Oct 17, 2010 18:53
Desde luego yo no sé qué política de empresa siguen algunos establecimientos pero van de mal en peor.
En concreto el Grupo Vips cada día me produce más rechazo y me parece que funciona peor.
Recuerdo cuando empecé a ir a los Vips, hace muchos años. Las cosas estaban recientes, apetitosas y eran baratas.
Esta tarde por el contrario mi novio ha pedido una hamburguesa al punto que ha venido como la suela de un zapato, yo un bocadillo al que le ha pasado tres cuartos de lo mismo, una bebida venía ahogada en hielo y la otra, para compensar, sin un triste cubito. El postre ha tardado una eternidad en llegar y aunque era una tarta ha venido con un tenedor en lugar de una cuchara.
Un bocadillo, una hamburguesa, dos refrescos y una tarta, 29€. Si me dijeran que lo prepara Arzak o Ferran Adrià lo entendería pero el servicio es pésimo, la carne de mala calidad, mal preparada y la tarta mal descongelada.
Ayer por la noche tomamos un bocadillo de jamón antes de entrar al teatro, con dos refrescos, pan reciente y jamón de jabugo en una cafetería pequeñita y nos costó 11€. Ni que decir tiene que bastante mejor estaban los bocadillos de anoche que la guarrería de hoy. Y la diferencia de precio, abismal.
Bien, dejemos todo esto de lado. Ya tengo asumido desde hace mucho tiempo lo que es el Vips: lugar de pellas y reunión social de niños de 15 a 23 años que se visten lo más zurrapastrosamente fashion que pueden (cuánto daño habéis hecho tú y tus pintas de drogata fashionista, Kate Moss) y se ponen a 'fumar' con aires de hombres y mujeres fatales formando escándalo y paseándose de unas mesas a otras intentando exhibirse lo más posible. Cuánto más fumas y más chillas, más guay eres.
El griterío y el tufo a tabaco y hormonas hacen el sitio insoportable. Por no hablar del público asistente, digamos que cuando quiera una cena con espectáculo iré al Gula-Gula a ver algo un poco más depurado y no tan burdo y patético.
En fin. Por la mañana y a medio día entre semana se puede ir: se suele ver a ejecutivos desayunando o comiendo a toda prisa, comentando los sucesos de su correspondiente departamento. Ok, I can deal with that.
Pero los fines de semana es insoportable otra vez: mamás y papás con perlitas y naúticos, con cuántas más marcas (y más visibles) encima mejor, con a razón de 3 niños de igual edad por pareja (gentes del mundo, no os dejéis engañar, la natalidad no está a la baja, los pijos la mantienen con creces, nadie sabe cómo se las apañan para tener tener un hijo detrás de otro y pasarse 27 meses seguidos embarazadas sin volverse locas o morir en el intento pero la Comunidad Científica está realizando estudios al respecto. A los pailanes que piensen que los niños son trillizos o gemelos les pediré que se fijen bien: no son iguales entre sí y se suelen llevar un máximo de un año y medio de diferencia unos con otros. Ni las conejas son tan eficientes).
El patio de un colegio el primer día de primavera no presenta tanto follón. Globos por aquí, niños que lloran por acá, uno que se ha metido un morrón y está llorando, el otro que ha cogido un muñeco de la zona de las tiendas y los padres le están chillando para que lo devuelva, el de más allá berreando para que los padres le hagan caso, el de acullá lanzando los Plastidecor que el camarero le ha dado por los aires, etc.
Pero lo mejor llega con las reuniones familiares. En mi familia, excepto mi padre, no somos muy de marcas. Mi madre y yo nos vestimos de Zara con mucha dignidad sin llevar caballitos, arces y demás fauna encima de la ropa sin problema. Pero en cambio jamás hemos hecho una reunión familiar en un Vips. Preferimos dejar a los animales en el campo y celebrar las comidas familiares en cómodos y tranquilos restaurantes. Somos así de raros, qué le vamos a hacer.
El caso es que te encuentras con abuelitas con el pelo a punto de nieve, bañadas en colonia, con todas las perlas del joyero encima, a las mamás con sus bolsos de Carolina Herrera y las Farrutx (más feas de toda la colección, eso sí) y a papás con el polito con estampado de animal de rigor, náuticos y vaqueros demasiado pequeños, con sus retoños llenos de mini-marcas ellos también, corriendo y chillando por doquier (tienen niños con pasmosa facilidad pero en cambio en cuanto a la tarea de educarlos parecen ser mucho menos eficientes por no decir que no tienen ni idea de lo que es educar a un niño, parecen que tienen conejitos: todos iguales, todos seguidos y sin educar).
En fin, que a mí me da igual, que cada uno haga con sus conejos, digo, con sus hijos, sus marcas y sus comidas de familia lo que quiera. Pero que eso no me afecte a mí.
Después de un copioso desayuno mi novio y yo no teníamos hambre a la hora de comer. De modo que a las 17h hemos decidido tomar algo rápido en un Vips y proseguir con nuestra tarde de Domingo.
En la pecera de fumadores, una reunión conejo-familiar, con sus yayas con el pelo a punto de nieve y sus perlas y todo lo anteriormente mencionado.
El amable y extranjero camarero me informa de que, aún estando en zona de fumadores, hasta las 17h no se puede fumar. 'Pero ya son las 17:05', le señalo. El camarero me explica que hay niños en la mesa de delante y que no puedo fumar hasta que se vayan.
- Vamos a ver, es problema del establecimiento que haya niños en una zona de fumadores, no mío. Está zona está convenientemente cerrada y ventilada y está marcada como zona de fumadores, del mismo modo que fuera de esta pecera hay una zona de no fumadores, que es donde deberían estar los niños.
El camarero me cuenta que esos señores han llegado antes y han querido sentarse ahí y al estar la zona de fumadores vacía se lo han permitido. Y que hasta que no se vayan, no puedo fumar.
- ¿Me está ud. diciendo que por el capricho de estos señores yo no puedo fumar pese a estar en una zona y horario habilitados para ello?
El camarero le dice que sí y yo le repito que hay un salón de no fumadores entero a disposición de los señores de la otra mesa y de que yo pienso fumar porque estoy en mi zona y mi horario y que si hay niños de por medio es problema del establecimiento, que ha sido quien ha metido a los niños en zona de fumadores, y no mío que como cliente y en zona y horario pertinentes estoy en la pecera donde debo estar.
El camarero se siente atacado y me contesta que no ha sido idea suya, que lo hable con un encargado. Los encargados, dicho sea de paso, estaban en una mesa cercana tomando algo, viendo la escena y comentándola sin dignarse a levantarse y echarle un cable al camarero preguntando qué pasaba.
Le he contestado que me parecía estupendo y que si había alguna pega con que fumase, me trajesen una hoja de reclamaciones porque yo no pensaba quedarme todo lo que durase la sobremesa de los señores de al lado sin fumar, tal y como le he explicado 'por capricho suyo y si hasta las ocho de la tarde no les apetece irse, no voy a estar yo sin fumar teniendo todo el derecho a hacerlo'.
Acto seguido he encendido un cigarro y no ha venido encargado ni camarero alguno a decirme nada, ya se sabe que las hojas de reclamaciones no quedan bien en el expediente de ningún local.
El caso es que los señores de la mesa de al lado se han ido a las 18h, es decir que teniendo todo el derecho del mundo a hacerlo, hubiera debido de quedarme una hora sin fumar por capricho de unos señores e incompetencia de los encargados de un local.
Al final todos contentos: hemos comido, hemos fumado y asunto arreglado. Pero me pregunto qué clase de gente despilfarra dinero en ropa y no es capaz de hacer una comida familiar en un sitio como Dios manda y no en el escalón siguiente al Mc Donald's y qué clase de gente sin sentido común ninguno lleva hoy en día la marcha de cualquier franquicia.
Señoras y señores, si así es cómo piensan ud. llevar sus negocios me da que van a acabar en la ruina sirviéndole nachos con queso a niños llenos de hormonas y acné a partes iguales. Porque lo que soy yo no pienso comer en un Vips nunca más, para comida basura y atención deficiente prefiero las cadenas de hamburgueserías rápidas y grasas que al menos son más baratas y de vez en cuando regalan postres, juguetes o bebidas.