Titulo Fanfic: Monochrome Rainbow
Autor/a:
linnafishingFandom: EXO
Personajes: Kyungsoo!Centric (OT12), mención KaiSoo y SuDo!oneside
Rating: PG
Género: Fluff, Drama
Palabras: 5.1K
Resumen: Blanco y negro. La vida ante los ojos de Kyungsoo no es más que un triste matiz de grises sin vida, y lo será así por siempre. Sin embargo, su corazón es ansioso, y con un poco ayuda será capaz de crear su propio arcoiris.
n/a: Conjunto de viñetas.
Me inspiré cuando leí
esto, so, no tan original XD Pero igual me rompí la cabeza, además de querer intentar algo nuevo D:
Le dedico esto a
stellasometimes porque me animó a terminarlo, y porque me ayudó en algunas cosillas. Sool, no quería irme del mundo del fanfic sin haberte dedicado algo DD:
I. Blanco & Negro: (The Mime's Sadness) W568
Kyungsoo define su vida como trazos al azar en un gran e impoluto lienzo blanco. Líneas rectas y espirales, cargadas y temblorosas, rellenas y vacías, pero todas ellas sólo en tinta negra. Era un boceto en carboncillo que jamás tendría vida suficiente para conocer su versión final.
Kyungsoo no sabe lo que es el profundo azul del mar, ni la belleza de las flores en primavera, o como luce el verde del césped que acaricia sus pasos. Ni siquiera conoce el color de la sopa de miso de su madre que tanto le gusta. Kyungsoo ve la vida en blanco y negro.
De acuerdo a los doctores, aquello ha sido así desde que nació. Acromatopsia congénita es su diagnóstico, o como a él le gustaba pensar, su sentencia. Estaba condenado a vivir en un mundo cubierto de un asfixiante cielo insípido repleto de nubes grises.
Todo empezó cuando estaba en el jardín de niños. Rojo, azul, amarillo, verde y café. La maestra Bae enseñaba los colores, y por alguna extraña razón que no entendía, no lograba que el pequeño Kyungsoo pudiera identificarlos. Ella solía regañarlo creyendo que el infante le estaba tomando el pelo, pues su aprendizaje en otras áreas era normal, por lo que era imposible pensar que el chico tuviera algún tipo de retraso.
Cuando la profesora le hablaba más fuerte de lo habitual y repetía los colores con el enfado bañando sus palabras, a Kyungsoo se le aguaban sus grandes ojos y sentía su labio inferior temblar bajo su aliento, porque en serio no podía ver la diferencia entre el azul y el verde.
Después de un tiempo, cuando los esfuerzos de la profesora y la de sus propios padres fueron inútiles, éstos tuvieron el tino de llevarlo al médico, y el misterio al fin fue resuelto.
Recuerda haber llorado su alma el día que sus padres, con todo el dolor del mundo reflejado en sus pupilas negras, le explicaron que nunca vería los colores. A pesar de su corta edad sabía lo que aquello significaba.
Kyungsoo es negro. Es la falta de color, el vacío primordial. Es café cargado y cigarrillos humeantes, inviernos hostiles y una noche eterna. Negro.
Camina por un túnel oscuro sin escapatoria, donde una espesa bruma de tristeza y soledad se posa sobre sus hombros, hundiéndolo más en su miseria.
El dolor de conocer más las sombras de las personas que a ellas mismas, aparece en cada paseo que da por la ciudad en un día soleado.
Viste de negro, porque lo merece, y a su vez, porque se siente a salvo con él. Es lo único que realmente conoce.
El blanco es diferente. Le incómoda. Es puro e inocente, y lo detesta. Detesta que signifique su ignorancia ante la pigmentación de la vida.
Muchas veces lo abruma porque sus ojos duelen. Su corazón duele. La fotofobia y la pérdida de agudeza visual sólo hacían crecer el odio a sus ojos. Los odia mucho, casi tanto como odia al blanco traidor. Si se supone que éste contiene todos los colores del espectro, porqué no podía darle alguno. Cualquiera, sólo un color. Sólo uno. Pero no.
Irónicamente, Kyungsoo era un amante de los colores, aunque sólo debiese conformarse con el mito que oía de bocas confusas y letras abstractas en libros de tapa dura. Teóricamente nadie sabía más, pero no era suficiente...
Conocer un arcoiris sería por siempre, su mayor ilusión.
II. Amarillo: (Sun Came Up) W579
Chanyeol. Definitivamente es Chanyeol.
Conoce a Chanyeol desde que tenía ocho años, y siempre lo ha deslumbrado de una manera u otra. Es como un gran y avasallador huracán de energía y felicidad que crea un frente cálido al colisionar amigablemente con su pequeña nube incolora.
Desde que a ese chico demasiado alto para su gusto, extremadamente torpe, orejas de duende, cabello ridículo y amante de los hurones entró en su vida, sus negros se tornaron más grises y sus blancos tan vivos que amenazaban con lastimar sus ojos.
Kyungsoo siempre fue retraído debido a la peculiaridad que poseían sus ojos; Los demás niños no entendían y lo despreciaban siendo el fenómeno que era, es por ello que el día que Chanyeol se enteró, por casualidad (culpa a su madre), de su condición, Kyungsoo estaba aterrado. No quería perder al único amigo que había hecho y que realmente apreciaba, pero en lugar de recibir el inminente rechazo al que estaba acostumbrado, Chanyeol sencillamente fue Chanyeol.
-¡WOW! -gritó con entusiasmo el niño de ese entonces, provocando que sus gafas resbalaran graciosamente por el puente de nariz- ¡Eso es genial Kyungie! Eres único y especial, y ¡Genial! ¡Cielos! Debes ser alguna clase súper héroe...
«Especial...»
Era la primera vez que escuchaba algo como aquello. Su cerebro escrupuloso apenas fue capaz de comprenderlo con claridad, cuando su corazón ya había sido más rápido. Kyungsoo de ocho años quiso llorar. Y él no lloraba. Varias veces intentó tragar ese terrible nudo en su garganta, pero era inútil. Lo más tonto de todo es que ni siquiera estaba triste.
Por primera vez en toda su vida, ver el mundo como un tablero de ajedrez no estaba mal, no era raro, ni espeluznante, sino que era único y especial.
Su corazón sintió la calidez del amarillo por primera vez.
Mientras un alborotado Chanyeol seguía vociferando acerca de que los hurones también veían en blanco y negro, aunque también ven tonalidades rojizas y azules, y que sería maravilloso si es que en el futuro se pudieran prestar los ojos, Kyungsoo agachó el rostro ocultando el enorme puchero que comenzaba a formar su boca. Al parecer la inoportuna lluvia sí sería participe del primer día soleado. No era justo.
Cuando el alto advirtió su estado, detuvo todo su parloteo asustado.
-Kyung-
-G-gracias -gimoteó de pronto, para luego estallar en lágrimas ridículas, que no dejaban de correr por sus grandes mejillas. Kyungsoo pasó sus bracitos torpemente por sus ojos en un intento por hacer desaparecer el agua de ellos-. ¡Gracias! -chilló más fuerte esta vez.
Entonces Chanyeol sólo tomó su rostro y lo ayudó a secar sus lágrimas.
-No llores más, yo siempre seré tu amigo. Sonríe Kyungie, siempre sonríe, ¿sí?
La sonrisa que le regaló Chanyeol en ese momento la recordaría siempre como la más brillante y encantadora que jamás vio en toda su vida.
Y Sonrío.
Amarillo fue su primer color favorito.
El sol, las estrellas, las bananas, el autobús de cada mañana, y el casco de pororo son amarillos, y Chanyeol también. No lo veía, pero lo sabía.
Chanyeol era chillón, molesto si se estaba con él en exceso y reclamaba atención todo el tiempo. Exasperante. Sin embargo también era puro, alegre y optimista.
Podría golpearlo, gritarle y sacar sus frustraciones con él, no importaba, Chanyeol siempre estaría con él, porque él sería eternamente su mejor amigo, y no puede imaginar su vida sin ver esa radiante sonrisa iluminar cada uno de sus días.
III. Índigo: (Indigo Enigma) W663
Especial era la primera palabra que hormigueaba en su cabeza cada vez que este color se precipitaba en alguna conversación. No era común ni mucho menos célebre. Era efímero en el paladar y sabía a enigma.
Es el color del arcoiris más difícil de definir y retratar en sus ojos faltos de tinte, pero también lo era, incluso, para las personas con la paleta de colores completa.
A veces era azul oscuro, otras no tan sombrío, y en ocasiones era morado, pero nunca violeta. Kyungsoo gimoteaba con frustración, porque ¿Cómo es posible que existiera tal cantidad de matices? Nunca lo sabría con certeza.
El índigo es confuso como esas mañanas con lunas, insólito como tardes sin murmullos y etéreo como las sombras en el firmamento de la noche.
Es por ello que en cuanto conoció a Yixing, supo que él debía ser el índigo. No podía ser otro.
Yixing era un sunbae de la secundaria y desbordaba talento en todo lo que hacía. Y cuando decía todo, era todo. Podía bailar, cantar, tocar toda clase de instrumentos, era bueno en los deportes, en los estudios, era guapo y amigable. Pero Yixing nunca tomó un curso de canto o estuvo en algún club deportivo, él simplemente lo sabía todo, y no sabía nada al mismo tiempo.
Kyungsoo no podía entenderlo ni un poco.
En un momento, el mayor era completamente suyo; sus oídos, sus ojos, sus manos, su mente y sus fantasías, envueltos en un manto de armonía zigzagueante, donde sus corazones eran amplios y sinceros, hasta que en el segundo siguiente todo aquello se desmoronaba y estaba siendo bañado por una gota de alevosía en la mirada perdida del chico, y es ahí cuando sabía que a Yixing ya se lo había arrebatado el viento.
El mayor parecía distraído y olvidadizo, y tal vez lo era, Kyungsoo no estaba seguro. Porque, ¿cómo saberlo? Era un genio que deambulaba por calles dormidas, cuando él olvidaba el camino a casa. Ser extranjero no era una excusa.
-Es una verdadera mierda no poder ver colores -masculló Kyungsoo por lo bajo, mientras era mareado con gráficos que profesaban estadísticas en azul, rojo y verde. Podían ser amarillas y naranjas, daba jodidamente lo mismo.
Kyungsoo se sentía cómodo soltando sus frustraciones con el chino, ya que podía o no tener su atención, y él estaba bien con eso.
-Yo creo que eres muy afortunado -soltó el otro sin dejar de dibujar sobre ese pequeño pedazo de papel grisáceo, sobre la mesa del comedor del colegio. Porque sí, también podía dibujar.
Kyungsoo levantó la mirada hacia él, arrugando profusamente las cejas, y apretando tanto su boca, en el momento que un deje de indignación comenzó a crecer exponencialmente en su torrente sanguíneo. Esas palabras le hicieron arder el cuello y partes de sus orejas. No podía creer lo que acababa de escuchar.
-Es decir, no creo que sea importante ver los colores, sino sentirlos como es lo que intentas encontrar. Yo los he visto toda mi vida, pero nunca los había apreciado hasta que te conocí y me siento muy afortunado por ello, mientras que las otras personas vivirán eternamente verdaderamente ciegos sin saber de lo que se pierden -Kyungsoo relajó un poco su semblante, aún reticente. Sabía que Yixing no tenía malas intenciones-. Además cuando dices “Vida colorida”, no se refiere a los colores en sí, sino a la felicidad, así que pienso que cuando te sientas realmente feliz es cuando tu corazón verá los colores, Kyunggie. Y, ya sabes, para ver un arcoiris, antes tiene que llover.
Yixing, entonces sonrió hacia él, mostrando su bonito hoyuelo, y Kyungsoo supo que no podía estar molesto con él.
Yixing es singular, impredecible e imposible de determinar; ve las cosas de manera diferente, más inocente y algo rebuscada. Era sumamente interesante, pero esquivo, por lo que Kyungsoo decidió, finalmente, dejar de tratar de entenderlo, y simplemente amar su encanto.
Yixing era tan índigo, que ya no necesitaba más definiciones.
IV. Naranjo: (Juicy Oranges) W533
-¿Sehun-ah? -se escuchó de pronto un murmullo tenue, rompiendo el silencio holgado sostenido por corrientes de aire, del fuego sardónico y majestuoso de la gran chimenea de la casa de los Oh.
Kyungsoo tenía sus ojos fijos en la nada, en sus pensamientos y en las llamas oscilantes que daban paso a ilusiones surrealistas y a una gama de grises desde el negro carbón hasta el albo luminiscente.
El aludido en ese momento alzó la vista del aparato en sus manos para mirar a su mayor con cejas interrogantes. Kyungsoo no necesitó verlo para saber que tenía su atención.
-¿Cómo luce el naranjo?
El silencio gobernó de nuevo, y Kyungsoo creyó haber escuchado un gemido ahogado a su lado, cuando Sehun apretó los labios en línea recta, dejando caer sus manos desganadas y su teléfono sobre su regazo.
-Hyung, sabes que no me gusta que me preguntes este tipo de cosas, me pone nervioso.
Kyungsoo soltó una risa por debajo desviando sus ojos hacia el menor. Adoraba su sinceridad casi impertinente. Nunca había doble intención en él. Era burdamente claro.
Sehun, entonces botó un suspiro, y rascó sus rostro con desgana, al parecer, pensando en alguna buena respuesta.
-Uhm, no lo sé, ¿como las naranjas?
-Las mariposas, las zanahorias, las amapolas, los atardeceres, el color de las hojas en otoño, todos son naranjas. Hay muchas cosas -habló una nueva voz cargada de infantilismo y presunción, que se acercaba a pequeños saltos alegres con una sonrisa adorable pintada en los labios. Zitao-. Incluso el fuego de allí lo es -Mencionó señalando la hoguera tras ellos y se sentaba junto al menor.
Kyungsoo volteó a ver las flamas abrigadoras de piel que lo sedujeron hace un rato, y frunció el ceño sin comprender.
-Sehun es un idiota hyung, pregúntame a mí -concluyó el más alto desbordando orgullo y grandeza, haciéndolo merecedor de un golpe por parte del menor, y de una risa melodiosa del más bajo.
Los menores comenzaron a agitarse y golpearse de forma juguetona, mientras soltaban risas exageradas y discutían si debían salir y jugar basketball fuera, a pesar del invierno hostil y que fuera el frío rompería sus huesos.
Kyungsoo pensó en que tal vez ellos no sentían lo gélido del clima como él; ellos siempre miraban hacia adelante, como si no existiesen obstáculos, a veces imprudentes e infantiles, pero que lograban contagiarlo con ese efecto vigorizante que irradiaban, queriendo ir con ellos.
Fue ahí cuando recordó: «El naranja es un color cálido, vibrante y extravagante. Transmite energía combinada con diversión. Es el color de las personas que toman riesgos, son extrovertidas y desinhibidas».
Allí estaba. Siempre estuvo en sus narices.
Kyungsoo entonces, soltó una enorme carcajada, provocando que ambos chicos volteen a verlo atónitos por un momento, sin embargo, sólo lo ignoraron de nuevo cuando Tao gritó: -¡Quiero comer naranjas! ¡Vayamos a comprar Sehun-ah!
El mayor volvió a reír animado por la ironía.
-Hyung, pareces demente riéndote así -siseó el menor con diversión, cuando se levantaba e iba por su abrigo-. ¿Quieres naranjas tú también, hyung?
El mayor negó con su cabeza, trazando esa bonita sonrisa en forma de corazón en sus labios.
-No te preocupes, ya tengo dos.
V. Violeta: (Wilted Flower) W749
Kyungsoo no necesitaba sus ojos para el violeta. Podía olerlo, tocarlo, buscarlo y digerirlo. Era dulce, terso en sus dedos, no se mostraba ante los incisivos rayos del sol, y eso era todo.
Cada letra que leía en esos gruesos libros de biblioteca, o en la pantalla luminiscente de su computador acerca de este color siempre lo llevaban a lo mismo. Una flor. La Viola Odorota o sencillamente la Violeta.
Si el nombre fue puesto en honor a ella, pues entonces, él atribuiría sus características también.
Muchos años esa flor fue el paisaje donde flotaba su fantasía, creyendo conocer todo lo que necesitaba y ser uno de los pocos colores seguros en su vida.
Pero ello cambió el día que conoció a Junmyeon. Claro, eso no lo supo hasta mucho tiempo después.
Junmyeon se le fue asignado como tutor en matemáticas, cuando sus calificaciones no tenían intención de retar a la gravedad y barrían el piso con reprobados. Kyungsoo apestaba con los números.
El chico era un grado mayor, de baja estatura, cabello oscuro y sonrisa encantadora. Tan encantadora.
Al comienzo, no era más que un fastidio atender a esas clases, a que le llenen la cabeza de matrices e integrales, pero a medida que pasaba el tiempo, Kyungsoo se encontró fascinado con la forma en como el mayor movía sus labios finos, con paciencia infinita, y desprendía frases abstractas y enredosas, con voz afanosa cuando Kyungsoo al fin empezaba a comprender. Le gustaba también, su dulce perfume seduciendo su mente inestable, en esos momentos donde las centímetros entre ellos eran más escasos de los permitidos.
Esos ojos eran media lunas brillantes, esos días cuando se sentía más relajado, y dejaba de lado su careta de profesor serio, sacando su faceta más infantil y torpe. Allí, el corazón de Kyungsoo se derretía desgarbado y sin prisas.
-Te gusta Junmyeon -escuchó tras suyo, una voz ligeramente familiar.
Kyungsoo se giró hacia el mostrador de la biblioteca, donde un sonriente Minseok le daba la bienvenida.
Minseok era el chico encargado de la biblioteca, quien siempre le ayudaba con libros interesantes, los cuales, la mayoría de las veces, trataba sobre colores, por lo que no tardó mucho para que el chico conociera acerca de su acromatopsia congénita.
El menor, entonces, lo miró ceñudo esperando alguna explicación, sin embargo, Minseok sólo rió y agregó: -Pero aún estás muy violeta.
Kyungsoo iba replicar aún un tanto perdido, pero fue interrumpido cuando la figura elegante de Junmyeon atravesó el umbral de la puerta. En ese instante los nervios y la adrenalina de ser descubierto lo congelaron, por lo que tal vez, sólo tal vez, Minseok tuviera razón.
-¿Al menos sabes el significado del color o de la flor? -preguntó Minseok con un deje de incredulidad, a lo que Kyungsoo frunció las labios sin querer contestar.
-No -admitió-, pero no es necesario ya sé cómo es.
El mayor suspiró ante la terquedad del chico.
Pasaron sesiones tras sesiones de estudio, y Kyungsoo nunca concretó nada con Junmyeon. No podía. Cada vez que abría la boca con la intensión, de al menos, insinuar sus sentimientos, su garganta se cerraba dejando como rehén su estúpida voz.
Y camarón que se duerme se lo lleva la corriente.
Después de que Junmyeon comenzara a salir con una chica de último año, a Kyungsoo no le quedó más que superar, lo que al parecer fue su primer enamoramiento.
-Sólo quedó en violeta, ¿no?
Minseok no dijo nada, ofreciéndole una sonrisa decaída, y sólo palmeó su espalda con cariño.
Su amor por Junmyeon fue como una Violeta. Floreció a finales de invierno, anticipando su vida llena de júbilo de primavera, y se marchitó antes de la llegada del verano. La Violeta es clara, y casi cruel, porque representa ese amor que no te sientes capaz de declarar, quedándose en un sentimiento calmo y sutil.
Kyungsoo sabe que lo superó. Lo sabe cuando extraña más los momentos con Junmyeon, que al mismo chico sentado frente a él cada miércoles y jueves. Junmyeon era feliz, y eso era suficiente.
Si él hubiese dicho algo antes, quizás el mayor no sería feliz como lo es ahora. Eso lograba sacarle sonrisas.
El violeta representa la paz, la búsqueda de equilibrio y armonía en lo que hacemos. Supone que él lo logró, o lo logrará en un futuro cercano. Al menos eso dice Minseok.
Kyungsoo estaba ciego con este color, pero Junmyeon apareció con el verdadero violeta, y Minseok fue el hada madrina encargado de señalarlo.
VI. Verde: (The Frog And The Twins Princes) W674
Envidia. Kyungsoo nunca creyó sentir tanta envidia en su vida como la sintió en su primer día en el coro de preparatoria. Nació de forma explosiva, como cuando una chispa toca un hálito de gas, y quema todo a su paso, pero en lugar de ver humo negro, Kyungsoo creyó ver verde.
Desde pequeño, una de las pocas cosas de las que se sentía realmente orgulloso y seguro era de su voz. Solían decirle que tenía una melodía única y un color hermoso; una voz aterciopelada que acaricia las notas musicales en su boca, y sabe a caramelo en oídos anfitriones. Su corazón se agitaba en su pecho y sus labios cosquilleaban por esa sonrisa de satisfacción.
Sin embargo, tal vez sólo estaba viviendo dentro de una pequeña y mediocre burbuja.
Sucedió apenas puso un pie dentro de aquel salón, con pasos emocionados por su porvenir, cuando escuchó el eco de un par de voces maravillosas, que lo dejaron petrificado y sin aliento. Lo mejor que había escuchado en su vida. Sensacional.
Y fue allí donde sintió ese revoltijo desagradable asentarse en su estómago.
Baekhyun y Jongdae. Dos chicos extremadamente extrovertidos, siempre brillando y llamando la atención, con sus sonrisas traviesas, bromas tontas y charlas simpáticas, y por supuesto, conocidos por su canto soberbio.
Kyungsoo, por otro lado, aquel día se había puesto tan nervioso que su voz no eran más que temblores y uno que otro fuera de tono. Fue frustrante. Pero, a pesar de ello, fue felicitado y halagado por la profesora que decía ver mucho futuro en él. Patrañas.
Detestaba a esa gente. Lo tenían todo, nunca se preocupaban de absolutamente nada, y sólo se veían a ellos mismos y su propio reflejo. Lo hacían sentir insignificante al quitarle lo único que era suyo. Ahora su voz era igual de monocromática y sin matiz que sus estúpidos ojos.
Pero, ¿a quién engañaba? en realidad ellos eran todo lo que él siempre quiso ser. Él era asfalto gris y opaco, como todo lo que conocía, mientras que ellos eran un gran bosque llenos de vida y diversidad. Eran príncipes encantadores, y él no era más que el miserable e invisible sapo del cuento.
Sin embargo, estos príncipes sí veían más allá del espejo.
El día de la formación de duetos dos sombras se presentaron frente a él. Una con una sonrisa deslumbrante y peculiarmente rectangular, junto a otra gatuna y un poco menos alegre. Kyungsoo parpadeó un par de veces hacia ellos, con sus enormes ojos haciendo presencia, sin saber qué hacer.
-¡Kyungsoo! -gritó de pronto Baekhyun, provocando que dé un paso hacia atrás, frunciendo el ceño- ¿Quieres ser mi compañero en el dueto?
«¿Qué?»
Entonces, escuchó a Jongdae bufar con molestia, causando que se sintiera cohibido. ¿Qué era esto?
-¡Joder, Baekhyun! Aún no puedo creer haber perdido -vociferó Jongdae hacia su amigo-. ¡Yo quería ser con Kyungsoo!
Los amigos en ese momento se enfrascaron en una pequeña discusión, mostrado su interés por hacer el dueto con él, y aludiendo al talento innato que poseía. Lo admiraban. Y mucho, al parecer.
Kyungsoo no pudo evitar pensar que aquello era realmente ridículo, porque ¡Baekhyun y Jongdae lo admiraban a él! No tenía sentido, sin embargo, su pecho inflándose y sus labios curvándose hacia arriba, le decían que aquello lo estaba haciendo sentir sumamente feliz.
Eventualmente, la amistad entre ellos brotó como la hierba en primavera. Imponente y espesa. Comenzó cuando se juntaban a ensayar las tardes, bajo el gran árbol del patio trasero. Jongdae ayudándole con técnica vocal y Baekhyun con la presencia.
Resultaron ser personas abiertas y generosas, que ofrecieron su amistad desde el comienzo sin restricciones. Se tragó todos su prejuicios inútiles, y sus hombros se sintieron más ligeros.
Ellos le enseñaron a ver la vida de manera distinta, donde él no era menos que nadie, que valía incluso por sus defectos, y le ayudaron a ahuyentar muchas de sus tontas inseguridades.
El verde para él ahora era esperanza, la esperanza de que los sapos también podían convertirse en príncipes.
VII. Azul: (The Bluest Blue) W681
Siempre se había sentido particularmente atraído hacia este color. Primario y creador; natural e infinito como el océano en los pies y el cielo en el tejado. Le gustaba. Tiempo Pasado.
El azul podía tener más de una connotación, eso Kyungsoo lo sabía bien; otras no tan agradables, y que intentó ignorar, porque ¿Qué malo podía tener el mar?
Sin embargo, el mar no siempre era calma y majestuosidad, sino que era profundo y oscuro, y cuando algo se removía allí abajo, fuera del alcance de tus ojos y comprensión, lo único que queda por hacer es ahogarse en las emociones que traía consigo las torrenciales marejadas.
Nadie necesita explicarle a Kyungsoo lo que significa una decepción, él lo sabe perfectamente, comenzando porque su vida nunca sería más que una película vieja en agria repetición, pero nada había sido más doloroso como perder verdaderos amigos.
Su amistad con Yifan y Luhan fue tan fugaz como el primer soplo de una mañana de otoño, pero tan profundo como una gran cicatriz en el alma.
Eran diferentes.
Yifan era estoico y masculino, lo trataba como un niño al cual proteger todo el tiempo, a pesar de creer que nunca lo necesitó realmente. Luhan, por otro lado, era frescura y libertad, y confiaba tanto en Kyungsoo y su fortaleza, que muchas veces se olvidaba que no era más que un dongsaeng.
Le gustaban esas ocasiones donde Yifan lo arrastraba hasta su carro, insistiéndole que lo llevaría a casa porque era muy tarde, y prendían la vieja radio mientras desafinaban melodías a todo pulmón.
Yifan tenía un gusto musical muy variado, influenciado por sus años viviendo en Canadá, y Kyungsoo siempre estaba ansioso por conocer cual sería la nueva canción que le presentaría.
Sin embargo, el día que Kyungsoo pretendía devolverle ese último disco de blues que le había prestado, se topó con la sorpresa de un departamento sin cortinas ni dueño, y muebles cubiertos de plástico y polvo. Nunca supo que fue lo que verdaderamente sucedió allí, ni quiso saberlo. Si Yifan había desaparecido sin siquiera decir adiós, no sería él quien transgrediera ello. Qué se pudra. No estaba dispuesto a oír decepciones hundirse en su corazón. No merecía conocer su dolor.
Sólo le quedó un disco de blues guardado en las profundidades de un cajón, un sabor amargo a olvido, y una maldita incógnita en su cabeza.
Kyungsoo pensó que podría recuperarse, porque él era fuerte, pero ¿Cuándo ha tenido las cosas tan fáciles?
A Luhan lo conoció el primer día de universidad, ambos estaban perdidos y no encontraban su salón. Tuvo un flechazo instantáneo. Uno amistoso, por supuesto. Era agradable y fácil de tratar, ahuyentando su timidez de siempre, por lo que se alegró mucho cuando se enteró que sería su compañero en su clase de canto y vivía en la residencia de Yixing. Luhan era quien le enseñaba a bailar y a jugar fútbol, esas tardes calurosas donde la universidad al fin le daba un descanso. Nunca tuvo alguna mínima pista de lo que sucedía.
Un día de Octubre, el mayor lo citó en la heladería de siempre y sin más, soltó la peor noticia que podía escuchar. Se iba; se iba al igual que Yifan. Le explicó que no era feliz en Corea y con lo que estaba haciendo, y necesitaba volver a casa.
¿Qué podía decirle?
Lo más irónico, es que justo en el momento que Luhan se marchó de allí, se escuchó una de las canciones del disco de Yifan. Kyungsoo bufó dibujando una sonrisa torcida en sus labios. Algo se estaba burlando despiadadamente de él. Y dolía.
Aborrece el blues con todo su ser, tanto como odia ser abandonado.
Su corazón se volvió pesado, con toneladas de amargura y resentimiento, a pesar de estar más vacío, y pronto los brazos de la depresión lo abrazaron y asfixiaron hasta casi abstraerlo de la realidad. Quería no extrañarlos, quería olvidarlos, quería dejar de quererlos, pero sabe que es iluso pensar que puedes decidir dejar de sentir.
El azul para Kyungsoo es tristeza, es lágrimas nocturnas y canciones sin cantar.
VIII. Rojo: (JongIn) W656
Tal vez conoció el rojo por primera vez cuando vio a Jongin esa última noche de invierno. Aún está en la incertidumbre de que un fugaz rosa haya aparecido, producto de la inocencia del blanco que pareció entintar su primer encuentro. Fue casual, casi al pasar y algo torpe.
Esa noche sólo era iluminada por las farolas en las calles, y las luces fluorescentes de la tienda 24 hrs, que le había salvado de morir de hambre. Recuerda el frío sobre su piel, y como la estación parecía no querer marcharse sin una última manifestación, negándose a dar paso a la tímida primavera.
Con sus compras colgando de una de sus muñecas, y las manos escondidas en los bolsillos de su campera, apresuró el paso a los dormitorios, hasta que un grito tras él lo alertó.
Y lo vio.
Un chico alto, delgado, y de facciones fuertes lo veía curioso, mientras tendía algo hacia él.
-Olvidaste tu cartera.
Pronunciaron esos belfos gruesos, con voz melodiosa e infantil, y que terminaron por dibujar una sonrisa capaz de disolver la tosquedad de la penumbra. Kyungsoo sonrió, sin poder evitar preguntarse cuál sería el rojo exacto de esos labios. Eran muy bonitos.
Tomó su pertenencia, cautivado ahora por los oscuros ojos del nuevo extraño, y al instante sintió una pequeña corriente viajar por su cuerpo.
-Tengo que volver -le dijo el chico apuntando hacia el minimarket tras él, luego de que Kyungsoo le hubo agradecido, con la esperanza de volver a verlo naciendo en cada célula de su cuerpo. Y al parecer no era el único-. Espero volvamos a vernos. Soy Jongin -se presentó.
«Jongin»
Y de pronto era medianoche: Ya era primavera.
Se volvieron a ver. Jongin se había mudado cerca de los dormitorios donde vivía, y se lo topaba muy a menudo. Se volvieron cercanos a una rapidez aterradora. Iban juntos de compras, a veces Kyungsoo lo acompañaba a pasear a sus perros al parque, o Jongin simplemente lo encaminaba a casa.
Cada día que pasaba las sonrisas se volvieron más espontáneas, los roces menos casuales, las mejillas más calientes, y las excusas más tontas. Kyungsoo por primera vez experimentó lo que era estar sonrojado. Era algo abrumador, pero era Jongin.
El rojo y Jongin tienen muchas tonalidades; como el rojo coral, especie que observaba en su paseo al acuario, cuando Jongin tomó su mano por primera vez. O el rojo fresa, sabor del chicle que Jongin había estado masticando hasta antes de estampar sus labios contra los de él, sellando lo que sería el primer beso entre ambos. El rojo borgoña, como el vino que tomaban cuando Kyungsoo al fin tuvo las agallas de confesarle que lo quería más que como un amigo.
Jongin es dulce. Como cuando Kyungsoo se desespera, y éste sostiene y juega con su mano en el aire gentilmente, mientras le explica con paciencia que sólo podrá ver el dorado de su piel si está en contraste con la suya, y Kyungsoo al fin la ve. Es casi imperceptible, pero ve la diferencia. Y sonríe.
Sus sentimientos se desbordan y se siente caer en lo profundo de un abismo. Sus brazos se aferran con fuerza a Jongin, y se lanza sobre sus labios para besarlos una y otra vez con impaciencia, con el fin de oscurecerlos y dejarlos carmesí. Porque lo nota; nota el cambio de tonalidad. Es Jongin.
Jongin es pasión y sensualidad. Su mirada abrasadora lo ahoga sin siquiera tocarlo, mientras danza oleadas de calor a su alrededor, que colisionan con su cuerpo encendido. Arde. Es sangre y carne. Para ellos la distancia siempre sobra, y se atraen con violencia y anticipación, con caricias desenfrenadas que son correspondidas y suavizadas por pieles contrarias, cuando la ropa parece evaporarse, y se oyen arrullos lascivos retumbar en las paredes. Porque es Jongin, Jongin, Jongin.
Jongin es todo, y lo que le faltaba. Jongin es su corazón, es rojo y es amor.
Puede que Kyungsoo nunca sepa como lucen los colores, pero definitivamente conoce un arcoiris.