Número: 035/100.
Título: Bosquejos nuestros [13/15].
Fandom: Kingdom Hearts.
Claim: Roxas/Naminé.
Extensión: 612 palabras.
Advertencias: Universo alterno: escolar.
Notas: Para la Tabla Adolescencia de
minutitos Irritación.
Sus dedos estaban entrelazados sobre el no tan mullido colchón. A veces, Roxas temblaba un poco al sentir su tacto, pero estaba decidido y así se lo hacía saber de cuando en cuando a Naminé dirigiéndole una mirada de aliento, de amor y de comprensión, aun si esos sentimientos eran falsos.
-¿Estás seguro de que saldrá bien? -parecían un poco bobos ahí en medio de la bodega, acostados sobre un colchón hecho de redes de voleyball y equipo de acampar, tratando de dormir como si la vida se les fuese en ello. Quizás era así.
-Sí -respondió con total firmeza el de cabellos rubios, cabellos que se derramaban de cualquier manera a su alrededor, de cuando en cuando entrecruzándose con los de ella, pálidos como los rayos del sol-. Estoy seguro. Si ambos hemos visitado Kingdom Hearts en sueños de manera separada, quizá si dormimos juntos... Iremos juntos.
Apretó su mano como para reafirmar el plan antes de sonreír, también se sentía un poco bobo. Cuando ella trató de replicar de nuevo, se llevó un dedo a los labios para indicarle que guardara silencio y cerró los ojos en busca del sueño anhelado, no le fue difícil tras varias horas agotadoras de colegio, profesores excéntricos, enojones y aburridos, pero aunque se fue sumiendo cada vez más en la cálida oscuridad de su inconsciente, nunca perdió la sensación de la mano de Naminé sobre la suya, ni una sola vez, aunque primero vagó entre pesadillas.
Despertaron en medio del castillo que tantas veces en sueños les había sido prohibido pisar. Había rastros de batalla por todos lados, lugares derruidos, sonidos extraños. Sin embargo, en el medio de todo ello dos personas se habían reunido y sonrieron al reconocerse y reconocer también a Sora y Kairi, partes de sus vidas anteriores que aún les costaba aceptar.
-No teníamos cuerpo -acotó Naminé, observando la escena que sucedía frente a sus ojos, en la cual su figura incorpórea se encontraba con Sora y Kairi en medio de la oscuridad-. No éramos.
Y aún así, qué clara, fuerte y decidida se escuchaba su voz al llamar a Roxas, al recordarle que habían cumplido la promesa de volver a verse otra vez. Y aún así, había calidez en sus ojos, amor en sus facciones al mirarlo, al mirarse ambos con ojos transparentes y amables. Una promesa sin formular que hablaba de un para siempre.
-Así que podemos estar juntos de nuevo -la chica repitió las palabras que su otro yo decía en esos momentos, mirando a Roxas como ella lo hacía.
-Es como una nueva oportunidad -concedió él, apartando la vista de su otro yo, que en esos momentos se fusionaba con Sora para siempre. Aún había cosas que no entendía, cosas extrañas y mundos extraños, pero estaba seguro de que no lo estaba entendiendo mal, de que al menos su relación con Naminé debía ser lo que era. No una farsa o una herencia de un mundo olvidado, sino algo real.
-Lo siento -comenzó a decir ella cuando todo hubo terminado y el clamor de la batalla se resumió nuevamente, pero él la detuvo con un movimiento de su mano-. No es nada, yo también estaba asustado, ¿sabes? Pero ahora...
Apretó su mano, sintiendo su sensación cálida recorrerle el cuerpo, su único conector con la realidad. Sin embargo, mientras ambos se miraban a los ojos, asimilando todo un mundo de preguntas y respuestas, toda su vida pasada juntos y la promesa hecha, así como formulando otras tantas nuevas, un fuerte ruido los sacó de sus cavilaciones.
El grito furioso de una profesora al encontrarlos dormidos y tomados de la mano, en mitad de la tarde, dentro de un lugar prohibido. Quizá todavía les faltaban algunos problemas que enfrentar.