Número: 079/100.
Título: Canciones de la Infancia [14/15].
Fandom: A Song of Ice and Fire.
Claim: Rhaegar Targaryen/Lyanna Stark.
Extensión: 593 palabras.
Advertencias: Pre-series. Basado en la teoría R+L=J.
Notas: Para la Tabla Infancia de
fandom_insano Hamaca.
Sus manos se deslizan rápidamente sobre las cuerdas, arrancando notas caóticas pero no por eso menos bellas a su arpa. La desesperación lo mueve, lo impulsa como un títere cuyos hilos están a punto de romperse, deshaciéndose así de los lazos que lo atan al pasado y al futuro, que lo dejan colgando de un presente que es más que suficiente para él. La noticia de Lyanna (su embarazo), ha logrado esto en él, la última resolución de separarse de los Targaryen, el último acto de su requiem final. Pero también... Y eso es lo que lo mantiene ansioso, la noticia ha traído recuerdos agridulces, últimamente más ácidos que dulces, más oscuros que gris.
Va a ser padre por tercera vez, en un reino destruido por la guerra. Va a ser padre de un bastardo, hijo del hielo y fuego, de las tierras frías del norte y los genes malditos del sur. Pero, ¿podrá ser un buen padre? Cierra los ojos tratando de recordar a la pequeña Rhaenys, al bebé Aegon, nacidos del fuego del sur. Casi no puede recordarlos, sus sonrisas, sus facciones parecen desdibujadas para él, como lienzos que poco a poco se van quedando en blanco. ¿Qué le garantiza que podrá ser un buen padre para este niño? ¿El amor? De alguna manera la respuesta no le parece suficiente, porque a su padre, Aerys, no le bastó el amor.
Rhaegar aún recuerda sus días de niñez, teñidos de lecciones con la espada y canciones en el arpa, solitarios y silenciosos días en los que, a pesar de que sus padres no se hablaban, al menos Aerys estaba ahí para él. Luego todo cambió, él creció. Aerys se convirtió en el Rey Loco. No hubo más padre bondadoso, simplemente desapareció. Y ahora...
-Lo siento, Lyanna -murmura, cuando abre los ojos violetas, de ese extraño color que sólo se puede ver antes de caer la noche-. Lo siento de verdad -no sabe en realidad por qué se disculpa, si por su familia o su súbita debilidad, quizá por la muerte de su hermano, por la destrucción a la que la ha traido y de la que, aunque no lo sepa, no podrán regresar.
-Está bien -le dice ella y aunque no está físicamente cerca, pues cada uno ocupa lados opuestos de la habitación, su mirada logra reconfortarlo. Logra recordarle que él no es su padre, que aunque su matrimonio es arreglado, como lo fue el de Aerys, para él existen más opciones-. Está bien -repite ella, cuando nota el brillo inequívoco de las lágrimas en sus ojos, un rasgo característico de él y único entre los dragones que aún sobreviven-. ¿Sabes? He estado pensando en un nombre.
-¿Cómo quieres llamarlo? -el arpa queda a un lado cuando Rhaegar se levanta, como un acto inconsciente para acudir al lado de su princesa de hielo, aquella que terminó por cortar los hilos de su moralidad y tristeza.
-Jon -responde Lyanna y acuna el rostro del príncipe entre sus manos, tan diferente del de su padre o cualquier otro que haya visto-. Quiero llamarlo Jon. ¿Qué te parece?
La idea lo entusiasma, así como también el sentir el vientre de Lyanna bajo sus manos, un hueco cálido al cual escapar. Las memorias de su padre no se desvanecen, los arrebatos de locura, las matanzas injustas, los gritos de rabia y dolor de los torturados, los rumores que llegan a la Torre de la Alegría. Pero él sabe (lo siente latir junto con ese vientre), que la historia no volverá a repetirse. Es tiempo de enmendar y Jon será el primero en saberlo.