TÍTULO: I Will.
AUTORA:
la_comadreja CAPÍTULO: Cuarto.
PAREJA: Ron / Ginny
RATING: PG-13
SUMARIO: Las cosas malas parecieran perseguir al pobre Ron...
CAPITULO CUARTO
Tenía la garganta seca y estaba siendo una noche terriblemente larga. No había podido conciliar el sueño durante horas. Dando vueltas en la cama, una y otra cada 5 minutos. Y para colmo, ya en la madrugada justo cuando parecía que el sueño estaba llegando a él, sintió cómo un líquido caliente mojaba su pantalón y la toalla sobre la que estaban acostados. Pensó en levantarse y darse un baño pero realmente tenía sueño y deseaba dormir así que no se movió.
Pero la ropa húmeda pronto se sintió fría y entonces menos podía conciliar el sueño. Entonces recordó las palabras de Bill: “… sólo límpiala con una toalla húmeda…”. Después de todo tal vez no fuera mala idea, eso de bañarla varias veces al día solo porque se orinaba era bastante pesado y complicado. Se levantó pesadamente, tomó una toalla pequeña y fue al baño a mojarla.
Un poco amodorrado y acentuando su adormilamiento a propósito para no estar totalmente conciente de lo que sin desear estaba por hacer, le sacó la ropa mojada a su hermana. Pasó distraídamente la toalla entre sus piernas y la volteó ligeramente para limpiarle las nalgas también. Después tomó las primeras pantaletas que salieron del cajón donde había guardado la ropa y se las puso, no sin tener bastante dificultad al subir la ajustada y pequeña prenda. Era más fácil ponerle sus bóxers…
Volvió al baño y él también se limpió y se puso un bóxer limpio y al regresar a la habitación colocó bajó ella una toalla limpia. Ahora tenía una gran pila de ropa qué lavar y todavía ni siquiera amanecía.
Después del inconveniente cayó profundamente dormido por fin; no se despertó hasta el mediodía. Mientras dormían la tenía abrazada cerca de él, estaba acostumbrándose rápidamente a su olor y a su cuerpo que ahora cuando estaba en su brazos perdía un poco de ese frescor permanente volviéndose ligeramente tibio. Él lo hacía porque también lo sentía agradable, aún sin saber cuán beneficioso era eso para ella. Ella en su inconciencia vivía las caricias o demostraciones de afecto con una felicidad plena, la reconfortaban y eran lo que le daba una gran seguridad y además, salud.
Ella sólo conocía la sensación de felicidad más primitiva… las caricias. La primera que conocen los bebés desde la gestación y aquella sin la cual no pueden sobrevivir, aún teniendo alimento y todo lo necesario.
Más tarde cuando Ron se despertó estaban mojados de nuevo. “Y todavía quiere Bill que le dé agua”, pensó Ron cuando le tocaba la pierna húmeda. Antes de cualquier otra cosa fue a la cocina y se preparó un vasto desayuno que subió junto con el de su hermana. Después de desayunar podrían darse un baño y mientras arreglaba la cama podría ponerla en el sillón. Tal vez le gustara estar sentada.
El pelirrojo habiendo recuperado su desparpajo de siempre comió sin cubiertos alternando un bocado para ella y otro para sí. Ginny siempre terminaba con los labios y las comisuras embarradas de chocolate. Después la sentó en el sillón para arreglar la cama, algo lo hacía sentir motivado, después de todo era su misión y su responsabilidad ahí, lo mejor era asumirlo en todo lo que eso conlleva y hacerlo con agrado.
Después de desayunar preparó todo para el baño, por un momento le pasó por la cabeza meterse ambos a la tina para ahorrar tiempo y agua; aún tenía que lavar y sentía como si tuviera mil pendientes más, pero después ni siquiera se acordó. Primero la bañó a ella, esta vez no había podido esquivar que el cabello se mojara y había tenido que lavarlo de nuevo. Al volver del baño la puso sobre la cama para regresar a limpiar la tina y prepararla para su propio baño. Durante su baño se dedicó todo el tiempo, todo el que no le daba a los baños de ella.
Esos baños se estaban volviendo su más fuerte recompensa dentro de la casa; se jabonó acariciándose, regalándose todo lo que necesitaba para sentirse bien, relajado. Después de un largo rato salió y se dio cuenta de que por la prisa ni siquiera había llevado al baño una toalla ni ropa. Su primer pensamiento fue un nervioso “¿Qué hago? ”; pero después recordó que Ginny ni siquiera tenía los ojos abiertos y daba lo mismo que estuviera desnudo por la casa, nadie lo vería, ella no lo vería. Entonces sin más pudores ridículos se salió de la tina y se fue estilando agua mientras recorría los largos pasillos de aquella mansión.
Cuando entró en la habitación la vio sobre la cama… desnuda. Se había metido a bañar sin haberla vestido. Ahora si que no supo qué hacer y un escozor le recorrió el cuerpo de pies a cabeza, pensar que estaban desnudos juntos en la misma habitación le tenía la piel erizada. Tomó una toalla y rápidamente se secó y se puso una camiseta y los últimos bóxers que le quedaban limpios. Después buscó la ropa de ella. Bill había llevado un par de camisones, corpiños, blusitas de tirantes y pantaletas de todos tipos y tamaños. Tomó un pequeño corpiño y algo que le pareció apenas una banda para el cabello, era una tanga.
El pelirrojo la miró con detenimiento, era verdaderamente pequeña. Buscó y encontró 3 más con diferentes diseños y colores. Ron se preguntó si Bill habría visto lo que estaba llevándole, esos trocitos de tela no le servirían para nada. Definitivamente no se las pondría. Las apartó en otro cajón y tomó lo que él consideraba una pantaleta normal.
Después de vestirla la sentó en el sillón y mientras la ropa se lavaba en la cocina mediante un hechizo; él se puso a leer los libros que le había llevado Bill el día anterior. Le estaban siendo verdaderamente útiles, ahí venían no solo los hechizos más indispensables para cocinar y tener una vida cómoda en casa sino que además había unas extraordinarias notas al margen hechas por su madre. Estaba tan interesado que cuando tuvo hambre más tarde comió con los libros en la mano leyendo encantado.
Pero su atención se agudizó cuando de pronto encontró algo que verdaderamente le interesaba: “Hechizos para cortar el cabello”. Estos hechizos no eran precisamente sencillos y las anotaciones más importantes de su madre estaban en los cortes de cabello masculinos por obvias razones, en los femeninos estaban enmarcados solo despuntes… y eso no era lo que él buscaba.
Pero esforzándose por ser un hermano bueno y conciente antes de cometer el crimen capilar decidió primero practicar con su propio cabello. Después de confirmar su apariencia procedió a cortar el de su hermana dejándola con un corte de cabello exactamente igual al suyo. Cuando terminó sintió una opresión culpable en el estómago. Definitivamente su cabello era hermoso pero en esa situación era muy complicado mantenerlo. Con el cabello corto se veía tan pequeña, tan frágil. Habría parecido un chiquillo si no fuera porque así, en ropa interior estaba clarísimo que era mujer.
Un sentimiento apenado lo hizo recoger los largos mechones de cabello que estaban en el piso y guardarlos en un fino alhajero de terciopelo negro que había encontrado en una de las habitaciones, tal vez ella quisiera conservarlos después… o tal vez él quisiera conservarlos si ella no despertaba…
Por la noche se encontró como toda un ama de casa recogiendo la ropa lavada y haciendo intentos por doblarla. Después de esa su primer carga de ropa lavada y ver que no era una tarea sencilla, decidió con más firmeza no utilizar ropa ni para él ni para ella. Así, ambos en interiores era más que suficiente dentro de esa casa donde estaban absolutamente solos. Aquellos pantalones con los que había llegado Ginny herida tenían manchas blanquizcas en diferentes partes por exceso de jabón al igual que los pantalones de él. Y ahora las toallas tenían sombras de diferentes colores por haber lavado todo revuelto. Aún había mucho por aprender.
Durante la madrugada Ron había logrado dormir, pero era un sueño muy ligero, siempre pendiente de la temperatura o respiración de ella y ahora con un nuevo pendiente más: revisar constantemente si no estaba orinada. Le tocaba las piernas o las nalgas cada que dentro de su sueño se acordaba pero la chica se había mantenido seca. Pero cuando comenzaba a aclararse la habitación con las primeras luces de la mañana tocó su muslo muy cerca de la ingle y sintió algo. Su ingle estaba tensa, no estaba relajada como la mayor parte de su cuerpo. Interesado dejó su mano ahí y sintió pequeños movimientos que iban hacia su vagina; estaba punto de orinar. La idea lo hizo reaccionar con una rapidez que le hubiera envidiado Harry sobre la escoba.
Se levantó rápidamente mientras con jalones un tanto bruscos le bajaba las pantaletas y trataba de colocarle el orinal. Llegó un poco tarde… la chica había empezado a orinar antes de que colocara el orinal y había mojado su mano, la toalla, el orinal y sus pantaletas, pero Ron no acertó ni a molestarse, estaba en verdadero shock pensando que acaba de hacer un descubrimiento importante y además; miraba confundido como caía el ondulado cabello de impresionante rojo sobre los hombros de Ginny. Ron se sonrió. Su hermana se estaba recuperando, su poder mágico era impresionante.
Durante el transcurso del día intentó los ejercicios que le había recomendado Bill y tomando sus piernas las estiraba y las flexionaba juntas o alternadas como en la bicicleta, en series que no contaba, dependía de cuando se cansaban sus brazos, aunque era él quién sudaba a chorros y quien ejercitaba sus brazos pero de cualquier manera lo hizo por un buen rato.
Ahora estaba perdiendo mucho del temor a tocarla o hablarle, no quería permanecer más tiempo callado, en sus oídos a veces era lastimoso tanto silencio, seguramente su voz le serviría a Ginny. Y además ahora que sabía cuál era la clave para saber cuando estaba por orinar, con frecuencia tocaba su ingle pero acertar era difícil, el tiempo que había entre que sus músculos se tensaban y comenzaba a orinar era muy breve.
-Ginny., ¿Te gusta el chocolate?. Creo que Bill podría tener razón… podría hacerte una papilla de plátano…- decía Ron mientras la alimentaba hablando casi de manera natural.
-¿Te gusta que te siente en este sillón o prefieres estar en la cama?. A mi no me gusta que estés tanto tiempo en la cama… - Le dijo cuando terminó de alimentarla. Sobra decir que no obtenía ninguna repuesta. La mirada de él se detenía unos segundos en ella esperando que tuviera algún gesto por lo menos, pero eso aún no parecía posible.
Durante el día Ron tomó una de las tangas que había encontrado de ella y la usó como liga para el cabello. Ahora que el cabello de su hermana se había rebelado a ser cortado decidió que lo más cómodo para ambos sería que estuviera recogido siempre en un deforme chongo que él le hizo.
Por la noche Ron volvió a abrazarla, a veces lo hacia mientras ella estaba boca arriba o incluso ahora la volteaba quedando ambos de lado como si fuera su Teddy Bear. Cada tanto buscaba su ingle hasta que en una de esas ocasiones la sorprendió en el momento justo, pero desgraciadamente para él eso de bajarle las pantaletas con rapidez todavía no le funcionaba del todo. Pero por la mañana podía decir que amanecieron secos y eso era una buena noticia.
-A ver Ginny, ¿Qué te parece si hoy desayunamos en la cocina?... Claro eso es, me gusta que siempre estés de acuerdo conmigo…- dijo el pelirrojo mientras se levantaba de la cama con ella en los brazos. Aunque a media escalera había tenido que reacomodarla víctima de unos brazos cansados a causa de los ejercicios del día anterior.
Después de desayunar hicieron sus ejercicios de bicicleta en los muebles de la sala. Ron había decidido que no tenían por qué limitarse a vivir encerrados en una misma habitación teniendo una mansión enorme para ellos solos. Claro que ello implicaba que trajera el cuerpo de su hermana cargando por toda la casa y eso podía ser cansado, pero mirándole el lado positivo eso sería bueno para mantener su cuerpo activo dentro de ese encierro.
Los días parecían empezar a pasar con más agrado, parecían menos largos que los primeros. Y eso que en los últimos días ninguno de los dos se había bañado… realmente podía hacer o dejar de hacer lo que le diera la gana. Se había entretenido sobremanera con los libros y además había tenido tiempo para limpiar el ajedrez que le había regalado su abuelo.
Todo parecía mejorar o por lo menos Ron iba adaptándose a esa forma de vida, tanto que se había olvidado un poco que afuera de las puertas tras las cueles vivían ellos encerrados se libraba un cruel guerra que todavía podía traerles más dolor aún.
En la noche cuando Ron acomodaba a Ginny sobre la toalla en la cama de pronto algo llamó su atención. Por la rendija inferior de la puerta se había filtrado una blanquísima bruma que recuperó su forma poco a poco formando un cardenal. Ron se acercó a la blanquecina figura con la piel encogida de temor. El patronus se posó sobre su mano mientras Ron recodaba preocupado que en las clases del ED había visto revolotear aquél cardenal salido de la varita de su hermano George.
El ave miró fijamente a Ron con una mirada triste para después bajar su cabeza y liberar un par de lágrimas que en el aire perdían su forma. Los ojos azules de Ron miraban sin comprender, un instante después la forma del patronus se desvaneció en el aire. Ron apenas podía respirar, volvió a Ginny sintiendo la cabeza inflamada de ideas desagradables y cuando iba a sentarse al lado de su hermana escuchó un cascabel que trotaba por el pasillo.
Ahora su frente estaba liberando un sudor frío y los ojos le ardían como si tuviera pimienta en ellos. Al abrir la puerta estaba Arnold ahí sosteniendo un pergamino al cuello. Un pergamino que estaba mojado por incontables lágrimas que distorsionaban la tinta en algunas partes.
Oh Querido Ron, lamento muchísimo la muerte de tu padre…
N/A: Gracias a los lectores que a pesar de tardarme tanto siguen la historia