Jan 15, 2011 19:47
¿Cómo puede una persona ser tan ruin, tan malvada? ¿Cómo puede una persona hacerle eso a alguien que alguna vez quiso? O, mejor, ¿cómo pudo fingir tan, pero tan bien que de verdad la quiso?
Y es que mi mami y todo el mundo siemrpe con su cuento de que no confíe en la gente, de que todos son malos, de que sea fría, de que amor muy poco se ve, de que al mundo se viene a sufrir y con todas esas actitudes que te predisponen para ser un pesimista de mierda. Y yo lo criticaba, yo le decía que el mundo era bueno, que ella se había dejado engañar de todos esos depresivos resentidos que nunca le ven l lado bueno a la vida. Y me burlaba. Y sonreía, y repetía como uan loca que a mí siempre me salía todo bien, que ocn mi actitud dulce y alegre tenía todas las puertas abiertas, y de verdad parecía funcionar. De verdad parecía que mi sonrisa y mi positivismo alegraban el ambiente de las personas a mi alrededor. De verdad el amargado empezó a sonreír cuando llegué a su vida, y quien se sentía extraño se convertía, conmigo, en uno más de aquí. Y yo, tonta, amando y agradeciendo a la vida lo afortunada, lo bien rodeada, agradeciendo el aura buena a mi alrededor. Yo amaba con pasión, así como lo relaté antes. Yo amaba como loca, maldita sea, porque creía que estaba siendo correspondida.
Y entonces, de un día para otro, el amargado quiso abandonar las sonrisas que yo le obsequiaba y, de una patada, me dijo que ya no quería verme. Que ya no quería ser mi papá. Y el extrao, maldito engendro falso, se puso de mi lado y me dijo que tranquila, que él nunca me abandonaría. Me dijo lo que yo quería escuchar porque, joder, yo le estaba dando todo lo que él me pedía. Yo soy yo, yo le creí. Él es una persona y, claro, me estaba engañando.
¿Cómo pudieron dos personas que tanto amé irse así, sin más? ¿Cómo pudieron hacerme creer que ellas también me amaban durante tanto tiempo, durante tantas frases, durante tantas sonrisas? Pero sobre todo, ¿cómo pude haberme dejado engañar tan vilmente? Tanto presumir de mi inteligencia, de mi perspicacia, de mi intuición…
Mami, mundo, ya lo entendí. Entendí que no debo confiar en nadie, entendí que el amor es tan escaso que hasta podría declararse inexistente. Entendí que soy una hueva, una ilusa, una crédula. Entendí que debo ser fría, que debo dejar de ser tan buena persona, tan sonriente, tan querida. Ahora sí me quedó claro a que se referían cuando me decían que uno tiene que ser bien mierda con todos los demás, porque o si no lo cogen de idiota. Me quedó tan claro como a ellos, que al parecer lo saben aplicar muy bien, porque eran mierdas, y de las peores: de las que no parecen mierdas. Y así, con su nadadito de perro, salieron ganando y me dejaron perdiendo. Obtuvieron todo lo que querían, era que palmearan, que pidieran, que hicieran sonar la campanita y ya llegaba yo y lo entregaba en bandeja de plata. Jesús, de verdad eran buenos.
¿Estás feliz, mundo? ¿Ahora sí estás contento? Aprendí mi lección. Aprendí gracias a esos dos… pelafustanes. ¿Es esto madurar? ¿Se supone que ya soy grande? ¿Se supone que esa fue mi prueba de hombría (o “mujería”), la que marca mi llegada al mundo de los adultos grises y fríos a los que les gusta renegar de su alrededor?
Pues si todo eso es afirmativo, pueden respirar todos tranquilos. Ya no más Tania linda. Ya no más Tania hueva, Tania que a la que le preguntaban cuál era su mayor defecto y ella respondía “amo demasiado rápido a la gente, pero no importa porque eso me hace feliz”. Ya no más Tany, sobretodo. Ya no hay más Tanys a las que puedan venir a mangoniar.
dear diary