Feb 08, 2008 12:43
La causa era algo relacionado con la química terrestre. Quizá una radiación solar o alguna otra cosa producían un cambio en la química atmosférica que hacía que todo cambiara. No lo recuerdo muy bien, pero era algo como un cambio con el yodo o el níquel o el nitrógeno... Y la gente empezó a morir por millones. De repente. Nadie sabía nada y había sido un día normal y bueno, yo estaba en Norteamérica, no sé porqué, estaba en Los Ángeles o cerca, cuando ocurrió. Estaba en una gasolinera al lado de una enorme autopista. Mucha gente murió en sus coches y estos estaban en medio de la autopista. A la gasolinera empezó a llegar gente. Había un autobús con muchos niños. Yo y unos cuantos nos preguntábamos qué diablos había pasado y alguien nos contó lo del cambio químico. Decidimos que había que viajar al Norte por la autopista ya que la ciudad que más cerca pillaba estaba al norte. Se llamaba Nilasia o algo así y estaba entre Los ángeles y San Francisco.
En la gasolinera había un trailer con un montón de todoterrenos nuevecitos. Nos costó bajarlos. Nos repartimos entre los coches y el autobús. Llegaba más gente. Había que ser fuertes. No había tiempo para llorar, no sabíamos qué pasaría ahora o si la situación empeoraría.
Un montón de todoterrenos iguales, azules y un autobús por la autopista esquivando los coches parados con los conductores muertos dentro. Todos avanzando para encontrar respuestas. Íbamos muy deprisa cuando la carretera lo permitía y al acercarnos a la ciudad tuvimos que dar un buen frenazo porque hay había muchos más coches en la carretera. Había anochecido. Yo iba en la parte de atrás de uno de los todoterrenos que iban primero, sentada a la izquierda detrás del conductor. Oímos sirenas y vimos unos cuantos coches de policía con las luces puestas que se nos pusieron en paralelo avanzando por la autopista, diciéndonos que paráramos, pero nosotros no sabíamos si eran polis de verdad o si tenían buenas intenciones. El copiloto escribió algo en un papel. Dentro del coche hablábamos y decidíamos qué hacer. El conductor aminoró la marcha y le alcanzó el papel sacando la mano por la ventanilla, al policía. Este lo leyó y sonrió y nos dijo que nos acompañarían a la ciudad, que no nos preocupáramos. Nos escoltaron hasta una especie de zona asegurada. La situación en las grandes ciudades no era muy buena, había bandos y estaban armados. Todos luchaban por sobrevivir y algunos habían aprovechado la situación para hacer del mundo lo que querían.
En la zona segura había más gente refugiada. Bajamos de los coches, conocimos a gente. Nos preocupamos por los niños del autobús. Nos explicaron algo de lo que había pasado. Más o menos era lo mismo que ya sabíamos, lo que nos dejó a todos de piedra, porque algunos queríamos volver a Los Ángeles, era que el Mar había cambiado por completo su química. Ahora era peligroso. Todo lo que había en el Mar habría muerto. Ahora tenía un color anaranjado y amarillento y era dañino. Los Ángeles estaba demasiado cerca del Mar y no sabían qué pasaría ahora, pero alejarse del Mar era esencial. Nos contaron que en otro sitio estaban probando algo. Nos acercamos a ese lugar. Era una playa y tenía una especie de tanque enorme, que antes había sido utilizado como acuario marino o algo así y en él ahora habían experimentado. Habían metido agua del Mar y le habían intentado cambiar la química y había dado resultado y los científicos apuntaban a que había posibilidades de que si echaban ese agua tratada al Mar, entonces, quizá lograrán cambiar de nuevo la química marina. Lo hicieron. Vertieron el agua al Mar mientras todos mirábamos expectantes. Y el Mar pareció cambiar o en ello estaba. Las olas llegaban a la playa ya de un color normal y un voluntario se metió dentro. Un minuto y todo bien, pero al siguiente el agua volvía a adquirir su color anaranjado y le gritábamos que saliera y a él le costó porque la química empezaba a afectarle y salió y estaba pálido y su pelo como oxidado y no sé porqué, pero la solución para no morir consistía en hacerse un pequeño corte en la frente para que al sangrar su cuerpo se oxigenara o algo así. El corte se lo hizo el mismo mientras salía y ya afuera le ayudaron a sostenerse y bueno, salvó su vida, pero el Mar no tenía remedio. Todos empezamos entonces a preguntarnos qué iba a ocurrir ahora. Las reservas de agua estaban en el hielo y la nieve del norte. Cuando el agua de ese nuevo Mar se evaporara y todo el ciclo normal ocurriera y lloviera ese nuevo agua, entonces, todas las reservas de agua dejarían de servirnos y sin agua no hay vida. Nos asustamos de veras. Decidimos ir al Norte a hacer algo, lo que fuera, ya lo pensaríamos, había que hacer reservas de agua potable, había que sobrevivir.
Llegamos a la zona asegurada, nos reunimos y hablamos de las novedades. Yo cuidaba de algunos niños y niñas. Habíamos preparado un autobús mejor, más moderno, para llevar a los niños. Fuimos hacia el borde de la zona asegurada dónde estaba el autobús y el resto de vehículos. Intentamos moverlos, intentamos salir, pero entonces entraron muchos hombres y muchos niños con armas. Nos asustamos, sabíamos lo que significaba eso. Nos matarían. Nos quedamos quietos mientras ellos nos apuntaban, nos daban miedo y al pasar cerca de las mujeres decían ordinarieces. Algún niñato armado al pasar a mi lado me dijo algo y yo le miré con odio agarrando de la mano al niño que tenía al lado. Luego, algo pasó, alguien gritó y nos asustamos y cundió el pánico y todos salimos corriendo, desperdigándonos, escondiéndonos entre las sombras. Ellos no seguían, nos daban caza y nosotros a ellos desde nuestros escondrijos. Yo maté a unos cuantos escondida tras un coche rojo. Poco a poco íbamos tomando la zona de nuevo. Era una guerra. Me he despertado cuando seguíamos cerca de la puerta, con el coche rojo al lado, atacando a todo el que se acercaba.
Sueños,
Chorrada del día