Número: 076/100.
Título: Magia blanca [24/30].
Fandom: Umineko no Naku Koro ni.
Claim: Ushiromiya Kinzo/Beatrice Castiglioni, Ronoue Genji.
Extensión: 831 palabras.
Advertencias: Spoilers del EP7 Requiem.
Notas: Para la tabla 24 horas de
30vicios 06:00 (AM) Resplandeciendo
El barco surcaba con velocidad las olas, quebrándolas en contornos magníficos que brillaban a la luz de la mañana, resplandecientes como el rostro de Kinzo. Le parecía haber salido de un sueño particulamente horrible, una pesadilla como tantas en su juventud, en donde la oscuridad de su habitación tras despertar o la primera luz del día lo abrazaban reconfortándolo, borrando las imágenes sangrientas que se habían formado bajo sus párpados, en su imaginación. Y se sentía así precisamente porque estaba regresando a casa, no ese lugar viejo y aburrido en donde le esperaba una esposa exigente y tres hijos aburridos, sino a la pequeña edificación en Niijima, de paredes blancas por dentro, en donde el sol acariciaba las ventanas con pereza y los días le eran gratos, como un sueño. Pero sobretodo, porque regresaba a Bice después de la guerra, después de haber sobrevivido en un país lleno de conflicto, de pesadilla, con la ayuda de su magia y de su recuerdo, siempre tan presentes en su corazón.
-Tienes que conocerla, amigo mío, es preciosa -aunque Kinzo ya había expresado esta opinión en incontables ocasiones, Genji no hizo ademán alguno de hacérselo saber-. Seguro que no crees la historia sobre lo que sucedió en Rokkenjima, pero cuando la veas toda duda se disipará. Es preciosa -recalcó y ni por un segundo le pasó por la mente más oro que el de su cabello y más azul que el de sus ojos.
-Será un placer -respondió Genji con su temple normal, que ni siquiera era movido por la velocidad del barco y el bamboleo curioso del motor a toda velocidad, acercándose cada vez más a la playa, al fin de la pesadilla.
-¿Y bien, amigo mío, ya has pensado qué hacer una vez te veas libre? -por cómo hablaba Kinzo, para él Niijima, el lugar en donde esperaba su Bruja Dorada y su pequeño retoño en su abultado vientre, era como el paraíso, donde todos los sueños se hacían realidad, sin embargo, Genji por primera vez pareció confuso, sin saber qué decir o hacer, porque para él no existían más planes que seguir a Kinzo allá donde fuese por el resto de su vida, en pago por haber salvado su vida-. Puedo conseguirte un empleo o puedes seguir con tu antigüo trabajo -le guiñó un ojo al recordar sus viejas andanzas, que ahora le parecían lejanas, las persecusiones entre los callejones de Corea, las pistolas, los tiros, la adrenalina-, estoy seguro de que podrás arreglartelas perfectamente bien aquí.
-En realidad... Me gustaría dejar ese trabajo. Me salvaste Kinzo y por eso te debo mi vida. Si hay alguna manera de pagarte siendo tu empleado, haciendo cualquier trabajo, lo que sea, estaré dispuesto a cumplirlo. Es una deuda que debo saldar.
Kinzo se dio la vuelta, dándole la espalda para observar cómo Niijima se hacía cada vez más grande conforme se acercaban, murmurando cosas para sí mismo, cavilando sin duda sobre su oferta. Él le había dado, de cierta manera, la libertad a su amigo, por lo cual no podía entender por qué quería seguir encadenado a él, pero sin duda, no tendría nunca a nadie de mayor confianza además de Nanjo y el Doctor no podía cuidar de Bice al no tener tiempo libre y ella necesitaba a alguien que estuviese ahí todo el tiempo, así que...
Su razonamiento le llevó el resto del viaje y para cuando había alcanzado una conclusión favorable para ambos, el bote se detuvo en el pequeño puerto que había construido cerca de la casa de Bice, donde desde hacía varias leguas se veía una figura solitaria, ataviada en un vestido blanco, con lo que parecía una luna en el regazo, aunque en realidad sólo era su vientre afectado por el embarazo. Al verla, Kinzo se lanzó a su encuentro como quien regresa del infierno, alzando los brazos y con el ánimo más calmado que Genji le hubiese visto jamás. Bice estaba preciosa con su vientre, tal como le había sido dicho y cuando por fin llegó la hora de las presentaciones, tras un breve intercambio de lágrimas y bromas que no llegó a entender, no se sorprendió menos de saber que Ushiromiya Kinzo había sobrevivido a la guerra con semejante motivo como impulsor de todos sus pasos y acciones.
-Genji, amigo mío, ella es Beatrice Castiglioni, la Bruja Dorada -al decir esto apretó suavemente la mano de la mujer antes de presentar al hombre-. Bice, éste es Genji, un amigo que hice en Corea, ya te contaré su historia más tarde, es muy interesante. Ha venido conmigo para escapar de su familia, ¿no es irónico? Y desde hoy trabajará como tu mayordomo.
Las miradas que se dirigieron ambos no pudieron ser más que sorprendidas, pero tras rápidos segundos de cavilar sobre la cuestión ambos llegaron a la misma conclusión, que las excentricidades de Kinzo no eran nada del otro mundo y también que él no tenía ningún reparo en complacer a Bice, en hacerla feliz y darle todo lo que ella necesitaba (o no).