se habla español // Arnoldfic

Feb 08, 2008 01:23

Contigo
(807) // (PG)
Escrito para 24 de enero.


Fandom: Hey Arnold! (Nickelodeon)
Resumen: Un recuerdo del pasado estimulará una acción en el presente. Historia en tres partes.

I. A Punto

Paso tras paso, piernas delgadas bajo un vestido rosado. Manos entrelazadas sobre el corazón alterado, enajenado, que late detrás de una máscara de represión consciente; subconciencia estrangulada con un lazo de cinta rosa, como su vestido. Esa vez fue algo más; algo cercano, genuino, ineludible, que amenazó con destrozar la imagen de hierro, cuyo núcleo de porcelana había tomado tanto tiempo reparar - ¡qué terror, dejar el corazón al descubierto!

Bajo la lluvia, Helga suspiró, aliviada, segundos antes de que una punzada de desilusión atravesara su corazón y le dejara un sabor agridulce. Sería tan malo… se preguntó. Tantos años, y aún la hostilidad. La brecha, rota en un fugaz momento de felicidad incierta, como el amor, se volvió a unir con la facilidad con la que una boca malévola dispara crueldad contra la víctima desprevenida. Otra vez será, se dijo, como siempre.

Otra vez será.

II. Los Valientes Se Abrazan

¿Estaré haciendo lo correcto?

Helga es… bueno, es difícil definirla. A veces puede ser tan… no sé. Cruel. Despiadada. Mordaz.

¿Qué haría mi abuelo?

¿Qué haría…

… mi padre?

Suspiro.

Pero otras veces… es especial. Gentil, considerada, sincera… agradable. Alguien con quien compartir una conversación, una idea, un…

Sonrisa.

Pero cada vez, Helga levanta un muro… imposible de sortear. Una muralla de desprecio, de odio. ¿Por qué?

Ella…

… es como si estuviera en lo alto de una torre, tan distante, tan alejada de los demás, de mí…

Cuando quiere, puede ser imposible de alcanzar.

¿Debería tratar?

III. Todo De Lejos

De vuelta a su casa, Helga discutía con Arnold a voz en cuello, como siempre.

- ¡De nada, Arnoldo! Pero no te acostumbres, ¿eh? ¡La próxima vez que piense en hacerte un favor, me aseguraré de que me encierren en un manicomio y arrojen la llave por el desagüe!

Arnold suspiró, resignado a sus arranques de violencia verbal, y dejó que la niña se alejara a pasos agigantados, bajo la lluvia y sosteniendo un paraguas destartalado. Su cabello chorreaba bajo el temporal, y la cinta que lo sostenía - rosa, como su vestido - colgaba en precario equilibrio sobre sus hombros; tembló por un momento, y finalmente, resbaló hacia el suelo enlodado, enturbiándose su brillante color.

- ¡Helga!

Arnold nunca había podido eludir sus responsabilidades con respecto a otros. Después de todo, era él, Arnold, el chico que se preocupaba de los demás, el que siempre hacía lo correcto por el bien común, sin importar la dificultad. Se dio cuenta de lo que hacía cuando alcanzó a Helga, y le extendió la cinta, rescatada de la inmundicia y purificada por el gesto.

Los ojos de la niña mostraron su asombro, y por un momento fugaz, el color subió a sus mejillas. Su alma poética almacenó aquel momento como uno de aquellos tesoros que, al ser tan inverosímiles como palpables, hacen que toda una vida mundana haya valido la pena, con tal de llegar a aquel momento, cumbre de su existencia.

Y Arnold, sorprendido por la expresión de su rostro - tan vulnerable, diferente, fascinante… - hizo algo que su mente ni siquiera registró, todo censor de impulsos inhabilitado por la visión de la asombrada perplejidad de la niña.

- ¿Qué…? ¡Qué haces, cabeza de balón!

Helga reaccionó - mal, como era su costumbre - y empujó con fuerza al muchacho, ya tan alto como ella. ¡No es justo! … una vocecita dentro de ella gritaba y le reprochaba su soberana idiotez. Tanto tiempo soñando con repetir aquel momento - lejano, otro tesoro - y la máscara de miedo y agresión tenía que salir a flote y arruinarlo todo...

- ¡Para que lo sepas, tengo miles de cintas de colores en mi casa, y no necesito que un mocoso como tú me las rescate cuando se me caen! Y-y… además… - la niña tartamudeaba de rabia, de frío y de miedo - tú me eres inmensamente repulsivo, engendro mediocre, así que nunca más se te ocurra acercarte a mí con esas intenciones, ¡¿me oíste?!

Y corrió, corrió, como nunca, mientras los ojos de Arnold, el niño que se atrevió a soñar, apuntaban en su dirección una mirada rebosante del más terrible dolor y decepción, castigados por un impulso que no supo reprimir, nacido de la visión de aquellos ojos - usualmente duros y faltos de piedad - sorprendidos, desvalidos… ¿anhelantes?

Claramente vio que se había equivocado. Aquel momento, lejano, en el que sus labios se encontraron por primera vez estaba destinado a perecer, a no ser recordado ni honrado, y mucho menos, repetido. El niño - adolescente en ciernes - tuvo que lidiar, una vez más, con sus dudas y conjeturas, y tratar de superar la decepción del rechazo de una chica que, más que cualquier otra, sumía su mente en la más inmensa incertidumbre, mientras se alejaba a todo correr de la escena del crimen, llevándose consigo todo vestigio de esperanza que, por espacio de unos segundos, había ayudado a concebir.

fics

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