Título: Traición
Personajes: Ziva David, Timothy McGee, L.J. Gibb, Abby Sciuto
Advertencias: ninguna
Raiting: Todos los públicos
Nota de autor: Disculpad de nuevo mi tardanza por publicar pero he tenido unos días liadísimos, incluyendo una pequeña visita a urgencias (nada gave por suerte :D). Publicaré entregas más grandes para que el fic no se haga eterno.
Gibbs te ha terminado por mandar a casa cuando Sarah ha empezado a llorar. Al cogerla has notado que estaba ardiendo y ese temido catarro no lo has podido evitar.
Te has preparado un poco de puré pero lo rechaza entre gemidos de protesta. Por fin logras que se tome un par de cucharadas pero termina por vomitarlo.
- Princesa, tienes que comer un poco.
Tocan al timbre y coges a la niña en brazos para ir a abrir mientras intentas que deje de llorar. Gibbs espera en el rellano con una bolsa en la mano y le dejas entrar agradecida por su compañía.
Te sientas en el sofá mientras dejas que le prepare un biberón de leche a la pequeña. La sigues notando caliente pero la fiebre ha bajado y ella parece haberse animado con la visita del “abuelito”.
Cuando éste regresa se sienta a tu lado y te entrega el biberón que Sarah acepta tras unas cuantas protestas.
Durante un buen rato no hacéis otra cosa que mirar a la pequeña liquidar su biberón poco a poco. Te está dejando tiempo para que empieces a hablar.
- ¿Sabes algo nuevo?
- Estamos siguiendo los pasos de Tony durante esos diez días que estuvo fuera de casa.
- Ya- dices desviando la mirada.
Empiezas a sospechar que Gibbs sabe algo de la visita de Tony aquella noche. Meditas si contárselo o no y terminas por decidir qué es lo mejor. Quizás sirva de algo.
- Estuvo en casa- confiesas finalmente.
- ¿Cuándo?
- La noche antes de que le mataran. Estuvo hasta que llamó Abby.
Miras atentamente la pulserita que te regalo y una idea surge en tu mente. Suena a descabellada pero no pierdes nada por compartirlo.
- Me regaló esto. Gibbs, aquí dentro entraría un chip con información.
Por unos momentos no dice nada, parece estar pensando en lo que acabas de decirle y te sientes algo ridícula por comentarlo.
- Llévaselo mañana a McGee que lo analice.
- ¡No!- te escuchas decir.
Acabas de sonar como una niña pequeña a la que quieren robarle su peluche preferido pero no puedes entregar el último recuerdo de Tony. Pero sabes que el deber te obliga y finalmente te la quitas para dársela a Gibbs.
- Tenías que haber venido a mí, Ziva.
- Quería protegerle, aunque no sirvió de mucho.
Una idea horrible cruza por tu cabeza. Si le hubieses detenido cuando estuvo en casa ahora es muy probable que estuviese vivo. Quizás en la cárcel pero le tendrías con vida, todo lo que pides. Fuiste una estúpida al dejarle marchar, eso le costó la vida.
***
No has pegado ojo en toda la noche. Sarah parece mejor del catarro pero decides no llevarla a la guardería por hoy, sabiendo que Abby estará encantada de quedarse de nuevo con ella.
En el laboratorio ya está McGee junto con la gótica y la pulserita en la mano. Parecen concentrados en su labor y por sus caras parece que tienen algo.
Sarah estornuda y los dos se vuelven para miraros. Te sientas en una silla libre son la niña entre las piernas y le limpias la carita.
- ¿Tenéis ya algo?
- Vaya que sí- exclama Abby emocionada.
Toma unas pinzas de la mesa y levanta un minúsculo chip. Se te revuelve el estómago al pensar en lo que eso significa.
Tony no estaba vendiendo esa información. Fuese lo que fuese lo que ocurrió intentó protegerlo.
- Todavía no hemos podido acceder por completo pero creo que los datos que robaron están aquí dentro.
Por fin McGee parece animado y después de teclear hace aparecer en pantalla miles de hojas con datos. Todo por lo que Tony murió desfila ante tus ojos.
- Lo tenemos. Hemos recuperado los archivos robados.
- Habría que informar al director- sugiere McGee.
- Nadie va a informar de nada.
Todos os giráis al ver a Gibbs entrar en el laboratorio. Es un riesgo para todos mantener en secreto el descubrimiento pero esto solo prueba que Tony no lo llegó a entregar a nadie, no que fuese inocente. Por qué a estas alturas estás convencida de que los demás piensan lo mismo que tú.
Gibbs coge la pulsera y te la entrega. No está intacta, no lo esperabas pero al menos agradeces que te la devuelva.
- Todo el mundo se mantendrá en silencio hasta que descubramos algo que le exculpe- dice Gibbs.
Le sonríes levemente agradecida por la ayuda. Sabías que no te iban a dejar sola.
***
Colocas sobre la mesita de centro la comida china recién llegada y le entregas a Sarah una galletita que empieza a chupar con ganas.
Has quedado con John de nuevo. Quería dar un paseo con la niña por el parque y llevarle a ver no sabes qué animales que le encantan a su sobrino pero ha comenzado a nevar y has decidido que mejor os quedáis en casa, Sarah no consigue quitarse ese catarro de encima por completo.
Cuando llega le dejas entrar y coges la película. No pudiste ver con la niña Sonrisas y Lágrimas el día de su cumpleaños y aunque supones que vas a martirizar al pobre chico no cambias los planes.
- ¿De verdad hacías pasar a Tony por este suplicio?- te pregunta divertido.
- No muy a menudo, pero me gustaba hacerle sufrir de vez en cuando.
Le ofreces unos palillos junto a un tenedor para que pueda escoger. Tony nunca llegó a dominar su uso, más bien parecía que los palillos le controlaban a él. Una vez intentaste enseñarle pero la clase terminó con los dos en la cama.
- ¿Cómo te encuentras?
- Mejor cuando todo se aclare.
- Ziva, me gustaría poder ayudarte. Tony era mi amigo y si hay algo que pueda hacer…
Le observas durante unos segundos dudando sobre si contárselo o no. Quieres desahogarte, sacarlo todo y necesitas alguien que no sepa nada, alguien neutral.
- Le acusaron de robar unos documentos de la CIA, de estar implicado en una conspiración y de asesinato.
Lo has soltado todo de golpe, como si te quemara en el interior. John parece haberse quedado sin habla y no le culpas.
- Joder, normal que no quisieras contarlo. Pero es imposible que Tony hiciese nada de eso.
- Lo sé. Y estoy intentando probar lo contrario. Pero nada es tan sencillo.
No quieres contarle nada más. Que habéis logrado encontrar los documentos no es de su incumbencia.
- Si necesitas ayuda pídemela. No seré agente federal pero no se me da mal investigar.
- Lo tendré en cuenta.
Agradeces con una sonrisa su ofrecimiento y continuáis viendo la película en silencio mientras Sarah da palmadas encantada con cada canción que aparece en escena.
- Tony tuvo suerte de tenerte en su vida- dice con una sonrisa.
Quieres creer que es cierto, que durante el tiempo que estuvisteis juntos le hiciste feliz. Pero recuerdas las veces que se jugó la vida por salvarte y suplicas que está vez no fuese por ti, no podrías vivir con ello.
***
Navidad. En dos días será Nochebuena y ni siquiera te habías percatado hasta que has visto el dichoso arbolito en el NCIS.
Tony estaba deseando que llegara esa fecha para celebrarlo con Sarah. El año anterior solo tenía veinte días de vida y entre cambios de pañales y falta de sueño no disfrutó de nada. Pero este tenía planeada una gran cena los tres juntos, un enorme árbol para el salón y sobre todo, tenía ganas de empezar a inculcarle el clásico de los DiNozzo a la pequeña.
Y ahora te encuentras sola, sin Tony ni planes sin saber muy bien que hacer. No necesitas celebrarlo, no es una fiesta tuya pero quieres hacerlo por Sarah, se lo merece.
Has acostado a la niña y te has puesto a buscar en el armario la caja dónde guardaba los adornos para la casa.
De pronto sientes que te invade la rabia. Contra las estúpidas fiestas, contra la soledad que sientes… pero sobre todo sientes rabia contra el dolor que ha dejado tras de si.
Lanzas furiosa contra el suelo una de las bolas haciendo un ruido estrepitoso. Escuchas a Sarah llorar en su cuarto y mientras vas hasta allí para calmarla te reprendes por tu falta de control.
- Lo siento, princesa- dices secándole la carita y dándole su chupete.
La llevas a tu habitación en brazos y la tumbas sobre tu cama esperando a que se calme un poco aunque parece mucho más interesada en la estrellita del árbol que en volverse a dormir.
Cuando recoges del suelo la pesada bola que has tirado te das cuenta de que una de las láminas de madera del suelo se ha levantado levemente. Extrañada compruebas que está bastante suelta y la levantas por completo.
Observas durante unos segundos el paquete envuelto en papel de periódico sin saber que pensar. Finalmente lo sacas, lo desenvuelves y abres la caja. Dentro encuentras tres pasaportes impolutos, una llave, un sobre y una Glock con su cargador. Asombrada abres los pasaportes y descubres que son vuestros aunque los nombre no coinciden. Una sensación de angustia te recorre de pies a cabeza.
Coges todo y después de guardar el arma en un sitio más seguro te sientas en la cama junto a Sarah y abres el sobre. No te sorprende en absoluto reconocer de inmediato la letra.
Siempre has sido buena espía, mi ninja, sospechaba que terminarías encontrándolo tarde o temprano. Pero quiero que dejes de investigar, que te alejes todo lo que puedas de esto. Quédate fuera del caso. No podría soportar la idea de que te ocurriese nada por mi culpa.
Te quiero preciosa. ¿Le darás un beso a mi princesa de mi parte?
PD: Sé que nada más leer que te alejes del caso querrás hacer lo contrario, te conozco, pero por favor, por una vez hazlo.
Relees la carta una y otra vez con la cabeza a mil por hora. Tony tiene razón, vas a hacer justo lo contrario por mucho que te lo pida. Miras la llave dispuesta a averiguar a que pertenece y que escondía con tanto ímpetu.
***
Sacas del horno el pavo y tras comprobar que esté bien hecho lo llevas a la mesa. Al final preguntaste al equipo si estaba disponible pare cenar contigo y todos estuvieron dispuestos a dejar sus planes de lado para acompañarte.
- Siempre olvido lo excelente cocinera que eres, querida- comenta Ducky cuando te sientas a su lado.
Sientas a la niña en su trona junto a tu silla y le pones un platito de puré. Esta noche está preciosa, con el vestidito que le compraste ayer. Jamás te imaginaste que le pondrías un vestido rojo y verde con una diademita con cuernos de reno en terciopelo pero estás segura de que Tony lo habría hecho y lo compraste por él.
Gibbs corta el pavo y empezáis a comer pero no tienes hambre. Solo puedes pensar en Tony, en el descubrimiento de la otra noche y en si hubieses averiguado algo antes ahora quizás estaría a tu lado cenando, o probablemente en la cárcel. Todo menos bajo tierra.
- ¿Te encuentras bien?
Te giras hacia Ducky que te observa con preocupación y le sonríes.
- Sí, tranquilo. Solo estaba pensando en… no es nada.
Después de la cena os sentáis alrededor de la mesita de centro mientras Sarah gatea entre vosotros y sirves champán a todos. Abby se levanta con una copa en la mano y llama vuestra atención. Sabes cuál es su intención, quiere hacer un brindis aunque sea lo último que ahora mismo deseas.
- Esta noche nos falta alguien especial, ¿no notáis que esto es mucho más aburrido sin él? No hay chistes, nada de meterse con el novato ni menciones a películas que ninguno conocemos. Y deberíamos brindar por él. Por el gran compañero, mejor marido y padrazo como ninguno.
A esas alturas ya tienes la cara empapada por mucho que trates de esconderte pero lejos de sentirte incómoda te sientes arropada. Todos le querían y lo siguen haciendo, le acusen de lo que le acusen.
- Por Tony.
- ¡Papaaaaaa!
Ves a la niña agarrarse a la mesita, ponerse en pie y dar unos cuantos pasos torpes hacia ti. No te lo puedes creer, tu pequeña está dando sus primeros pasitos.
- Ven aquí, princesa- la llama Gibbs que está más cerca.
Ella da unos pasitos más y termina por caerse entre las piernas del agente mientras todos la aplauden. La coges en brazos y le das un fuerte beso llena de orgullo.
- Tony habría estado muy orgulloso- comenta Ducky sentándose a tu lado.
- Pero ya no podrá verla andar, ni la verá crecer. Fue un estúpido egoísta.
El forense se queda pensativo mirándote, en sus ojos ves un destello de duda durante unos segundos pero pronto te dedica una sonrisa cálida y te coger de la mano con cariño.
- No seas tan dura, querida. Tony te quería muchísimo, igual que a la niña. Lo que hizo seguro que fue por vosotras.
- Si hubiese sido por nosotras se habría entregado- rebates.
Cada vez sientes más rabia hacia él, pensando en que por mucho que te digan que te quería no lo demostró en absoluto.
Dinero, prestigio o lo que quisiera conseguir con ese estúpido plan solo le sirvió para morir y demostrarte que no le importabas en absoluto.
- Aun así daría lo que fuera por verle de nuevo.
***
Escuchas los sonidos que llegan desde la cuna, pausados y calmados. Sientes que estás en otro mundo, como si la vida real no te importara en absoluto. Ahora mismo solo existe ella.
La calma se rompe cuando la pequeña echa a llorar y sonríes mientras la sacas de la cunita. Nadie te dijo que fuera a ser un camino de rosas. La colocas bien y ella empieza a comer mientras te mira con sus ojazos.
Tocan con suavidad a la puerta y entra Tony con dos vasos de cartón y esa sonrisa boba que no se le ha quitado desde que hace veinte horas vio la carita de la niña.
- ¿Cómo están mis chicas?
- Estupendamente.
- Toma, un chocolate caliente para mamá- dice ofreciéndote uno de los vasos.
Aceptas con una sonrisa y lo coges con la mano que tienes libre mientras con la otra sigues sujetando a la niña. Tony tiene una sonrisa enigmática que te intriga.
- ¿En qué piensas?
- En el día en que nos conocimos.
- ¿Me has echado algo raro al vaso?- preguntas con burla.
- No. Pero pensaba en nosotros y… en ella- dice señalando a Sarah.
Entiendes muy bien a que se refiere. Si te hubiesen dicho hace un año que termináis teniendo un bebé con Tony te habrías echado a reír sin dudarlo ni un momento. No, por mucho que le quisieras no era un hombre para ti.
Pero aquí estáis, tu tumbada en una cama mientras a Tony se le sigue cayendo la baba cuando mira a vuestra niña, el pequeño ser que habéis creado entre los dos.
- Por cierto, ¿le has advertido ya?
- ¿De qué?
- Del desastre de padre que le ha tocado.
Te ríes recordando como hace un par de horas le ha intentado poner un pañal sin mucho éxito.
- Está avisada. Pero aun así dice que te quiere mucho, igual que su mamá.
***
Tony te ayuda a salir del coche mientras tapas bien a la niña con su mantita para que no coja frio.
No te había sentido tan cansada en mucho tiempo pero a la vez tan contenta. Subes las escaleras hasta vuestro apartamento deseando meterte a la cama y dormir durante unas cuantas horas, cosa que sabes que será imposible porque en una hora te toca dar de comer a Sarah.
Abres la puerta de casa y te quedas boquiabierta, sin palabras. El salón está inundado por decenas de jarrones llenos de rosas rojas. Te giras hacia Tony y le regalas una sonrisa de oreja a oreja. Es la mayor cursilada que ha hecho nadie por ti pero te ha encantado.
- Ya que has hecho todo el trabajo duro al menos te merecías un premio.
- Bueno, tú tampoco has estado nada mal. En realidad creo que te has llevado la peor parte.
Le miras el brazo izquierdo con varios moratones y te sientes algo culpable por mucho que te haya dicho que no tiene importancia. Pero nadie te aviso de que en realidad dolía tanto. Creíste que exageraban.
Le das un suave beso en los labios y le murmuras un “gracias” al oído.
Entras en el cuarto de la niña y la dejas en su cuna, donde primero se revuelve un poco extrañada hasta que vuelve a dormirse.
- Nos ha salido dormilona.
- Como su padre.
- Muy graciosa.
Le coges de la mano y durante un buen rato no hacéis otra cosa que mirar a la niña dormir.
- ¿Sabes una cosa? Creo que pase el tiempo que pase siempre te querré.
***
No podías seguir en casa dando vueltas en la cama. Tienes que saber cuanto antes a dónde pertenece esa llave.
Sarah se ha quedado frita en el coche después de vestirla y no la puedes culpar, no son ni siquiera la seis de la mañana y ya estás sentada en tu escritorio esperando encontrar algo. En tu regazo la niña parece estar bien cómoda y después de darle su chupete y el conejito ha regresado a sus dulces sueños.
¿A qué puede pertenecer? No tienes ni idea, parece una llave normal y corriente la mires por donde la mires. La llevas hacia la lamparita de la mesa para verla a la luz y entonces te das cuenta de que tiene grabado un número de serie.
Es diminuto, casi no se ve pero logras leerlo. 58390. El logotipo de la llave en la parte superior te da una pista. Buscas el nombre de la empresa para localizar los nombres de todas compañías con las que trabajan. Son decenas entre bancos, oficinas y almacenes. No sabes por dónde empezar.
Lees los nombres esperando que te orienten un poco y perdiendo la esperanza. Esto te va a llevar más tiempo del que pensabas.
- ¿Qué haces aquí tan pronto?
Estabas tan concentrada que ni te has dado cuenta de que McGee acaba de llegar. Sarah se revuelve en tus brazos hasta acomodarse de nuevo.
- Necesitaba hacer unas cosas.
McGee te sonríe y se sienta un rato a tu lado para hacer carantoñas a la niña. Sarah estira los brazos para que le coja su “tito” preferido.
- ¿Sabes algo nuevo sobre el caso?
- Justo ayer Christian McKenzie se esfumó.
- ¿Cómo que se ha esfumado?
- Que ha desaparecido por completo. Sus cuentas están vacías y le han perdido la pista. Desde la CIA tampoco le localizan- explica el agente.
Esto no te gusta nada. Desde que empezó todo le han tenido vigilado aunque no han podido hacer nada contra él ya que no ha cometido ningún delito, al menos ninguno del que se tengan pruebas. Una vez desaparecido va a ser imposible saber que ha ocurrido.
- Lo siento, Ziva- te dice McGee notando tu tristeza- Averiguaremos la verdad, lo sabes. Gibbs no dejará que esto pase de largo.
Vuelves de nuevo la vista a la pantalla, rezando por encontrar una pista pronto que te lleve hacia el secreto que tanto quería esconder Tony.