Todo se vale en la guerra y el amor.

Sep 13, 2013 01:26

El “no quedaste” fue sólo el principio.

“En una relación debe haber suficiente confianza para saber que el otro está viendo por tus intereses. Descuidas tus intereses por ver por los de la otra persona pero está bien porque sabes que alguien ve por tu bienestar,” dicen mi primo y su novia, entidad conjunta y singular en su simbiosis.

“Tengo mucha tarea”. No importa, sólo quiero pasar tiempo contigo.

“No hay señal, no me llegan los mensajes.” Está bien, a mí también me pasó.

“Ya no te puedo ver los martes, voy a comer con mi tía.” Pero… Es martes y… no me habías dicho. Te esperé a comer.

“¡Perdón! Se me olvidó que estabas en la cafetería.” No te preocupes, te vi y supuse que saldrías de nuevo. Vamos, te acompaño.



El sábado no pude ir a verte, lo siento.

El domingo me dijiste “No, ya no vengas, los planes forzados nunca funcionan,” y me enojé con el mundo por impedirme estar a tu lado.

El lunes no pude más y fui a verte, estuve contigo mientras hablabas con tus compañeros y no dije nada.

“Apúrate que quiero terminar de ver el partido,” dijiste el martes. No recuerdo si pude saludarte como se debe. En vez de hablar conmigo, mentaste madres por mensaje.

El miércoles, “Tengo mucha tarea.” Te llevé al estacionamiento. “Skype?” “Estoy enojado por mi casa,” respondiste, seco.

Jueves no respondes hasta que admito etar preocupada. Eres el menor de mis problemas pero el que me parece más importante. Quiero, necesito, verte mañana. Estoy en una relación a larga distancia con tu buzón de voz, lloro sobre el teléfono sin dejar mensaje. “Quiero salir con mis amigos.”

¿Quién soy yo para negarte el salir con tus amigos? ¿Con quién más vas a salir, si no conoces a los míos? Mejor ve tú solo, evita tener que cuidarme toda la tarde, regresarme a mi casa.

Pido por tu atención el fin de semana. “Sábado,” me dices… o más bien me escribes, sigues sin hablar conmigo (“estoy hablando con mi hermano.”). No sé qué vendrá el sábado pero tengo miedo. No quiero aceptar que tal vez, he dado todo lo que puedo. No quiero pensar que esto es todo. No quiero ser frívola y seca pero tengo que pensar en mis prioridades y darme cuenta de que, al parecer, no soy una de las tuyas.

No me queda más que sacrificar. ¿Mi tiempo? ¿Mis amigos? ¿Mi dinero en gasolina? ¿Mi desempeño académico? Tómalos, son tuyos. Te los di sin esperar nada a cambio porque somos adultos responsables y esto va a funcionar. Eso no me consta ya y temo, con todo lo que me queda de mi ser, que yo ya no sea suficiente. Que no puedo competir con tus sueños, tus metas. Temo que no me queda nada más que dar. Temo por mí, porque ahora es tu turno en este juego de destreza que se llama amor.

El “no quedaste” fue el principio, el querer quedarme fue mi final.

debralle, español, personal, emociones

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