Pequeña reflexión nacida en un momento de desesperanza y profunda tristeza
Ya no soporto nada más, parece que el mundo se tiñó completamente de gris y que lo único que existe es el molesto nudo que invadió mi corazón. La felicidad es algo lejano, que recuerdo como si la hubiera sentido en alguna vida pasada. Parece que la amistad se fue de viaje, y lo único que veo cuando levanto la vista son intereses. Y el amor... ¿eso existió alguna vez?
¿Somos todos seres humanos? Pues no parece, porque todos recibimos tratos diferentes de acuerdo a las características que Dios, la madre la naturaleza, o lo que sea que haya allá arriba nos ha dado.
¿Qué debemos hacer? ¿Aislarnos de la lamentable sociedad en que vivimos? ¿O hacer algo? ¿Sirve de algo quedarse con los brazos cruzados viendo como los de nuestra especie hacen del mundo un lugar peor? No, no sirve de nada.
Hay que sacar ánimos de algún remoto lugar, levantarnos aunque nuestras piernas no nos respondan y tener que caminar por el exterior, soportando el insoportable hedor de la conducta humana. Pero si plantamos una semilla de amor a este extenso campo de odio, si agregamos una cucharadita de harina pura en esta horrible torta gigante, si hacemos sonreír a alguna persona en ésta existencia repleta de lágrimas y penas; nuestra vida ha valido la pena. Porque como están hoy en día las cosas, hasta el más pequeño gesto de bondad se destaca entre la lamentable multitud.
¿Somos todos seres humanos? Pues no parece, porque todos recibimos tratos diferentes de acuerdo a las características que Dios, la madre la naturaleza, o lo que sea que haya allá arriba nos ha dado.
¿Qué debemos hacer? ¿Aislarnos de la lamentable sociedad en que vivimos? ¿O hacer algo? ¿Sirve de algo quedarse con los brazos cruzados viendo como los de nuestra especie hacen del mundo un lugar peor? No, no sirve de nada.
Hay que sacar ánimos de algún remoto lugar, levantarnos aunque nuestras piernas no nos respondan y tener que caminar por el exterior, soportando el insoportable hedor de la conducta humana. Pero si plantamos una semilla de amor a este extenso campo de odio, si agregamos una cucharadita de harina pura en esta horrible torta gigante, si hacemos sonreír a alguna persona en ésta existencia repleta de lágrimas y penas; nuestra vida ha valido la pena. Porque como están hoy en día las cosas, hasta el más pequeño gesto de bondad se destaca entre la lamentable multitud.