Título: Amor, objetivamente hablando
Link original:
Oggetivamente amoreAutora:
fann1kaoriyuki,
Traductora:
ladyvoldie Beta:
sirem Resumen: Harry se da cuenta de un pequeño detalle… ¡Draco Malfoy no es Draco Malfoy! Lo encuentra encerrado en un espejo y, desde ese momento, intentará salvarlo.
Clasificación: romance, drama, acción. NC-17 (más vale prevenir que curar)
Desclaimers: Todo pertenece a Rowling, y antes de pasar a mis manos, fue escrito por Hachi ;) así que solo tengo los derechos de traducción.
Notas: No, no tengo perdón. Medio año para subir un capítulo.
Capítulo 11
-De… debemos volver -gruñó el falso Draco a su reflejo en el espejo. Éste le devolvió una mirada vacía, pero asintió.
-¿Cómo lo hacemos?
La voz del verdadero Draco le llegó.
Cuando se habían visto allí, el falso Draco se había molestado por los continuos reclamos del otro, por lo tanto, había insonorizado la superficie reflejante pero ahora, a la luz de los nuevos acontecimientos, había tenido que anular el encantamiento por cuestión de incomodidad. Ahora era posible hablar por ambos lados.
-Necesitamos quererlo -afirmó-, necesitamos quererlo por ambas partes y tocar a nuestros respectivos “yo” a través del espejo.
El Draco, al otro lado del espejo, asintió vigorosamente. Aún así notó algo distinto en el otro “yo”.
-¿Ha sucedido algo? -pidió súbito, preocupado.
-Nada.
-¡Hey! -protestó-. Dímelo -no era el tipo de personas que consuelan, pero sí podía entender cuando alguien necesitaba ser presionado para hablar, así como para ser escuchado. Sobre todo si era a sí mismo.
-Nada… -repitió.
-¡Draco!
-Te estás volviendo espantosamente bueno -gruñó el rubio del mundo real con hastío.
-¡Tú dímelo y ya! -picó el otro.
El rubio tergiversó, buscando en cualquier objeto una vía de fuga, sin decidirse a hablar de ello.
-Ha pasado que… -boqueó-. Yo y Potter… esto… -deglutió-. Hemos follado.
Podría haberse expresado en muchos modos distintos, pero cosas como “hecho el amor” o “hemos terminado en la cama juntos” no le parecían idóneas. Follar era conciso y explicaba exactamente aquello que había ocurrido.
Draco, el otro, se congeló
- ¡Qué? ¿Cómo!
-¡No sé qué me ha picado! -protestó el falso Draco-. Le he… -tragó duro- …saltado encima… Eso…
Las mejillas teñidas por un insólito rojizo en total desacuerdo con el sentimiento de disgusto.
-Mal… -gruñó el otro, el verdadero Draco.
-Lo sé.
-No para nosotros, sino para el equilibrio… ¡Debemos apresurarnos! Algo así debería haber sido totalmente objetivo, pero Harry y yo no…
-¿Celoso? -le cantó, con una insólita sonrisa desdeñosa.
-¡Ese no es el punto! -respondió a la defensiva-. El hecho es que…
-Que debemos volver a casa rápido, lo sé -lo interrumpió-. Tú avisa al tuyo, yo aviso al mío.
Draco al otro lado del espejo asintió. Se retiró, saliendo de la habitación, mientras el otro se limitó a llamar a una lechuza para escribirle a su amante.
Harry contempló aquél mundo casi igual al suyo.
Eran las mismas personas, pero tan fundamentalmente distintas.
Él era distinto. ¿Desde cuándo? Desde el momento exacto en el que había empezado toda esa historia. No era una cuestión de mundos volcados o yo qué sé. En el momento exacto en el que se dio cuenta de que Draco no era más él, que era uno falso, se había afanado en ayudarle de cualquier modo.
Aún recordaba cuando lo había visto al otro lado del espejo: había sido como si lo viera por primera vez y se había encontrado pensando febrilmente en lo bello que era en realidad.
Suspiró hacia sí mismo cuando, de repente, una mano le golpeó la espalda devolviéndolo a la realidad.
-Sé como volver -dijo Malfoy.
-¿Cómo?
Repitió las palabras del otro “yo”, pero intentando omitir la parte del sexo salvaje, y lo informó también del hecho que ahora podían escucharse en ambos mundos.
-¿Entonces cuándo volvemos? -pidió en aquel punto Harry, extrañamente abatido.
-Mañana, creo.
-Mañana… -repitió vagamente.
-¿Qué te pasa?
-¿Eh?
-¿No quieres volver?
Harry no sabía si estaba siendo sincero o no. Gracias a aquella aventura había llegado a un extraño grado de amistad con el rubio, sin contar los besos de los que no se había vuelto a hablar.
-Sí, cierto -asintió ausente-. Mañana volvemos.
En la voz del moreno había una vaga nota de dolor, como si quisiera todo menos volver a ver a las personas a quienes estaba habituado. El problema era que ahora, con todo lo ocurrido, allá el propio Draco era él mismo y sabía que, una vez en su mundo, todo volvería a ser como había sido antes.
-¿Entonces por qué aún estás abatido?
¿Era posible que el rubio fuera tan poco despierto? ¿No era acaso él quien lo amaba? ¿Cómo podía aceptar a renunciar algo así?
-¿Nos olvidaremos de todo esto? -preguntó, con la expresión en blanco, Harry-. ¿Viviremos como si nada hubiera ocurrido?
Draco se perdió en la mirada triste del moreno, luego suspiró.
-No lo sé. Primero volvamos.
-¿Por qué tanta prisa? -le encaró Harry-. ¡Me da la impresión que no es sólo el equilibrio lo que te preocupa!
Los ojos grises se dirigieron a él, culpables.
-Es sólo el equilibrio -gruñó.
-Mentiroso…
-Es sólo…
-Estaba seguro que te gustaba -le dijo, fríamente-. Pero por lo que veo, no es así.
-¡Pero ahora qué te ocurre? -Draco parecía sinceramente confundido-. ¿Te das cuenta de lo que estás diciendo?
El moreno lo encaró. Lo escrutó durante un largo instante, hasta que se inclinó para rozar los labios del rubio, pero estos se retiraron.
-Harry…
Los ojos verdes del otro se tiñeron de pesar.
-Está bien -susurró melancólico-. Volvemos mañana. Hasta luego.
Se marchó fastidiado y enfadado. Draco suspiró cansadamente.
Se tocó los labios con remordimientos… la verdad es que quería besarlo, terriblemente, pero no podía por una obvia razón de equilibrio, pero también porque estaba inseguro e los sentimientos del moreno. Estaba más que convencido de que no eran del todo sinceros, sino que habían sido dados por el equilibrio, nada más. Prefería no hacerse ilusiones antes de volver. A costa de perderlo.
¡Por qué Harry no entendía?
Suspiró y se alejó, volviendo a entrar a la habitación.
o.o.o
Hermione volvió al despacho de Dumbledore.
-Mañana volverán a casa -dijo, lejos de estar alegre por ello.
Dumbledore se acarició la barba, pensativo.
-Entiendo.
-Profesor, después de todo lo ocurrido, ellos…
-Lo sé, señorita Granger… -suspiró el hombre-. Pero no se puede evitar. Los mundos deben ser reequilibrados, aún si esta historia ha dado a nacer algo…
-¿Pero no hay ninguna manera?
-No.
-Entonces… ¿olvidarán?
-Sí.
-¿También… nosotros?
Dumbledore sonrió bonachón.
-Si, bueno. Pero ha sido divertido.
-Bueno -respondió ella, devolviéndole la sonrisa.
o.o.o
La noche llegó pronto y Draco ya tenía el corazón hecho pedazos.
De acuerdo, no tenía ningún derecho a sentirse así, pero no lograba estar de otra manera. Habría querido estar en otro lugar en ese momento, habría querido encontrarse entre los brazos del moreno de ojos jade. Recordaba perfectamente la sensación de sus labios suaves bajo los suyos, sólo pocos días antes, y se arrepintió por ese beso que faltó esa tarde.
Aquella aventura estaba a punto de terminar. Volverían de vuelta al principio y todo sería como antes.
No obstante, no guardaba ningún rencor hacia la otra pareja. No creía tener cuentas pendientes con el otro Draco que le habrían impedido volver por el espejo, aprovechando esa situación con ventaja. Y no tenía ni siquiera rencor hacia el falso Harry, a pesar de aquello que le había hecho cuando había llegado desde la otra realidad… En el fondo, en cierto sentido, era él quien se había entrometido entre ambos, había sido él quien había creado aquel caos gracias al espejo, que había logrado atravesar sólo gracias a su ferviente deseo, o sea, realizar el sueño de tener a su lado un Harry que lo amara.
Desgraciadamente, casi siempre se desea aquello que no se puede tener. O bien, es asimismo frecuente, que, cuando finalmente se obtiene, todo cambia y uno se encuentra rechazándolo o deseando algo mejor.
En efecto, el rubio había descubierto demasiado pronto la diferencia entre los dos morenos y había entendido enseguida que era “su” Harry al que había querido a su lado, no aquella “copia mala” tan distinta que casi había logrado destruir aquel sentimiento que Draco no había jamás creído poseer antes. Además estaba detalle de que el verdadero Harry había notado inmediatamente que algo iba mal, algo distinto, y que el rubio que lo había substituido en el mundo real no era él. Sin que nadie lo obligara había decidido ayudarlo y, como si ello no bastara, una vez llegado él también a la otra realidad, se le había acercado con gentileza y empeño, con el deseo de entender. Y, finalmente, se habían dado esos besos…
Mientras la relación entre Draco y Harry de la otra dimensión había sido de amor, él y el verdadero Harry se habían odiado: luego algo había cambiado… se había enamorado de Harry mientras el falso Draco empezaba a odiarlo. Cuando volvieran cada uno a su mundo, ¿qué ocurriría?
Se preguntó porqué las dos realidades debían necesariamente ser los opuesto totales, porqué no se podía tomar un camino central.
Había tenido, aunque solo por pocos momentos, las atenciones del moreno y ahora el solo pensamiento de que lo perdería de nuevo lo hacía enloquecer, no había podido parar. Había sido presa de uno de esos pecados: la codicia, absoluta y totalitaria.
Se avergonzaba y se sentía subyugado, sin embargo no habría renunciado por nada en el mundo.
Se tendió sobre la cama supino a observar el techo. Distinto y al mismo tiempo igual al suyo, al otro lado del espejo.
Lanzó una ojeada fugaz a la superficie reflectante, el falso Draco había dicho que él y el otro Harry lo habían hecho. De improvisto notó crecer dentro suyo la añoranza de haber alejado al moreno: habría querido inmensamente hacer el amor con Harry, al menos una vez…
Sólo una le habría bastado. O mejor, habría hecho que bastase.
Estaba tan inmerso en sus pensamientos que no se dio cuenta de que la puerta se abría lentamente. Harry entró casi con temor, ojeando con circunspección para entonces pararse bajo el umbral, esperando.
Después de unos instantes, los ojos grises se posaron sobre él como atraídos por una fuerza invisible, el rubio no había percibido ni el ruido de la puerta ni la luz que penetraba del pasillo. Pero cuando logró enfocar la nueva presencia en la habitación, saltó como golpeado por un rayo.
-¿Puedo? -preguntó el moreno con el miedo de ser cazado. El otro asintió lentamente.
-¿En qué pensabas? -preguntó entonces Harry, en voz baja.
Draco lo escrutó en voz baja.
-En ti -respondió.
Harry se quedó en silencio y quieto durante unos segundos, aún fuertemente indeciso, al final cerró la puerta a sus espaldas y avanzó lentamente por la habitación.
-¿Y qué pensabas exactamente de mí? -replicó, posando una rodilla sobre la cama y gateando hacia el rubio, que se quedó inmóvil.
Lo alcanzó y lo acorraló con los brazos, esperando algún movimiento del compañero.
Éste lo observó durante un tiempo que parecía infinito y con una mirada tan enigmática como libidinosa.
-Quiero hacer el amor contigo -confesó de golpe el rubio.
Y Harry admitió, con un beso, el mismo deseo.
Rodaron sobre las colchas, luchando y devorándose, alternando besos tiernos y lánguidos con otros llenos de desespero y voraces, entre labios y piel expuesta mientras se desnudaban, enrojecidos por la pasión del deseo reprimido.
Se querían.
Harry recorrió el pecho del chico con un descenso de besos húmedos, parándose sobre los pezones ya rígidos, lamiéndolos y mordisqueándolos. Sentía una extraña sensación dentro de sí por la idea de que era un chico la persona a quien le estaba dedicando esas atenciones, pero lo encontraba excitante y embriagante.
Draco suspiraba excitado, mientras gemía palabras incongruentes. Sentía el cuerpo del moreno, caliente y vivo encima suyo, moverse con una dulzura tan desarmante, más allá de la dureza que caracterizaba al falso Harry.
Los besos se transformaron en droga de la que ninguno de los dos lograba alejarse, y trascurrían pocos minutos en reencontrar los labios y las lenguas en una danza sensual. Las manos se deslizaban primero tímidas y después febriles sobre todo el cuerpo del otro. Y los cabellos, ya empapados de sudor, se enganchaban en la frente, mientras las írises se dilataban por la pasión que los estaba devorando.
La penetración fue sólo la cúlmine de esa unión deseada por ambos, en aquel vórtice de sensaciones positivas. El orgasmo fue el apoteosis del placer, pero llevó con él, desgraciadamente, también la conciencia del final de esa unión.
Había acabado y, por mucho que vivir ese momento hubiera sido satisfactorio, para los dos fue terrible resignarse ante aquella consecuencia. Nada dura para siempre…
Harry se deslizó fuera del cuerpo de Draco y se tendió cómodamente a su lado. El silencio reinó de nuevo, interrumpido sólo por sus respiraciones.
-Cuando volvamos no te dejaré ir -declaró Harry, determinado.
-Harry… -titubeó el otro.
-No, Draco. ¿Dame algo de credibilidad, vale? -rebatió decidido.
-Es el desequilibrio… ¡no eres tú de verdad! -objetó.
Por toda respuesta, Harry agarró un pedazo de piel del otro apretando fuerte, pellizcándolo.
-¡Ay! -protestó el rubio.
-Esto lo he hecho yo. ¡Lo pienso yo! ¡Queda claro? -declaró.
-Harry… -balbuceó, no queriendo darse falsas esperanzas.
-¡Draco! -lo reprochó-. Si cuando volvamos sientes que algo cambia seré honesto contigo. Te lo prometo. ¡Pero no excluyas a priori la sinceridad de mis sentimientos! -protestó, ligeramente fastidiado por la desconfianza del otro.
El rubio notó los latidos del corazón acelerarse. En la mirada de Harry veía determinación y afecto sincero.
-Está bien -suspiró-. Pero… si cambiamos de forma de ser… sé franco, como ahora.
En aquel punto, Draco intentó levantarse para vestirse, pero Harry lo tomó por los hombros haciéndolo caer de nuevo.
-¿Qué quieres hacer? -gruñó Harry, falsamente ofendido.
-Vestirme.
-¿Por qué?
-Porque… -la voz del rubio se esfumó. No había un “porqué” objetivo que valiera.
Harry lo tiró hacia sí, apretándolo fuerte.
-¡Ahá, ahora está mejor!
-¿Y?
-¿Y, qué? ¡Quiero dormir!
-¡Así… abrazados?
-¿Bueno? ¿Qué tiene de malo?
-Pero… -titubeó Draco- Es… embarazoso.
Harry no respondió, se limitó a colocarse mejor, ayudando a Draco a hacer lo mismo y abrazarlo.
-Buenas noches -le deseó, tranquilo, estrechándose fuertemente a él.
Draco estuvo un momento desorientado, bloqueado en aquella posición decididamente poco confortable e incómoda para sus estándares, así que intentó moverse hasta que encontró una postura ideal, que lo llevaba abrazado al cuerpo cálido del moreno.
Por muy embarazoso que fuera, Draco no había sido nunca tan feliz.
Continuará….