Apr 27, 2009 09:48
Hoy es uno de esos días extrañamente silenciosos en los que sólo se escucha, por momentos, el canto de los pájaros que llevan meses clamando por un poco de lluvia. Hay muchas nubes en el cielo, pero ninguna de ellas contiene agua que pudiera calmar su sed. Además, el sol ha demostrado ser más poderoso que ellas, al apartarlas y brillar con una magnificencia hiriente, fastidiosa al menos para mí.
No me gusta el sol. Nunca me ha gustado la sensación de ardor que te deja, ni que me impida abrir los ojos. Pero me gusta el cielo azul. Me gusta mirar las nubes y encontrarle formas, me encanta los tonos violáceos, rosáceos y naranjas que se dibujan en él cuando el sol se va a ocultar. Me encantó mirar, como hipnotizada, el sol saliendo de entre las montañas porque es un espectáculo que no siempre puedo gozar en esta parte del país. Pero no me gusta él. Nadie dijo que fuera sencillo comprenderme.
Hoy pensaba en que últimamente he estado soñando mucho y siempre hay una constante en ello. Yo. Yo, en cualquier situación. Hoy fue una situación detectivesca, había que resolver un caso. No lo recuerdo, pero sé que estaba siguiendo unas pistas y que maldije cuando la cortina se alzó por la fuerza del viento y dejó entrar al sol, porque me despertó de mi sueño y jamás pude enterarme de qué era lo que estaba buscando y mucho menos, porqué lo estaba buscando. Pero es que siempre busco algo, supongo. Podría enumerarlo y sería una lista extensa, pero no me gusta hacerla porque entonces me doy cuenta de que sí, en realidad es demasiado y me deprimo porque no estoy haciendo nada por hallarlo. Y hoy no tengo ganas de deprimirme, ni de pensar, ni mucho menos de estar escribiendo aquí así que, ¿qué es lo que estoy haciendo aquí?
divagando