. Las artes marciales eran cuerpo a cuerpo y eso significaría desarmar al enemigo… mientras otro enemigo te dispararía por la espalda.

No había forma de escapar. Sólo le quedaba esperar que esa persona lo encontrara y acabara con él.

-Ohayo-gozaimasu… Chugoku-san…

-Nihao… Ju Hua-aru.

-No use ese nombre conmigo.

-Yo te lo puse-aru… en mi idioma significa lo mismo que tu nombre-aru…

-Ese día te lo dejé muy claro. No soy más su Ju-Hua.

Lo recordó. Y bueno, tenía una horrible herida que cada mañana le recordaba lo mismo, el día que perdió a la persona que más quería.

* * *

-¿Por qué?...

-Por qué… ¿qué? - un sonido cortó el viento mientras gotas de sangre se separaban de la espada recientemente usada cuya hoja era limpiada ahora por un pañuelo, y regresada a su lugar.

Tardó en contestar.

-¿Por qué… me haces esto-aru…?- sintió frío en su corazón. La espalda le dolía, la sangre manchaba el piso y su visión se empañaba. El dolor era insoportable. -¿Por qué?... te cuidé… como a mi hermano menor-aru… te amé… como a nadie en el mundo-aru…

Kiku no quiso mirarle. Se giró sobre si mismo y se alejó, dejando detrás de él un corazón roto, una cicatriz enorme y miles de lágrimas.

-Ju Hua…

-No soy su Ju Hua.

-Te quiero-aru…- ¿incluso con media espalda destrozada podía decirlo? Kiku se detuvo un breve momento.

-Lo siento. Yo no siento nada. Ni siquiera arrepentimiento.

-Te quiero-aru…

-No lo siento.

-Te quiero-aru…- la voz se le quebró, al mismo tiempo que su corazón se rompía en pedazos muy pequeños y se esparcía por el piso de la habitación.- siempre… voy a quererte-aru… siempre… vas a ser mi pequeño-aru… por eso… por eso…

“Nunca más amaré a nadie.”

* * *

Kiku lo miró con sus ojos carentes de expresión.

-China-san…piense muy bien lo que va a contestar.- el dedo pulgar recorrió la espada, levantando ligeramente el mango de ésta. - ¿sigues sintiendo lo mismo? Piense bien su respuesta por favor… ya sabe que si saco mi espada… no podré volver a meterla… a no ser que esté manchada con sangre.

Yao lo miró con sus ojos cargados de ternura. Esos ojos que a pesar de todo, siempre tenían algo de amor para con otros. No dudó su respuesta.

-Si-aru… siempre voy a…-No pudo continuar. El trasfondo rojo, sus siluetas negras y luego… las marcas de sangre nuevamente en el suelo. La herida, exactamente en el mismo lugar que le hiciera la primera. Un dejavu sobre algo que ya había pasado antes. Sabía bien lo que seguía. El corazón volvía a quebrarse.

* * *

Estaba completamente destrozado. No había lugar para una herida más, no importaba lo pequeña que fuera ni donde estuviera.

Atardecía suavemente sobre Nanking, el sol bañaba suavemente la espalda herida de Yao, mientras éste, con los ojos cerrados, se negaba a abrirlos. Ese olor… la sangre que emanaba de los cadáveres y teñía su suelo, empezaba a invadirlo.

Ya no podía más, era suficiente. Se levantó a duras penas, sin despegar su vista del norte… y escapó.

* * *

No le interesaba saber dónde acabaría, no le importaba lo que pasaría con él. De todas formas, sólo eso quería: deshacerse de ese dolor en el fondo de su alma, del sangrado de su corazón, de las múltiples heridas en sus recuerdos.

Días y días de escape. No tenía hambre, y si la tenía no quería comer. La depresión que había tratado de reprimir por tantos años empezaba a manifestarse.

No sabía cómo, pero había llegado al lugar que le pareció el más maravilloso del mundo. Un gran campo se extendía frente a sus ojos, un campo lleno de girasoles.

El cielo ligeramente nublado, el clima un tanto frío, los girasoles saludándolo con sus pétalos amarillos encendidos en color. Todo era hermoso.

Se adentró en el campo, sintiéndose como si se encontrara en medio de un bosque de bambúes. Caminó sin saber cuántos metros había avanzado, hasta llegar a una roca, cuyos bordes desiguales formaban una pequeña grada, la cual lo invitaba a recostarse y dormir. Tan cansado estaba que ni bien se hubo recostado, y entonces cerró los ojos…

* * *

La sensación de que alguien más lo acompañaba logró despertarlo. A su lado tenía a Iván, el cuál llevaba encima su inseparable bufanda y lo que parecía un delgado sweater. Yao cayó en cuenta que tenía el enorme abrigo de Iván sobre sí, cubriéndolo. El clima había refrescado un poco más.

-Si te quedas dormido en cualquier lugar y de noche… lo más seguro es que amanezcas congelado. - le dijo sin mirarlo. Yao sintió que la gran mano del hombre se posaba sobre su cabeza, acariciándolo torpemente. Y sin embargo le gustaba que lo hiciera.- ¿Por qué escapaste?

El chino lo miró desde abajo. ¿Cómo lo sabía?

-No es algo importante-aru…- dijo sintiéndose majadero. De todas formas, no tenía la menor gana de dar explicaciones.

-Ah ya veo… no lo es… - silencio. La pesada mano de Iván ya no acariciaba la cabeza de Yao. Ahora solo descansaba sobre su mejilla. Yao empezó a sentirse nervioso. - Entonces eres débil... si escapas de algo que “no es importante”.

-¡¿Qué puedes saber tú-aru?! - Yao apartó la mano de Iván de un manotazo para levantarse y dejar que el abrigo se resbalara por sus hombros. Notó que el ruso ahora lo miraba fijamente.

Iván tomó el rostro del pequeño entre sus manos y acercó su rostro al de Yao. Éste pudo sentir la fría respiración del otro muy cerca, cada vez más.

-Cada girasol es una persona…- susurró mirándolo, casi hipnotizándolo con sus ojos violáceos, los cuales en la oscuridad, refulgían y asustaban.- sus cuerpos están en este campo, descansando debajo de nosotros. Observándonos. Los unos enterrados bajo la nieve, los otros detrás de sus ventanas, haciéndose pasar por humanos vivos. Ésta es mi casa. Ésta es mi nación. Manchada por el color rojo por donde lo veas. Cada pétalo, son mil lágrimas derramadas, cada girasol marchito, es una persona olvidada…todo por una decisión equivocada que tomé. - juntó su frente con la del más pequeño- Si Yao… creo que no lo sé… hay cosas que de verdad no sé.

Sonrió.

Yao sintió más miedo del que había sentido en toda su vida. Comenzó a temblar. Podía ver cómo su aliento cálido formaba una pequeña nube cada vez que exhalaba. Y sin embargo… tener a esa persona que tanto le recordaba a él mismo… tan cerca… como si su alma se reflejara en un espejo…

-Tú también te sientes sólo-aru…-dijo sin siquiera pensar el comentario.- ¿porqué vienes a visitarlos si ya no volverán-aru? ¿Por qué te preocupas si también te hicieron daño-aru?

-Dime tú… ¿por qué aferrarse a quien ya no regresará?

Cayó en cuenta del peso de sus palabras. De distintas formas, ambos habían sentido lo mismo. Una sola palabra que marcaba su vida: Soledad.

Iván separó su frente de la del chino, sin soltar su rostro.

-La primera vez que te vi… te quería para mí.- le dijo. Yao lo miró curioso.- Estabas rodeado de tus hermanos, cuidándolos, sonriendo, llenando sus corazones de primavera. Y yo era aún muy pequeño, y lo único que conocía era el frío. Frío en mi exterior, frío en mi interior, frío en todas partes. Invierno.

Yao posó sus manos, una por sobre la de Iván, y la otra en su pálido rostro.

-Estás llorando-aru…- le dijo suavemente.- llorar sin tener lágrimas es lo más doloroso que puede pasar-aru… deja de hacerte al fuerte-aru.

-Es una tontería.

-No lo es-aru. Te has quedado sin lágrimas porque con ellas regaste éste campo de malos recuerdos-aru. Lo que tú más quieres… es tener alguien que te quiera-aru.

-Tengo a mis hermanas…

-A las cuales ves como a dos subordinadas más-aru, más… eso no es querer-aru…

Iván sonrió otra vez. Pero ésta vez porque de alguna forma, se sentía feliz. Alguien por fin se atrevía a darle la contra y enfrentarlo con la verdad.

-Eres la primera persona que me enfrenta y juega a descubrir lo que siento.

-No estoy jugando-aru.

Iván se acercó aún más a Yao, hasta presionar suavemente sus labios fríos sobre los de éste, logrando que se sonrojara a más no poder, pero sin besarlo, solo tocándolo sutilmente.

-Hey… ¿sigues queriéndole?

-¿A quién-aru?

-Al que te hizo esa horrible herida.

Se refería a Kiku.

-Es mi hermanito-aru… además… va a sanarse-aru…

-No me refiero a la de tu espalda. - Iván juntó con suavidad sus labios con los del otro, quien le correspondió tiernamente, en un beso corto.- Va a hacerte muchas más… hice bien en darle su merecido hace tiempo… ¿no crees?... puedo hacer lo mismo otra vez.

-No-aru… pelear no resuelve nada-aru…

Iván rió. Sabía lo nervioso que ponía a Yao. Podía sentir los brazos del pequeño buscando sujetarse de los suyos, su cuerpo temblando, presa de la emoción; sus labios ansiosos, esperando por un beso más largo y profundo… y él también deseoso de sentir esos labios juntándose cálidamente con los suyos, sabiéndose sádico y a la vez incapaz de hacerle daño a China. Se acercó hasta tocar la punta de los labios con los de éste, sintiendo el contraste de sus propios labios, helados, contra los labios tibios de Yao.

-Me estás desesperando-aru… ¿Qué es lo que quieres-aru?

-Déjame ver. - Iván sintió las manos de Yao buscando las suyas, temblando por sobre éstas mientras volvía a besarlo.- Que me des lo que no le has dado a nadie. Lo que yo te he dado la primera vez que te vi. Eso que tú le llamas “amor”… que para mi sería como la primavera.

-Es lo que más necesitas…- tomó a Iván de la misma forma que él lo tenía- y creo que yo también-aru…

Ambos sonrieron. Volvieron a besarse, pero ésta vez el beso fue largo y profundo.

* * *

Ya no sentía frío. Lo que sí sentía era una extraña calidez envolviendo su cuerpo adolorido. ¡Ahora sí que las heridas le molestaban! Intentó moverse en medio de esa calidez, y descubrió que no podía hacerlo, algo lo estrujaba con fuerza.

-Duele-aru…

-¡Ah! Lo siento…

Abrió los ojos de golpe mientras Iván lo soltaba. Se levantó sintiendo el dolor acudir a él otra vez. No sabía dónde estaba, pero algo era seguro: Esa no era su casa, no era su país.

Observó su torso, completamente vendado al igual que su muñeca. Entonces se dio cuenta que también se había dañado ésta al caer en el enfrentamiento contra…

-¿Eeeeeeh…? ¿China estás llorando?- preguntó Iván mientras lo miraba sonriendo.

-No te incumbe-aru… no es tu problema-aru… ¡tú no entiendes nada-aru!…- contestó cubriéndose delicadamente los ojos con el dorso de la mano.

Sus dedos percibieron el toque helado de los de Iván, cuatro de ellos debajo de los suyos mientras ambos pulgares tomaban el dorso de sus manos, alejándolas de sus ojos.

-Como lo supuse. Contigo es diferente.- dijo resueltamente el ruso, haciendo que Yao pusiera cara de interrogación, invitándolo a continuar. - Normalmente me gusta mucho ver llorar a alguien… y sin embargo…- se acercó al rostro de Yao para robarle un beso muy pequeño.- no me gusta verte triste.

Quería pensar que lo de la noche anterior había sido solamente un impulso. Que solo había correspondido ese beso porque se sentía solo, y a la vez creyó ver el reflejo de sí mismo en los ojos violáceos de Iván.

¿Qué tan ciego podía estar para no notar que se encontraba frente al “monstruo del norte”?

¿Qué tan roto tenía el corazón que ahora no le importaba el hecho de que Iván estuviese desnudándolo y besando cada centímetro de piel que él, sumisamente, le permitía?

Otra vez recostado, los dedos entrelazados con los de Iván, las manos a ambos lados del rostro, el cuerpo cansado y adolorido, los labios sintiendo el frío toque de los labios de Iván, su lengua librando una débil batalla con la del ruso...

No lograría nada resistiéndose, lo sabía. Iván tomaba lo que quería de otros, así sabía él que había sido siempre, a eso estaba acostumbrado. Si se oponía, solamente obtendría más dolor en su cuerpo… y quizás en su alma también.

Y sin embargo, le gustaba corresponderle, pensar que era algo más que un juego de satisfacción mutua, que Iván le besaba y tocaba porque así le demostraba que esas palabras, emitidas de su boca noches antes, eran verdaderas.

-Basta-aru…- susurró en cuanto Iván liberaba sus labios. Éste lo miró, soltando sus manos, sin cambiar la posición invasiva respecto de su cuerpo con el de Yao y sonriendo. No… no era la típica sonrisa sádica propia de éste. Algo había de diferente, aunque no se notara.

Yao pasó los dedos por el cuello, donde Iván le había estado besando…

-¿Qué es… esto-aru?- tocó un punto que le hizo sentir un poco de dolor; una herida en proceso de cicatrizar. - Auch…

Buscó otros puntos que Iván estuviera besando rato antes, aún con éste sobre su delgado y frágil cuerpo. Todos eran pequeñas heridas, cicatrices pasadas, cada una con su historia, cada una cerrada a partir de muchas lágrimas.

Descorrió la bufanda del cuello de Iván lenta y pausadamente mientras éste lo atravesaba con sus hermosos ojos violáceos. El corazón le latía muy fuerte, ¿era a causa del miedo que le tenía? ¿O acaso era…?

-¡¿Qué es esto-aru?!- soltó suprimiendo un pequeño grito al abrir el abrigo de Iván y encontrar un sinnúmero de cicatrices en su piel. Se levantó ligeramente mientras recorría el abrigo por los hombros de éste, desnudando la blanca piel y revelando cicatrices enormes, las unas más profundas que las otras. No tenían punto de comparación.

-¿Qué es?... es sencillo Yao. Es la prueba de que somos iguales. - Se recostó completamente sobre el cuerpo de Yao, usando los codos para apoyarse en la cama y mantener su rostro a una pequeña distancia del otro.- Solo por eso me gusta llevarlas. Éstas heridas que no se perderán nunca. Éstas heridas que me unen a ti de alguna forma.

-Dices tonterías-aru…- se acercó al rostro de Iván y por primera vez, fue él quien tomó la iniciativa de besarlo. - ahora dirás que eso es más eficaz que escribir nuestros nombres en el tronco de un árbol, ¿no?

Ambos se sonrieron, el uno al otro. Llorando de la forma más extraña, mientras reían y compartían el día entre besos y caricias. Agradeciendo al cielo por haber encontrado a la persona que más amarían en su vida. A la persona que más los reflejaba, a pesar de ser tan diferentes.

* * *

Y un día, sin más… Yao amaneció completamente solo, de vuelta en su casa. Despierto y pasando sus dedos por el negro y sedoso cabello, como solía hacerlo Iván cuando dormían juntos, posando su mano en el rostro, un tanto fría por la temperatura de la mañana, recordando el toque de las del ruso, bajándola hasta llegar a sus labios con la punta de los dedos, tratando de recordar por aquel frío, el delicioso toque de los labios del otro.

No estaba. Lo sabía, en toda la casa no podía sentir a Iván.

Tanto tiempo había pasado… y sin embargo no habían logrado aburrirse el uno del otro. Al menos él no, podía tener a Iván besándolo o tocándolo todo el día, todos los días.

-Debí entregarme a él cuando pude-aru…- dijo mientras posaba una mano en el corazón.

Lo sintió. Latía con mucha fuerza. Quería verlo, necesitaba verlo.

Emprendió su caminata nuevamente al mismo lugar, al campo de girasoles. Como Iván lo había dejado en su casa, muy al sur, le tomó más tiempo del debido.

* * *

Nada…

Siguió caminando. Estaba seguro que el campo completamente amarillo, lleno de girasoles y recuerdos quedaba muy cerca de ahí.

Solamente nieve, tormenta, frío. El paisaje apocalíptico logró estremecerlo. Pudo reconocer en medio de todo, la gran roca en la que había descansado tiempo atrás, esa noche que había comenzado a amar a Iván.

Como si de un conjuro se tratara, se recostó en la piedra nuevamente, observando los tallos secos y torcidos de las plantas, en medio del mortuorio anochecer. No era una escena nada agradable. Empezó a temer por su vida.

-Es cierto-aru… antes eso no me importaba… pero si no estoy vivo… no podré estar con él otra vez-aru.

Escuchó pasos. Se encontraban cerca de él.

-Aquí estabas Rusia.

-Tenía que esperarte en un lugar que se pareciera a tu casa… América.

Sintió miedo. Algo sabía de las desastrosas relaciones entre esos dos.

-Muy gracioso. Sabemos que mi casa es bonita.

-No has venido aquí a comparar tu casa con la mía… ¿no América?

Las ramas secas crujieron bajo los pies de ambas personas. Yao pudo escuchar el chasquido de dos armas. No… no quería ver a las personas que quería heridas… nunca más…

-Lo siento Rusia.

-No… en verdad no lo sientes. Arthur te ha enseñado muy bien.

Asomó su cabeza por la roca para observarlos. Los ojos violetas de Iván, consumidos por el odio, encendidos por el deseo de sangre. La tranquila y a la vez traviesa expresión de Estados Unidos, quien no podía ver las guerras más que como una pelea de niños.

El monstruo del norte había regresado.

-¡Detente América-aru! - Gritó Yao mientras corría hacia él, interponiéndose entre Alfred e Iván, levantando los brazos a la altura de los hombros.- ¡Iván no es malo-a…!

Un sonido sordo lo trajo de vuelta. El sonido de un disparo.

La blanca ropa de China se tiñó de rojo.

1960: Fundación de la República Popular China.

* * *

Debía estar soñando. Sí, eso era, un simple sueño. Otra vez el abrazo firme de Iván, los fuertes brazos rodeando su frágil y delicado cuerpo, los fríos labios presionando contra los suyos de forma urgente y necesitada.

Abrió los ojos, temeroso de que el sueño se desvaneciera… pero no. Ahí estaba, frente a él, mirándolo en medio de la noche. Y su mirada posada inmediatamente por encima del tronco.

-Sabía que no morirías.

-Cuatro mil años no pudieron conmigo-aru… una simple bala no bastaría-aru.

Iván rió, acercándose a éste mientras jugaba con su cabello.

-Hey… ¿sigues pensando que soy una buena persona?- dijo mientras besaba suave y provocativamente los labios del pequeño.

-No dije que fueras bueno-aru… sólo dije que no eras malo-aru…

-Si te disparé Yao.

-Pensabas que de alguna forma dañarías a Alfred-aru… entiendo que sea tu forma de pelear-aru…

-No… pensaba simplemente en que quería un herido, sin importarme quién fuera.

-Me mientes-aru…- Yao se abrazó del cuello de Iván, mientras trataba de incorporarse.- querías herirme… para no alejarte de mí-aru… no te creeré que todo ese tiempo juntos fue nada para ti-aru.

Iván cambió su expresión. Ya no había la falsa sonrisa en su rostro. Tomó a Yao por la cintura mientras éste buscaba sus helados labios y los besaba, buscando recuperar el tiempo que habían estado separados.

-Tranquilo-aru… no voy a dejarte por nada-aru…- dijo tomando el rostro frustrado de Iván entre sus delicadas manos.

-¿Por qué…? Si yo también… te hice daño…- dijo cual niño enfadado que acaba de perder una pelea. No una insignificante pelea, Iván sabía muy bien la parte de él que estaba perdiendo.

-No lo sé-aru…-volvió a besar con dulzura a Iván mientras mientras éste le correspondía débilmente. - Creo que simplemente… quiero estar contigo-aru…

-Te he abandonado… me alejé de ti… también te hice daño… - apretó con fuerza las caderas de Yao con ambas manos- y aún así insistes en estar conmigo… ¿por qué no te alejas…? ¿Por qué no te vas como todos ellos? ¿Por qué…?

-Me alegra ver que tú también estás feliz-aru…- le cortó finalmente.

Iván levantó el rostro para ver el de Yao, al cual empezaban a formársele pequeñas lágrimas. Se vio reflejado en una de ellas, y sintió que había perdido.

-No…

-No… ¿qué-aru?

-No quiero… no quiero tener que herirte a ti también… no quiero hacerte llorar a ti también…

-Eso es bueno-aru.

-¡No! ¡No lo entiendes! ¡Yo no soy éste! ¡Yo soy una persona que gusta de dañar a otros! ¡Me gusta verlos llorar! ¡Me gusta tenerlos bajo mi mando! ¡Me gusta ver sus rostros suplicando misericordia! ¡Me encanta ver el dolor en ellos!

-Pero… aún así no puedes evitar llorar cuando se van y te dejan solo-aru. Haces algo peor-aru… te niegas a llorar y demostrar tu debilidad-aru…

La gota que derramó el vaso.

En menos de dos segundos, la venda que llevaba cubriendo la herida del disparo fue hecha jirones. Pedazos de ésta manchada con sangre caían al suelo… y gotas de sangre manchaban éste también. Una herida se estaba abriendo otra vez.

-¡Vamos! ¡Escapa!- gritaba Iván mientras temblaba y abría los ojos cual psicópata que ha encontrado a su víctima. - ¡Tu vida está en riesgo! ¿¡Por qué no la salvas!? ¡Aléjate!

Yao, quien ahora se encontraba sangrando nuevamente y sentía cómo la herida se iba abriendo, intentó levantarse.

-¡Eso! ¡Levántate y escapa! ¡Vete! ¡Aléjate de mí!

¡Vamos! Acompáñame…

¡Escapa! No me dejes…

¡Tu vida está en riesgo! Quiero ver que me quieres a pesar de todo…

¿¡Por qué no la salvas!? ¿Puedes quedarte conmigo?

¡Aléjate! Todos se van de mí…¿y tu?

Haciendo un gran acopio de sus fuerzas, se acercó hasta Iván, quien retrocedió levemente, parecía estar asustado.

-Hey… tranquilo-aru… - se aferró al enorme abrigo con dificultad. - Yo también tengo miedo de llegar a amarte tanto que no pueda más-aru… aunque ya es tarde para eso-aru…

-¿Qué…? ¿Qué significa eso…?- preguntó aún más asustado mientras Yao le abrazaba y manchaba un poco el abrigo con su sangre.

-Te amo-aru… Te amo Iván-aru…voy a quedarme contigo para siempre-aru… ya no estarás solo nunca más-aru…

Iván deseó matarlo. Lo deseó con todas sus fuerzas… y supo que lo que quería no era matar a Yao, sino matarse él mismo.

No podía creerlo. Tantos años… tanto tiempo de soledad… tanto frío en su corazón habían logrado congelarlo… y sin embargo ése día pudo sentir su corazón latir fuertemente, golpear dentro su pecho, mandar sobre sus pensamientos…

“Siempre quise pensar que… si los atrapaba por el miedo…creyendo que los demás dependían de mi…siendo yo quien dependía de ellos”

Yao sintió las frías lágrimas de Iván caer sobre su rostro. Al fin… luego de tantos años… luego de tanto dolor… el corazón de Iván volvía a vivir.

-¿Iván-aru?- lo llamó el pequeño. Iván tenía la mirada perdida en el techo de la habitación. Y entonces comenzó a reír. No era la típica risa fingida, sino una risa sincera, llena de felicidad. Una sonrisa que nunca antes había sido expresada por esos labios, una sonrisa que nadie más que Yao, lograría crear en el invierno hecho persona.

* * *

Los años pasaron-aru. Las cosas no han sido fáciles, ni para él, ni para mí. Yo porque aún pensaba en todas las personas que me habían abandonado-aru. Él porque no creía en la sinceridad de su corazón-aru.

* * *

-Iván… creo que sabes esto… pero voy a volver a repetírtelo-aru… ¡no necesito cinco kilos de desayuno sólo porque esté esperando un bebé-aru!

-Pero… yo quiero que mi bebé sea muy fuerte y sano, Yao.

-Y va a estar bien-aru… pero de todas formas no puedo comer tanto-aru.

-Y yo que lo preparé con tanto cariño para ti.

Derrotado.

-… Dame eso-aru…

-¡Quiero darte de comer!

-¿¡Qué-aru!?

-Me lo debes.

Derrotado por segunda vez en menos de dos minutos.

-Está bien-aru…

El tibio sol se colaba por la ventana, el mismo que bañaba a los amarillos girasoles de su jardín con sus fuertes rayos.

A pesar de ir por el sexto mes de embarazo, la pancita de Yao era pequeñísima. Y claro, se debía a la estatura y complexión del chino. En cierta forma agradecía no llevar un bombo delante.

Iván era un esposo/padre terriblemente sobre protector, al grado de no haber dejado a Yao salir a ningún lado desde el momento que supo lo de su bebé.

De cierta forma, luego de lo ocurrido con el bebé de Arthur y Alfred, todos los demás temían que algo parecido les sucediera. El bebé de esos dos había tenido mucha suerte en sobrevivir, pero estaba seguro de que la suerte no se repetía. Era mejor tener a Yao casi aislado del mundo a luego tener que lamentar una pérdida.

-¡Tienes que comerlo todo!

-¡Explotaré-aru!

-No lo harás…- Iván dejó el enorme plato de comida a un lado para besar a Yao, el cual pensaba que por día, considerando las enormes cantidades de comida cortesía de Iván, mínimo subía dos kilos.

El sonido de la puerta los sacó de su mundo. Tenían visitas… ¿quién lo diría?

Yao quiso levantarse para abrir la puerta, pero Iván se adelantó y evitó que se levantara.

-¡Iván-aru!

-Déjale que espere… quien quiera que sea.

-Pero…- no pudo continuar. Escuchó que tocaban la puerta un par de veces mientras Iván volvía a tumbarlo en la cama y lo besaba. Un “crack” en la puerta hizo que Iván se detuviera.

-¡Natasha! ¡No debiste hacer eso!

-Quiero ver a hermano mayor…

-¡¡¡Yo quiero a mi Aniki!!!

Iván se levantó y vio a Natasha parada en la puerta, al mismo tiempo que Ucrania y Taiwán entraban corriendo a abrazar a Yao.

-¡Nini te pusiste tan bonito! - casi gritó Taiwán descorriendo la coleta de Yao e intentando peinarlo.

-¡Parece la muñequita de Iván!- dijo Ucrania mientras abrazaba a su cuñado. -¡No puedo creer que mi pequeño rusito haya crecido tanto! ¡Será padre! ¡Soy tan feliz!

-¡Muévanse chillonas! ¡El hermano mayor de Nini soy yo!

-Nadie te presta atención Yong Soo.

-¡Cállate Hong Kong! Soy tu hermano mayor también.

Yao rió de buena gana, llamando la atención de los demás. Yong Soo se acercó para abrazarlo con fuerza.

-Nini, ¿verdad que todo fue hecho en Corea? ¿Incluido tu bebé?

-¡Dices tonterías-aru!

-Nini deberías comer más, ¡Kiku lleva el mismo tiempo que tú esperando y sin embargo te dobla el tamaño!

-Lo mismo le digo yo.

-¡Es porque ninguno de ustedes ha comido el trasatlántico que Iván prepara por comida-aru! ¡Con eso podríamos alimentar a toda Rusia y China juntos-aru!

Rieron. Y sin embargo había alguien que no reía. Yao notó a la hermana menor de Iván alejarse del grupo, mientras Yong Soo comparaba estaturas con Iván, y hablaba sobre la pancita tan pequeña que llevaba Yao.

Yao se levantó mientras sus hermanos se quedaban, Im Soo molestando a Iván, Ucrania hablando con Taiwán y Hong Kong simplemente observando.

Siguió a Natasha, quien sabía de la presencia de éste. Estaba esperándolo. Recorrieron la casa, ella delante y él siguiéndola, ambos en completo silencio.

Llegaron a la sala, llena de floreros con girasoles y pandas de felpa. Yao se sentó en un cojín del suelo.

-Oye tú… ¿qué hiciste? - preguntó finalmente mientras tomaba un girasol en sus manos. Yao la miró, era realmente hermosa. Algo sabía de su gran belleza, que podía manejar a cualquiera, pero que era peligrosa.- Repetiré la pregunta una vez más. ¿Qué hiciste?

Yao bajó a tierra firme, sin dejar de mirarla intentó contestar.

-¿Hacer qué-aru?

-No te hagas el tonto.

Natasha volteó el rostro para mirar a Yao. Éste sintió temor ante la mirada amenazante de la joven.

-Vamos… dime…

-Yo… no hice nada-aru… simplemente lo amo-aru…

Uno de los floreros chocó contra el piso, muy cerca de Yao. Los fragmentos salieron volando junto con gotas de agua y uno que otro pétalo.

-Yo también… yo también lo amaba y sin embargo… no fue suficiente…- Natasha temblaba mientras aún mantenía la vista llena de rencor puesta en Yao. Éste a su vez, se sentía más y más nervioso. No… ella no sería capaz…- ¡Dime qué tienes tú que mi hermano no vio en mi!

-¿Qué pasa aquí? - voltearon para encontrarse con Iván, el cual se encontraba parado en la puerta.

-Hermano…

-China, estamos esperándote y como no volvías yo…- se calló. Yao iba a preguntarle pero éste se acercó a él, arrodillándose en medio de los fragmentos de porcelana y besando su mejilla. - ¿Porqué tienes un corte aquí?

-¿Eh? - Yao posó sus dedos en el lugar que Iván había besado y luego, al verlo, notó una pequeñísima mancha de sangre. Rápidamente posó su mirada en los ojos de Iván, el cuál ahora se levantaba y caminaba en dirección a Natasha.

Habían pasado muchos años desde la última vez, y sin embargo Yao podía reconocer mejor que nadie esos ojos cargados de odio y necesitados de sufrimiento propios de Iván. Sí… esos hermosos ojos violáceos, refulgían ante la mínima posibilidad de infundir daño y miedo a alguien.

Uno de los cojines salió volando a la cabeza de Iván, golpeándolo suavemente para luego caer en línea recta al piso.

Silencio.

-Iván… ¡vamos con los otros-aru!-dijo finalmente tomando la gran mano del ruso y jalándolo de regreso al cuarto con los demás. Iván lo siguió sin preguntar, dejando atrás a su hermana.

* * *

-Me alegró mucho que vinieran a visitarnos-aru.- decía Yao mientras en vano trataba de deshacer el extraño peinado que le habían hecho Taiwán y Ucrania bajo la mirada enardecida de Natasha.

-Yao.

-Fue agradable tenerlos cerca-aru.

-Yao.

-Además que llevaba tiempo sin ver a mis hermanos-aru.

-Yao…

Iván completamente impacientado se acercó a Yao, deshaciendo solamente un moñito logró que el sedoso cabello retornara a la normalidad. Acarició el suave cabello para luego abrazar al más pequeño.

-Volvió a pasar…

-¿Eh?

-Por un momento… sentí que iba a volver el monstruo del norte.

Yao se calló. Acarició suavemente la espalda de Iván mientras cerraba los ojos.

-Hablando sinceramente… ¿Estás bien conmigo? - preguntó Iván logrando que Yao abriera los ojos y parpadeara rápidamente.

- ¿Qué?

-Ya viste… en el momento menos pensado… puedo regresar a ser quien era. Por eso te pregunto… ¿estás bien conmigo?

Yao cerró los ojos nuevamente, tomó la bufanda de Iván y la pasó por su cuello.

-Te amo-aru… eso no va a cambiar.

-Piénsalo bien Yao… ya viste que soy capaz de hacerte daño… a ti y a cualquiera…

-Pero la diferencia radica en que tú sufres mucho cuando me haces daño-aru. Por eso buscas apartarte de mi-aru…

-Es algo así…

-Iván…- Yao volvió a abrazar firmemente el cuerpo del más grande. Sin quererlo recordó a Kiku- Sabes… cuando perdí a Kiku pensé que nunca más amaría a nadie ni me esforzaría por nadie-aru… y ahora que puedo verlo desde otra forma-aru… me doy cuenta que en verdad fui un cobarde-aru… no estaba peleando por la persona que yo amaba-aru… simplemente me di por vencido-aru… solo porque me hirió-aru… - se aproximó a Iván, quien lo miraba sorprendido, para tomarle el rostro entre las manos y robarle un pequeño beso. - estoy consciente de cómo es la persona que amo ahora-aru… y es así como te amo-aru… en todo momento… no importa qué suceda-aru… voy a estar para ti-aru…

“No importa qué tan crudo sea el invierno. La primavera regresará cada año, con miles de flores.”

* * *

El tibio sol siguió colándose por las ventanas de la casa, los girasoles se movían al compás de la suave brisa, al igual que las largas hebras oscuras de Yao.

Ambos sentados, muy juntos, observando el movimiento de miles de girasoles en un minuto de silencio que les pareció el minuto más perfecto antes vivido.

- Es tan inquieto…- decía Yao mientras sentía ligeros, pero continuos movimientos en su interior. - éste bebé será muy travieso-aru…

-¿Te molesta?

-La verdad no-aru… me parece tierno-aru…

-Lo es.

-¿Sabes algo Iván-aru?

-¿Qué?

Yao se giró para observar sonriente el rostro de Iván.

-Las cicatrices no se heredan-aru. Seguirán siendo algo que se quede en nosotros dos-aru…

Iván abrazó con un poco más de fuerza a Yao.

-Entonces… me encargaré de que mi bebé jamás sepa lo que es una herida.

-Hay cosas que no se pueden evitar-aru…

-Tú mismo lo dijiste… hay que pelear por quien amas ¿no?

Yao se giró. Una brisa de viento logró llevar algunos pétalos hacia la pareja, quienes ahora disfrutaban el uno del otro en un beso largo.

“Ya no más peleas entonces…”

De verdad creo que este cap no está muy bueno x_x sin embargo voy a seguir esforzándome! ^^ espero haya sido de su agrado y disculpen la tardanza. De verdad me trancaba con asuntos de correlación x_x

Ahora mismo estoy feliz por:

Las nuevas tiritas nórdicas que salieron. Isu y Noru son unos amores! y moría por ver a Dinamarca o mejor, a los 5 reunidos ^o^/

La noticia de la película de Hetalia que se lanzará en el 2010. A esperarla! (Voy a Raptar a Himaruya!!! muajajajajaja)

Capítulo 6:

Niezapomniany Skausmas (Dolor inolvidable) (Lituania x Polonia)

Auschwitz - 1942. Principal campo de cexterminio en territorio polaco.

Iván los miró. Sonrió mientras se levantaba y se alejó. Pudieron escucharle dar instrucciones en ruso a los soldados de su ejército. Lituania entendió perfectamente lo que decía. Era hora de sepultar los cuerpos en una fosa común. Toris rogó esperando que Feliks no entendiera una palabra, o al menos no las oyera.

Se dedicó a acariciar su cabeza, jugando con los rubios cabellos.

-Están muertos Liet…

-Vas a estar bien Feliks. Ya verás.

-¡No! ¡No voy a estar bien!- Feliks se separó del abrazo protector de Toris y salió corriendo en medio de la gran cantidad de personas. Toris hizo lo propio y trató de alcanzarlo.

Capítulo 7: Itsumo Syna. (Por siempre juntos) (Grecia x Japón)

"Tienes miedo amar a alguien... porque sabes cuánto puedes herirle sin desearlo"

(Esta parte es netamente para mis sisters Zoe/Francia del metro y Eva de dA, quien dibujó la familia Karpusi T^T *y con quien expandiremos el imperio Greco-japones* las quiero chicas!!!)

Spot:

Hetamon-oh! (lo de hetamon es de mi sister Kanami-yuuta)

USA: Chinamon Ataca!

China: haiyoooo

UK: Ah si? Rusia ve!

Rusia: ^^ *se lleva a china a un cuarto oscuro*

UK: Ja! viste? China perderá lo poco de virgen que le queda.

USA: Es lo que crees! Invoco la carta del Calzon de la castidad!

Si quieren anular el efecto del calzón de castidad (por el bien de Rusia-san) dejen review ^^

Rusia: ToT y yo que quería **** con China!

China: O_O ¡¿Que?! Rusia-aruuu!

(Esto se lo debo a las personas con las que jugue Hetamon xD Kitsune-chian, Kanami Yuuta, Junjou_moe y Zoe ^^U)

rusia, hetalia, china, mpreg

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