Número: 016/100
Título: Momentos: Temor [10/12]
Fandom: Kobato
Claim: Iorogi, Kobato
Extensión: 355 palabras.
Advertencias: Implícito Fujmoto/Kobato. Implícito Iorogi/Suishou. Spoilers hasta el capítulo 52 del manga.
Notas: Ninguno.
MOMENTOS
10. Fear/Temor
Una extraña sensación de desasosiego se extiende por su cuerpo con la velocidad de un veneno. Siempre ha pensado que Kobato es sólo una niña escondida en un cuerpo un poco más grande; una niña que no se da mucha cuenta de lo que sucede a su alrededor, ni de problemáticas a su alcance, pero está equivocado. Siempre lo estuvo, siempre, desde que trató de robarse a Suishou del cielo.
Ella no es una niña que no comprende, no es una tonta, puede que no use palabras técnicas y sensatas -puede que no tenga el corazón frío como él, después de su cruel destino-, porque sabe mucho más de lo que aparenta. Sabe lo que es el amor. Sabe -piensa- que no es correspondida. Y las lágrimas que resbalan por sus mejillas son prueba suficiente de que su cerebro -su corazón- entiende perfectamente lo que eso significa.
Ni una sola palabra que sale de sus labios puede calmarla, a fin de cuentas es sólo un peluche, ¿no es así? A fin de cuentas, ¿él que habría de saber? Se siente tan impotente como en realidad parece. Iorogi parece tener un nudo en la garganta, como si estuviera obstruído por todas las lágrimas derramadas por ella.
Kobato llora por Fujimoto. Llora por amor, como alguna vez lo hizo Suishou. Sabe que no es lo mismo, pero algo, su parte más ruin también se regocija sólo un poco en su interior.
Ha vivido con el temor de verla enamorándose de otra persona -no es Suishou, se repitió, cada vez que los celos amenazaban con atacarlo-, ha vivido con la opresión en el pecho que conlleva su apariencia, tan parecida a la de ella.
Ha sido una tortura pasar tanto tiempo con su doble, ha sido una tortura y todavía lo es, verla derramar lágrimas y sonrisas por él. Pero se ha acabado. ¿O es que acaso no ha aprendido su lección? ¿A quién más va a hacer llorar?
Puede que su deseo no se cumpla, pero mientras esté en sus -pequeñas y débiles- manos, hará hasta lo imposible para que ese amor no sea interrumpido, por nada ni nadie, nisiquiera él.