Traición (16/?)

Dec 14, 2012 23:56

Título:  Traición
Personajes: Ziva David, Tony DiNozzo, Leon Vance, L.J.Gibbs, Ducky Mallard
Advertencias: ninguna
Raiting: 18
Nota de autor: todo igual


Despiertas sintiendo que la luz entra a raudales por la ventana y después de unos segundos desubicada recuerdas dónde estás. Y sobre todo con quien, haciendo que te surja una enorme sonrisa sin poder ocultarlo.

Te giras hacia el lado opuesto de la cama, completamente deshecho y recuerdas la noche que habéis pasado. No habéis pegado ojo en toda la noche, te das debido quedar dormida al amanecer. No recuerdas haber hecho algo así desde hacía mucho tiempo.

Desde la planta de abajo te llega un olor delicioso y sigues el rastro hasta la cocina. La cafetera está humeando y en un plato hay servido huevos, jamón y patatas. El estómago te empieza a gruñir de hambre y después de servirte una taza de café te encaminas hacia el salón.

Tony está sentado, concentrado con un montón de fotografías en la mano. Por un momento te sientes tentada a dar media vuelta pero terminas entrando y sentándote a su lado.

- ¿Qué ves?- le preguntas.

Te enseña una foto de Sarah en la que solo tenía cinco meses y dedica a la cámara una sonrisa deslumbrante mientras le tira con fuerza a su conejito de las orejas.

- No sé como ha sobrevivido tanto tiempo- dices.

- No soporto estar más tiempo sin ella- confiesa mirándote a los ojos.

Si no le conocieses bien y no te hubiese dicho mil veces eso de que los hombres DiNozzo no lloran jurarías que está a punto de hacerlo. Le pasas una mano por el pelo y piensan en como te sentirías en su lugar. No sabes como ha sido capaz de aguantar tanto tiempo manteniendo el secreto.

- Lo he estropeado todo. Quería disfrutar cada segundo con ella, quizás irnos de vacaciones los tres juntos. Tenía hasta la ilusión de que pudiéramos tener otro bebé.

- Hemos hecho unos cuantos intentos esta noche- dices intentando quitarle importancia.

No quieres pensarlo mucho pero hasta esta mañana no te has dado cuenta de lo que estabais haciendo. Solo esperas que no ocurra, no sabrías como justificarlo.

Miras el reloj que hay sobre la chimenea y te das cuenta de que ha pasado el tiempo volando. Es hora de marcharte. Quieres quedarte a su lado, suplicarle que abandone esa estúpida misión y regrese con vosotras. Pero sabes que no puede, eres consciente de su deber.

- Tengo que irme.

- Lo sé.

Te acompaña hasta el coche mientras Max corretea a tus pies con una pelotita en la boca esperando que juegues con él.

Los dos os quedáis parados junto al coche sin saber que hacer ni decir.

- Quiero que me prometas una cosa. Y que la cumplirás- le dices.

- Espero que no sea muy difícil.

- Necesito que me prometas que te cuidarás bien, que volverás a casa sano y salvo porque no puedo volver a decirle a Sarah que su padre no regresará de nuevo. ¿De acuerdo?

- No puedo prometerte eso.

- Me da lo mismo. Miénteme.

Te da un beso suave, largo que te sabe amargo, a despedida.

- Volveré, te lo prometo- te susurra.

Entras en el coche rezando por que sea verdad.

***

Abres la puerta despacio y entras en el recibidor. La casa está completamente a oscuras y no escuchas ruido pero tras prestar atención te das cuentas de que en el sótano llega un leve ruido.

Bajas despacio y te quedas a medio camino en la escalera disfrutando de la escena que tienes ante tus ojos. Gibbs tiene a la niña en brazos y la acuna con mimo y cuidado. Te hubiese gustado verle con su hija, estás convencida de que fue todo un padrazo.

- ¿Ha ido bien?- te pregunta dándose la vuelta.

Llegas al sótano y coges una silla para sentarte a su lado mientras acaricias la carita a Sarah. Te gustaría poder compartir el descubrimiento, tu alegría pero sabes que es imposible. Demasiado peligroso.

- Bastante diferente de lo que esperaba.

Dejas la pistola y el cargador sobre la mesa mientras Gibbs lo coge y examina las balas. Las está contando y te mira algo extrañado cuando descubre que está completo. Aunque de milagro. Recuerdas cuando nada más verle casi le disparas. Ahora sigues furiosa por el engaño, pero recuperarle lo supera todo.

- ¿Qué ha pasado?

- No puedo contarte nada, Gibbs.

- Si tengo que cubrirte al menos dame algo de información.

- No he matado a nadie. Ha sido… distinto.

No puedes ocultar una diminuta sonrisa que empieza a surgir en tus labios. Desvías la mirada con rapidez y te recompones pero sabes que lo ha pillado al vuelo.

- Ziva…

- Tenemos que marcharnos a casa, espero que no te haya dado mucha guerra el fin de semana.

Coges a la niña en brazos y parece que tu jefe está dispuesto a darte una tregua. Pero no eres tonta, sabes que Gibbs intuye algo, su instinto nunca falla. Tras ponerle su abriguito a la pequeña subes las escaleras y sales a la calle.

Entonces abrazas a Sarah con fuerza mientras le sonríes entre lágrimas.

- Papá te manda muchos besos- la susurras.

***

Miras la sala en la que tantas veces has estado, a la que en los últimos meses detestabas bajar, demasiado llena de recuerdos.
Escuchas que las puertas de entrada se abren y cuando Ducky enciende la luz da un pequeño salto hacia atrás asustado aunque enseguida sonríe.

- ¿Qué tal tu fin de semana, querida? ¿Has descansado?- te pregunta dejando su maletín sobre la mesa.

Tu excusa de unos días a solas para sentirte mejor al parecer se la ha tragado todo el mundo. Por mucho que te dijera Tony que no podía contarte nada sabes que tienes una conversación pendiente con él. Te sientes engañada pero sobre todo defraudada. No le creías capaz de hacerte algo así.

- Muy bien, gracias. Ha sido interesante.

- Me alegro de que haya ido bien. ¿Qué haces por aquí tan temprano?

- Quería hablar un momento contigo, si no estás demasiado ocupado.

- Tranquila, es pronto. ¿Qué necesitas?

- Quería que me dejases revisar la autopsia de Tony.

El forense parece ponerse nervioso de pronto ante tu petición y en su cara ves que no tiene ninguna gana de entregarte lo que le pides.

- Bueno, no creo que sea una buena idea dadas las circunstancias. Además estás suspendida.

- Solo es una pequeña duda que tengo y quería que me la resolvieras.

- Adelante.

- Me gustaría saber cómo es posible que mi marido lleve tres meses muerto, el cual tú certificaste su muerte y haya pasado el fin de semana con él.

No era tu intención culparle ni que tu tono te delatase. Pero sigues estando furiosa por todo este plan que trazaron a tu alrededor. Quizás sin Sarah en tu vida habría sido distinto, pero ella no merecía todo este dolor.

Ducky no responde, no dice nada, parece paralizado y desvía la mirada avergonzado.

- ¬En una operación de este calibre no podía decir nada. Era de suma importancia protegerle.

- Me parece estupendo que quisieras proteger la operación y a Tony. ¿Y qué pasa con Sarah? ¿Te lo ibas a callar si esto se alargaba mucho tiempo?

- Lo siento, Ziva. No era mi intención hacerte daño.

Pasas la mano por la mesa de autopsias recordando aquel día, la impotencia que sentías, como perdiste el control por completo…

- Por eso querías que me fuera pronto, ¿cierto?

- Si te hubieses quedado un poco más quizás no podría haber…- deja la frase a medias y comprendes lo que estaba a punto de decir- No
importa, está vivo.

- ¿Qué más da? Si algo hubiese salido mal jamás me habría enterado.

- No me lo habría perdonado nunca.

Le miras a los ojos y ves dolor, como si estuviese imaginando la posibilidad de que todo hubiese salido mal, siendo el responsable.

Te acercas a él y le das un cariñoso beso en la mejilla.

- No vuelvas a mentirme, por favor.

***

Sujetas bien a Sarah con ambas manos y andáis hacia los columpios mientras ella lanza gritos de emoción entre pasito y pasito. De vuelta al banco dejas que ande un poco solita y para tu alegría mantiene bastante bien el equilibrio.

- Qué bien anda mi niña ya- le dices con orgullo mientras ella da palmas.

Entre el jaleo de niños ves llegar a John sonriente y se te revuelve el estómago con su presencia. Te viene a la memoria la discusión con
Tony, confesándole que te habías acostado con él. Pero te ha llamado con la idea de quedar y rechazarlo no te ha parecido buena idea, prefieres seguirle el juego un poco más, ver dónde quiere ir a parar. Y en un lugar público no corréis tanto riesgo.

- ¿Qué tal? Espero que hayas pasado un buen fin de semana.

- Sí, bastante relajante.

No es del todo cierto. Saber que Tony estás vivo ha sido algo increíble pero sigues sin poder dormir por las noches, ya no te lamentas, solo sufres pensando en la idea de que le pueda ocurrir algo sin que te enteres.

John te hace volver a la realidad cuando te da un beso en los labios mientras haces un esfuerzo por no apartarle.

- Me ha servido para pensar mucho.

Has decidido echar el cebo, ver que ocurre si dices más de la cuenta, o eso es lo que quieres hacerle creer.

- ¿En qué has pensado?

- En que quiero muertos a todos los que le hicieron esto a mi marido. Quien está detrás de todo esto es un tal McKenzie, pero debe haber mucha gente haciéndole el trabajo sucio.

- ¿Los tienes a todos controlados?

Espera tu respuesta expectante y sabes por qué. Quiere saber si le has descubierto, si sabes quien es en realidad. Pero no vas a descubrir tus cartas tan pronto.

- Todavía no, pero pagarán las consecuencias.

- Esa es mucha sangre.

Sarah alza los brazos para que John la coja y éste solicito hace lo que la pide. Te viene a la mente el recuerdo de Tony gritando en la cocina, diciéndote si la niña le había adoptado por padre. Jamás dejarás que eso ocurra. Ni ella tampoco.

- Todos pagarán- le dices finalmente.

- Espero que no sufras ningún daño, Ziva. Sería una gran perdida.

Le sostienes la mirada, él te sonríe pero te recorre un escalofrío. Es sus ojos ves que te está probando, indagando cuanto sabes de él pero no piensas acobardarte.

- Vamos, os invito a comer. Escoges tú, ¿qué te parece?- propone él volviendo a su sonrisa seductora.

***

La cocina es grande y espaciosa y esperas paciente a que tenga lista la cafetera. Sirve dos tazas y te entrega una con una agradable sonrisa. Siempre te ha caído bien esa mujer.
-
Gracias, señora Vance.

- Llámame Jackie. Su hija es una dulzura de niña. Tiene una sonrisa muy bonita.

Das un sorbo del humeante café cuando escuchas el jaleo de niños en el jardín y una voz que reconoces muy bien. Has decidido enfrentarte de una vez por todas a él y la mejor opción sin duda ha sido pillarle en el sitio menos intimidante, su propia casa.

Cuando entra en la cocina te mira con sorpresa pero no le das tiempo a hablar.

- ¿Qué tal, director? ¿Ha tenido una buena mañana?

- ¿Qué es lo que quiere, David?

Dejas la taza sobre la mesa y te pones en pie a su altura mientras éste te mira con severidad.

- Tenemos una charla pendiente sobre mi esposo. Y me gustaría que hablásemos sobre Scott Miller. ¿Le conoce?

- Sígame.

Le acompañas por la casa hasta un despacho no muy grande donde cierra la puerta de un golpe y echa el cerrojo.

- ¿De dónde ha sacado ese nombre?- pregunta Vance volviéndose hacia ella.

- Eso no es asunto suyo- respondes cortante.

Ya te da lo mismo que sea tu jefe, ni que de él dependa tu puesto de trabajo. Solo quieres sacarlo todo a la luz.

- ¿A qué ha venido?

- Quiero que me diga por qué decidió mentirme, guardarse la información para usted.

- Era lo mejor para todos. Mi objetivo es que está misión salga bien y a veces es necesario que algunas personas hagan sacrificios.

- ¡Me ocultó que mi marido estaba vivo!

Tomas aire para calmarte cuando te das cuenta de que has gritado lo suficiente como para que se te escuche en toda la urbanización.

Vance no muestra ninguna expresión especial, como si todo esto fuese normal. Como si lo esperase desde hace mucho tiempo.

- Póngase un momento en mi lugar director. ¿Le gustaría que le dijeran que su esposa está muerta para descubrir que todo ha sido un engaño?

- Comprendo su situación. Y lo lamento mucho.

- Quiero estar al día, que me cuente la verdad. Y que me devuelva mi puesto de trabajo.

- Sí de verdad quiere estar al día aléjese de ese tipo. Es peligroso. Brandac está relacionado con personas que sí están deseando matar a DiNozzo. No tendrán problema por matarla ni tampoco a un bebé.

- Sé cuidarme sola, director. Y sobre todo sé cómo proteger a mi hija.

Te sostiene la mirada durante largo tiempo hasta que finalmente parece cambiar, sigue igual de serio que siempre pero vuelves a ver en sus ojos esa compasión.

- De acuerdo, el lunes podrá regresar a su puesto, pero recuerde…

- He estado en decenas de operaciones encubierto, recuérdelo. Sabré fingir que mi marido sigue muerto.

No te costará nada. Le sigues echando de menos día tras día.

***

Compruebas que el puré no esté demasiado caliente y pones el plato sobre la trona donde Sarah espera ansiosa su comida. Después has planeado salir de compras con ella, no le vale ni la mitad de la ropa y no te habías dado cuenta hasta ahora.

Avergonzada piensas en que tal vez has descuidado a tu hija, en que no has cubierto sus necesidades como debías. Pero ella te devuelve una sonrisa de oreja a oreja y con un chillido te exige que empieces a darle de comer. Todo va bien, no eres una madre nefasta.

Vas por la tercera cucharada cuando llaman al timbre de la puerta y después de retirar el plato de la trona corres a abrir. En la puerta te encuentras al padre de Tony con una sonrisa, un ramo de flores y un peluche enorme.

- No te esperaba. ¿Va todo bien?

- Claro, solo quería hacer una visita a mi nieta y mi nuera.

- Por supuesto, adelante.

Le invitas a entrar y le conduces hasta la cocina donde Sarah se dedica a chupar con ganas una de las orejas de su conejito.

- ¿Cómo está mi nieta favorita?- pregunta Tony con voz alegre, dejando todos los bultos sobre la mesa.

La niña parece recelosa cuando la coge en brazos y le lanza los brazos para que sea ella quien la coja. No le extraña su actitud.

- Quizás si la vieras más se acordaría de que eres su abuelo.

El hombre te mira con extrañeza y te pasa Sarah.

- Te veo un poco irritada.

Tiene razón, lo estás. Últimamente notas que saltas a la mínima provocación pero tienes los sentimientos a flor de piel, no puedes más con toda esta situación pero te toca aguantar. Y ni siquiera le puedes contar los motivos.

- Lo siento, me alegro de que estés aquí- te disculpas cambiando la actitud-

¿Quieres un café?

- Mejor una copa.

- Como quieras.

Abres el mueble, sacas una botella de wisky y le sirves un vaso. Después te sientas a su lado para terminar de darle la comida a la niña, que a esas alturas se está empezando a desesperar.

- ¿Qué te trae por aquí?

- El otro día estuve viendo una fotos de Tony cuando tenía la misma edad que Sarah…

Saca un sobre manoseado del bolsillo y lo deja sobre la mesa. Curiosa lo coges y sacas la primera foto. Un niño de mofletes regordetes sonríe a la cámara mientras aferra entre las manos un peluche horrendo. Te recuerda tantísimo a la niña que por un segundo piensas que no hiciste más que llevarla dentro, el resto es una clonación de su padre. En la siguiente foto sale en brazos de una mujer joven, bastante atractiva y parece el niño más feliz del mundo.

- Sé que no nos veíamos muy a menudo y muy probablemente no fui el padre ideal que pudo tener pero le echo mucho de menos. Le quería.

Levantas la vista de las fotografías y le miras a los ojos. Nunca ha dejado ver su interior, siempre intenta mantener esa sonrisa marca DiNozzo pintada en la cara pero ahora parece vulnerable y ves que lo dice con sinceridad.

- Deberías habérselo demostrado antes.

- Te aseguro que me encantaría volver atrás, pasaría más tiempo con él y con Sarah.

No estás muy segura de que realmente fuese capaz de hacerlo, es como si vivieseis en dos mundos distintos, pero tendrá la oportunidad de demostrarlo.

Os veis interrumpidos cuando suena de nuevo el timbre y te acompaña mientras vas a abrir la puerta. Sobresaltada encuentras a John y miras a Senior que parece estar buscando una explicación.

- Hola, no te esperaba por aquí- le dices con una sonrisa forzada.

- Quería ver si te apetecía salir a comer pero puedo volver en otro momento.

- No te preocupes por mí. Soy Anthony DiNozzo- se presenta él.

Incómoda te despides de John que decide marcharse y vuelves con la niña a la cocina. Está claro que si de verdad estuvieras manteniendo una relación extramatrimonial se te daría de pena, te pilla todo el mundo.

- No es lo que crees- le explicas.

- Es tu vida, puedes hacer lo que quiera con ella. Yo tampoco me quedé soltero después de la muerte de mi esposa.

Te prometes a ti misma que si de verdad le ocurre algo a Tony no terminarás como él, no puedes pasar de marido en marido sin encontrar lo que deseas. De pronto te das cuenta de que quizás él y Gibbs no sean tan distintos después de todo.

- ¿Qué tal si preparo algo de comer? No se me da mal la pasta.

Traición

Previous post Next post
Up