Título: et le jeudi changé la vie des deux
Fandom: Beaux/Multi (futuro)
Personajes: Oliver Dunham y Lena Rosseau
R: R
N/A: todo se está volviendo pasteloso y me gusta!! :3
Jeudi
Vale, no daba ni una. Dejó caer el bisturí y salió del laboratorio mientras se quitaba los guantes y la bata.
- Señor Dunham, ¿a dónde que va? - oyó la voz de una de las enfermeras.
- A casa, llevo catorce horas aquí, tengo una mujer preciosa que me espera. Lo siento, seguro que hay muchos alumnos en prácticas, como yo, que les gustaría guiar esta disección- sonrió a la morena que lo observaba boquiabierta.
- Claro, vaya…
Lo peor de hoy era que se le habían juntado las sesiones en el hospital mágico y muggle, así que en realidad llevaba casi veinte horas sin ver a Lena, algo que lo ponía demasiado nervioso. Y cuando Oliver estaba nervioso no daba ni una.
La idea de que Lena se hubiese ido a su piso y que cuando él llegase no estuviese en casa lo derrotaría demasiado. Ya eran personas adultas, llevaban casi dos años juntos y Lena pasaba la mayor parte del tiempo en la casa de él. Con lo que había pasado con Molly…
No, de hoy no pasaba, si ni siquiera podía atender a los pacientes o guiar las prácticas de los alumnos de primero. Le preguntaría si quería vivir con él.
Condujo ansioso, esquivando los coches con nerviosismo y se intentó tranquilizar, por unos minutos más tarde daba igual. Vio una chocolatería y sin pensárselo dos veces aparcó justo en la puerta.
Ya en casa, al abrir la puerta rezó para que ella estuviera en casa.
- Pequeña, he llegado… - vocefeó caminando por el pasillo y desatándose la corbata-. ¿Estás bien? Te veo un poco pálida…
La vio sentada en el sillón cerca de la ventana, rígida, mirando al infinito. Se acercó por detrás, puso las manos en el respaldo y le besó la nuca.
Lena comenzó a hablarle y Oliver se sentó en la mesilla de té que había enfrente del sillón, tomó sus manos y la escuchó con atención.
Era curioso. Curioso lo nerviosa que estaba, curioso que le preguntase exactamente lo que él iba a preguntarle a ella. Curioso que los dos estuvieran tan conectados.
- Lena… -murmuró cerrando los ojos y buscando las palabras adecuadas- sabes que soy una persona muy particular…
- Sí…- bajó la cabeza e intentó apartar sus manos.
- No, pequeña, no es lo que piensas -la retuvo y buscó su mirada-. Eres la persona a la que más aprecio en esta vida. Lo que quiero decir es que ya sabes que no me gusta la gente. Pero…- se aclaró la voz- desde que te conozco, mejor dicho, desde que te conozco de cerca- sonrió- me he dado cuenta que probablemente seas la única persona que me hace comportarme de forma natural -al acariciarle la mejilla, Lena inclinó la cabeza cerrando los ojos y disfrutando de la palma cálida-. Llevo un tiempo pensando que deberíamos de haberlo hecho…
- Oliver…- se mordió el labio inferior y abrió los brazos abrazándolo- deberías de ser ilegal.
Soltó una carcajada y pasó las manos por su espalda, subiendo una de ellas hasta su cabello.
- ¿Y dónde prefieres que… vivamos? -murmuró sin separarse de ella.
Lena tardó unos largos segundos para responder. Al fin se separó y lo miró a los ojos achicando los suyos celestes y húmedos.
- Si no te importa… no quiero volver a casa, ahí es donde Molly…
- Claro -limpió la lagrima que había resbalado por la mejilla derecha- tienes aquí la mitad de tu ropa y mi armario está invadido por un montón de braguitas sexys, ¿cómo me puedo negar?
Ella no pudo evitarlo y empezó a reír. Oliver se levantó aún con la sonrisa en los labios y fue hasta el recibidor donde había dejado la bolsita de papel. Sacó los bombones y el champagne rosado y, al entrar en el comedor, tomó un par de copas del mueble principal.
- ¿Qué te parece si lo celebramos? -le tendió las copas y empezó a descorchar la botella. Lena se mordió el labio y sonrió de lado observándolo a él y su empeño por abrir la botella.
- Oliver Dunham, me vas a cebar- lo regañó.
- Nah- le quitó importancia retirando el alambre- sólo quiero saciarte el paladar y luego saciar tu cuerpo- la mirada que le dedicó incendió a Lena.
El corcho salió volando llenando la habitación de olor a champagne.
Vendredi
La mudanza fue corta. Esta vez Oliver no le permitió ir sola al piso. Necesitaba que ella supiera que él siempre estaría a su lado para cualquier problema, que ya no los tenía que afrontar sola.
Ella se mostró contenta, dejaron a Billie en casa de Katel todo el día, mientras los dos guardaban las cosas en cajas, envolviendo previamente en papel de burbujas aquellas que eran más delicadas.
Hacia mediodía Lena se sentó suspirando en el sofá y miró a su alrededor. Poco a poco el piso había quedado vacío, sólo estaban los muebles más pesados y una pila de cajas marrones con palabras que indicaban su contenido.
- ¿Empaqueto la mesa de dibujo? - dijo, entrando en el salón un ya cansado Oliver, con la camiseta de manga corta manchada al igual que los vaqueros.
- ¿Y dónde la pongo? - suspiró sin levantarse del sofá y siguió a su chico con la mirada cuando éste se sentó a su lado.
- En mi despacho - le sonrió, dejándose caer contra el respaldo - hay sitio de sobra y los libros se pueden meter en la librería del salón…
Lena lo observó durante unos segundos, sin decir palabra se estiró hacia él y lo abrazó apoyando la cabeza sobre el pecho de él. Cerró los ojos e inspiró.
Oliver la rodeó con un brazo. Se sentía cansado, sucio, cubierto de polvo y con los músculos destrozados. La forma más fácil de haber acabado con aquello era con un movimiento de varita, pero sabía que Lena necesitaba despedirse de todas y cada una de las cosas que iba a tirar.
Menos mal que esta noche dormirían en su cama, los dos, bajo el mismo techo como una pareja, como una familia.
- Venga, pequeña. Sólo nos queda tu estudio y podremos volver a casa a por una ducha…
- Es extraño - murmuró, aún contra la tela de la camiseta - ya no siento esta casa como la mía y mira que he vivido años… - se levantó y le dio un beso suave en los labios- por favor dime que vamos a usar magia para trasladar todo aquello.
- Claro que sí - rió suavemente tocándole la punta de la nariz con el índice- te quiero.