Traición (15/?)

Dec 11, 2012 22:41

Título:  Traición
Personajes: Ziva David, Tony DiNozzo
Advertencias: ninguna
Raiting: 18
Nota de autor: todo igual, poquito a poco voy avanzando en la publicación.


Miras por la ventana desde donde entra una leve brisa que hace que te tapes con la sábana mientras Tony te atrae más hacia su cuerpo y te acaricia haciendo que te estremezcas de placer.

Dejaste que planeara la luna de miel un poco con miedo de que organizara algo demasiado extravagante o agotador, solo querías pasar unos días a solas con él. Y ha dado en el clavo. Ha alquilado una casita en las montañas, una semana entera sin otra cosa que hacer que disfrutar del uno del otro. Por el momento no lo lleváis nada mal. Al menos la cama la habéis probado unas cuantas veces ya.

- ¿En qué piensas?

- Esto es perfecto. Incluso demasiado.

- Si quieres que lo sea un poco menos te puedo recordar que no hemos usado…

- No lo digas- le cortas de pronto riéndote.

Te sientes demasiado feliz en estos instantes como para pensar en nada más. Quizás os habéis emocionado demasiado la última vez.

- No sería tan horrible- murmura Tony casi para si mismo.

- ¿Un bebé? Vamos, Tony, nos acabamos de casar y aun así seguimos discutiendo como dos tontos. No creo que se nos diera bien eso.

- Pues yo creo que seríamos buenos padres.

Te apoyas en el codo para mirarle y para tu sorpresa ves que habla completamente en serio.

- ¿Lo dices de verdad?

- ¿Por qué no?

- Ni siquiera te gustan los niños. Para ti son unos mocosos manchapañales- le recuerdas.

- Cierto. En que estaría yo pensando. Pero sería divertido tener una mini- Ziva por casa. En vez de llorar para pedir la comida nos amenazaría con un clip o algo por el estilo.

Se echa a reír y no puedes evitar contagiarte al imaginarte la escena. Pero en el fondo sigues notándole pensativo y te das cuenta de que la idea sigue rondando por su mente. Y lo peor de todo es que empiezas a imaginártelo tu misma.

- Es demasiado pronto para eso- le dices.

- Lo sé.

- ¿Qué te parece si dejamos pasar un tiempo y volvemos a hablarlo?

- Que no sea mucho. No soy ningún jovencito.

Le das un beso en el hombro y le acaricias juguetonamente el pecho con una sonrisa maliciosa.

- Pero eres mi abuelito preferido.

***
Das vueltas por el salón sin poderte estar quieta. Estás temblando de pies a cabeza sin poder hacer nada por evitarlo. No puedes creer que esté pasando de verdad.

Vas a la cocina a preparar un poco de té que te ayude a relajarte. Estás poniendo agua a calentar cuando escuchas la puerta de entrada abrirse y en segundos Tony entra en la cocina, te rodea por la cintura y te besa. Parece preocupado.

- ¿Estás bien, ninja mía? Te has largado de pronto sin avisar.

- Necesitaba… no importa.

- ¿Qué va mal, Ziva?

Te mira a los ojos y dejas la prueba de embarazo sobre la encimera. No lo puedes guardar más tiempo, ni tampoco quieres hacerlo.

- ¿Es lo que creo que es?

- Positivo. Y no creo que haga falta que te diga de cuando es.

La emoción que parecía tener en la luna de miel por ser padre no aparece por ningún lado. Está completamente serio y empiezas a tener serias dudas sobre su respuesta.

- No me vendría nada mal que dijeras algo.

- Es que no sé qué decir- reconoce.

Empiezas a cabrearte y mucho. No es que esperases que se pusiera a saltar de alegría pero después de la conversación en aquella casa pensaste que se lo tomaría mucho mejor.

El estómago te da un vuelto y sales corriendo hacia el baño sin saber si es culpa del bebé o de la situación. Descargas todo al completo y cuando vas a salir le ves apoyado en el marco de la puerta con un vaso de agua en la mano.

- ¿Mejor?

Asientes con la cabeza y das un sorbito de agua sintiendo que el estómago se empieza a calmar.

- Verás, tengo algo que confesarte.

- ¿Qué te horroriza la idea de ser padre? Siempre lo he sospechado, no hace falta que lo digas.

- En realidad quería darte un regalo.

Te entrega un paquetito envuelto cuidadosamente en papel de regalo azul celeste. Lo abres y encuentras un conejito de peluche con unas enormes orejas que le llegan a las patas.

- Empecé a tener sospechas hace un par de semanas y lo compré un poco de forma impulsiva. Aunque debo confesarte que tenía la esperanza de no tener que dártelo tan pronto.

- ¿Y por qué no dijiste nada?

- No quería asustarte. Llevamos casados siete semanas, no es lo ideal.

- No- reconoces.

- Eso sí, espero que sea un niño. La idea de una mini-Ziva no me hace mucha gracia.

Recuerdas la imagen del bebé con el clip y sonríes. Impulsivamente le abrazas y le das un beso mientras sujetas el peluche. Vais a tener un bebé.

***
Desde la ventana te llegan los primeros rayos de sol y de pronto lo recuerdas todo como en una película a cámara rápida. La investigación, el viaje, el cachorrito...Tony.

Abres despacio los ojos y le ves sentado junto a la cama, mirándote fijamente sin hablar. Parece preocupado y triste pero en cuanto te ve despertar dibuja una diminuta sonrisa que temes que te contagie.

- Buenos días dormilona. ¿Quieres café?

Asientes con la cabeza y mientras se marcha aprovechas para coger una camiseta de la silla que hay junto a la cama y ponértela. Algo viene a tu mente y recuerdas la fecha que es.

Tony vuelve a entrar en la habitación con una taza humeante en una mano y una rosa blanca en la otra.

- No es que sea un momento muy feliz, ni siquiera sé si existe todavía pero aun así… feliz aniversario.

Dos años desde que os casasteis, desde que os prometisteis amor, fidelidad y respeto. Ahora mismo no tenéis nada de eso. Te parece que todo está muy lejos. Ni siquiera pensaste poder celebrarlo ya de nuevo.

- Gracias- dices aceptando el café.

Bebes despacio, sin prisas mientras le observas en silencio. Sigue estando igual de guapo pero tiene ojeras, parece agotado y eso le hace parecer mayor. Ya no tiene ese brillo en los ojos, su sonrisa está apagada… durante un instante sientes ganas de acariciarle, confortarle pero desistes. No estás lista.

- Ha sido un infierno. No te puedes hacer una idea de cómo ha sido.

- ¿Crees que para mí ha sido fácil, Ziva? No entraba en mis planes abandonar a mi mujer y mi hija, tenlo por seguro. Sabía los sacrificios que tendría que hacer. Me perdería las primeras navidades a vuestro lado, su primer cumpleaños….

- Y sus primeros pasos- recuerdas de pronto.

- ¿Qué?

- En Navidad empezó a andar. No domina mucho todavía sus pasos pero cada día da unos cuantos pasitos más- le cuentas con un toque de orgullo al recordar a tu hija.

Ahora sí que parece realmente abatido. Le ves levantarse e ir hasta la ventana donde observa el bosque con la mirada perdida. Al final te levantas y le acaricias con suavidad el brazo.

- La echo mucho de menos- reconoce- Nunca pensé que tendría que hacer algo así.

- Tenías que habérmelo contado, Tony. ¿Tan poca confianza tienes en mí?

- Deberían haberlo hecho. Vance debió haberte puesto al día.

Piensas en todas las personas que te han engañado durante meses. Vance ha jugado contigo. Pero quien más te duele es Ducky. El formó parte del plan desde el principio, está claro. Recuerdas la fiesta de Navidad, como deseaste tener a Tony a tu lado y él no fue capaz de decirte nada.

- Quisiera pedirte perdón pero sé cual es tu respuesta.

- Al menos inténtalo- le pides.

Se gira hasta quedar a tu frente y coge tu cara con ambas manos mientras te penetra con su mirada. Todo tu ser da un vuelco, no puedes resistirlo más.

- Lo siento mucho, Ziva. Sé que quizás nunca me perdones y lo comprendo. Pero quiero que sepas que te quiero. Pase lo que pase siempre lo haré.

Ni siquiera tu misma sabes si le podrás perdonar alguna vez. No dudas de lo que sientes por él, le quieres desde hace demasiado tiempo para olvidarlo.

Te da un beso en la frente pero tus labios tienen otro destino cuando buscas los suyos y le besas con suavidad. Quisieras fingir que nada ha pasado y volver a su lado de nuevo.

***
Te sientas en la mesa de la cocina mientras esperas que Tony termine de preparar la comida. Sigues furiosa con él pero no puedes dejar de mirarle y mirarle sin parar. Eras realista, sabías que no podías dar marcha atrás y resucitarle por mucho que quisieras. En cambio le tienes ante tus ojos preparando un plato de pasta.

- Las pizzas no llegan hasta aquí, lo siento- dice poniéndote un plato de espaguetis delante.

- No tiene mala pinta.

Deja dos pesadas carpetas sobre la mesa y te las acerca mientras le miras extrañada.

- Es toda la información que tengo sobre la misión.

Le sonríes agradeciéndole el gesto aunque llega demasiado tarde. Hace mucho tiempo que te tenía que haber puesto al tanto de todo.

- Daniels murió hace una semana- le informas.

Ves la pena en sus ojos y le comprendes. La misión no está saliendo desde luego como estaba planeada en un principio.

- Era un buen hombre, nunca debió meterse en esto. No debió hacerlo nadie- dice casi para si mismo.

Quieres decirle algo que le resulte animador. Tú mejor que nadie sabes lo que es estar en una misión que se descontrola, de la que no puedes salir. Recuerdas Somalia, como todo se fue al traste y si no llega a ser por Tony… pero dejas pasar la ocasión sin consolarle.

- Este es un don nadie que poco a poco se ha ido haciendo hueco en el mundillo de McKenzie.

Te pasa un expediente y cuando lo abres te da un vuelco el corazón. Una imagen de John a color te hace recordar de pronto todos los meses anteriores, sus visitas, sus engaños y sobre todo su cuerpo. Te sientes más culpable y sucia que nunca. Sabes que no es culpa tuya pero aun así desearías borrar todo eso.

Cierras de golpe la carpeta, la dejas a un lado y vuelves la vista hacia tu plato. No te atreves a mirar a Tony a los ojos.

- ¿Qué ocurre?- te pregunta preocupado al notarte nerviosa.

- No es nada. Esto está muy rico- dices desviando la atención hacia los espaguetis.

- ¿Has investigado a ese tío? No habrá intentado hacerte daño, ¿verdad?- pregunta preocupado.

Su voz tensa y preocupada te hace sentir peor todavía. Si supiera la verdad no crees que se comportase como buen marido.

- No quiero hablar de eso.

- Ziva, ¿qué pasa con Brandac?- dice.

Su tono ha cambiado. Está salpicado de dudas y recelo y su mirada lo dice todo.

- Le conocí en el cementerio, se presentó como John Brown, un antiguo compañero tuyo de la universidad- confiesas finalmente- Ha estado viniendo a casa estos meses. Y…

- No lo digas, por favor- te pide casi suplicando.

Desvías la mirada y sabes que te has delatado. Tony se levanta bruscamente de la mesa tirando por el camino uno de los vasos sin importarle mucho.

- ¡Joder! No has perdido el tiempo por lo que veo. Espero que al menos Sarah todavía no le esté llamando papá- grita.

Su tono acusador te hace explotar. Su arrogante actitud ha apartado tu culpa para llenarte por completo de ira.

- ¡No te atrevas a culparme de nada! Eres tu quien me ha estado engañando, tus mentiras, una detrás de otra. No fuiste capaz de decirme lo que estaba ocurriendo, preferiste que sufriese. Vance, Ducky, tú… sois todos iguales, unos cabrones mentirosos.

- ¡Ducky no podía contarte nada, lo tenía prohibido!- responde él.

- ¡Pero tú sí podías hacerlo! Pero decidiste mentirme. Como todos. ¿Qué problema tenéis los hombres conmigo? No me casé contigo para que fueras un súper agente. Lo hice porque quería pasar mi vida contigo, criar a Sarah juntos. Simplemente tener una familia. ¿Es tanto pedir?

Tiemblas de rabia mientras sientes que se te empiezan a llenar los ojos de lágrimas. Cuando creías que por fin habías encontrado la forma de ser feliz junto a quien llevabas queriendo durante años todo estalla en mil pedazos.

Tony te rodea en un abrazo y apoyas la cabeza sobre su pecho. Huele bien, huele a él. Lejos de calmarte rompes a llorar más fuerte mientras dejas que te bese y te abrace con fuerza.

- Lo siento mucho, Ziva.

***
Has revisado uno a uno todos los expedientes, casi memorizándolos buscando pistas que te ayuden. Has pasado tanto tiempo deseando vengarte que a pesar de tener a Tony sentado a tu lado no puedes borrarlo de tu mente.

De pronto recuerdas algo que te ha inquietado. La foto que encontraste en la planta de operaciones especiales fue tomada por una cámara sin permiso, alguien os vigilaba. Y no te fías nada de Vance, te sacó de allí con muchas prisas como si supiera lo que había en el interior.

- ¿Sabes algo de un nuevo equipo de operaciones especiales?

- Yo sí, pero tú no deberías estar al tanto de eso- responde sorprendido.

- Me topé por casualidad con ello y encontré una fotografía nuestra en el despacho del nuevo director.

Durante unos segundos no dice nada, parece perdido en sus pensamientos y esperas paciente a que te dé una explicación.

- Fui yo quien dejó esa fotografía. No tienes que preocuparte por el nuevo director. Soy yo. O al menos lo era hasta que todo se fue al garete.

Le miras asimilando la nueva información y una nueva pieza del puzle encaja de golpe. El premio era gordo, lo reconoces. No solo un equipo a su cargo, sino un gran puesto al que volver después de la misión. Recuerdas aquella época en la que tú también eras ambiciosa hasta la muerte. Y también recuerdas que Tony no sabe negarse a una misión, por muy disparatada que sea.

- ¡Joder, Tony! Me voy a terminar volviendo loca. Ya no sé si estoy deseando matarte o hacer el amor contigo.

- Bueno, entiendo perfectamente la primera opción, pero sinceramente, preferiría la segunda.

Cuando le miras sus ojos destellan con un toque de picardía. Apartas los expedientes cuando le ves acercarse para besarte.

Quieres decirle que pare, que abandone la idea que tiene en mente porque no se merece ni de lejos acostarse contigo. Pero te sorprendes al descubrir que es precisamente lo que quieres. Sus besos te hacen olvidar por un instante todo lo que ha pasado, como si soñaras con el pasado y pudieras creer que todo vuelve a su ser.

***
Te desviste con calma, deteniéndose para recorrerte a besos. No querías ponérselo fácil, querías hacerle sufrir un poco pero estás suplicándole que continúe.

Cuando dejas al descubierto su torso tus ojos van directos a la cicatriz de la bala, la que descubriste aquella última noche a su lado. Desde entonces parece que haya pasado una eternidad, años sin él y de pronto te das cuenta de que tan solo han sido tres meses. No quieres imaginarte como es vivir sin él toda una vida entera.

Vuelves al presente cuando le sientes más cerca, más intenso. Le miras fijamente a los ojos mientras él te devuelve una mirada intensa.

- Por esto te he echado de menos- le susurras acariciándole la mejilla.

- ¿Por el sexo? Ya sabía que solo me querías por eso.

Le callas con un beso antes de que siga diciendo tonterías. Le has echado de menos porque con él sientes algo especial, eres capaz de disfrutar de sus caricias y sus besos como con nadie. Durante una milésima de segundo te viene el recuerdo de John, de no sentir nada. Definitivamente Tony es tu hombre.

Te abrazas a él cuando se echa a un lado y apoyas la cabeza sobre su pecho recordando la de noches que dormisteis en esa misma postura. Acaricias la cicatriz que dejó el disparo y te prometes no pensar en eso.

- Quiero odiarte, Tony.

- ¿Y qué te lo impide?- pregunta él con seriedad.

Mientras te acaricia suavemente la espalda te tomas tiempo para pensar la respuesta. La sabes de sobra. Quieres demasiado a ese hombre como para llegar a odiarle nunca. Le das un beso en la clavícula.

- Que te quiero y no puedo pensar en nadie más que en ti, lo que es absurdo. Eras un compañero insufrible.

- Bueno, lo de marido no lo hacía tan mal supongo, ¿no?

- No- confirmas- Y lo de padre lo hacías mucho mejor.

- Ziva, quiero que me prometas una cosa. Si todo esto al final termina mal y… ya sabes, me terminan matando.

Te quedas blanca solo de pensarlo. No puedes pasar de nuevo por esa experiencia, no sabes como sobrevivirías una segunda vez.

- Quiero que busques a alguien con quien ser feliz, que cuide bien a Sarah y la quiera de verdad.

- No lo entiendes, ¿verdad? Eres fastidioso muchas veces. Pero recuerdo que alguien me dijo una vez que no podía vivir sin mí. Me pareció absurdo, nadie necesita a otra persona para que la vida tenga sentido. Y me equivoqué. Porque te necesito.

Te echas a reír al darte cuenta de lo empalagosa que has debido sonar.

- Creo que esto ha sido lo más cursi que he dicho en mi vida.

- A mí me ha parecido perfecto.

Le miras pensativa mientras su sonrisa se borra y te observa con seriedad. Es el momento perfecto pero sabes que debe acabar, que no puede volver a casa como si nada hubiese ocurrido.

- ¿Cuándo te marchas?

- Mañana por la noche.

- Disfrutemos mientras tanto- te dice con una sonrisa maliciosa.

Cuando empieza a besarte el cuello decides que lo harás, disfrutarás el tiempo que os queda juntos. Se te encoge el corazón al pensar que puede ser la última vez que le veas con vida.

Traición

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