Título:
MonstruosFandom: EXO.
Parejas: Varias.
Resumen: Los monstruos habitan en la oscuridad de los corazones de las personas y nadie, absolutamente nadie, se libra de ello.
Advertencias: UA, yaoi, NC-17, tiempo no lineal.
Cronología: Pinchando sobre el título del fic iréis al masterpost donde encontraréis una cronología ordenada de los hechos.
Licencia:
En el capítulo anterior...
-Tienes razón en que no tengo ni idea de cómo te sientes, pero sí sé lo que es que tu vida se desmorone de repente. Descubrir que todo en lo que siempre habías creído no era más que una mentira que ni siquiera entiendes. Y también sé lo que es sobrevivir haciendo cosas que jamás imaginaste que llegarías a hacer. -Luhan hizo una pausa para apagar la colilla contra el cenicero-. Deberías hablar con alguien sobre cómo te sientes, porque estar a solas con tu mente te volverá loco.
*
-Me gustaría ayudarle, pero no puedo si no me dice quién es.
-Eso no importa porque tampoco tengo intención de ayudar a ese tipo. -Tao vio que el semáforo estaba en ámbar-. Parece ser que el tal Joker quiere que tenga éxito, señor Wu. Seguramente tenga vigilados todos sus movimientos y conozca cada una de sus relaciones personales, así que tenga cuidado.
*
-¿De qué le conoces?
-No le conozco -respondió girándose astutamente y encaminándose hacia el sofá para que no pudiera verle el rostro-. Me ha recordado a alguien que conocí en el ejército, eso es todo.
[…]
-Te tiene calado. Sabe perfectamente de qué palo vas.
-Pero no tiene ni idea de por dónde cogerme, ¿verdad?
-Todavía -puntualizó Baekhyun con una sonrisa divertida-. Chanyeol tiene algo que tú no puedes suplir con tu inteligencia y experiencia, y eso es instinto. Además, es perseverante; no se detendrá hasta desenmascararte por completo.
-No esperaba menos.
*
-No recuerdo los detalles del accidente, no recuerdo nada de aquella noche en realidad, pero mi madre lo denunció y no paró hasta conseguir la condena que lo tendría en el reformatorio hasta cumplir la mayoría de edad -comenzó a relatar después de beberse la segunda copa del tirón nuevamente-. Kim Jongin se suicidó supuestamente el nueve de octubre de dos mil once, y yo le había visitado el día siete. No es que hablara mucho con él, tan sólo quería ver la cara del culpable de mi estado. Jongin se disculpó a pesar de que había sido un accidente y yo le dije cosas horribles para hacerle daño a propósito.
[…]
-Deja la investigación del reformatorio en mis manos -dijo finalmente-. Tú ya estuviste una vez; si te reconocen y te relacionan con Kim Jongin, la Hanjae irá a por ti.
-Entonces yo me encargaré de hacerles llegar las pruebas falsas de la muerte de Jongin a nuestros objetivos. Estoy deseando ver cómo esos cabrones se matan unos entre otros.
*
-Durante años, ninguno de los experimentos funcionó. Los chicos no sobrevivían cuando los conectábamos al Oniria. Igual que un ordenador, su cerebro se recalentaba y dejaba de funcionar. Fueron decenas, centenas de inocentes los que perecieron de esta manera. Hasta que en dos mil once obtuvimos el primer resultado favorable. Hubo un chico que sobrevivió ocho horas y doce minutos conectado al Oniria, lo que quiere decir que estuvo ochenta años adquiriendo conocimientos en el mundo virtual que creó su subconsciente. Desgraciadamente, desconozco su identidad o su paradero actual. Y aparentemente, tampoco hay ninguna característica por la que pueda resaltar. Los doctores que estuvieron presentes durante su prueba lo ocultaron para que la Hanjae no pudiera utilizarlo. Había alcanzado un conocimiento total en áreas que le convertían en el espía perfecto, por no mencionar sus habilidades físicas. Un ejército como él, o ni eso, unos pocos más con sus misma habilidades, y la Hanjae podría crear grandes conflictos internacionales que nos conducirían de cabeza a la Tercera Guerra Mundial. Una guerra de semejante envergadura en la que Corea del Sur participaría como proveedor de las potencias implicadas para continuar prosperando mientras ellos se debilitan. -Do Seungsoo hizo una pausa-. Y ahora te estarás preguntando por qué te he elegido a ti para revelar todo esto.
*
| MONSTRUOS |
Capítulo 11
Decisiones de ayer y de hoy
31 Julio 2015
Sehun abrió la tapa del váter, se arrodilló delante y se metió los dedos hasta la campanilla para provocarse el vómito. El estómago se le encogió ante el esfuerzo y en la boca se le quedó una sensación desagradable. Tuvo la suerte de que todo cayó dentro, así que simplemente tiró de la cisterna y se levantó para enjuagarse la boca y la cara. En unos minutos se encontraría mejor, pero en ese momento no le importaría morirse.
Se miró al espejo y sintió asco por lo que este reflejaba, tanto que de haber tenido energía, le habría estampado su puño en plena cara. Se fijó en las marcas de su cuello y se las palpó con fuerza, como si de esa manera pudiera devolver el color original a su piel. Odiaba que le marcaran.
En ese momento lo odiaba todo: a Kyungsoo por no haber acudido a su llamada, a Baekhyun por estar superando sus problemas emocionales, a Luhan por no estar nunca disponible, a su amante de turno por haberle dejado evidencias de su encuentro, al alcohol por haberle provocado la resaca que tenía ahora y al matalobos por no hacerle olvidar. La maldita droga le había dado energías suficientes para aguantar la noche entera teniendo relaciones sexuales y ahora que se le había pasado el efecto, se sentía exhausto. Nunca era buena idea mezclarlo con alcohol y siempre se arrepentía cuando ya era demasiado tarde para ponerle remedio.
Y a pesar de todo el desprecio que sentía, no había persona que Sehun detestara más que a sí mismo.
Se metió en la ducha y dejó que el agua helada terminara de despertarle. Tiritó de frío a pesar de las altas temperaturas del verano porque tenía el cuerpo totalmente cortado. Se enjabonó sin demasiado brío y se aclaró con agua fría nuevamente. Se puso el albornoz de Junmyeon y se sentó sobre la tapadera del retrete. Se abrazó las piernas y esperó a secarse solo. Estaba tan cansado que no tenía fuerzas ni para hacerlo por sí mismo.
No supo el tiempo que permaneció de esa manera porque su mente se perdió en el limbo, pero cuando volvió en sí, colgó el albornoz de nuevo en el perchero de la puerta y se dirigió desnudo hacia su dormitorio. Allí se vistió con la ropa interior y una camiseta sin mangas y después arrastró los pies descalzos hacia la cocina, huyendo del desastre que era su habitación, proyección de su alma.
Se bebió una botella de agua y leyó la nota que Junmyeon le había dejado fijada con un imán en la nevera. Las palabras cariñosas de su primo deberían haberle conmovido, pero en ese momento no sintió nada. Se comió un cuenco del arroz que le había dejado preparado en la arrocera y después se dejó caer en el sofá. Se hizo un ovillo y pretendió dormir, pero lo único que consiguió fue que su mente volviera a irse al limbo; esa sensación no estaba tan mal después de todo.
Ignoró el timbre cuando este sonó, pero ya no logró volver a dejar la mente en blanco, por lo que prendió el televisor y se distrajo con uno de los programas de entretenimiento que echaban a esa hora de la tarde. De esa manera le encontró Junmyeon cuando regresó de trabajar.
Su primo le saludó, pero Sehun le ignoró deliberadamente, así que suspiró y fue a cambiarse. En realidad no quería ser de esa manera, su primo no se lo merecía, pero no podía ser más agradable en ese momento. Junmyeon volvió al salón vestido con ropa de estar por casa y, en lugar de sentarse en su sillón como acostumbraba, lo hizo en la otra punta del sofá, desocupada gracias a que Sehun continuaba teniendo las piernas recogidas.
-¿Te encuentras bien? -preguntó con suavidad.
-Resaca.
-¿Te has tomado algo?
Sehun negó con la cabeza sin despegar la vista del televisor.
-¿Quieres que baje a comprarte algo?
Sehun negó por segunda vez y, tras unos segundos, Junmyeon miró el programa también. Podía sentir la preocupación de su primo y sus dudas sobre cómo proceder. Sehun era consciente de que no era una persona con la que se pudiera tratar fácilmente, él mismo no sabría cómo lidiar con alguien semejante a él, sin embargo, continuó en silencio y sin disimular su hastío.
-Ayer conocí a Luhan. Lucía tan hecho polvo como tú ahora.
-Es su estado normal -respondió sin alzar demasiado el tono de voz; incluso pronunciar una frase tan corta como esa le suponía un gran esfuerzo.
-Tan sólo hablamos cinco minutos, pero me pareció muy agradable. -Ante su gruñido, Junmyeon le miró y suspiró-. Si sabes que te vas a encontrar así de mal al día siguiente, ¿por qué bebes tanto?
La pregunta le resultó, cuanto menos, estúpida. No quería tener esa conversación con él ni ahora, ni nunca, pero Junmyeon no podía simplemente dejar las cosas tal cual estaban.
-Porque me apetece -contestó simplemente, pero su primo continuó mirándole a la espera de que se explicara mejor-. Me apetece beber hasta reventar. Me apetece bailar hasta que me fallen las piernas. Me apetece follar hasta quedarme sin una gota de semen. Y si me apetece y puedo hacerlo, lo hago.
Se revolvió en el sofá para cambiar de postura y miró el programa con la intención de ponerle punto y final a la conversación de esa manera.
-¿Y por qué llamas a Kyungsoo cuando se supone que estás haciendo lo que te apetece? -cuestionó de inmediato. Por supuesto, Junmyeon no tenía intención de dejar el tema ahí-. Le llamas porque quieres que lo impida. Quieres que alguien esté contigo cuando te sientes mal, y es normal que…
-¡Le llamo porque sé que no va a venir! -le interrumpió bruscamente y le miró iracundo-. Si quisiera que lo impidiera, llamaría a Baekhyun. Él es el único que vendría después de todo. Llamo a Kyungsoo para hacerle sentir mal. Y luego hago todas esas cosas que me hacen estar así de destrozado hoy.
Sehun no era ningún santo y no quería que los demás pensaran que lo era. Era un capullo y detestaba los eufemismos que suavizaban su conducta. Era egoísta, sólo pensaba en sí mismo, y no iba a negarlo.
-Llamas a Kyungsoo porque quieres saber que hay alguien preocupado por ti -insistió.
-Qué típico de ti, buscar siempre lo mejor de los demás -bufó con una sonrisa sórdida-. ¿También tienes alguna justificación para que Minseok matara a tu novia?
Eso había sido un golpe bajo y lo había sabido en el preciso momento en que la frase tomó forma en su mente. Junmyeon cerró los ojos un momento y respiró hondo para armarse de paciencia.
-Tienes todo el derecho del mundo a estar enfadado conmigo por no haber estado pendiente de ti estos años, pero castigar a Kyungsoo no te hará sentir mejor -dijo sin alteraciones en su voz-. Él no tiene la culpa de que tu vida no sea como te gustaría que fuera.
-¿Y tú? ¿Te sientes mejor dando lecciones morales? -Sehun se puso en pie con energías renovadas debido a la ira-. Métete en tus putos asuntos, Junmyeon. Seguro que ahí fuera hay muchas personas esperando a que te conviertas en su héroe.
Sehun se marchó a su habitación y cerró con un portazo. Se dejó caer bocabajo en la cama, metió la cabeza bajo la almohada y se aferró a ella con las manos. Cerró los ojos con fuerza y se mordió los labios para tratar de controlar las lágrimas que amenazaban con desbordarse.
Pero la corriente era demasiado fuerte para impedir que cayeran por el precipicio en forma de cascada.
*
21 Julio 2015
La música sonaba tan atronadora como siempre y noche tras noche, las canciones se repetían, esas que en un principio habían sido tan desconocidas para él por haber estado ausente de la civilización durante tantos años, ahora las tenía aprendidas de memoria de tantas veces que las había escuchado. La mayoría le gustaban, el estilo pop siempre le había agradado, tanto el coreano como el americano, y había encontrado el modo de controlar la ansiedad al montarse coreografías en su mente. A Jongin le había encantado bailar, pero durante los años de reclusión, no había sido capaz de recordar ninguna canción y, por tanto, no pudo evocarlas para inventar coreografías que le distrajeran de la realidad. Ahora, Kai si era capaz.
Se tumbó en el sofá que llevaba un mes haciéndole las veces de cama. Estaban a veintiuno de julio de dos mil quince, y faltaban ocho días exactamente para que se cumpliera su primer mes en el Two Moons. Kai repasaba la fecha una media de cinco veces cada día para no volver a perder la noción del tiempo, porque había sido parte de la tortura psicológica no saber cuántos meses, años, llevaban allí adentro. Ahora lo sabía y no volvería a olvidarlo: mil trescientos cincuenta días, que hacían un total de ciento noventa y dos semanas y seis días, o lo que era lo mismo, tres años, siete meses y diez días. Kai había hecho las cuentas desde el momento en que le sacaron del reformatorio hasta el día en que puso un pie en el Two Moons, pero en realidad, llevaba mucho más tiempo lejos de casa, sin ver a los suyos, privado de su vida.
Quedaban dos semanas justas para que se cumplieran cinco años desde el accidente que acabó con la vida de Kim Jongin.
Kai sacudió la cabeza, se palmeó las mejillas y se dedicó a dar vueltas por la habitación porque Luhan tenía razón: estar a solas con su mente le volvería loco.
Se acordó de que le había dejado su iPod para que se lo cuidara mientras trabajaba y Kai sintió curiosidad por el tipo de música que Luhan escucharía. Se sentó de nuevo y se puso los auriculares en los oídos tratando de adivinar qué estilo sería antes de oír nada; muy probablemente, se tratarían de baladas o melodías suaves para ayudarle a relajarse.
No obstante, lo que escuchó no fue ninguna canción sino la voz de Luhan.
-Hola, Kai. Si estás escuchando esto en el palco en el que sueles dormir, entonces no hagas ningún movimiento que delate que no estás escuchando música, porque la cámara lo grabará y Xiumin lo verá mañana cuando revise las cintas de seguridad.
Kai se quedó congelado y por un momento se olvidó de respirar. Su corazón comenzó a latir aceleradamente y sabía que se habían contraído los músculos de todo su cuerpo, así que se tumbó de costado hacia el respaldo del sofá y se cubrió el rostro con un brazo como si pretendiera dormir.
-Lo que voy a decirte a continuación te va a poner en un aprieto, pero supongo que sabías que el momento llegaría tarde o temprano. -El suspiro de Luhan había quedado grabado-. Bien, allá voy: yo soy el infiltrado del Joker.
Con la mano del brazo sobre el que estaba recostado, Kai se aferró a su camiseta a la altura del pecho para controlar el temblor que acababa de apoderase de él.
-Te explicaron antes de traerte aquí cómo funciona esto: el Joker te hace un favor a cambio de otro. Como supondrás, ha llegado el momento de que cumplas con tu parte.
Kai escuchó atentamente lo que tenía que hacer. Sabía que el Joker se pondría en contacto con él en algún momento para pedirle algo, ya se lo había dicho el tipo que le había traído al Two Moons, el tal Jongdae: le mantendrían a salvo a cambio de que colaborara con ellos, pero no había especificado nada y ahora, Luhan lo estaba haciendo. Quería que averiguara si cierto hombre había participado en una compra-venta de armas hacía cosa de dos meses. A simple vista, no era nada que Luhan no pudiera averiguar por su cuenta, pero tal vez Xiumin sospecharía de él si indagaba o, quizás, simplemente se trataba del Joker tratando de comprobar si le era de utilidad o no.
Fuera como fuese, ahora tenía que elegir.
Xiumin le había dicho que acudiera a él de inmediato si el Joker se ponía en contacto con él, pero ni entonces ni ahora, tenía claro en quién de los dos confiaba.
La respuesta, en realidad, era bastante sencilla: no confiaba en nadie.
Sin embargo, tenía que escoger a uno.
La grabación de Luhan no había terminado con el encargo:
-Sé que todo esto es muy confuso. Que es injusto, e incluso cruel, ponerte en esta tesitura después de todo lo que has pasado, pero aquí nadie va a ayudarte por buena voluntad. Si quieres sobrevivir tienes que adaptarte al medio, pero eso ya lo sabes. -A Kai le vino a la mente el guiño que Luhan le había hecho antes de marcharse cuando Mama D había venido a buscarle-. Cuando tengas la información, grábala y devuélveme el iPod. De mientras, trátame como hasta ahora.
El mensaje terminaba ahí. Kai lo reprodujo diez veces más sin cambiarse de postura y mientras tanto, maldijo a Luhan hasta la saciedad. Desde el principio había sabido que su amabilidad era fingida, pero aun así había querido confiar en él, había querido confiar en sus palabras. No era más que la desesperación por sentir que tenía algún aliado.
Pero no lo tenía. Estaba solo. Y debía mirar únicamente por su porvenir. Sólo tenía que hacerse una pregunta, ¿quién podía matarlo con más facilidad?
Se incorporó y plantó los pies en el suelo con la intención de entregarle el iPod a Xiumin. Sin embargo, las consecuencias de lo que su decisión podían acarrear para Luhan le detuvo. ¿Le perdonaría Xiumin? ¿O lo mataría a sangre fría? ¿Le chantajearía para forzarlo a convertirse en un doble agente? ¿Y quién era Luhan de todas maneras? ¿Cuál era su objetivo?
¿Y qué más le daba a él todo eso?
Se animó a sí mismo a levantarse, pero su cuerpo parecía haberse rebelado contra él y, traicionero, su cerebro proyectó imágenes horripilantes. Sus manos ya estaban manchadas de sangre, ¿qué importaba el destino de Luhan? Tenía que preocuparse únicamente de sí mismo.
En la arena, dudar significaba morir. ¿Por qué dudaba ahora si no se encontraba menos a salvo que entonces?
Kai se levantó finalmente, salió de la ficticia seguridad de su palco y bajó las escaleras. Se mezcló entre el gentío y buscó directamente al Capitán, quien se sorprendió de verle abajo. Kai no le dio explicaciones, tan sólo preguntó por Xiumin, así que el Capitán le dijo que esperara en el despacho porque ahora estaba reunido con unos clientes.
Así lo hizo. El Capitán le abrió la puerta y lo dejó allí para que esperara. Kai se entretuvo admirando los peces de la enorme pecera que tenía Xiumin situada en la pared de la derecha. Nunca había sido un entendido de la fauna marina, así que no tenía ni idea de qué clase de peces eran esos, pero su tamaño variaba así como sus colores, aunque al final todos eran lo mismo: peces atrapados en un espacio que simulaba ser su hogar.
Todos en el Two Moons eran peces atrapados en una pecera.
Xiumin apareció minutos más tarde, sin compañía. Como era habitual en él, vestía un traje elegante, sin corbata, y con los primeros botones de la camisa negra desabrochados. Una gargantilla de oro hacía juego con su reloj de marca.
-¿Qué ocurre, Kai?
Los peces continuaban nadando tranquilos en su pecera, pero había uno detenido contra el cristal, frente a él. Parecía intentar alcanzarle desesperadamente.
Él también trataba de sobrevivir desesperadamente y eso era lo único que debía importarle.
Kai miró a Xiumin a los ojos y le tendió el iPod sin pronunciar palabra alguna. Xiumin le sostuvo la mirada durante unos segundos antes de tomarlo y escuchar la confesión de Luhan. Cuando finalizó, lo dejó sobre la mesa que había delante del sofá con forma de L y se acercó a la barra para servir dos copas de un licor fuerte. Le entregó una a Kai y ambos bebieron en silencio. El alcohol bajó como fuego por su garganta, pero Kai lo apreció.
-¿Qué es lo que más ansías, Kai?
-Quiero volver con mi familia y vivir en paz el resto de mis días.
-¿Y qué estás dispuesto a hacer para lograrlo?
-Lo que sea.
Xiumin le observó mientras se terminaba su copa. Su mirada quemaba, le hacía sentirse expuesto a las llamas. Sin embargo, Xiumin se asemejaba más al hielo: resbaladizo si se pisa, duro si se choca contra él, y frío al tacto.
-Sé quién te busca -anunció-. No sé aún la implicación que tiene con tu caso, pero puedo hacerle creer que estás muerto. De esa manera, cesará tu búsqueda. No obstante, no creo que puedas regresar con tu familia sin ponerlos en peligro. Pero sí podrás empezar de cero en otro lugar y contactarlos para que vayan a visitarte si así lo deseas. Eso ya es elección tuya.
-Antes de eso quiero descubrir por qué -dijo convencido-. Si fue simple casualidad o me seleccionaron por algún motivo. No podré descansar hasta saberlo. Así que utilízame como te sea más conveniente, pero ayúdame a descubrirlo.
-Es un trato entonces, Kai -respondió tendiéndole la mano. Kai se la estrechó.
Sin embargo, no podía marcharse sin saberlo, aunque la respuesta le atormentase después, nada era peor que la incertidumbre.
-¿Qué vas a hacer con Luhan?
-Eso no debe preocuparte. -Al ver que permanecía inmóvil e insatisfecho con la respuesta, Xiumin mostró una pequeña sonrisa-. Lo he sabido desde el principio.
Kai se le quedó mirando atónito unos segundos antes de asentir con entendimiento y marcharse del despacho para volver al palco.
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