Oct 05, 2010 16:39
El color de las rosas Miharu/Hizaki/Kamijo
-Llévame donde las rosas...
Tus manos, tan lindas y espontáneas son las que me llevan, me cargan con firmeza y me conducen donde te pido. Amo tus manos. Son aquellas que tienen el ritmo perfecto al tocar, y el cuidado esperado al entrar y hurgar; son las manos que han alcanzado el cielo y regresado, son las manos de la gloria; las manos que celebran y que arrullan...las de un amado que no repara en costos, sino en amar...
-miharu....
su voz se pierde en el silencio del gran salón. El vampiro reposa sobre el sofá, semi conciente. No sabe cuanto tiempo lleva asi, simplemente ha perdido la mirada en el espacio de la sala hasta que le sintió llegar. Claro, si conoce su aroma mejor que nadie y reconoce sus pasos aunque esté del otro lado del salón. Lo esperaba. Sabía que llegaría en cualquier momento sin embargo no tenía fuerzas para incorporarse.
Cuando Miharu el consejero había ingresado al salón, Hime sama reposaba ya en el sofá con la mirada taciturna y dos heridas pequeñas en el cuello. Kamijo arrodillado frente a él giró la cabeza al sentir la presencia del humano y entonces la sangre de este se congeló. Había visto esos ojos impávidos antes pero nunca se atrevería a desafiarlos.
Un sudor frío recorre su espalda. Siente que ha llegado en un momento que habría preferido omitir. Pero esa es otra historia.
-Hizaki ¿estás bien?...lo siento...- el príncipe acaricia su mejilla, consternado- he bebido más de la cuenta..no debi..
su lamento es interrumpido por el rubio de largos cabellos.
-Oujisama... ¿por qué te preocupas tanto?....estoy bien....
Miharu pierde la impresión ante el sublime señor del castillo y se acerca precipitándose al suelo junto a su princesa adorada.
El miedo a perderlo es más fuerte que la presencia arrolladora del maestro y por un momento se olvida de la etiqueta y concentra su atención en los ojos avellana frente a él.
Extrae de la bota una daga y antes que Kamijo pose una mano en el cuello del humano a modo de advertencia; éste se ejecuta un corte sangrante en su muñeca y acto seguido la ofrece a la debilitada muñeca inerte frente a él.
La princesa clava su mirada en esa mano y la rechaza torpemente con su brazo.
-Miharu...¿qué haces? estaré bien...no se preocupen....
Kamijo observa al humano con cierta culpa...su propia sed, no; su propia necesidad le llevó al exceso.
-¿Me dejarás desangrar?
Cualquier cosa menos ser ignorado por él cuando notaba claramente que el rojo líquido era la única medicina que podía darle.
-Hizaki... lo hace por tu bien... -Kamijo mira a Miharu- muchas gracias- inclina la cabeza y se levanta para dejarles intimidad.
-lo hago porque quiero...no por obligacion -lo mira con seriedad- no agradescas
La princesa se resiste a ser alimentada. Nadie comprende los sentimientos encontrados que en su alma se encierran. Por un lado, su príncipe inmaculado, a quien le debe su vida y su esencia. Él le ha convertido en lo que es, un vínculo profundo los une. Por otro lado, su consejero fiel, aquel amante que ha sabido mantenerse a su lado pese a todo; quien le ha profesado su amor y su fidelidad constantemente...
-Hizaki -lame la sangre de su propio brazo transmitiéndola a su boca y lo besa. Sus labios se unen en un cálido y suave beso, el de dos amantes reencontrados. Siente el sabor dulce de esa esencia y se deleita en ella, a pesar de no estar acostumbrado a beberla asiduamente.
Un escozor recorre el cuerpo del príncipe vampiro. Con la mirada perdida y la incomodidad a flor de piel se retira de la sala. Sabe que no puede compararse ante la devoción y el transparente cariño que con fuerzas sobrehumanas el sujeto mortal se aferra a su amado sin importarle rango, distinción ni clase.
Pero la princesa no quiere beber de alguien a quien podría matar fácilmente y dejar un vacío irreemplazable.Si, le quiere pese a todo, le quiere de una manera extraña aunque le duela reconocerlo.
Sería mucho más fácil quedarse con sus sentimientos confundidos. ¿A quién ama en realidad?
-Llévame donde las rosas...
Toma su cuerpo frágil ya repuesto hacia el jardín, retomando la sonrisa escueta en su rostro.No hay nada que pueda negarle porque hay una incondicional promesa que lo ata.
Todo lo que supuso escondido en lo más recóndito ahora fluye, es una extraña sensación de retorno.
¿De qué color se tiñen las rosas? de tus pecados y tus frustraciones o del recuerdo más preciado.
-gracias...
Pestañea recobrando su pasividad y su inexpresivo rostro ahora esboza un principio de sonrisa. No puede concederle las palabras que él espera aunque ya sean una realidad inexcusable. Será porque las rosas de su alma han sido teñidas por más de un solo color.
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