Jul 25, 2012 20:44
Hay ciertas cosas que una aprende cuando viaja en autobús. Y no hablo de viajes pequeños, de esos que vas de pueblo en pueblo y duran unas escasas, cuando mucho dos horas o al menos, unos 60 kilómetros. Hablo de uno de esos viajes realmente largos, de esos que, como el mío, duran como mínimo, unas 18 horas. De esos en que pierdes hasta la noción del tiempo y donde la única manera en la que el tiempo puede pasar rápido es si tomas siestas prolongadas o pretendes perder el conocimiento.
Pero esa clase de viajes sirven, y mucho. Te ayudan a conocer esa parte de tu país que a lo mejor no siempre aparecen en los libros porque no es precisamente muy pintoresca. Bueno, quizá para los hipsters sí lo sea. Me di cuenta, viajando en autobús, de algunas cosas que igual y ustedes pueden ayudarme a enriquecer.
+ Las películas son realmente malas. Es como si hubiera una sección en algún lugar dedicada especialmente a "películas que usted puede ver en un autobús". De superación, de niñas ridículas pretendiendo ser cosas que no son para acabar siendo más ridículas, de animalitos que hablan. Ese tipo de barbaridades.
+ El tiempo pasa más rápido si escuchas música.
+ La gente no habla. Quizá escuché una, dos conversaciones y eso porque habían niños cerca.
+ Los acentos. México tiene una amalgama de acentos extraordinarios. Como de hecho sigo en esta parte del sureste, aunque lejos de mi tierra, solamente al salir de mi territorio ya escucho diferentes maneras de hablar. Creo que sigo prefiriendo a los tabasqueños y esa manía suya de eliminar las "eses" o las "ces". Ya sabe' como habla' lo' taba'queño'.
+ ¿Es que la comida de las terminales siempre, SIEMPRE tendrá sabor a plástico?
+ En los cruceros realmente una puede encontrar de todo. Desde peluches del Chavo del Ocho hasta aguas mágicas que curan mil enfermedades que uno ni siquiera sabía que tenía.
+ Creo que era la única perdedora paranoica que viajó, todo el tiempo, con cinturón de seguridad.
méxico lindo y querido,
así sucede lo que sucede