Número: 082/100.
Título: Buena suerte [1/1].
Fandom: A Song of Ice and Fire.
Claim: Stannis Baratheon, Davos Seaworth.
Extensión: 773 palabras.
Advertencias: Implícito Stannis/Davos. Pre-series.
Notas: En respuesta a una petición en el
GOT Kink Meme y para el Multifandom de
histeria_fandom Todo el tiempo.
La daga afilada se desliza de un lado hacia otro, como en un baile hipnótico. Davos no pierde de vista su trayectoria, sereno como el mar en calma, sereno como la noche que se ciñe sobre Bastión de Tormentas, donde el rumor del oleaje sirve para infundirle algo de valor.
-¿Asustado? -pregunta Stannis, con una sonrisa irónica que parece siniestra bajo la luz anaranjada del fuego en la chimenea-. Todavía puedes retractarte, contrabandista -sus ojos parecen reflejar una chispa de diversión, pero la pierden en el instante siguiente, cuando el hombre se inclina hacia él por sobre la mesa-, pero perderías mucho más que tus dedos.
Davos no se toma en broma la advertencia de su señor, Stannis es conocido por ser un hombre rígido e inflexible con los embusteros y él tiene que reconocer, que hasta hace poco, hasta el mismo cargamento de cebollas que llevó para salvarlo, era fruto del hurto y los malos modos.
-No estoy asustado, mi señor -responde Davos, después de algunos segundos, en los cuales ambos comparten una mirada profunda-. Para mí es un honor poder servirlo y si perder los dedos es suficiente para perdonar mis crímenes, aceptaré gustoso el castigo.
-Muchos otros ya habrían huido o quizás ya me habrían matado -Stannis se recarga en su silla con lo que parece satisfacción y alivio en el rostro, aunque la daga sigue bailando entre sus dedos, como si esperara algo-. Ya te habrás dado cuenta de que estamos solos y quizás podrías quitarme la daga, nunca he sido tan diestro con las armas como Robert... Te creo, Davos Seaworth -dichas palabras henchieron de orgullo al hombre, que no pudo por menos que sonreír. ¿Rígido e inflexible, Stannis Baratheon?-. Ahora, pon las manos.
Tras dirigirle una última mirada fugaz a su señor, Davos coloca las manos sobre la mesa, en donde el mapa que alguna vez había sido consultado por los Targaryen brilla nacarado debido al fuego. Stannis no se demora con charlas estúpidas de sobremesa y sin tener que tomar la mano de Davos (pues sabe que éste no se resistirá aunque le duela, lo puede ver en sus ojos) procede a retirar la primera falange, el dedo corazón y el más largo. El dolor que siente Davos es incomparable, pero sólo se estremece en la primera ocasión, sintiendo el dolor como un torrente en el cuerpo, poderoso y sin igual.
La mesa se llena de sangre, pero ambos hombres no se pierden de vista, estudiando mutuamente sus reacciones.
-Nunca olvidaré este dolor, mi señor -afirma Davos y no sabe si es porque está medio mareado por la pérdida de sangre, pero de pronto le parece ver cierta conexión entre ellos, cierto vínculo creado con dolor y sangre. Una prueba de su alianza, una sonrisa complacida por parte del que dicen, es el muro más fuerte de todo Bastión de Tormentas-. Lo recordaré siempre... como la prueba de que usted me ha salvado.
Sus palabras suenan delirantes y quizás por eso Stannis suelta una carcajada franca y amigable, pero no por eso menos extraña de escuchar en un hombre como él.
-No te he salvado, te he castigado, pero puedes pensar lo que quieras.
La última falange está fuera de su sitio, una masa sanguinolenta sobre algún punto del mar en el mapa. Y aunque permanece rígido en su asiento, igual de orgulloso que al principio, igual de decidido, Davos no puede evitar el mareo creciente, las visiones extraordinarias (¿Stannis sonriendo? ¿Stannis sujetando su mano, a pesar de que no ha ofrecido resistencia?) y la creciente inconsciencia que se cierne sobre él, como un cuervo sobre carne fresca.
-Llamaré al maestre.
Es lo último que oye, la voz de Stannis Baratheon teñida de un tono divertido pero solemne, casi cálido como la habitación, como el mar enfurecido. Davos pierde el conocimiento (Stannis sonríe).
.
Si por un momento creyó que sus visiones en la habitación principal de Stannis Baratheon eran fantasías creadas por el delirio y la pérdida de sangre, dicha impresión se desvaneció cuando Davos volvió a encontrarse con su señor, algunos días después, tras haber superado la infección y la pérdida de sangre.
-¿Qué traes en esa bolsa, Davos Seaworth? -fue la primer pregunta del hombre, en cuando Davos se arrodilló ante él en la cámara principal de audiencias.
Por toda respuesta, Davos apretó la bolsita llena de falanges con fuerza, entre sonriendo y serio a la vez.
-Mis dedos, mi señor. Son de buena suerte.
Stannis rió de nuevo. Sin embargo, quizás no lo hubiera hecho si Davos le hubiese explicado que además de buena suerte, aquellas falanges sangrientas también le traían el recuerdo de la primera vez que había visto sonreír genuinamente a Stannis Baratheon.