Fic Nuevo - Broken

Aug 09, 2011 05:23



Les dejo lo nuevo que escribi, es un TWC Bill/Tom. Espero que les agrade, estare actualizando al menos una vez a la semana.

Gracias por leer!

Categoría: Tokio Hotel

Pairing: Bill/Tom

Genero: Drama/Angst/Romance

Clasificación: R

Broken

Por Lanthir


Estaba mareado. A pesar de que no podía abrir los ojos, lo primero de lo que fui conciente fue la sensación de estar en caída libre. Me esforcé por no vomitar. Traté de abrir los ojos una vez más, pero no podía. Sólo sentía el golpeteo de mi cabeza contra una superficie dura y fría. Poco a poco identifiqué el sabor metálico que tenía en la boca. Sangre.

Oí un chillido, seguido de un golpe seco y un ruido de algo que se derrumbaba a mi lado. ¡Bill! ¿Eres tú?

Dios mío, ayúdame…

>>>>>>

Mañana

-¡Tom! ¡Tom! ¡Carajo, despierta!

Abrí los ojos, totalmente desorientado. Vi un pedazo del techo ornamentado de la habitación del hotel y a Bill, desgreñado y sacudiéndome como loco.

-¿Qué diablos…?

-¡Nos quedamos dormidos!- grito Bill, corriendo hacia la suite que unía nuestras habitaciones, vistiendo sólo unos boxers. -¡Debíamos estar ya en camino de la televisora!

Por un momento no entendí lo que había dicho. Me quedé viendo como idiota un fragmento de su espalda antes de que desapareciera por la puerta, y lo primero que me pasó por la mente era que estaba demasiado delgado. Un segundo después asimilé lo que dijo, y soltando una sarta de maldiciones me levanté de un salto. Me puse lo primero que encontré en el suelo (que era la ropa que me había quitado el día anterior) y fui hacia la habitación de Bill mientras me ataba el cabello y me ponía la gorra.

-¿Por qué diablos no me despertaste antes?- le dije a mi hermano, quien estaba regando el contenido de su maleta por todos lados.

-¡Si serás idiota! ¡Saki te habló hace dos horas y te quedaste dormido de nuevo! ¡Pensó que me habías despertado y que ya estábamos listos! Está abajo esperándonos- vociferó, mientras corría hacia el baño con una toalla en la mano.

-¿Todavía te vas a bañar? ¡Al diablo, ya vámonos!- le dije.

-Pero mi cabello, y el maquillaje… no se donde está la ropa que me iba a poner…

-Te arreglas en el camino, ¡vamos!- le dije, aventándole unos jeans, una sudadera y unos zapatos del desorden que había por todas partes, que se apresuró a ponerse mientras maldecía entre dientes. Tomó el maletín donde Natalie guardaba toda la mierda con que lo peinaba y maquillaba, y salimos corriendo de la habitación.

La camioneta casi chocó dos veces mientras volaba por la autopista de camino hacia la televisora donde tendríamos una entrevista de promoción en Inglaterra; Georg y Gustav estaban en el estudio, por lo que era nuestra responsabilidad hacer toda la prensa esa semana, como no dejaba de gritarnos David. Bill trataba de ponerse el maquillaje, maldiciendo por los vaivenes del auto, pero para cuando llegamos corriendo al estudio en el momento exacto en que teníamos que salir al aire estábamos sudando tanto que parecía que habíamos corrido un maratón.

Al final de cuentas la entrevista salió bien. Muchas sonrisas, agradecimientos a las fans, todo lo habitual. Incluso me di el lujo de salir enfrente en la sesión de fotos subsecuente, pues Bill parecía querer encubrir el hecho de que no se había bañado, e insistió en aparecer medio oculto detrás de mí. De vuelta al hotel lo fastidié con eso durante un rato, hasta que me recordó con expresión avinagrada que yo ni siquiera me había lavado los dientes, con lo cual se hizo el silencio de inmediato.

>>>>

Tarde

La entrega de premios de una importante cadena musical europea. Sinceramente no me hacían nada de gracia este tipo de eventos; no solo por que todo era exagerado y artificial, sino por que como Gustav había dicho alguna vez, en esos lugares solo se premiaba a la popularidad y no a la calidad. Y el hecho de que últimamente nosotros estábamos ganando montones de premios de ese tipo me hacía pensar en que si de verdad la gente nos estaba tomando en serio como músicos o las fans se limitaban a imaginarse follandonos y les importaba poco nuestra música. Me preocupaba el que dentro de unos años se nos acabara el gusto y todos empezaran a pasar de nosotros; cuando le hablé a Bill al respecto, me miró e hizo una broma sobre lo asombrado que estaba de que hubiera un ser pensante debajo de los dreadlooks, con lo que le pinté dedo y mejor cambié de tema. Aunque a decir verdad, esa era una de las poquísimas cosas que me tomaba en serio en mi despreocupada vida.

Bueno, eso y un asunto que aunque no quisiera admitir, me estaba empezando a afectar más de la cuenta. Y eso era que mi relación con Bill había cambiado, aunque ni siquiera yo sabía exactamente de que se trataba. Y tenía mucho que ver con que cuando éramos pequeños Bill sólo era… pues Bill, mi hermano y punto. Claro que siempre había sido la persona más importante para mi, joder, que no me imagino la vida sin él, pero de un par de años para acá había cambiado mucho. Su casi imperceptible alejamiento de mí y la forma contradictoria en que a veces actuaba, mandándome al diablo y criticándome por cualquier cosa, para después ponerse tan meloso que no me lo podía sacar de encima me estaba volviendo loco. Pero simplemente no había hablado con él del tema. Estábamos demasiado ocupados. Siempre había otra entrevista, otro concierto, otros compromisos.

Nos dirigíamos precisamente a uno de esos compromisos: la entrega de premios. Iba viendo el tráfico vespertino por la ventanilla; todos estábamos demasiado desvelados por la fiesta de la noche anterior como para platicar, pero como siempre, Bill no paraba de moverse en el asiento junto a mí, tarareando no se que canción estúpida.

La alfombra roja fue lo de siempre. Flashazos como para sacarle a uno cáncer de piel, entrevistas, fans desaforadas. Y el evento en sí también fue lo de siempre; ganamos el premio en el que competíamos contra varias bandas con muchísima más trayectoria que nosotros, lo cual no hizo sino confirmarme que no éramos más que la sensación del momento. Creo que fui el único al que no le agradó el dichoso premio, pero Bill estaba tan feliz que no dije nada, y nos dirigimos al after party a celebrar nuestro triunfo.

Georg se desapareció sólo cinco minutos después de que llegamos con una groupie que lo abordó a la entrada del lugar, y Gustav definitivamente pasó de acompañarnos, por lo que Bill, nuestro staff y yo nos buscamos un espacio en el abarrotado salón; la música estaba a un volumen estridente y las luces casi me dejaron ciego, pero los tragos eran fabulosos y había montones de chicas sexys de donde escoger, por lo que una hora después estábamos todos bastante animados. Fui a buscar un par de copas para Bill y para mí, y cuando regresé mi hermano me jaló, señalando a alguien.

-¡Es Brian Molko!- me dijo emocionado. -Ojala venga para acá, tengo muchas ganas de conocerlo.

-¿Y por que no vas tú?- le dije, riéndome de él. A veces Bill actuaba como si no fuera famoso con las personas que admiraba, lo cual me sacaba de quicio. -Anda, no seas niña.

-Muérete- me dijo, pero antes de que le pudiera replicar vimos a Brian caminar hacia donde estábamos. Bill se levantó y le sonrió, pero el otro apenas si fijó la vista en él y siguió de largo hacia el bar que estaba detrás de nuestros asientos.

Bill se quedó pasmado y sólo atinó a sentarse rápidamente y apurar la copa de vino, tratando de disimular la desilusión de la que claro, todos se dieron cuenta. Me vio durante un instante, en el que me di cuenta que encima de todo estaba muerto de vergüenza; y no supe si fue por que ya estaba un poco ebrio o simplemente por que me molestó que hirieran a Bill, pero me levanté y me fui hecho una furia hacia el jodido Molko, quien estaba hablando en la barra del bar con otro tipo.

-Hey, mi hermano te saludo y lo ignoraste, ¿Qué no lo viste?- le dije. Brian me miró confundido.

-¿Cómo? ¿Quién eres tú, y quien es tu hermano?

-Mira, cabroncete, en estos momentos mi hermano y yo somos más importantes que tú, así que no te hagas el que no sabes quienes somos. Quiero que vayas y te disculpes con él.

-¡Tom! ¡¿Que haces?!- Bill llegó de repente y me tomó del brazo. -Discúlpalo, ya nos vamos…- dijo con una risita nerviosa, y me jaló de nuevo hasta nuestro asiento.

-¡¿Qué te pasa?!- me dijo Bill cuando me obligó a sentarme de nuevo.

-¡Te estaba defendiendo! El idiota te ignoró por completo, y no niegues que te hizo sentir mal.

-¡Sí, pero no era para que lo insultaras! Estaba con alguien de la prensa, ya lo he visto antes. Dios, espero que no se arme un escándalo de esto…

No podía creer lo que Bill estaba diciendo. Me fastidio de sobremanera la forma en que tomó lo que había hecho por él.

-Pssss, quien te entiende. Jódete entonces, que ya no volveré a ver por ti.- dije, y me levanté con la firme intención de largarme del lugar. Oficialmente estaba harto del ruido, de las luces y de todos los demás. Salí hecho una furia del local, ignorando a Saki, quien me trató de cerrar el paso, y la voz de Bill, quien me llamaba a gritos. El valet parking me abordó en cuanto puse un pie afuera, y plantándole un montón de billetes en la mano se apresuró a traerme la camioneta a pesar de no traer el boleto. Un montón de niñas gritonas se me acercaron, pero las ignoré. Un desagradable dolor de cabeza me estaba empezando a atacar.

En cuanto llegó el auto me dejé caer en el asiento y estaba a punto de arrancar, cuando Bill llegó corriendo y abrió la puerta del pasajero.

-¿Qué diablos haces? ¿A dónde vas?

-A cualquier lugar donde no estés tú- le contesté, y eché a andar la camioneta. Bill trastabilló cuando ésta se puso en movimiento y casi se cayó, pero finalmente se metió de un salto y cerró la puerta, lanzándome una maldición.

-¿Qué carajos te pasa, Tom?- exclamó. -Dejamos a todos allá, ¿Cómo diablos van a regresar al hotel?

-Supongo que saben que existen los taxis, ¿no crees?- dije, tratando de librar la fila de autos que transitaban lentamente frente a nosotros. Cuando por fin pude rebasarlos, enfilé rápidamente hacia la calle principal por donde recordaba habíamos llegado.

A pesar de que tenía los ojos fijos en el camino, sentía la mirada enojada de Bill encima de mí.

-Me está empezando a cagar tu actitud de niño, Tom- me dijo. -¿Qué te sucede últimamente? Estás molesto todo el tiempo, y no tengo idea de por qué.

-No tengo nada. Deja de molestar.

-Vamos, miéntele a quien no te conozca. Si quieres pudrirte tú sólo, perfecto. Pero evita meterme en tus traumas auto inventados.- me dijo Bill, con un dejo de fastidio en su voz.

Bien, precisamente eso era lo que me jodía, pensé. Traté de dar la vuelta en el siguiente retorno con demasiada velocidad, y casi choco contra otro auto, quien sonó furiosamente el claxon. Bill se aferró a la guantera frente a él.

-¡Mierda! ¡Tom, detente ya! ¡Nos vas a matar!

-¡Entonces no debiste de haberte subido!

-¡Te comportas como un idiota!

-¡Eso es justo lo que me molesta!- dije al fin. -De un tiempo para acá te la pasas criticando todo lo que hago o dejo de hacer. Al parecer te importa más la imagen de la jodida banda que tu propia familia.

Bill no contestó. Lo miré de reojo y su expresión de furia me desconcertó.

-Bueno, hermano, creo que eres el menos indicado para hacer ese tipo de reclamaciones- me dijo. -Hace tiempo permití que hicieras lo que se te diera la gana sin interrumpir tu fiesta continua, hasta que te acordaste que estábamos mamá, papá y yo, y nos diste el privilegio de estar de nuevo en tu mundito. Así que ahora no me vengas con lloriqueos que no van.

No le contesté. Muy a mi pesar, tenía que reconocer que lo que me decía era verdad. Mientras seguía manejando sin saber siquiera en donde estaba, me empezó a dar vueltas en la cabeza que lo que no había alcanzado a comprender y lo que había cambiado era que la extraña conexión que Bill y yo teníamos se había desvanecido un poco cuando nos hicimos adolescentes. O al menos eso me había pasado a mí. Conforme nos hicimos populares empecé a disfrutar de las delicias de la fama y todo lo que esta conllevaba: fiestas, dinero y mujeres por montones. Antes de que pudiera sacar la licencia de conducir me había follado a tantas chicas que había perdido la cuenta, y había hecho más cosas con ellas que las que cualquier tipo que me doblara la edad hubiera soñado. Las cosas nos estaban saliendo tan bien que me podrían haber dado un tiro y aún así morirme feliz. Cuando éramos pequeños nuestro mundo éramos sólo los dos, pero de repente las puertas se abrieron a un sinfín de posibilidades, y me lancé hacia ellas sin pensarlo.

Me puse a recordar que por esa misma época, Bill había caído en una depresión que nadie, incluyéndome, había podido comprender. Lo teníamos todo, y sin embargo, él se encontraba de lo más alicaído; pero él nunca lo aceptó. Se limitaba a decir que simplemente estaba cansado, y aunque un tiempo después volvió a ser el de antes, siempre me sentí un poco culpable por haberlo dejado atrás en esos momentos, mientras yo me dedicaba a tirarme a cuanta grupie se me ponía enfrente. Ni siquiera ahora, años después, habíamos hablado al respecto, y nunca me reclamó ni habló sobre esa época en la que incluso en las fotografías de grupo se veía triste. Hasta ese momento.

-Tú sabes que nunca dejé de pensar en ti- dije finalmente. -Aquella época fue demasiado… todo, ¿entiendes?

-Sí, lo se.

-Pero las estupideces que yo hice las estás haciendo tú ahora, Bill. Le estás dando prioridad a otras cosas, y eso… pues duele. - murmuré. Odiaba decir ese tipo de cosas. El sentimentalismo nunca había sido mi fuerte. La naturaleza de Bill siempre había sido más débil que la mía, y por lo mismo toda la vida había asumido el papel del fuerte, del hermano mayor. Pero aunque no quisiera aceptarlo, había cosas que no podía evitar sentir. Y todo lo relacionado con Bill me podía mover más que cualquier otra cosa en el mundo.

Ninguno de los dos habló. Había cosas que se sobreentendían. Era como cuando éramos niños y casi nos podíamos leer el pensamiento. Estaba levemente conciente de que me había perdido; transitábamos por una calle desierta de aspecto destartalado a la que le faltaban varias de las farolas del alumbrado público. Empezaba a oscurecer.

-Estamos perdiendo pie, Tomi. -me dijo Bill en voz baja. -A veces creo que todo esto nos está superando.

Volteé a ver a mi hermano. Tenía la expresión preocupada de una persona que ha crecido demasiado rápido y que ha visto demasiadas cosas. Conocía ese gesto, pues era el mismo que últimamente veía en mi propio rostro.

-Escucha, yo…- empecé a decir, pero un fuerte golpe me interrumpió. Bill gritó, mientras la camioneta giraba como una peonza; la calle se volvió una mancha borrosa, mientras sentía como el cinturón me oprimía las costillas y el aire se escapaba de mis pulmones. Estiré la mano tratando de alcanzar a Bill justo en el momento en que la camioneta se detuvo con un chirrido de metal. Un latigazo de dolor me atenazó el cuello, pero volteé a ver a mi hermano, quien no traía el cinturón de seguridad puesto. La ventanilla de su lado estaba rota y llena de sangre; su rostro era una mueca de dolor. Se pasó la mano por un lado de la cabeza, que sangraba profusamente.

Mi hermano me miró desconcertado, pero antes de que pudiera decir cualquier cosa, vi una mano enguantada que atravesaba los pedazos de cristal de la ventanilla y lo agarraba por un brazo, sacándolo a la fuerza. Bill gritó, tratando de liberarse, pero otros pares de manos lo aferraron y lo hicieron pasar por encima de los restos de la ventanilla, cortando su espalda. Mi corazón se detuvo. Me lancé hacia adelante y alcancé a aferrarlo por un pie, pero un instante después lo perdí.

-¡Bill! ¡Bill! ¡No, déjenlo!- grité, tratando de quitarme el maldito cinturón. Lo oí gritando mi nombre justo en el momento en que pude liberarme. Abrí la puerta y caí pesadamente en el pavimento, con el corazón desbocado. Me puse de pie de un salto y corrí hacia la Van a donde tres hombres estaban tratando de meter a Bill a la fuerza. Él se debatía con fiereza, pero uno de los tipos le asestó un golpe en la cabeza que hizo que se derrumbara. Llegué a la camioneta justo en el momento en que arrojaban a Bill al interior y aceleraban con un chirrido de ruedas, mientras los tipos subían atropelladamente al interior.

Ni siquiera lo pensé. Me lancé al oscuro interior de la Van un segundo antes de que cerraran la puerta, con más pánico del que hubiera sentido en toda mi jodida vida, pero con un solo pensamiento en la cabeza.

Bill.

>>>>

Noche

Cuando aterricé en el interior de la camioneta choqué contra uno de los sujetos, un tipo de rostro adusto que me miró con sorpresa.

-¡Arrójalo, idiota!- gritó otro sujeto a mis espaldas, mientras le lanzaba un puñetazo con todas mis fuerzas al primer hombre. Cayó hacia un lado y en ese momento alcancé a ver que Bill se movía débilmente mientras dos tipos lo sometían y le amarraban las manos con cinta a la espalda. Me lancé sobre ellos con una furia que jamás había sentido en mi vida, pero antes de poder tocarles un pelo sentí un golpe contundente en un lado de la cabeza y caí en el piso movedizo de la camioneta, atontado. Sentí una rodilla en la espalda y unas manos tiraron de mi cabello, girando mi cara hacia la débil bombilla del techo.

-¡Ya! ¡Deshazte de él!- gruñó la primera voz, pero el tipo que me tenía sujeto me tiró aún más hacia la luz.

-¡No, espera! ¡Es el hermano!

-¿No se supone que son gemelos? ¡No se parece nada!- dijo una tercera voz.

-¡Sólo nos pagan por uno! ¡Mátalo y arrójalo de una buena vez, que ya nos vio!- insistió el primero.

-¡Cállate! Estoy seguro que es el otro, mira su cabello- dijo el que me tenía inmovilizado, arrancándome la gorra de un doloroso tirón y agarrándome de la barbilla con una mano grande y áspera. Me giré lo suficiente como para lanzarle otro golpe que lo tambaleó, y logré liberarme de su peso. Me volví hacia donde estaba Bill, quien estaba amarrado y tumbado de espaldas al fondo de la camioneta. Me vio con una expresión de pavor, pálido como la cera. Traté de llegar de nuevo hacia él, pero dos pares de manos me golpearon y me inmovilizaron una vez más.

El tipo al que golpeé se incorporó, limpiándose un hilo de sangre que le salía de la nariz.

-¡Jodido mocoso hijo de puta!- gritó, dándome un puñetazo que hizo que todo se desenfocara por un momento. Me quedé tendido, con la respiración agitada, tratando de moverme debajo del peso de los dos que me tenían atrapado. Bill gritó mi nombre, con la angustia impresa en su voz.

-¿Qué hacemos con él?- preguntó un sujeto con cara de rata que estaba junto a Bill. El tipo al que golpeé me observó con sus ojos saltones y azules, decidiendo.

-Si nos van a pagar tanto por aquel, nos tienen que dar algo por este- dijo. -Cuando nos paguen que hagan lo que quieran. ¡Amárrenlo!

El tipo de la cara de rata se acercó con un carrete de cinta. Yo estaba tan furioso y asustado al mismo tiempo que sentía mi cuerpo como adrenalina pura, y forcejeé con todas mis fuerzas para evitar que me ataran; pero lo único que conseguí fue que todos los tipos al mismo tiempo me dieran una paliza.

Lo último que vi antes de desmayarme fue el rostro asustado de Bill.

Continuara

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