Número: 084/100.
Título: Suave silencio [07/10].
Fandom: Tiger & Bunny.
Claim: Keith Goodman/Cis.
Extensión: 714 palabras.
Advertencias: Post-series.
Notas: Para la Tabla XV Pablo Neruda de
l_tableaux Y me oyes desde lejos.
El tenue brillo de la luna se cuela entre nubes grises, como tratando de escapar en vano de su prisión. Keith la observa con una sonrisa que se desvanece, entre melancólica y feliz, ese extraño estado de ánimo que se ha hecho parte de su personalidad. Va a llover, lo huele en el aire y lo ve en la reacción de las personas, que se alejan a toda prisa para refugiarse en un lugar seguro, alejado de toda humedad. Quizás el debería de hacer lo mismo, no por su bien, pues le encanta la lluvia y a John también, pues implica salpicarlo a la hora de secarse, sino por Cis, la pálida figura a su lado, tan simple y tan serena como la luna escondida entre un cielo gris y tempestuoso.
Nunca se ha atrevido a dejar que se moje y no está seguro de si la lluvia puede perjudicarla, pero tampoco sabe muy bien qué hacer. Una vez que se le mete una idea a la cabeza, es muy raro que Cis desista de ella y en este caso, no han terminado todavía la rutina de compras que llevan a cabo diariamente, lo cual sin duda molestaría a la mujer si se interrumpiera. Y sólo por un poco de lluvia.
-Está a punto de llover, ¿quieres que regresemos a casa? -los sábados normalmente dan un paseo mucho más largo, con las bolsas de comida bajo el brazo de Keith y John varios metros más adelante, hasta el parque y de regreso a casa, para preparar la comida y ver televisión, a menos claro que surja algún problema en la ciudad, lo cual no impide que Cis prosiga con la rutina aunque Keith esté ausente salvando gente.
-No -responde Cis y Keith sonríe pues ya se lo esperaba, como se espera la lluvia que parece acumularse en una masa densa a su alrededor, cálida.
Él la sigue mientras caminan, todavía dudoso y preocupado por lo que pueda suceder y no caminan más de diez metros cuando la anunciada tormenta se desata, primero como gotitas molestas e insonoras contra el asfalto y posteriormente como una sinfonía monótona y rítmica acompañada de gruesos goterones, que le resbalan por el rostro como si fueran lágrimas. En escasos segundos sus ropas quedan empapadas, el vestido se pega a su cuerpo y las bolsas con provisiones amenazan con romperse, entre la neblina y lo borroso de la lluvia, el rostro de Cis parece el de un fantasma, lejano de la naturaleza humana, casi divino y esto hace que el corazón de Keith se encoja, porque de pronto es presa de una gran verdad.
-¡Tenemos que irnos! -dice y sin tomar en cuenta su opinión por primera vez, la toma del brazo para dirigirse, haciendo malabares en el proceso pues también lleva la correa de John en la mano, hacia un lugar seco, preferiblemente su casa. Cis no responde, parece absorta en la lluvia, observa el cielo donde la luna ha desaparecido por completo, deshace con los dedos las gotas que llega a atrapar con su extraordinaria precisión.
-No quiero irme -replica ella, pero aún así Keith no le hace caso y consigue llevarla al abrigo de una tienda de conveniencia, por lo menos hasta que termine de llover, pues su apartamento queda demasiado lejos. Al principio, la mujer resiente el cambio, mirando de un lado hacia otro, segura de que eso no es lo que debería de estar haciendo, pero después se detiene, de nuevo absorta en la lluvia, para sacar su brazo robótico fuera de la protección de la lona que cubre la entrada y atrapar nuevas gotas de agua entre los dedos, aquél fenómeno que ya había visto en televisión, lluvia, lluvia-. ¿El próximo viernes habrá lluvia?
Al preguntarle, se voltea a mirarlo, cosa que raramente hace cuando está absorta en sus tareas, el cabello se le ha pegado a las mejillas, pero para alivio del hombre, no parece haber ningún desperfecto, el color de los ojos es del mismo azul profundo, la piel, tan blanca como la de un fantasma, la voz tan suave como el silencio. Como siempre, él no puede evitar sonrojarse levemente y a la vez sonreír, ahora sí sin ningún toque de melancolía en las facciones.
-No lo sé, la lluvia es impredecible, ¿sabes?
Impredecible como tú, se resiste a decir.