Al final me pasé casi toda la noche del sábado acostado sobre el tejado de mi casa y mirando las estrellas. Dicho así suena bastante homosexual, pero no estuvo mal. No sirvió para aclararme las ideas, pero resultó ser una práctica bastante relajante. Admirar la inmensidad del universo es una buena manera de ver las cosas desde otra perspectiva, sirve para darse cuenta de lo insignificantes que son los problemas humanos.
He visto demasiadas películas de terror espacial como para haber deseado nunca ser astronauta, pero me pregunto qué se siente al estar ahí arriba flotando. Flotando sin más, sin descompresiones que te pitufen la voz ni te hagan explotar los ojos de las órbitas, simplemente dejándote llevar por las fuerzas siderales hasta que la falta de oxígeno te haga imaginarte sirenas espaciales susurrándote obscenidades al oído.
Yo es que era más de dinosaurios.